El pasado 19 de octubre se conmemoró el Día Mundial de Lucha contra el Cáncer de Mama y apropósito de esta fecha ofrecemos el testimonio de superación de Teresita Marlene Adorno Garayo, una mujer de 48 años a quien le fue detectada esta enfermedad y que contra todo pronóstico pudo superar el mal a pesar del difícil momento que estaba atravesando en su vida personal.

Fotos: gentileza

Una mujer que fue diagnosticada con cáncer de mama en un momento difícil de su vida, cuando estaba atravesando un divorcio, logró vencer a la enfermedad contra todo pronostico e instó a todas las mujeres a realizarse los controles preventivos. La resiliente mujer brindó su testimonio y contó por todo lo que pasó durante el tiempo que estuvo peleando por su vida.

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Se trata de Teresita Marlene Adorno Garayo, una empresaria de 48 años, que hace unos años recibió la terrible noticia de que padecía cáncer de mama. Desde ese momento, comenzó su lucha y salió victoriosa. No se dejó vencer y hoy se declara hija amada de Dios. “Tengo el favor de Dios por darme otra oportunidad de vivir”, expresó.

En el marco del Octubre Rosa, Teresita instó a las mujeres a realizarse los controles para prevenir la enfermedad y así evitar pasar por este doloroso momento. “Estoy para apoyar y dar testimonios para que tomen conciencia de que la prevención es mejor que pasar por el proceso de cualquier enfermedad. El cáncer me enseñó a valorar más mi vida, a la naturaleza, al universo, a esas cosas simples que te suman sonrisas de prístina pureza”, aseguró.

Tras seis años de tratamiento, Teresita venció al cáncer

EL PROCESO

Teresita resaltó la contención que recibió de sus dos hijos y de sus familiares. “El diagnóstico fue cáncer de mama HER2 positivo encapsulado en sus inicios. No quedó otra que aceptar mi situación con mucho miedo. Mi mente solo pensaba que cáncer es sinónimo de muerte. Inicié el tratamiento con una cirugía”, relató.

Agregó que tras dos años con tratamiento oral, apareció la primera metástasis a nivel de cuello y que esto hizo que decayera aún más. “Comencé con ciclos de quimioterapia, con muchísimo miedo, sabía lo que me esperaba. Estaba rota, tuve que raparme la cabeza para no sentir cómo mi hermoso cabello dejaría de formar parte de mi cuerpo”, recordó.

GRATITUD

Teresita indicó que el tratamiento fue positivo y agradeció el trabajo realizado por los médicos y el equipo de enfermeras que la acompañaron durante el largo proceso. “Había despertado una parte mía que no conocía: la gratitud por quienes hacían lo imposible para hacerme sentir bien”, afirmó.

Resaltó que pese a que el tratamiento fue positivo, el cáncer hizo metástasis en su cabeza y le provocó intensos dolores. “El dolor desgarraba mi cerebro, perdí el equilibrio y tuve que buscar una alternativa más afuera. Gracias a unos amigos muy especiales, que con todo el amor del mundo me facilitaron un avión privado, pude salvar mi vida. Agradecida infinitamente, porque llegué a tiempo, pero ya sin poder caminar ni hablar”, refirió.

Indicó que se sometió a radioterapia puntual sobre los tumores; sin embargo, no le daban mucha esperanza de vida. Ante esta situación de adversidad, ella decidió aferrarse a la fe que le quedaba y a Dios. “La sensación de saber que te quedan semanas de vida no sé cómo explicar con palabras. Escuché el llamado de Dios. Desde ese momento entendí que todo en esta vida tiene una razón de ser, nada es casual, sino causal”, aseveró.

“EL CÁNCER ENALTECE EL ALMA”

Teresita pasó por seis años de tratamiento con distintos tipos de quimioterapia y radioterapia, pero no se dejó vencer. “Mi mayor motivación fueron mis hijos, mis padres y toda mi familia. En el silencio más ruidoso, meditando me dije a mi misma que no puedo morirme, aún me toca estar en este hermoso planeta lleno de posibilidades. Con actitud, fortaleza y valentía encaré mi divorcio, mi problema de salud y mi trabajo sin respaldo económico, pero con abundancia de personas a mi alrededor”, acotó.

Resaltó que volvió a hablar, caminar y trabajar, y que incluso fue a peregrinar por el camino portugués a Santiago de Compostela y visitó la iglesia del padre Pío, que sanó a miles de enfermos del mundo.

“Estoy en mi mejor versión como ser humano, seguiré caminando en busca de sabiduría. Me siento una guerrera que puso pecho para enfrentar a gigantes monstruos, con actitud y amor propio, sin odio, sin resentimientos, con paz, resiliencia, persistencia y perdón. El cáncer destruye el cuerpo, pero enaltece el alma”, concluyó.

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