En este mano a mano entre periodistas, Augusto dos Santos conversa con el comunicador argentino Eduardo Feinmann para el programa “Expresso”, transmitido por GEN/Nación Media, donde reflexionan sobre el sentido de la práctica periodística como opción y vocación de vida, además de abordar la realidad del vecino país, sumido en una profunda crisis que, para nuestro invitado, es sobre todo una crisis cultural debido al asistencialismo y el populismo.
Fotos: Christian Meza
–ADS: Décadas de periodismo para ser hoy el dueño del rating en la Argentina. ¿Cómo empezó todo eso?
–Mi sueño con el periodismo empezó a los 10, 11, 12 años. Cuando mis padres me preguntaban esa famosa frase ¿qué querés ser cuando seas grande? Y yo siempre les decía que soñaba con ser abogado y periodista. Mi papá volvía de trabajar a las nueve de la noche y a mí me encantaba ver el noticiero con él y yo le decía “yo algún día voy a ser como esos dos señores que están conduciendo el noticiero”. Y mi papá me decía “seguí soñando”. La pasión y las ganas de ser lo que uno sueña desde chico con esfuerzo, con sacrificio, con estudio.
CAMINOS
–Los famosos en el periodismo se forman por dos caminos posibles. Los meteóricos, los que un día aparecen en la pantalla, y los de la conscripción. ¿Cuál fue tu camino?
–La conscripción. Un largo camino desde el colegio secundario, donde yo dirigía el diario del colegio. Y después empecé a los 18 años a trabajar en una radio, en un programa que seguramente escuchaba mi mamá, mi papá y algún amigo más en la medianoche de una emisora haciendo deportes y después sí todo un camino hasta el día de hoy.
–Sos un privilegiado como muchos otros quizás que hicieron todo este trayecto para decirnos qué es lo que la escuela de periodismo no le da a los egresados.
–Yo igualmente estudié en una escuela de periodismo en la Argentina. Estudié un año y medio en paralelo a mi carrera de derecho. Y la verdad que a mí la carrera de abogacía me daba muchos más elementos, muchas más herramientas que la propia carrera de periodismo. Yo creo que el periodista no se hace en una facultad. Se hace en el ejercicio diario todos los días. La experiencia es siempre fundamental. Esfuerzo, sacrificio y trabajo. Yo siempre digo que yo tan inteligente no soy. Y cuando uno no es tan inteligente eso lo tiene que suplir con sacrificio, trabajo, esfuerzo. Uno puede ser muy inteligente, pero si no tiene esos otros factores nunca va a llegar a nada. Porque el solo hecho de ser inteligente no te hace en una profesión.
–Estás viviendo en tus mejores tiempos con una presencia de rating impresionante, con una incidencia, con una influencia en la opinión pública. Hablame un poco de lo que estás haciendo.
–Hoy conduzco creo que el noticiero más visto de la televisión argentina. Y conduzco el programa de radio más escuchado de la radiofonía argentina en Radio Mitre a la mañana, de seis a diez, y en La Nación Más de seis a ocho de la noche. En realidad, la gente elige a quién ver, a quién escuchar.
–¿Por qué elige la gente?
–No lo sé. La televisión tiene esa magia. Yo no sé por qué traspaso la pantalla para la gente. No entiendo cuál es esa magia, pero existe.
POLÍTICAMENTE INCORRECTO
–Nunca te esforzaste por caerle bien a todos los sectores.
–Yo siempre digo que soy políticamente incorrecto. A mí no me gusta la corrección política. En realidad lo único que hago son defender las enseñanzas que me dieron mis abuelos y mis padres. Y defender esos valores. Y yo sé que yendo por ese camino no me voy a equivocar. Porque la gran mayoría de la gente ha hecho exactamente lo mismo durante su vida. Defender los valores que sus padres, sus antepasados les han enseñado.
–¿Y eso te valió la demanda de una expresidenta?
–Una demanda por calumnia e injuria, que terminé ganando en un juicio. Yo fui el primer periodista que fue demandado por Cristina Fernández de Kirchner, o querellado por ella. Y ella pretendía en una de las audiencias que yo le diera disculpas. Yo no tenía nada que disculparme por lo que había dicho. Porque yo sabía que tenía razón. Y yo decía que ella había recibido coimas. Eso se iba a confirmar en una causa, que es la causa justamente por la cual fue condenada por haber recibido coimas. Por haber recibido dinero de la construcción. Bolsos y bolsos repletos de dólares.
–¿Dónde estás parado en medio de una grieta tan profunda?
–Yo creo que la grieta no es ideológica. La grieta es moral. Para mí es estar en el lugar correcto. Es estar del lado de los que defienden la moral y los que están en contra de la corrupción. Yo nunca voy a estar del lado de los amorales o de los corruptos. Así que si yo tengo que estar en uno de los lados de la grieta es de ese lugar.
TRAMPA POPULISTA
–”10 lecciones para salir de la trampa populista”, tu parto más reciente. Entrevistas y reflexiones con gente muy conocida del mundo.
–Entre ellos el actual presidente de Paraguay, Santiago Peña. Lo que yo trato de hacer con el libro no es que yo doy las diez lecciones para salir de la trampa populista. Yo no soy quién para eso, sino que traté de buscar diez entrevistados claves, internacionales, no solamente argentinos, que nos ayuden a ver a todos cómo se sale de esa trampa. Yo considero que el populismo no es ni derecha ni izquierda, es populismo.
–Y ahí hay ejemplos.
–Si vas por derecha tenés a Trump o Bolsonaro. Algunos dicen que (Javier) Milei podría llegar a ser un populista de derecha, pero todavía no ganó. Y por izquierda lo tenés a Fidel Castro, (Nicolás) Maduro, (Hugo) Chávez, Evo Morales, (Rafael) Correa, (Daniel) Ortega, (Gabriel) Boric, Lula (da Silva). Cristina y Néstor Kirchner, que tanto daño le han hecho con el populismo a la República Argentina. En los últimos 20 años el peronismo gobernó 16, solamente cuatro gobernó Mauricio Macri.
–¿Cuáles son los principales estragos que provocan los procesos populistas desde tu experiencia?
–Para mí uno es el aumentar mucho la pobreza. Yo siempre digo que los populistas aman tanto a los pobres que los multiplican. Y el otro daño profundo que hacen es en la educación. Los populismos quieren que los pueblos sean brutos, que sean ignorantes. Entonces, cuanto más pobres y más ignorantes sea la mayoría del pueblo, mejor para ellos porque después los están comprando con dinero fácil.
–¿Dónde lo colocas al hombre del momento, Javier Milei?
–Lo ubico del centro a la derecha, hacia la extrema derecha. Algunos creen que es de centroderecha, otros dicen que es de derecha, y otros dicen que es de extrema derecha.
–¿Qué crees que es factible de sus propuestas y qué crees que es electoralismo?
–Milei me parece que no es el mismo de hace un año y medio o dos. Él impuso su discurso solamente con dos palabras. Una es casta y otra es dolarización.
–A la hora de tratar de encontrar razones y culpas, ¿quién estropeó todo?
–Son años. Yo creo que el que más daño hizo a la Argentina en estos 16 años es el kirchnerismo porque saquearon a la Argentina, porque la destruyeron culturalmente. Terminan con la cultura de trabajo, con la cultura del esfuerzo, con la cultura del mérito, con la cultura del estudio, del esforzarse. Han terminado con eso. Han llenado de planes sociales la cultura argentina y se han perdido muchos valores. Yo creo que en Argentina habrá que dar una batalla con la cultura.
–¿Cómo ha repercutido en los actores de la economía, en la industria, en ese granero del mundo que era Argentina?
–El empresariado argentino lo que quiere son leyes que les permitan seguir invirtiendo. Y los empresarios del exterior necesitan leyes por los próximos 20 años que les den seguridad jurídica para invertir. Y si no, no lo van a hacer. Y sin inversión, no hay trabajo. Y si no hay trabajo, si no hay inversión, no hay crecimiento económico posible.
AUDIENCIA
–¿Cómo se mantiene la audiencia durante dos horas?
–La verdad no lo sé. Está genial. Lo voy haciendo y lo voy viviendo minuto a minuto. Es también oficio. Cuando termina el programa me dicen si medimos bien, nos fue bien, estos son los números. Yo creo que el minuto a minuto le ha hecho daño a la tele. Le hizo perder calidad. Y le hace perder espontaneidad. Por eso yo no sigo el minuto a minuto. Tampoco quiero que me lo digan ni saberlo. Prefiero ir sintiendo yo el noticiero. Y además ¿sabés qué me pasa? En el estudio, cuando yo veo a los camarógrafos, a los sonidistas, a todos mis compañeros, si están muy atentos a lo que uno está diciendo, significa que del otro lado la gente está sintiendo exactamente lo mismo. Yo me fijo mucho en eso.
–¿Qué sabes de tus públicos?
–Conmigo pasa algo muy impresionante. A mí me ven y me escuchan los que me aman y los que me odian. Es muy impresionante porque lo que es más fácil es siempre hablarle al que te ama. Y es más fácil que el que te ama te vea. Pero cuando vos lográs como periodista que te vean tanto los que te aman como los que te odian es muy impresionante eso. Porque además ahí se genera conversación.
–¿No te preocupás mucho por adecuar el discurso periodístico a los que no te quieren?
–No, de ninguna manera. Soy políticamente incorrecto. Me tiene sin cuidado si le gusta al televidente o no le gusta al oyente lo que digo o no. Yo solamente digo lo que siento y siempre en línea a lo que me enseñaron mis padres y mis abuelos, a esos valores. Yo siempre estoy del lado de las víctimas, nunca del lado de los delincuentes. Tengo colegas míos que romantizan la delincuencia. Y yo eso lo detesto. Porque hay que estar del lado de las víctimas, no del lado de los delincuentes.
–¿Ideológicamente cómo te definís?
–Ideológicamente, de centro. De centroderecha, si querés. Liberal, conservador.
RESPETO A LA DIFERENCIA
–¿Tu mirada hacia los sectores de izquierda o progresistas es absolutamente cuestionadora o convivís con algunas fórmulas de estos sectores?
–Yo soy profundamente democrático, respeto las opiniones de los demás. Yo creo que dentro del sistema republicano y democrático hay que ser así. Y creo que hay que defender a rajatabla la Constitución, la República, la democracia. No hay nada más lindo que la diferencia de las opiniones, de las ideas.
–¿Te preocupa lo deteriorados que están los partidos políticos?
–Totalmente. Para mí ya no existen más los partidos políticos centenarios, los nombres radicalismo, peronismo. Yo creo que hoy la gente vota más a personas que sellos partidarios. Además, me parece totalmente antiguo. Por ejemplo, en la República Argentina el 50 % del electorado es menor de 40 años. Ni saben quién fue Perón, Evita ni les interesa. Y pensar que esos partidos centenarios todavía hacen campaña por los cadáveres. La gente ya no vota más cadáveres. Hoy me parece que la gente vota más por personalidades, personajes.
–Una cuestión que se debate con mucha intensidad y algunos son hasta apocalípticos es al respecto de que las redes nos van a comer a los medios. ¿Cómo estás llevando ese baile?
–Son distintas audiencias. Me parece que me llevo muy bien. Porque uso esas nuevas audiencias y sé que esas nuevas audiencias me usan a mí también. Porque siempre se dijo que con el nacimiento de la videocasetera se iba a acabar el cine. Y la verdad nunca se acabó el cine. Y después dijeron que con el compact disc iba a terminar la música. La música no terminó. Y después dijeron que con el Spotify la música iba a terminar y la verdad no terminó. Yo creo que todos los medios se van a adecuando. Con el nacimiento de la televisión se dijo que la radio iba a morir y no murió. Hoy la radio ya no se escucha solamente en el auto o en la casa. Hoy se escucha con el teléfono, que dejó de llamarse teléfono hace mucho tiempo. Es una computadora. Y con esto yo tengo aquí toda mi biblioteca, yo leo los libros en mi biblioteca acá. No necesito ir a tomar un libro. Yo tengo toda mi música acá. No necesito poner un compact disc. Pago el banco. Esto ha cambiado la vida de la gente. Además, con esto la gente se ha convertido en periodista. Hoy hay un choque acá en la puerta y alguien con el teléfono graba y no necesitás que venga el camarógrafo del canal X. Entonces ahí vas a las redes sociales y lo tomás.
CARÁCTER
–¿Sos un tipo duro?
–Dicen que sí.
–¿Y lo llevás bien?
–Sí, claro que sí. Tengo este concepto. Ser bueno con los malos es ser malo con los buenos. Y a mí nunca me vas a encontrar del lado de aquellos que son buenos con los malos. Si tengo que ser malo con los malos, lo voy a ser.
–La gente se enamora de las joyas. Tienes un intenso amor en este momento con Esmeralda.
–Sí, por supuesto. No hablo de mi vida privada. Esmeralda, que tiene un año y nueve meses y ha cambiado profundamente la vida. Es una personita que viene caminando desde allá a los gritos con los brazos diciendo “papá”. Es muy fuerte.
–¿Sos capaz de pensar en ese día en que te vas a despedir del periodismo?
–No. Nunca lo pensé. Si pudiera morirme en un estudio de radio, sería feliz. No en un estudio de televisión. Yo amo mucho más la radio que la tele. Para mí la tele puede estar o no estar. Pero la radio en mi vida es imprescindible.
–¿Por qué la radio es esencial?
–Porque la radio tiene una magia, tiene algo muy particular. Aunque esa magia se ha perdido mucho con esto de transmitir, ponerle cámaras de televisión a los estudios. Esa magia se ha perdido.
CONSEJOS
–Un pibe de 15 años golpea la puerta de tu casa y te dice “Eduardo, yo quiero ser periodista”. ¿Qué le decís?
–Lo primero es que lea todos los diarios. Todo el tiempo. Que lea, que estudie. Que termine una carrera universitaria. Le diría lo mismo que hicieron mis padres conmigo. Me parece que esa es la mejor enseñanza. Que lea.
–¿Y qué se sacrifica en este laburo?
–Horas de sueño. Mucho tiempo. Santo Biasatti, un gran periodista, para mí el número uno en Argentina en muchos años, él me enseñó que uno es periodista las 24 horas del día. No es como cualquier otro trabajo donde sabés que entras a las ocho de la mañana y te vas a las cinco o seis de la tarde. O un empleado de banco que abre el banco a las seis de la mañana y cierra a las tres y media de la tarde. Uno es periodista las 24 horas del día. Si no lo entendés de esa manera nunca vas a llegar a nada. Creo que las nuevas generaciones tienen un problema. Lo que yo veo de los jóvenes hoy en el periodismo es que no tienen ese fuego sagrado. De decir, bueno, “yo me meto en esta profesión y es una bandera”.
–¿Quiénes son tus referentes en tu historia?
–Santo Biasatti en mi primera etapa cuando empecé como movilero en radio. Él era mi jefe. En Radio del Plata, en Argentina. Jorge Porta, con quien trabajé mucho en Radio Mitre y sigo trabajando ahí por hoy. Daniel Hadad, con quien me une una amistad. Yo digo y él también lo dice conmigo que somos amigos, pero además somos familia. Hemos construido un lazo que va mucho más allá de una simple amistad. Y venimos trabajando juntos hace años.
–¿Qué te parece que significa finalmente para Paraguay lo que está pasando? Este cambio político, la presencia de Peña, a quien entrevistaste y probablemente estás al tanto de su mirada.
–A Santiago Peña lo conocí antes de ser precandidato. Lo conocí en mi casa. Me lo trajo a casa un amigo mío. Me dijo “no te podés perder de conocer a este personaje”. Vino a mi casa en Buenos Aires. Tomamos un café. Y me pareció una cabeza brillante. Y ahí me contó su historia de presidente del Banco Central, ministro de Economía, sus estudios en los Estados Unidos. Y vi un tipo tan preparado, joven y muy preparado, que cuando se fue de casa yo dije “si en la República Argentina hubiera 100 Santiago Peña, Argentina sería distinta”. Y después se presentó como precandidato, ganó la interna y después, cuando ganó la interna, dije ojalá un día yo pueda llegar a tener un amigo presidente. Esa fue mi frase. Hoy es presidente de Paraguay. Así que creo que tengo un amigo presidente.
–¿Te gusta Paraguay?
–Me encanta. No conocía hasta que vos me trajiste. Y la verdad que sí. Me parece un país maravilloso con gente realmente maravillosa, atenta.
–Ojalá tengas motivos para frecuentarnos en el futuro.
–Ojalá, ojalá.