El pintor y escultor colombiano de las figuras voluptuosas Fernando Botero fallecido el pasado 15 de setiembre a los 91 años, era uno de los artistas de América Latina más reconocidos en el mundo, que defendió a lo largo de su excepcional carrera el arte de la generosidad a través de sus obras.

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  • Fotos: AFP

“Pienso con fre­cuencia en la muerte y me da lástima irme de este mundo y no poder trabajar más, porque tengo un gran placer trabajando”, había confiado el “maestro” a la AFP durante una entrevista cuando cumplió 80 años.

Botero había nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín, la segunda ciudad de Colombia, enclavada en los Andes del noroeste del país. Hijo de un modesto agente de comer­cio, se inició en el arte tem­pranamente y contra la opi­nión de su familia. A los 15 años vendía dibujos sobre temas de tauromaquia a las puertas de la plaza de toros La Macarena.

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“Cuando yo empecé esta era una profesión exótica en Colombia, no era aceptada ni tenía ninguna perspectiva. Cuando le dije a mi familia que me iba dedicar a la pintura res­pondieron: ‘Bueno, está bien, pero no le podemos dar apoyo’. Lo hice igualmente y afortu­nadamente”, contó.

Tras una primera exposición en Bogotá en los años 1950, partió a Europa pasando por España, Francia e Ita­lia, donde descubrió el arte clásico. En su obra también influyó el arte mural de México, donde se instala­ría posteriormente.

Pero fue en los años 70 cuando su carrera des­pegó, tras conocer al director del museo alemán de Nueva York, Dietrich Malov, con quien organizó exitosas exposiciones. “Pasé de ser un completo desconocido, que no tenía ni siquiera una galería en Nueva York, a ser contac­tado por los más grandes marchands del mundo”, narró Botero.

Las desbordadas formas de su arte, su marca registrada, habían aparecido como una revelación en 1957, con la pieza “Naturaleza muerta con mandolina”. Enton­ces, por casualidad, hizo un agujero demasiado pequeño para ese instrumento y de golpe, “entre el pequeño detalle y la generosidad del trazo exterior, se creó una nueva dimensión que era como más volumétrica, más monumental, más extrava­gante”, explicó.

Con Botero no valía el cali­ficativo de “gordo” para sus figuras. Enamorado del rena­cimiento italiano, se procla­maba ante todo “defensor del volumen” en el arte moderno. Su escultura, marcada tam­bién por el gigantismo, ocupó un espacio muy importante en su carrera desarrollada en buena parte en Pietrasanta (Toscana, Italia).

Allí se afincó, aunque en los últimos años vivía entre Mónaco y Nueva York, donde tenía residencias, y regresaba cada enero a su hacienda en las afueras de Medellín.

“Me encantaría morirme sin darme cuenta. En un avión sería ideal”, confesó a la revista Diners en una entre­vista por su aniversario 90. Según la prensa local, murió afectado por una neumonía.

ARTE A CIELO ABIERTO

El artista que decía que nunca sabía qué pintaría al día siguiente se inspiró en la belleza, pero también en los tormentos de su país, afec­tado por un conflicto armado de más de medio siglo. Así, su obra muestra escenas de guerrillas, atentados y matanzas.

En 1995 una bomba en el centro de Medellín mató a 23 personas y destruyó par­cialmente una de sus escul­turas, “El Pájaro”, cuyos res­tos permanecen en el lugar.

Afirmaba que la política, “no es el oficio del pintor”, aunque hizo una excepción con una serie sobre los car­celeros de la prisión esta­dounidense de Abu Ghraib, en Irak.

Botero, el artista latinoa­mericano mejor vendido en vida, batió su propio récord en 2022, cuando su escul­tura “Hombre a Caballo” alcanzó los 4.3 millones de dólares en una subasta de la casa Christie´s.

Fue también un impor­tante mecenas, con dona­ciones estimadas en más de 200 millones de dólares. El artista regaló a los museos de Medellín y Bogotá muchas de sus obras, que en 2012 fueron declaradas bienes de interés cultural por el Gobierno.

Fue “el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pin­tor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz”, expresó el presi­dente de Colombia, Gustavo Petro, tras su deceso.

Muchas obras de Botero engalanan parques y pla­zas, pues el artista reivin­dicó las exposiciones al aire libre como un “acer­camiento revolucionario” del arte con su público. Una idea que estrenó en 1992 en París, con una muestra en los Campos Elíseos, y que luego llevó al gran canal de Vene­cia y frente a las pirámides de Egipto. Sus personajes de inmensas curvas también desembarcaron en 2015 en China; un sueño cumplido, según comentó.

Casado tres veces y viudo de su última esposa, la escul­tora griega Sophia Vari, quien falleció en mayo, Botero sufrió el duelo de la muerte tras un accidente de tránsito de uno de sus hijos, de solo cuatro años de edad. Más tarde, la implicación de otro hijo en un escándalo por corrupción.

Su legado, que incluye más de 3.000 pinturas y 300 esculturas, está pautado por su insaciable sed crea­tiva. En los últimos años, en una carrera febril, tra­bajaba 10 horas diarias. La sola idea de dejar los pin­celes “me aterra más que la muerte”, decía.

Cuerpo de Botero llega a Colombia para último adiós

Las cenizas serán enterradas junto a la tumba de su esposa, la artista griega Sophia Vari.

COLOMBIA. AFP

Los restos de Fernando Botero llega­ron el jueves a Bogotá en un avión pro­cedente de Francia para dar inicio a una semana de homenajes al artista más afamado de Colombia en el mundo por parte de sus compatriotas, cons­tató la AFP.

Un coche fúnebre recibió en el aero­puerto El Dorado de la capital el ataúd con el cuerpo del pintor y escultor falle­cido el 15 de setiembre a los 91 años en Mónaco, como consecuencia de una neumonía.

Desde el viernes hasta ayer, el fére­tro del artista estuvo en cámara ardiente con acceso público en el Capitolio Nacional y hoy se celebra­rán en su honor una misa católica y un concierto en el Museo Botero, donde están expuestas 208 de sus obras, según el Ministerio de Cul­tura. El martes y miércoles, Mede­llín recibirá el cuerpo de unos de sus hijos más queridos, que donó esculturas y pinturas que adornan parques y plazas de la segunda ciu­dad de Colombia.

El próximo jueves “al finalizar estos homenajes, el cuerpo del maestro y su féretro serán revisados para su pos­terior cremación y traslado a Italia, en donde reposarán sus restos” en el pequeño poblado Pietrasanta, agregó el ministerio en un comunicado. Las cenizas serán enterradas junto a la tumba de su esposa, la artista griega Sophia Vari.

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