Su trabajo titulado “El camino del sembrador o el paradigma del paquete tecnológico” es una propuesta de experiencia inmersiva que consiste en un recorrido guiado en el que el espectador participa activamente en un entorno tridimensional, simulado y diseñado en 3D, mediante realidad virtual y aumentada.
- Por Jimmi Peralta
- Fotos Gentileza
El martes último se realizó el acto de entrega y reconocimiento a los ganadores del Permio Matisse 2023, que tuvo como destacado en el primer lugar a Diego Gómez Prieto, con su obra “El camino del sembrador o el paradigma del paquete tecnológico”, y como segundo a Arturo Joel Riveros, quien compitió con “Distracciones”.
El jurado estuvo integrado por Lucie Haguenauer, Damián Cabrera y Marcos Benítez. El ganador será beneficiado con una beca y estadía de dos meses en la Cité Internationale des Arts, en París, Francia.
“El camino del sembrador o el paradigma del paquete tecnológico” es una propuesta inmersiva de realidad virtual, que presenta como tema la transformación en el modo de producción agroindustrial, que en particular interviene actualmente con la utilización de la semilla de trigo HB4 y el uso de agroquímicos de amplio espectro en alimentos de consumo humano. Tanto Gómez como Riveros presentan problemáticas sociales dentro de sus obras. Ambos hablaron con La Nación/Nación Media respecto a sus trabajos y proyectos futuros.
–¿Podrías explicar en qué consiste la experiencia a la que invita tu obra “El camino de sembrador”?
–La obra es un prototipo de experiencia inmersiva, sostenida por una plataforma física, en donde el espectador es protagonista de un recorrido guiado en el que participa activamente en un entorno tridimensional, simulado y diseñado en 3D, mediante realidad virtual y aumentada. La narrativa expone cómo un sembrador esparce la semilla. Esta cae en distintos terrenos, en función de los cuales morirá o dará fruto.
El usuario se debe descalzar, colocarse el visor de realidad virtual y los auriculares para vivir la experiencia completa en un camino de suelo heterogéneo que se encuentra sujeto a la actividad inmersiva.
PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
–¿Cuál es la idea de la que parte esta creación?
–En este caso, la pieza “El camino del sembrador o el paradigma del paquete tecnológico” parte intencionalmente de la parábola del sembrador, referencia bíblica, para plantear un paradigma de apertura sensorial sobre la liberación de trigo transgénico HB4 en Paraguay y la amenaza que implican los agrotóxicos y la ampliación de la frontera agrícola. La obra es un llamado a la acción social, al despertar de la conciencia individual y colectiva. La prevención es un recurso fundamental para tener las garantías de consumir sin riesgo para la salud pública. La obra, como la parábola, concluye con un llamado a la escucha.
–¿Cómo la tecnología se convierte en una de tus formas de expresarte?
–En 2021 quedé seleccionado para la primera edición de Expylab (Laboratorio de Experiencias Inmersivas Paraguay) con un proyecto de ficción para desarrollarlo en realidad virtual y aumentada. Desde entonces que vengo interiorizándome en el mundo de las realidades extendidas. Una experiencia inmersiva consiste en sumergir al espectador en el mundo virtual mediante tecnologías de realidad virtual, aumentada, audio especializado, mapeo de videos, etc. Está ligada directamente a una inmersión sensorial, en la que el sentido de la vista es privilegiado, pero también se realzan los sentidos de oído, tacto y olfato.
–¿En qué medida tu compromiso con consignas sociales están presentes en tu trabajo?
–Desde la evidencia científica, múltiples estudios comprueban que la exposición a pesticidas se ha asociado a una variedad de alteraciones del sistema nervioso central en el ser humano. El espectro de enfermedades asociadas a la exposición es muy amplio y se lo conoce como neurotoxicidad inducida por pesticidas. Además del grave impacto al medio ambiente, suelo y cauces de agua. Los más expuestos a sus riesgos son los que más consumen trigo, niños y niñas, en particular de familias de bajos ingresos, violando sus derechos a una alimentación adecuada y saludable.
EL RECORRIDO
–¿Qué le espera al espectador dentro de esta obra?
–El espectador es guiado por la experiencia a caminar en una plataforma física de suelo similar a arena, piedra, espinas y tierra fértil. El recorrido es acompañado por una narración cuyo sonido binaural busca simular la presencia del espectador en diferentes campos de cultivo. Esta experiencia está ligada directamente a una inmersión sensorial, donde se realzan los sentidos a medida que uno camina por el suelo físico real.
–¿Qué proyectos o muestras tenés planeados para un futuro cercano?
–Continuar con mi tema de investigación en desarrollo “Liberación de trigo transgénico HB4 en Paraguay: peligro para la salud y la bioseguridad agroalimentaria”, como proyecto de estudio para la Cité Internationale Des Arts en Paris, continuando la experimentación artística a través de tecnologías inmersivas, técnicas mixtas e híbridas, transformando la manera en que consumimos contenido; y que nos lleve a valorar lo que consumimos en la realidad como alimento base. El pan de cada día debe nutrir, no enfermar.
“Estar en la calle fue fundamental para tener contacto con la realidad y con la gente”
Arturo Joel Riveros obtuvo el segundo lugar en los Premios Matisse 2023.
La plástica con mirada social fue reconocida este año en el Matisse. “Distracciones”, la obra de Arturo Joel Riveros, presenta un contraste propio del paisaje de desigualdades de la realidad social nacional.
Curioso y constante en su búsqueda, Riveros, quien como recuerda vendía diarios para financiar sus estudios 15 años atrás, tiene la representación del país en la calle, de donde recoge su inspiración y las preguntas propias que su arte requiere, para poder interpelar a los espectadores.
Riveros, con trabajos de muralista a nivel internacional, comenta sobre su trabajo y su temática.
–En tus antecedentes laborales estuvo trabajar en la calle como vendedor. ¿En qué sentido eso es transversal en tu obra?
–Trabajar en la calle fue una decisión propia. Comencé la carrera de artes plásticas y la necesidad era generar plata para mantener a mi familia. Con 21 años no tenía profesión. Quería estudiar y ser pintor. Vender diario me dio esa posibilidad. Por la mañana trabajaba como canillita, por la tarde pintaba y por la noche asistía a las clases en el Instituto Superior de Bellas Artes. Estar en la calle fue fundamental para tener el contacto con la realidad, con la gente, con los otros vendedores. Pasó un año y me compré una bicicleta a cuotas para recorrer 3 barrios grandes de Ñemby, la sobra de mis productos los vendía en el semáforo de la ciudad. Esa experiencia con la realidad fue necesaria para crecer como persona y como artista. Ahí encontré todos los temas que quería pintar. Trabajé por tres años hasta que abandoné la venta para dedicarme a tiempo completo a la pintura.
DISTRAÍDOS
–¿En qué sentido pensás que la sociedad no ve o evita ver los contrastes de la realidad social?
–No lo pienso, veo y lo vivo a diario. Nuestra sociedad al no tener resueltos los derechos fundamentales y sufrir la carencia de políticas sólidas que el Estado debe otorgar, no tiene tiempo para la organización ni para pelear por esos derechos. Estamos distraídos en cómo llevar el pan de cada día a nuestros hogares.
–¿Cómo surgió tu obra?
–Me gusta caminar por la calle con la cámara, lista para disparar y capturar temas que me inspiran. Un gesto, una acción, un momento determinado que me hable. Vi a estos niños lustrabotas en pleno horario laboral, jugando con un celular de alta gama. Ahí nació “Distracciones”. Me sentí identificado automáticamente para crear y componer una escena pictórica que vivimos y muchas veces pasan desapercibidas ante nuestra falta de atención a la realidad.
–¿Por qué tu mirada se detiene en la niñez?
–Mi mirada se detiene en la niñez porque soy padre de 3 niños. El mayor tiene 19 años, los mismos que llevo pintando. Crecí con él, fue mi modelo durante toda su infancia al igual que sus amigos. Así saltaron los temas al lienzo contando sus historias y reviviendo mi propia infancia. Creo que la educación es fundamental para la evolución de una sociedad y eso empieza en la infancia. Es muy necesario.
–¿Cómo construye un artista plástico su lenguaje?
–Cada artista construye su camino como puede, eso es muy personal. En mi caso, estudio la historia del arte y de la pintura en general persiguiendo el oficio antes que el lenguaje. Necesito aprender todo, dibujo, color, composición, todo lo que compete a las reglas básicas, para luego crear un lenguaje pictórico y discursivo. La vida me ha llevado a conocer diferentes personas, amigos colegas, maestros del arte, que me han aportado muchísimo. Siempre quiero estudiar y aprender todo lo que pueda colaborar en potenciar mi obra. Trabajo más de 12 horas diarias cuando estoy en mi taller investigando y pintando, no veo otro camino.