Jorge Zárate, jorge.zarate@nacionmedia.com - Fotos: archivo
La médica de familia hizo una experiencia vivencial que se enriqueció en una serie de talleres donde en un ida y vuelta integrador con las mujeres trabajadoras se fue construyendo lo que se narra en el libro “Salud, género y reciclaje. Una experiencia de formación en el Bañado Sur”, que se presentó en estos días. Una historia digna de conocerse.
Las recicladoras sufren precarización laboral, discriminación, violencia de género, la invisibilización de su trabajo. A ellos, se suman los problemas de salud que devienen de la propia actividad de buscar lo que se puede reutilizar de la basura para encontrar el sustento diario para sus familias.
“Acá principalmente en los espacios más vulnerados hablar de género es primordial, entender por qué hay desigualdades entre varones y mujeres dentro del trabajo, del proceso enfermedad salud, la propia vida, en la carga laboral. El tiempo dedicado al cuidado que repercute en la falta de autocuidado”, cuenta Marcelo Aquino de sus motivaciones para este texto que nos cuenta de una realidad cercana que se niega a ser silenciada.
La obra se editó dentro del proyecto Mujerres+ financiado por Diputación de Huelva, Mancomunidad de Municipios Beturia, Traperos de Emaús Huelva con el apoyo de la Asociación Mujeres Unidas del Bañado Sur.
AQUÍ SU CHARLA CON NACIÓN MEDIA:
–¿De qué se trata el libro, qué nos contás en sus páginas?
–Describe la experiencia de formación con recicladoras en el Bañado Sur, entre ellas, carriteras, gancheras, con carrito a mano, de a pie, con bolsas y mochilas, etc., todas agrupadas en la Asociación Mujeres Unidas que fue donde se desarrollaron los talleres de formación alrededor de los temas “Salud Género y Reciclaje”
Este texto relata un proceso transformador entre mujeres, que definió como su centro las historias de quienes están ubicadas en la cola del proceso de recuperación de desechos del sistema económico predominante y a quienes se esconde debajo de la pobreza, exclusión urbana y roles de género: las recicladoras.
Al mismo tiempo, pretende contribuir a la construcción de nuevas miradas hacia el concepto y abordaje de la salud y del quehacer médico.
–¿Cuán importante es el género en la formación de esta red solidaria?
Comenzamos la tarea en 2019 y con algunas pausas llegó hasta ahora que estamos haciendo el cierre. Con el tiempo los talleres fueron mutando de ser más estructurados hacia otros más adecuados a la dinámica del lugar.
Nos dimos cuenta que tenía que haber una identidad de las mujeres como trabajadoras, para luego ir hacia otros derechos, otros temas para ir integrando, para comprender cómo la salud se formaba también de esas otras condiciones laborales, de vida, vivienda, económica, cuestiones de género.
Lo principal era descascarar la cuestión de trabajo, las condiciones de las recicladoras, su función social, ¿por qué no tienen un salario digno?, ¿por qué están dentro de la informalidad cuando su trabajo es para toda la sociedad?, por ejemplo.
–¿Cómo llegaste al Bañado Sur y cómo fue tu experiencia allí como médica familiar?
–Llegue al Bañado en 2017 y desde allí fuimos trabajando entre mujeres y fueron surgiendo los trabajos. Fui trabajando con las mujeres e infancia, y después ya con las mujeres. Muchas de ellas me fueron acogiendo, nos conocimos y luego el trabajo comenzó de manera voluntaria y luego surgieron las posibilidades de talleres con Mil Solidarios que tiene en la Asociación Mujeres Unidas, liderada por Carolina Cardozo, un aliado que nos permite desarrollar la tarea de formación.
–La experiencia de las Ollas Populares en Pandemia fue un punto muy alto del trabajo de las mujeres del Bañado.
¿Qué nos podés contar sobre esa experiencia?
–Que fueron nuevamente las mujeres las que garantizaron el derecho a la alimentación y a la vida aquí en el Bañado Sur, donde existe la coordinadora de la Lucha por la Tierra que aglutinaba las Ollas y después surgió el movimiento de Ollas Solidarias.
No tengo ninguna duda de que la unidad entre mujeres marca la diferencia en cualquier sistema y en cualquier situación. Son las mujeres quienes cuidan a la familia y a los vecinos, son también las mujeres las que se muestran más preocupadas por los cuidados a tener en cuenta. Son las mujeres las que estuvieron en la primera línea de la lucha contra el covid-19 y el hambre en las comunidades. Estas mujeres conocen en el cuerpo el significado de la lucha por la vida y desde la salud y surgió la posibilidad de acompañar con informaciones en salud en cuanto a prevención y mitigación de los casos de covid, etc.
–El reciclaje, como actividad, tiene diversas lecturas e implicancias.
¿Cuál es la que destacás según tu percepción?
–El reciclaje es lo que mantiene posible la vida en el sistema en que vivimos. Sin el trabajo de las recicladoras, probablemente, sin sus manos, esto no sería posible, porque hay mucho consumo. Es importante siempre acercarnos desde los distintos lugares en que estamos hacia poblaciones que son negadas de derechos básicos y nosotros que tenemos privilegios en cuanto a estudios y otro lugar en la sociedad poder inclinar eso para disminuir desigualdades en un norte posible.
LOS MIL SOLIDARIOS
La Asociación Mil Solidarios nace en el año 1998 constituyéndose legalmente en setiembre de 1999 a iniciativa del sacerdote jesuita español Francisco de Paula Oliva, quién fuera expulsado por el régimen dictatorial de Alfredo Stroessner en el año 1964 y que pudo retornar al país en el año 1996. Oliva a su vuelta en conocimiento de la situación del Bañado Sur decide iniciar la obra acompañado de un grupo de ciudadanos que tenían conocimiento de que gran parte de la deserción escolar en el Bañado Sur se debía al hecho de que los niños/as y adolescentes necesitaban trabajar para ayudar económicamente a sus familias por la pobreza extrema en la que se encontraban. Por tanto, se implementó un sistema de becas que como contrapartida exigía al beneficiario su máximo esfuerzo en cuanto a rendimiento escolar.
La Asociación Mil Solidarios nace en el año 1998 constituyéndose legalmente en setiembre de 1999 a iniciativa del sacerdote jesuita español Francisco de Paula Oliva, quién fuera expulsado por el régimen dictatorial de Alfredo Stroessner en el año 1964 y que pudo retornar al país en el año 1996. Oliva a su vuelta en conocimiento de la situación del Bañado Sur decide iniciar la obra acompañado de un grupo de ciudadanos que tenían conocimiento de que gran parte de la deserción escolar en el Bañado Sur se debía al hecho de que los niños/as y adolescentes necesitaban trabajar para ayudar económicamente a sus familias por la pobreza extrema en la que se encontraban. Por tanto, se implementó un sistema de becas que como contrapartida exigía al beneficiario su máximo esfuerzo en cuanto a rendimiento escolar.