Uno dice querer la libertad del pueblo turco y para alcanzarla hasta ahora no duda en matar. Otro quiere la libertad del pueblo turco y para alcanzarla avanza con la palabra contra el poder y los poderosos.
- Por Ricardo Rivas
- Periodista x: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza y AFP
“Le escribo en relación con el caso del prisionero turco en Argentina Serkan Kurtulus, quien está detenido debido al pedido de extradición del Gobierno turco y también es un solicitante de asilo que fue rechazado por la Argentina. Esta decisión fue apelada y espera resolución de la Secretaría de Derechos Humanos y del Ministerio del Interior”.
Hacía ya muchos años que no recibía una carta y ese comienzo no solo me atrajo, sino que me remitió a una época que cada día menos personas recordamos. ¡Sorprendente! Fue escrita por el colega periodista Can Dündar, también turco que se encuentra exiliado en Alemania, “donde tuve que refugiarme de la persecución que sufrí en mi país por parte del régimen del presidente Erdogan, del que soy un activo opositor político”.
Breve y escrita en inglés, dos fuentes seguras que solicitaron reserva sobre sus identidades porque se desempeñan en organismos multilaterales que prefiero no mencionar para no comprometerlas me la enviaron a través de un servicio de mensajería tradicional “para no dejar rastros”.
Los dos remitentes no tienen contacto entre ellos. En el texto, Dündar detalla que recientemente estuvo en la Argentina. Precisa que con autorizaciones legales ingresó en la prisión federal de Ezeiza y que en ese establecimiento “entrevisté al Sr. Kurtulus ante la cámara para un documental que fue transmitido por la televisión pública alemana ZDF el 9 de mayo” pasado.
El mencionado Kurtulus (48), junto con su compatriota Lider Camgoz, están encarcelados desde el 10 de junio de 2020 después de que fueran detenidos por la Interpol en el barrio de Puerto Madero – zona sureste de Buenos Aires, unos 1.160 km al sur de mi querida Asunción– porque pesan sobre ellos sendos pedidos de captura internacionales.
CARGOS
Los capturados, dice la policía, “son dos mafiosos al parecer involucrados en secuestros extorsivos, torturas, robos, ataques a centros comerciales” y por esas acciones los busca la justicia turca, que procura condenarlos desde 2016.
Algunos diplomáticos a los que consulté puntualizan que “Kurtulus tenía su base en Esmirna, una provincia turca también conocida como La Perla del Egeo o Izmir occidental y que “desde allí operaba no solo en territorio turco, sino en Europa, Asia y, desde poco tiempo atrás, en Sudamérica”.
¿Pertenece a la Türk mafyası (mafia turca)? “Es muy probable”, respondió uno de los consultados, en tanto que el otro agregó que “también tiene antecedentes como mercenario que combatió en Siria y contactos relevantes con los servicios secretos turcos”. Varios lo señalan como “el arrepentido más importante de Turquía” porque “está dispuesto a denunciar” al gobierno del presidente ante quien quiera oírlo.
Entre otras acciones, lo acusan de vender armas a grupos terroristas con intervención de agentes de inteligencia de ese país. Asimismo, cuatro fuentes –una de ellas telefónicamente desde una importante capital europea– sostuvieron enfáticamente que “alguna vez, entre 2015 y 2016, la inteligencia turca le ordenó matar a dos periodistas involucrados en un golpe de Estado y que revelaron secretos estatales”.
ENTRENAMIENTO
Kurtulus nació en 1978. Muy joven se alistó en el servicio secreto turco, donde lo entrenaron para “operaciones especiales”, “sabotaje”, “infiltración”, “espionaje” y apuntan que “por esas capacidades fue enviado y lideró arriesgadas misiones en territorio sirio”.
Después de un breve silencio, un confidente lo categorizó como “un tipo muy peligroso para todo terreno”. El juez federal argentino Marcelo Martínez de Giorgi tiene a su cargo la situación de Kurtulus y Camgoz, que formalmente rechazaron ser extraditados a Turquía, donde serían encarcelados de por vida.
Dündar está preocupado, inquieto, por la situación de quien tal vez alguna vez haya recibido la orden de asesinarlo. Aun así y pese a esa horrible posibilidad intercede por él. Da cuenta en su misiva de que “Eugenia Contairini, oficial jurídica de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados) en Buenos Aires, Argentina, y Juan Carlos Murillo, oficial jurídico sénior de ACNUR (en) Costa Rica hablaron (el capturado) con él vía Zoom allá por julio de 2021″ y asegura creer que “una nueva reunión (con esos funcionarios) sería muy útil en esta etapa” del encarcelamiento.
Teme por la vida de Serkan si es enviado de regreso a Ankara. Lo dice claramente y demanda “hacer todo lo posible para proteger a este importante testigo que documenta los crímenes cometidos por el régimen turco en el pasado reciente”. Entiende que hacerlo “contribuirá a la democratización de Turquía”.
La periodista Sanita Jemberga –en 2017– sostuvo en El Correo de la Unesco que “el periodismo de investigación es uno de los garantes del buen funcionamiento de la democracia. (Aun que advierte que) sin embargo, su futuro no está asegurado. (Porque) sin independencia financiera, (ese género periodístico) no sobrevivirá”.
Puntualiza también su molestia cuando se califica “al periodismo de investigación de ‘misión’. (Porque esa especialidad) responde simplemente a una elección personal nacida de una necesidad, que se asocia a un conjunto de competencias y a la tenacidad, especialmente frente a los abusos” del poder y de los poderosos.
NECESIDAD FUNDAMENTAL
Con claridad conceptual, alineada con el Objetivo para el Desarrollo Sostenible (ODS) 16.10 de la Agenda 2030 y para que no queden dudas, define que “el periodismo de investigación es una necesidad fundamental para obligar a rendir cuentas a quienes están en el poder” y destaca que esa definición “aplica también a los países gobernados por regímenes autoritarios, en los que las repercusiones (por investigar) para los periodistas a nivel personal son mucho más graves”.
Pienso en Dündar y muchos otros. En ese contexto, Jemberga agrega que “sin periodistas que investiguen, el periodismo se limitaría a reportar informaciones cotidianas, de contenido gubernamental de pago y chismes sobre la vida de los famosos”. Aclara a los lectores que si se dieran “esas condiciones (sobre las que advierte), el periodismo no cumpliría una función de garante (del Estado democrático de derecho), sino más bien la de mero lacayo de las autoridades en el poder”.
¿Qué es lo que no se entiende? Car Dündar (62) nació en Ankara, Turquía, el 16 de junio de 1961. Periodista de investigación y de excelencia, escritor de una veintena de libros, cineasta, vivía en Estambul. En noviembre de 2015 fue capturado por agentes del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. El poder político lo acusó de ser terrorista, espía y de revelar documentos gubernamentales confidenciales. En el momento de ser privado de su libertad, era el director del periódico Cumhuriyet. Junto con él también fue arrestado Erdem Gül, redactor jefe del mismo medio, sobre quien recayeron idénticas acusaciones. Los cargos mencionados por el autócrata turco los fundó en que, en enero de 2014, el diario publicó una nota de investigación con numerosas imágenes de un envío –por lo menos ilegítimo y secreto– de armas a Siria. Ese cargamento –transportado en camiones de la Organización Nacional de Inteligencia Turca (MIT)– estaba escoltado por efectivos de esa dependencia gubernamental.
VÍNCULOS
De varios altos mandos de esa organización con intensa actividad secreta y muchas veces ilegal se suele afirmar que tienen vínculos intensos con la Türk mafyası (mafia turca) – estructura delictiva transnacional de alta complejidad– que opera en narcotráfico, especialmente de heroína y cocaína, contrabando de armas, trata de personas, prostitución y secuestros extorsivos, entre una amplia gama de delitos.
Numerosas fuentes oficiales que hacen inteligencia criminal –con el compromiso de no revelar sus identidades– sostienen que “esos jerarcas están estrechamente relacionadas con el Estado profundo”. Trasciende también que sus redes se extienden geográficamente en Europa, Sudamérica, el Cáucaso, el Golfo Pérsico y que están vinculadas con otras organizaciones, entre las que mencionan insistentemente a la mafia siciliana, la Camorra napolitana, la ‘Ndrangueta calabresa, la Solntsevskaya Bratva o la bratvá de Rusia, el Cartel de los Soles de Venezuela. Si algún otro dato fuera necesario para imaginar el poder del actual presidente Erdogan y hasta dónde puede llegar con sus tentáculos, vale recordar que desde varias décadas coincidentes reportes de alcance global dan cuenta de que el 13 de mayo de 1981, el ciudadano turco Mehmet Ali Agca –al parecer cercano a la inteligencia turca y búlgara– quien, según su propia declaración, intentó asesinar al papa Juan Pablo II fue parte de un complot con ese objetivo organizado y liderado por el mafioso turco Bekir Çelenk.
Claramente, los periodistas de investigación Dündar y Gül pusieron al descubierto una operación en Siria realizada por criminales de altísimo nivel y, en consecuencia, pusieron sus vidas en grave peligro. En el momento mismo de sus detenciones desde los más altos niveles gubernamentales se dejó trascender que exigirían a la justicia que los condenara a perpetuidad. Con rapidez a los dos trabajadores de prensa les impusieron prisión preventiva. En esa condición permanecieron 92 días.
SENTENCIA
El Tribunal Supremo turco el 26 de febrero de 2016 sentenció que los encarcelados eran víctimas de “privación indebida de libertad” y ordenó que fueran puestos en “libertad provisional”. El alto tribunal dictaminó que sus derechos fueron violados. “No puedo aprobar esta decisión. Lo digo muy claramente: no la resp e t o " , expresó el presidente Recep Tayyip Erdogan. Enfatizó después que los periodistas tendrían que “pagar un alto precio” por revelar lo que el autócrata quería mantener en secreto para que el mundo no supiera.
“Creo firmemente en la defensa de la libertad de expresión (…), pero no creo que pueda ser utilizada para atacar al país de forma encubierta (porque lo que hicieron es) un asunto de espionaje”, dijo el jefe de Estado y destacó que “no puede haber libertad de prensa sin límites (porque) eso no existe en ninguna parte en el mundo”. El juicio penal continuó a partir del 25 de marzo.
Casi cuatro meses más tarde, el 6 de mayo, frente al Palacio de Justicia de Estambul, un sicario intentó asesinar a Can. El atentado fracasó. Dilek Dündar, su esposa, y Muharrem Erkek, un parlamentario, impidieron que el agresor consumara el crimen. Horas más tarde, al periodista lo condenaron a cinco años y 10 meses de cárcel por “filtrar información secreta del Estado” y “tentativa de golpe de Estado”.
AUTORITARISMO
En la más reciente clasificación de libertad de prensa de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), sobre 180 países, Turquía se ubica en el puesto 165. Reporteros considera que en ese país “el autoritarismo gana terreno” y advierte que allí se “cuestiona más que nunca la pluralidad de los medios”. Destaca también que “desde las elecciones locales de 2019, la espiral de violencia contra los periodistas críticos con la alianza gubernamental (AKP-MHP) no ha cesado de recrudecer”.
Desalentador. Aquella sentencia fue apelada por el gobierno. Por esa razón, desde 2016 Dündar vive exiliado en Alemania. Denuncia que no puede reunirse con su esposa porque las autoridades turcas le retiraron el pasaporte. En diciembre de 2021 fue finalmente condenado a 27 años y seis meses de prisión por los delitos de “espionaje y terrorismo” y por publicar información que los jueces consideran que es “secreto de Estado”. En diciembre del año pasado, el Ministerio del Interior turco incorporó al periodista en la “lista gris” de las personas señaladas como terroristas en Turquía. Ofrecen 25.000 euros de recompensa a quienes aporten datos para su captura.
PARALELISMO
Dos historias. Dos compatriotas turcos. Can Dündar – Serkan Kurtulus. Vidas paralelas. Sin embargo, se tocan. Se cruzan. ¿Coincidencias? No quieren regresar a Turquía. Ambos están condenados en ese país que es el de ellos. Temen por sus vidas. Dündar, además, pide por Kurtulus para que la justicia argentina no lo extradite. Cree que en Ankara el autócrata querrá silenciarlo. Exhorta en su carta: “Espero que escuchen la voz de este periodista que se esfuerza por exponer los asesinatos y la corrupción en su país y reconsideren el expediente de extradición de Kurtulus”.
¿Diferencias? Kurtulus dice querer la libertad del pueblo turco y para alcanzarla hasta ahora no duda en matar. Dündar quiere la libertad del pueblo turco y para alcanzarla avanza con la palabra contra el poder y los poderosos. Informa al pueblo. “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”, sostiene Ryszard Kapuscinski (1932- 2007), maestro de periodistas. Aplica a Car Dündar que, porque quiere la democratización de Turquía, pide por Serkn Kurtulus, que tal vez haya intentado asesinarlo.