A casi 70 años de su creación y más de un lustro de la muerte de su creador, Alejandro Cubilla, este formato musical y sonoro persiste como parte de la cultura del país. La Nación/Nación Media conversó con sus discípulos sobre el nacimiento de este género y su presencia renovada en la actualidad a través de otros grupos que siguen su impronta.
- Por Jimmi Peralta
- Fotos Gentileza
Corría el año 1955 cuando, a pedido e insistencia de su vecina de la Chacarita, el reconocido saxofonista Alejandro Cubilla (1929-2016), líder por entonces de la agrupación musical de jazz Alex Cull y los Caballeros del Jazz, invita a sus compañeros de banda a realizar una presentación en Paraguarí y Comuneros de Asunción en el marco de la celebración del día de la Virgen de la Merced.
Con alguna resistencia y ensayos previos se creaba un ensamble que solo pretendía la existencia efímera de una velada. Sin embargo, el éxito de la presentación permitió que en esa noche naciera la Banda Koygua, una agrupación que con su estilo y sonido marcó y seguirá marcando parte del horizonte musical del Paraguay.
“Al año siguiente me llamaron del Club Emiliano R. Fernández para que participemos de la Fiesta de San Juan, que era la más grande y tradicional de Asunción”, comenta don Alejandro en el libro biográfico “Alejandro Cubilla. Libre como el viento”, de la autoría de Marycruz Najle.
Se trata de una de las figuras más destacadas de la música popular paraguaya por haber impregnado con su Banda Koygua una sonoridad que marcó a generaciones. Oriundo del barrio Chacarita de Asunción, hijo del músico y compositor Rogelio Cubilla, Alejandro fue maestro, compositor y director de bandas. Del jazz al kyre’y, del sonido popular afroanglosajón a los pasillos de la Asunción de antaño, que por entonces no dejaba de oscurecer su bahía con regímenes autoritarios. Fue en ese pendular acompañado por el cotidiano trabajar en la música y militar sus ideas donde don Alejandro concibió la identidad musical que marcaría su vida.
“Paloma pará”, “Chopí”, “Río Confuso”, “Paraguarí”, “Arroyos y Esteros” y otros clásicos de la tradición musical paraguaya permanecen presentes en la conciencia sonora actual a través de las discografías de la Banda Koygua, ya que las fiestas tradicionales como el San Juan y en las academias de danza de todo el país esas grabaciones son materia obligatoria.
¿CÓMO SUENA LA BANDA KOYGUA?
“Lo básico, lo más básico para que suene la banda tiene que ser la parte de percusión, en donde están el bombo, el platillo y el redoblante. Después tendrían que tener la tuba. La tuba es el instrumento viejo que parece una pantalla, es una cosa tan grande. Eso identifica a la Banda Koygua. Y después están las trompetas, los trombones, saxo y clarinete. En estos casos lo interesante es tener dos de cada instrumento para que suene armónico, para que suene lindo”, comenta Nimio Cubilla, percusionista e hijo de don Alejandro, quien trabajó junto con su padre por más de dos décadas en la banda y que hoy busca mantener vigente aquel proyecto musical.
“A mí me parece que el concepto de Banda Koygua no es nuevo. En los Estados Unidos están las ‘marching band’, bandas de marchas, especialmente en Nueva Orleans. Tienen más o menos los mismos instrumentos, tienen la tuba, el trombón, el clarinete, saxo, trompetas y esos son los instrumentos que se usaban en la Bandita Koygua. En la parte de la percusión, él solía tener dos percusionistas. Uno de ellos se encarga en particular de tocar la caja y el otro se encarga de tocar el bombo y el platillo. La unión de esos tres instrumentos, el vocabulario de la música paraguaya que tenemos y la forma de interpretación que don Alejandro lograba, hacen a la Bandita Koygua algo excepcional”, señala el saxofonista David “Pepino” Rodríguez, quien fue alumno, discípulo y compañero de don Alejandro, ya que formó parte como el más joven integrante del grupo.
“El acento que nosotros le damos en la banda, hablando de la polca paraguaya, es dentro del sistema binario del ritmo. Primera y segunda parte del ritmo. La mayoría ahora hace un solo golpe, lo hacen en los bombos. Nosotros usamos los golpes sincopados y los golpes rítmicos. Entonces eso es lo que caracteriza a la banda y eso le da una sensación rítmica y hace que las personas quieran bailar”, comenta Nimio.
Cubilla, hijo de músico y heredero de la tradición local, enamorado del saxofón y del jazz, logró fusionar elementos de ambas vertientes dentro de su proyecto, planteando una banda popular con atuendos tradicionales, permitiéndose en momentos improvisaciones y signos propios de la música afronorteamericana.
“Estas bandas yanquis también tienen un vocabulario que podemos comparar. Tienen una forma de expresar, una indicación para volver a empezar la canción desde arriba, ellos lo llaman ‘turn around’. En la Banda Koygua el profesor Cubilla también tenía las mismas indicaciones, pero se llama ‘burro rasê’, que es una indicación que se le hace desde la dirección al músico que toca la tuba, que hace la línea de bajo en la bandita. Ante esta indicación él tiene que hacer una onomatopeya que imita el llanto del burro y con eso se plantea que la música se vuelve a interpretar desde el comienzo”, explica Rodríguez.
UN MAESTRO EXIGENTE
“Cuando él estaba en la clase, nos daba indicaciones parado desde el otro lado, mirándonos con una cara amenazante. En la medida que uno va tocando, él te va dando indicaciones. Era una presión importante estudiar con él al lado, porque él siempre buscaba la percepción de todo”, recuerda Rodríguez sobre su maestro.
“Si éramos de sus favoritos, nos exigía el 300 %. A los que, entre comillas, no eran sus favoritos, terminada la clase y no les decía nada. Pero a los que él quería y creía que podíamos dar algo más nos exigía el 300 %, pero no solo era exigente con nosotros, también con los directores que estaban encima”, agregó.
A los nueve años aproximadamente David comenzó a estudiar con don Alejandro en el Instituto Municipal de Arte y pocos años después ya tuvo la oportunidad de sumarse a la banda.
“La primera vez que fui a tocar, la primera vez que fue algo profesional para mí, me refiero a que me pagaron por mi trabajo, me pagaron 50.000 guaraníes, fue cuando nos fuimos la casa de Nicolás Leoz en Ypacaraí. Yo tenía 14 años y el resto era gente grande, el menor tenía 45 años”, añadió.
La banda ya tenía en ese momento cerca de cuarenta años de vigencia, y ya sirvió en ese tiempo de trabajo y escuela, de fiesta y rescate cultural para su propia comunidad, la Chacarita.
LA DANZA Y EL RENACER
“En general, la Bandita Koygua siempre se dedicó a hacer la fiesta, muy pocas obras de polca canción o de guaranias, porque ellos se dedicaban a la fiesta. Entonces, la mayor parte del repertorio estaba formado por obras de polca kyre’y. Hay muchas canciones que son famosas dentro del repertorio de la danza paraguaya que son composiciones del papá de don Alejandro, Rogelio Cubilla”, comenta Rodríguez. Es la danza uno de los motores que mantienen vivo este subgénero estilístico no solo por rescatar las grabaciones, sino por darle además una complementariedad en gestualidad y colores de la tradición.
“Con la muerte de papá prácticamente se acabó la banda. También fallecieron mis tíos que nos acompañaban en ese proyecto. Entonces, paré un poquito, después vino la pandemia. Tratamos de organizarnos y el año pasado comenzamos de nuevo a pedido de las profesoras de danza porque ellas basan su trabajo en la música que mi viejo interpreta. Me solicitaron armar la banda para las presentaciones y exámenes, y armamos otra vez la banda. Tenemos 10 músicos, mantenemos la estructura musical”, añadió Nimio.
UNA HERENCIA MÁS QUE FAMILIAR
Además del proyecto de Nimio que busca mantener vigente la banda de su padre, que de alguna forma hereda con naturalidad, existen agrupaciones que imitan y recrean el sonido cultivado y cosechado por don Alejandro. Tanto el hijo como el alumno coinciden en que, en la actualidad, donde se recrea de buena manera el sonido de aquella bandita es en una de las secciones del proyecto de Nestor Ló y los Caminantes.
“Cuando tocan la gente explota, en general es raro, es difícil encontrar una banda de jóvenes que tenga canciones como cumbia, funk, folclore, pero también logre el sonido de la Bandita Koygua”, señala Rodríguez.
“Nuestra idea en principio fue tomar esa música de la bandita tradicional que, si bien es muy característica de las jineteadas, procesiones y otros eventos populares, pocas o nulas veces se vio incluida en un formato de banda moderna. Hicimos eso primeramente porque sentimos que es una arista muy representativa de nuestra música, pero con poca continuidad”, explica Edu Martínez, guitarrista y director musical de Néstor Lo y los Caminantes. Si bien tenemos referencias en grabaciones de Bandita Renacer de Santaní, Banda Tava’i, La Bandita de San Lorenzo, Grupo Amanecer, entre otros, no son precisamente las más actuales ni de la mejor calidad de audio. Aunque son influencia directa de Alejandro Cubilla y su maravilloso trabajo con la Banda Koygua, también creemos que es momento de ofrecer a la gente grabaciones nuevas, con un sonido de hoy”, sostuvo. El resurgir de las bandas masivas de folclore que en parte coquetean con el pop también se realiza como una búsqueda de los sonidos que son propios de los espacios como festivales y fiestas patronales.
“Sentimos la necesidad de llevar esa música a los grandes escenarios, que es una tarea que venimos cumpliendo y planeamos seguir haciéndolo por cada rincón del país y poco a poco también del mundo. La formación actual de la banda nuestra cuenta con trompeta, saxo alto, trombón y saxo barítono, y si bien no tocamos con tuba, reemplazamos esas frecuencias graves con el barítono y en otros casos con el trombón, pero así también tenemos bajo eléctrico para los graves. Tenemos el bomboló, como lo llamamos, que es el conocido bombo con el platillo, pero en este caso tiene un plato un poco más pequeño que el que se usa normalmente, ya que contamos con batería. A la par entonces distribuimos un poco también los timbres, la caja de la batería se encarga del famoso kavara kapata como redoble”, concluye el músico.
PERFIL
Don Alejando Cubilla nació el 9 de julio de 1929, hijo del flautista Rogelio Cubilla y su compañera Buenaventura Cano. Su humilde hogar extendía sus límites a lo largo del barrio que tanto amó, La Chacarita de Asunción, desde donde desde chico emprendía camino rumbo al centro para trabajar de lustrabotas.
Su padre lo acercó a la música, primero con la educación en teoría y solfeo, para que a los 12 años ingrese a la Banda de la Policía de la Capital, donde siguió su formación desde el corno. A fines de la década del 50 integró la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción, creó Alex Cull y sus Caballeros del Jazz, destacándose en el saxofón. Sin dudas la creación de su Banda Koygua marcó un ícono en su trayectoria y en la historia de la música popular paraguaya. Además, logró destacarse dentro de su rol como docente y en ese marco creo el Paraguay Sax Club, un proyecto musical de estudiantes del Conservatorio Municipal.
Fue reconocido a nivel nacional e internacional por su aporte y rescate en el marco de la música, y obtuvo en 2009 la Orden Nacional al Mérito. Cuenta con una importante producción discográfica con su banda, además de haber dejado como legado composiciones y arreglos.
Reconocido como militante social y de la cultura, afiliado al Partido Febrerista, don Alejandro tuvo en su barrio un eje fundamental de su vida. Allí conoció a la joven mujer que después sería su esposa, Antonia Ramírez, con quien tuvo finalmente tres hijos: Nimio, Gladys y Mirtha. Falleció el 16 de enero de 2016 aquejado de múltiples dolencias.