Este domingo Toni Roberto nos lleva a sus recuerdos del Cristo Rey, la primera parte de un viaje al pasado de una institución que dio grandes hijos a la sociedad paraguaya.
Desfilar por las calles de los alrededores del Cristo Rey me lleva a imaginar recuerdos de aquellos primeros alumnos que empezaron en el viejo local de la calle Colón casi Ygatimí, cuando los jesuitas hacían su segunda llegada al Paraguay en 1927, siendo recibidos en Asunción por los sacerdotes del San José. Empezaban así una misión apostólica que luego se convertiría en el colegio Cristo Rey desde 1938.
LOS ALUMNOS Y UNA MIRADA AL SUR
En ese sueño recuerdo cualquier día de principios de los 80 y los compañeros habituales que subían Montevideo rumbo al sur. El viejo pantalón gris, la camisita blanca y las gastadas carteras de cuero iban tomando altura hacia la calle Segunda; los Köhn, los Cino, los Basili, los Speciale, los Poletti, los De Doménico, los Celauro, los Sacco y muchos más íbamos en una caminata que transcurría bajo la atenta mirada del señor de la Farmacia Austral de Primera y Montevideo.
Uno de los últimos grupos de educación no mixta. Asunción, c.1974. Foto: J.M. Blanch
La vida para muchos de los que pasamos por las aulas de aquella arquitectura moderna pero austera estaba acompañada por grandes profesores como Sally Filippi de Gómez Sánchez, Elvira y Estela Careaga, Lidia Scolari de Brítez, Tona Meza Lagrave de Méndez o Blanca de Oporto y en secundaria figuras de la talla de Idalia Flores de Zarza, Carlos Pusineri Scala, Reina Levi Ruffinelli de Arce, César Cataldo o el gran profesor de natación Héctor Segades.
UN MODERNO AUSTERO EDIFICIO
En 1961 empieza la construcción de aquel edificio bajo el diseño del arquitecto Cacho López Urbieta y la rigurosa supervisión de Ignacio Costas, aquel sacerdote de una acaudalada familia española que entregó todo su amor y fortuna al engrandecimiento de este colegio, al que honran sucesivas generaciones de alumnos, destacados en el ámbito que les toque desenvolverse.
Escuela Apostólica Jesuita, precursora del Colegio Cristo Rey. Asunción, c.1928
“La caja de zapatos” lo llaman sus detractores o un “no es lindo” se suele escuchar. Sin embargo, cada detalle tiene un sentido. Amplias aulas con una fresca orientación norte-sur que miraban atentamente la construcción de aquellos primeros edificios en altura de finales de los años 60 y 70 del siglo pasado.
Así, los que pasamos por esas aulas en esa época podemos recordar el nacimiento de las altas torres como El Dorado, los Líder, los Deline, el Ytá Yvaté de O’Leary y Oliva o el helipuerto, en el que esperábamos se pose alguna vez un helicóptero.
En 1967 se inaugura el moderno edificio de la secundaria, que luego sería lamentablemente transformado en su sencilla pero elegante fachada con el agregado de otro bloque, perdiendo el elegante talud que exaltaba su arquitectura. Desde ahí brillaban la cúpula de la Encarnación y el Hotel Guaraní con su triangular esbeltez.
Colegio Cristo Rey. Asunción, 1942
LOS ALUMNOS DEL OESTE Y DEL CENTRO
Sigo con el sueño de los recuerdos y de aquellos que se despedían e iban hacia el oeste, familias eternas habitantes de aquella poética zona de la ciudad con su avenida engalanada por altos jacarandás: los Prono, los Spatuzza, los Fustagno, los Guanes, los Giralt, los Battilana, los Pusineri, los Maneglia, los Pangrazio o los Diez Pérez. Hacia el centro enfilaban los Cabrera Cardús, los Elías o los Bittar.
Continúo marchando en el desfile mientras flamean las banderas. Al frente va don Henry Valiente, de una de las primeras promociones, con la fortaleza de sus años. Así, la poética calle Amambay, después avenida Ygatimí, que cambió varias veces de nombre, alberga un domingo de mañana los recuerdos de aquellos que pasamos por las aulas de este gran colegio, que formó hijos para aportar a la patria desde donde les tocara participar, siempre inquietos en el lema de amar y servir, con las armas del pensamiento y no con las que creen, hasta hoy, un grupo de aferrados a sus errados imaginarios y que llevara en 1976 a uno de los actos más crueles en los registros de la educación latinoamericana.
Para ello recurrimos siempre a los protagonistas de esa época, encendidos por el fuego del recuerdo de uno de sus hijos, Jorge Cataldo, de la promoción 1977, que junto a David Velázquez Seiferheld siguieran los pasos para que el predio de las casi dos grandes manzanas, que hoy también integran varias casas patrimoniales de la cuadra del frente norte, sea declarado Sitio Histórico y de Conciencia del Paraguay.
Parroquia y Colegio de Cristo Rey. Asunción, c.1940
EL DESFILE TERMINA
Las emociones van y vienen. Las trompetas suenan y las nuevas generaciones llegan para seguir construyendo un mejor Paraguay desde las blancas aulas que miran al sol esperando un nuevo mañana. El desfile termina, los recuerdos quedan. Yo camino por la misma vereda de la avenida como lo hacía de niño en los años 70 y principios de los 80. Miro las arquitecturas de la avenida, pero ya no está don Leandro Cacavelos, Chona Bianchini, los Heisecke o los Bedoya. Solo quedan el eterno silencio de los “Recuerdos del Cristo Rey” y el imaginario barrio del mismo nombre que me inspiran a seguir escribiendo.
Alumnos con la profesora Estela Careaga. Asunción, c.1975. Foto: José María BlanchAlumnos con la profesora Sally Filippi de Gómez Sánchez. Asunción, c.1975. Foto: Padre José María BlanchColegio Cristo Rey. Asunción, c.1976
El escultor sancosmeño Andrés Villalba volvió a deleitar a fieles y turistas con su arte sacro: un inmenso Cristo de 15 metros creado con arena frente al río Paraná. Foto: Rocío Gómez
Semana Santa: Tradicional escultura de arena de Cristo en Carmen del Paraná
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Por Rocío Gómez
Corresponsal Nación Media en Itapúa
Como cada año en Semana Santa, la playa Ybycuí de Carmen del Paraná es el escenario de arte y fe. El escultor sancosmeño Andrés Villalba volvió a deleitar a fieles y turistas con su arte sacro: un inmenso Cristo de 15 metros creado con arena frente al río Paraná. Esta obra ya se ha convertido en un símbolo de Carmen del Paraná en cada Semana Santa.
A esto se suma el recorrido de los 14 óleos, que representan cada una de las estaciones del Vía Crucis, invitando a la reflexión y al recogimiento espiritual.
Este viernes a las 15 horas invitan a todos los niños e incluso adultos que deseen participar de la búsqueda del tesoro en la Playa Pirayú. Hay más de 50 premios para los buscadores y las categorías se dividen de 1 a 5 años, de 6 hasta 18 años y mayores de 18 sin límite de edad.
Así también el domingo 20 a las 8:30 invitan a todos a la Búsqueda de los Huevos de Pascua en la Plaza Tacuary en el centro de Carmen del Paraná. Esta actividad contará con la animación del elenco del Chavo del 8, carita pintada y pizarra creativa para entretener a los más pequeños. Se recuerda que es una actividad totalmente gratuita ofrecida por el municipio de Carmen del Paraná
Mientras que la aventura no termina en este distrito, todos los días santos de este feriado largo se pueden realizar paseos en kayak, lancha, catamarán, moto soy, banana, vuelos en parapente, bus fantástico y otras actividades.
¿Por qué los recuerdos de bebé se vuelven difíciles de recuperar?
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Washington, Estados Unidos. AFP.
Los primeros años de los humanos son un período de aprendizaje rápido, pero normalmente no podemos recordar experiencias específicas de esa época, un fenómeno conocido como amnesia infantil. Un nuevo estudio publicado el jueves pasado en la revista Science desafía las suposiciones sobre la memoria infantil, demostrando que las mentes jóvenes forman recuerdos.
La pregunta, no obstante, sigue siendo ¿por qué estos recuerdos se vuelven difíciles de recuperar más adelante en la vida? “Siempre me fascinó este misterioso vacío en nuestra historia personal”, declaró a la AFP Nick Turk-Browne, profesor de psicología en Yale y autor principal del estudio.
Alrededor del año de edad, los niños se convierten en aprendices extraordinarios: adquieren lenguaje, caminan, reconocen objetos, comprenden los vínculos sociales y mucho más. “Sin embargo, no recordamos ninguna de esas experiencias, por lo que existe una especie de desajuste entre esta increíble plasticidad y nuestra capacidad de aprendizaje”, afirmó.
Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, planteó la hipótesis de que los primeros recuerdos se reprimen, aunque desde entonces la ciencia ha descartado en gran medida la idea de un proceso de supresión activa. Las teorías modernas se centran en el hipocampo, una parte del cerebro crucial para la memoria episódica, que no se desarrolla completamente en la infancia.
Turk-Browne se sintió intrigado por las pistas de investigaciones conductuales previas. Dado que los bebés son incapaces de comunicar verbalmente los recuerdos antes de adquirir el lenguaje, su tendencia a observar objetos familiares durante más tiempo proporciona pistas importantes.
Estudios recientes con roedores que monitorizan la actividad cerebral también han demostrado que los engramas (patrones de células que almacenan recuerdos) se forman en el hipocampo infantil, pero se vuelven inaccesibles con el tiempo, aunque pueden reactivarse artificialmente mediante una técnica que utiliza luz para estimular las neuronas.
Hasta ahora, combinar las observaciones de bebés con imágenes cerebrales había sido inalcanzable, ya que los bebés son conocidos por su falta de cooperación cuando se trata de permanecer quietos dentro de una máquina de resonancia magnética funcional (fMRI), el dispositivo que rastrea el flujo sanguíneo para “ver” la actividad cerebral.
Patrones psicodélicos
Para superar este desafío, el equipo de Turk-Browne utilizó métodos que su laboratorio ha perfeccionado a lo largo de años: trabajar con familias para incorporar chupetes, mantas y peluches; sujetar a los bebés con almohadas para que no se muevan; y usar patrones psicodélicos de fondo para mantenerlos enganchados.
El inevitable movimiento provocó sin embargo imágenes borrosas que debieron ser descartadas, pero el equipo lo solucionó realizando cientos de sesiones. En total, participaron de la experiencia 26 bebés (la mitad menores de un año y la otra mitad mayores). Se les escaneó el cerebro durante una tarea de memoria, un ejercicio adaptado para ellos de estudios a adultos.
Primero, se les mostraron imágenes de rostros, escenas u objetos. Posteriormente, tras ver otras imágenes, se les presentó una imagen que ya habían visto previamente junto con una nueva. “Cuantificamos el tiempo que pasan mirando lo que ya han visto, y eso es una medida de su memoria para esa imagen”, explicó Turk-Browne.
Al comparar la actividad cerebral durante la formación exitosa de recuerdos con la de imágenes olvidadas, los investigadores confirmaron que el hipocampo participa activamente en la codificación de la memoria desde una edad temprana. Ello se observó en 11 de los 13 bebés mayores de un año, pero no en los menores de uno.
También descubrieron que los bebés con mejor rendimiento en tareas de memoria mostraron una mayor actividad del hipocampo. “Podemos concluir con precisión que los bebés tienen la capacidad de codificar recuerdos episódicos en el hipocampo desde aproximadamente el año de edad”, afirmó Turk-Browne.
Recuerdos olvidados
“La ingenuidad de su enfoque experimental, no debe subestimarse”, escribieron los investigadores Adam Ramsaran y Paul Frankland en un editorial en Science. Pero lo que sigue sin resolverse es qué sucede con estos recuerdos tempranos. Quizás nunca se consoliden por completo a largo plazo, o quizás persistan, pero se vuelvan inaccesibles.
Turk-Browne sospecha esto último y ahora está a cargo de un nuevo estudio que evalúa si bebés y niños pequeños pueden reconocer videoclips grabados desde su propia perspectiva cuando eran bebés. Los primeros resultados provisionales sugieren que estos recuerdos podrían persistir hasta alrededor de los tres años, antes de desvanecerse. A Turk-Browne le intriga especialmente la posibilidad de que estos fragmentos puedan reactivarse algún día, en etapas posteriores de la vida.
En este último domingo antes de Navidad, Toni Roberto evoca a dos queridas figuras desaparecidas recientemente, así como recuerdos y tradiciones que sobreviven en la selva de cemento.
Todos los años, la tía de Moncho Azuaga armaba su viejo pesebre ahí en el frente de la sencilla casa de la calle Tercera Proyectadas casi Alberdi. Al pasar, de ida a la misa del antiguo beato Roque, hoy san Roque González, admirábamos aquellas piezas de Navidad.
La casita de paja, el Niño, la Virgen, san José, los tradicionales animalitos y las frutas. Como una gran escenografía, la fachada; un chalecito al estilo art decó paraguayo que hacía de fondo a tan digna representación.
POLACA Y RAÚL
Los recuerdos, como una película en blanco y negro con pixeles representados por el desgastado portoncito de madera que dejaba entrever al pasar aquella escena navideña en el viejo barrio Gral. Díaz de Asunción, esa es la imagen que tengo en este preludio de Navidad por la partida de personas tan queridas como lo fueron Polaca Rivarola de Prieto y Raúl Montero Bray, que paradójicamente fallecieron con horas de diferencia y fueron velados en el mismo lugar.
Una coincidencia más: los dos fueron asiduos oyentes y lectores de estos “Cuadernos de barrio” y con los dos tuve mucho trato en largas charlas. Con Polaca en interminables intercambios de parecer sobre las antiguas piezas de arte de su legendario anticuario de la calle Ulrico Schmidl y con Raúl en los últimos años, acalorados pero serenos debates, sobre el devenir social y nuestra cercanía por el pensamiento jesuita.
Con Raúl, vecino desde hace más de una década, era común que al quitar su auto de la cochera y coincidir con mi salida recostarnos por su coche o el mío, que eran usados de taburete para el pensamiento disruptivo, charlando sobre temas de su programa en radio Fe y Alegría, así como los míos de “Cuadernos de barrio” de Nación Media.
EL PESEBRE Y EL PINTOR DE PUERTO MIHANOVICH
Así, en este final de año, me tomé el permiso de apagar por un rato el color de este gran cuadro denominado “Merry Christmas”, de la colección de Verónica Torres, que hoy engalana los pasillos de un conocido shopping del barrio del doctor Morra. El autor, Benjazmín Ocampos, es un pintor popular paraguayo nacido en Puerto Mihanovich en las alturas del norte, en Alto Paraguay, en 1964.
LOS HERMANOS VACCHETTA BOGGINO
Por el camino y observando la obra, recojo recuerdos de mis charlas con los hermanos Arturo y Mario Vacchetta Boggino, sobre tradiciones navideñas del Paraguay profundo, que ellos conocen muy bien. Desde la culta atalaya de la culta guaireña, contándome que en las navidades se podía llevar un presente al Niño, así como también los dueños de las casas visitadas, daban pequeños regalos, golosinas y hasta pequeñas figuras de barro.
De hecho, estos dos hermanos de Villarrica me obsequiaron días pasados una pieza de Navidad, diciéndome “te traemos un regalo para tu pesebre como se estila en el interior del Paraguay”, preservando así una tradición del Paraguay traída a la selva de cemento de Asunción.
Sirvan estos sencillos recuerdos y esta delicada pintura popular pasada al blanco y negro para resaltar la esencia de estas fechas de reflexión, que deberían ser más austeras y que venimos haciendo cada año en estas ya tradicionales publicaciones de domingo, desde hace cinco navidades de barrio.
El 25 de noviembre de 1755, la Gazette d’Amsterdam informaba que un cura jesuita llamado Nicolás había sido coronado “rey del Paraguay” por sus propios compañeros
De cuando en Europa se propagó la noticia de que en el Paraguay había sido proclamado un rey
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Por Gonzalo Cáceres
Periodista
Fotos: Gentileza
Eran tiempos en que España y Portugal buscaban acordar los límites de sus colonias en América del Sur, pero la noticia de que un cura jesuita levantó en armas a los guaraníes causó un revuelo tal que el mismísimo Voltaire lo vio como una oportunidad de hacer dinero.
Sacudidos por las intrigas políticas y las fricciones con las autoridades coloniales, los últimos años del dominio jesuita al frente de las reducciones fueron bastante agitados. Mientras la resistencia de los sacerdotes paraguayos y de los guaraníes amenazaba con hacer fracasar la aplicación del Tratado de Permuta (siete pueblos jesuíticos pasarían a manos de los portugueses a cambio de la devolución de la colonia de Sacramento), surgió en Europa la versión de que los religiosos habían elevado a uno de los suyos a la dignidad de rey.
Ricos, influyentes y con feroces milicias de nativos a su disposición, los jesuitas no tardaron en levantar el recelo de propios y extraños, ganándose poderosos enemigos en América y Europa.
La creencia de un incipiente “Estado cristiano” entre las comunidades guaraníes, fuera del control tanto de portugueses como españoles, despertó suspicacias e intrigas. Cuando se acordó que Portugal devuelva a España la provincia de Sacramento a cambio del territorio cercano al río Paraguay, donde había reducciones con más de 30.000 nativos, los jesuitas se negaron a abandonarlas, iniciándose la guerra entre las tropas hispano-portuguesas y los guaraníes.
Tras estos enfrentamientos, las reducciones no volverían a recuperarse y la reacción jesuita fue tomada como una afrenta a la Corona de España. Los padres fueron acusados de querer acabar con la autoridad del rey.
INICIO DE LOS RUMORES
El 25 de noviembre de 1755, la Gazette d’Amsterdam informaba que un cura jesuita llamado Nicolás había sido coronado “rey del Paraguay” por sus propios compañeros. “Algunas personas de la Corte tienen en su poder monedas venidas del Paraguay, mandadas a acuñar por Nicolás I. Este nuevo monarca es un jesuita que sus cofrades han puesto en el trono y quien seguidamente los echó del país”, relató.
La noticia fue negada por los representantes de la orden a través del padre Carlos Gervasoni, procurador de la Provincia del Paraguay.
La situación escaló porque no tardaron en aparecer los explosivos números de la “Historie de Nicolás I”, la supuesta biografía del ponderado monarca. En tanto, el Mercure Historique et Politique, otro influyente pasquín de la época, aseguró que las monedas eran reales y que eran de oro y plata.
NICOLÁS I
Según Historie, Nicolás Roubiouni nació hacia 1710 en una aldea de Andalucía llamada Taratos, “la cual abandonó a los 18 años tras ser acusado de matar a un hombre”. Al no tener ocupación ni oficio, nuestro protagonista sobrevivió gracias a la caridad de los feligreses instalándose “frente a las iglesias”.
La personalidad altanera y prepotente de Roubiouni le generaría conflictos allí donde iba y le hizo ganar mala fama. Luego de dedicarse al traslado de mercaderías, pasó por Zaragoza y en Aragón, cansado “por años y años de vida errante”, decidió entrar al servicio de la Compañía de Jesús.
Historie alega que Roubiouni contaba ya con 39 años y “arrastrando los vicios de siempre”, a pesar de haber hecho sus votos, contrajo matrimonio con “una joven de 15 años, hija de un comerciante de Huesca, a la vista de toda la ciudad”. Estas versiones llegaron a oídos de los curas jesuitas que, primero, lo enviaron en 1752 “a cuarenta leguas de Zaragoza como portero de un noviciado” para, poco después, dejarlo en Cádiz, de donde partió su misión a las Américas.
Siempre según la versión de Historie, Nicolás Roubiouni se instaló primero en Buenos Aires y allí tomó conocimiento de “un tratado firmado por Madrid y Lisboa (1750) según el cual el rey fidelísimo cedía al rey católico la isla de San Gabriel y la Corte de España entregaba a cambio algunas provincias cercanas al Brasil”.
Historia de la "existencia de un Rey en Paraguay"
UN “MALHECHOR”
Historie retrata a Nicolás como un malhechor que prácticamente se valió de la bondad de la Compañía para ganar prestigio, al tiempo de escalar en la organización y hacerse de la influencia necesaria como para ganar espacio en la isla de San Gabriel, donde lideró un salvaje levantamiento de los nativos, para luego hacerse arrogar “el nombre de rey del Paraguay”.
“Los indios, que se creían liberados para siempre de la dominación de los europeos, le dieron el título con gran criterio y vivas demostraciones de alegría. En la misma ocasión se acuñaron varias medallas que han sido vistas con indignación en Europa. La primera de estas medallas representa, de un lado, a Júpiter fulminando a los gigantes, y en el reverso se ve el busto de Nicolás I con estas palabras: Nicolás I, rey del Paraguay. La segunda medalla representa un combate sangriento con los atributos que caracterizan al furor y la venganza. En la orla se leen estas palabras: la venganza pertenece a Dios y a sus enviados”.
Los siguientes números de Historie, divulgados a través de la Gazette d’Amsterdam, relatan que Nicolás I, “animado por esta primera victoria”, volcó sus armas contra el territorio del actual Uruguay, para cuya invasión preparó un ejército de 5.000 guerreros guaraníes. Sin embargo, al verse imposibilitado de marchar, se centró en conquistar otras cuatro reducciones.
Este increíble rumor siguió creciendo al punto de que se menciona que los mamelucos, “asombrados por las victorias de Nicolás I, decidieron ofrecerle la ciudad de Sao Paulo y la Corona imperial”, siendo llamado “Nicolás I, rey del Paraguay y emperador de los mamelucos”.
REPERCUSIONES
El rumor fue de tal magnitud que el mismísimo François-Marie Arouet –el famoso Voltaire– se refirió al asunto en cuatro cartas escritas a lo largo de seis meses (15 de octubre de 1755 - 12 de abril de 1756). En la última de ellas, dirigida a la condesa de Luxemburgo, niega la existencia del rey Nicolás, pero no pierde la oportunidad de analizar el trabajo de los jesuitas y comparar su disciplina con el dominio de Esparta sobre los ilotas.
“¿Es verdad que los jesuitas eligieron a uno de sus padres como rey del Paraguay? ¡Un maldito hereje!”, comentó Voltaire en una carta al banquero Tronchin de Lyon, en la que disponía del uso de sus fondos para financiar un barco llamado Pascal, que sería enviado como parte de la flota del rey de España a las Américas, para aplacar el supuesto levantamiento de Nicolás I.
Las direcciones de Voltaire demuestran cuán seriamente se tomó el asunto en principio. “En cartas que recibo de Buenos Aires se ratifica plenamente que los jesuitas pueden mantener una respetable guerra contra el rey de España”, escribió. Sin embargo, el filósofo anticlerical cambió de parecer con el desmentido publicado en el Avertissment du Libraire, en el que se declaran falsas todas las noticias anteriormente publicadas sobre Nicolás I.
¿MALENTENDIDO?
El misionero austriaco Martín Dobrizhoffer ofrece en su “Historia de los abipones” otra visión de Nicolás I. Según esta, toda la parafernalia se debe a una confusión lingüística. “La palabra guaraní ‘mburuvichá’ significa cacique-capitán, pero también rey. Los españoles de Asunción habían oído hablar del mburuvichá de los indios y estos entendieron que se trataba del rey de los indios. Toda esta fábula merece ser objeto de burla antes que de refutación”, comentó.
Aseguró además que las comentadas monedas acuñadas en oro y plata no podían ser genuinas, pues “el Paraguay carecía de metales preciosos y de casas de moneda”.
El planteamiento de Dobrizhoffer encontró respaldo en la “Breve relación de las misiones jesuitas del Paraguay”, escrita por el general de la orden, el jesuita español José Cardiel, quien dedicó un apartado para las “dudas”.
Aquí incluyó lo de Nicolás I y lo vincula con el cacique Nicolás Ñeenguirú, a quien se presenta como un corregidor “de la reducción de la Concepción, un gran músico y locuaz de facilidad para hacer arengas”.
Cardiel cuenta que Nicolás Neenguirú fue nombrado “comisario general” de su zona en la “época de las rebeliones”, siendo “muy respetado por todos los indios” y “cabecilla de sus tropas (de la reducción, a merced de la autoridad jesuita)”.
INVESTIGACIÓN
El 24 de enero de 1755, un oficial de las tropas españolas de nombre Nicolás Elorduy informó que “por orden del gobernador de Buenos Aires” interrogó a indígenas sobrevivientes de un alzamiento conjunto entre las reducciones de Santo Tomé, Yapeyú, la Cruz y San Borja. Según Elorduy, los nativos dieron fe de que unas tropas llegadas “desde la Concepción” estaban encabezadas por el capitán Nicolás Ñeenguirú”.
Este informe difundió la idea de que la figura de Nicolás I estaba realmente basada en la del cacique Nicolás Ñeenguirú, quien para ese entonces “gozaba de fama y respeto entre las naciones guaraníes”.
Por la misma época, el padre Florian Paucke informó a sus superiores que conoció al mismísimo Nicolás Ñeenguiró, quien no era más que “el jardinero del padre Tuk”.
“Hubo un Nicolás Ñeenguirú, indio del pueblo de la Concepción que en las turbulaciones de 1754 y 1755 mandaba a otro llamado Sapé á los indios alzados por los padres. Más jamás tuvo tal arrojo de tomar dictado de Nicolás I, pues fue un infeliz mandatario de los jesuitas y se volvió á su casa tranquilamente, como ellos y sos (sus) parciales, pasadas aquellas resistencias, suscitadas por la Compañía para oponerse á las órdenes del rey”, conforme se constata en la Colección General de Documentos y la Causa Jesuítica.
Informaciones del año 1885, en que se daba a conocer la existencia de un Rey en el Paraguay
LA EXPULSIÓN
En 1767, el rey Carlos III de España decretó la expulsión de los jesuitas de todos los territorios de la Corona. Muchos de los misioneros volvieron a sus respectivas sedes. Tras los procesos correspondientes, los jesuitas expulsados del Paraguay atacaron a quienes propagaron los rumores y negaron su participación en los alzamientos de las reducciones.
La investigación de la orden, acompañada por la autoridad papal, encontró evidencias que hacían suponer que “los padres proporcionaron pólvora, distribuyeron armas, dirigieron la construcción de cañones, realizaron negociaciones con indios infieles e instruyeron a los indígenas (en tácticas militares)”.
“En ocasiones, las tropas indígenas obtuvieron la victoria con el comando directo de los padres”, por lo que los investigadores dedujeron que Nicolás I, o Nicolás Ñeenguirú, fue una invención de los sacerdotes para hacer de chivo expiatorio con el fin de escapar del castigo por sus acciones contra la reputación de la Compañía y la autoridad de la Corona.
El historiador inglés Robert Southey afirmó haber leído en 1817 en Ginebra un compilado de la “Historia de Nicolás I”, calificando la obra de “producto de un ignorante que esperaba ganar unas monedas con ella”. Southey entendió que todo se trató de “un movimiento mucho más amplio contra la Compañía de Jesús para desacreditarla ante los reyes de España y Portugal” a fin de expulsarlos y hacerse con sus propiedades, lo que efectivamente terminó ocurriendo.
Por su parte, el renegado jesuita Bernardo Ibáñez, expulsado de la Compañía y luego acérrimo enemigo de la misma, señala que fueron los jesuitas mismos quienes “crearon la fábula del rey Nicolás I para evitar que se supiera que eran ellos los únicos autores de la resistencia de los pobres indios”.
Sea como sea, lo único cierto es que, entre la enorme ola de rumores, quedó sin clarificar si el caso se trató de una campaña de desprestigio, una vendetta de los esclavistas, una ocurrencia de los hacendados o una invención de los propios padres jesuitas.