Luis Ríos, luis.rios@nacionmedia.com - Fotos: gentileza
El básquetbol paraguayo atravesó por épocas doradas. Una de ellas fue a finales de los 80 y principios de los 90. Uno de los sobrenombres más recordados y queridos por la afición es Maravilla. Amigos, compañeros, rivales y periodistas que lo vieron jugar recalcan su calidad de persona y su paso como jugador por nuestras canchas. Algunos de ellos y el propio Frank Jackson recuerdan esos tiempos en esta nota.
Antes de hablar de Jackson como fenómeno, hay que contextualizar que el básquetbol vivió sus mejores momentos en Paraguay en cuanto a popularidad y masividad desde la década del cincuenta. El exjugador, entrenador y comunicador Santiago Maciel relata que este deporte desde su desembarco en el país a través del Colegio Internacional y la Asociación Cristiana de Jóvenes fue muy bien recibido por la sociedad y bastante aceptado y difundido tanto en la capital como en el interior.
“El baloncesto ha convocado siempre a masas en diferentes etapas. Algunas más llamativas o más convocantes que otras. El básquet paraguayo tuvo etapas brillantes mucho antes de la llegada de Maravilla Jackson que, sin duda alguna, fue una estrella y que llegó en un momento muy particular de este deporte en nuestro país. Se volvió un deporte popular, de mucha penetración en los barrios”, recuerda Maciel sobre aquellos tiempos.
El básquetbol ya era un deporte de alta convocatoria en la década del cincuenta. Específicamente en 1952, Paraguay fue campeón sudamericano en la categoría femenina. En 1955 fue campeón sudamericano a nivel selecciones en la categoría masculina con jugadores históricos como Aparicio Velázquez, Rubén Olavarrieta, Abel González, Arístides Isusi y otras figuras emblemáticas.
En los años sesenta, las otras naciones empezaron a crecer deportivamente y ya se hizo más difícil campeonar, pero igual Paraguay pudo clasificar a mundiales en los primeros lugares a nivel sudamericano. “Aparecieron nombres como César Fernández, Alberto Echagüe, Edgar Cordero, Antonio Zapatini, Edmundo Reyes, Sergio Pavón, Sergio Rodríguez, grandes figuras que marcaron época en los sesenta y en los setenta. Estas grandes figuras llenaban los estadios”, recuerda Santiago Maciel.
Mientras tanto, en femenino en el año 62 en Asunción, liderado por la gran Edith Nunes y un grupo de excelsas jugadoras, a estadio lleno en el legendario estadio Comuneros el equipo de Paraguay fue campeón sudamericano. “Todo eso generó una efervescencia, una difusión y una aceptación del básquet como deporte y que competía en cuanto a convocatoria con el fútbol. Eso hizo que penetre en los estratos sociales y que no sea algo exclusivo de la clase que podía costear su práctica”, asegura Maciel.
Hubo un encanto en las barriadas hacia la pelota naranja. Por ejemplo, en Barrio Obrero, clubes como Presidente Hayes, Fomento, Atlántida, Sol de América, Nacional e incluso Cerro Porteño fueron grandes difusores y cultores de su práctica deportiva. “Eso generó una gran cantidad de figuras y generó el conocimiento acerca de la práctica deportiva que se transformaba en convocatoria tanto en capital como en el interior. De hecho, muchos jugadores del interior venían como refuerzos a los equipos asuncenos”, explica el histórico hombre del básquet.
EL FUROR DE LOS JUGADORES NORTEAMERICANOS
Frank Jackson y toda esa camada de jugadores extranjeros que llegaron a finales de los 80 no fueron los primeros foráneos en Paraguay. La venida de jugadores de los EE. UU. (desde siempre el país más dominante en cuanto a nivel de juego y producción de jugadores en este deporte) empezó en 1981 con Olimpia, que trajo cinco norteamericanos, entre los que estaban Ronnie Wood (+), Ron Cowan (quien hasta hoy vive en Paraguay) y Harold Dotting, entre otros.
“Esto está muy ligado al desarrollo de la Liga Nacional Argentina (LNB). La primera temporada de la LNB en su fase experimental fue en el año 1984, de la mano de su fundador, León Najnudel, quizá el hombre más importante en la historia del básquet argentino. En 1985 tuvo su primera temporada oficial y con ella muchos jugadores extranjeros llegaron a reforzar los equipos”, contextualiza Maciel.
Dichos jugadores extranjeros, cuando quedaban libres de sus contratos, venían a sumarse a los equipos paraguayos. Con el furor de los norteamericanos, más la concurrencia masiva que ya tenía el básquet con los jugadores locales, hacía que se llenen los estadios en el campeonato metropolitano, que es uno de los más antiguos de Sudamérica.
LA LLEGADA DEL SHOWMAN
El periodista Pedrito García puntualiza que, antes de su llegada, no se conocía mucho de Frank Jackson en Paraguay. “Más que nada, eran referencias o visualizaciones. A él lo traen a Libertad cuando el equipo va a Chile a jugar el Sudamericano de Clubes Campeones en 1987 y él militaba en un equipo peruano”, recuerda.
El club en el que jugaba Maravilla en el Sudamericano de Clubes de Chile era el Regatas Lima de Perú. “En esa institución, desde hace años trabajaba como entrenador jefe de básquetbol un histórico del básquet nacional: Carlos Zanelatto. Aquel torneo se jugó en Valparaíso y Curicó. Libertad ganó la rueda de consuelo y terminó quinto”, recuerda el periodista.
Por su parte, Maciel indica que no es justo mencionar a Jackson sin hablar de Carey Holland. “Él fue quien intermedió en la venida de Jackson a Libertad. Carey Holland llegó en el año 1986 a Libertad. Tenía 2,01 metros y ese mismo año ya fue campeón en una final a estadio lleno contra el Sol de América de los hermanos Velázquez, Chachi Gómez, Faustino González. Alejandro Kublik, entre otras figuras históricas del básquet paraguayo. En ese Sol de América también jugaba el mítico Ronnie Wood”, refiere.
Así, Libertad clasificó al Sudamericano del año siguiente y conocieron al que sería su gran figura. “A Maravilla lo vio el doctor Carlos Montalbetti. Le encantó y fue a buscarlo. Lo vio, lo convenció, lo trajo y vino. Carlos Montalbetti era el presidente del departamento de básquet de Libertad e incluso fue presidente del club años después”, indica García.
Aquí es donde aparece nuestro protagonista. “Al principio no estaba seguro, pero fue solo por lo desconocido. Fueron mi buen amigo Carey Holland (+) y el Dr. Carlos Montalbetti quienes me pidieron que viniera a jugar por Libertad porque había jugado contra ellos. Al pasar tiempo con Carey y hablar con el Dr. Carlos, se volvió una elección fácil. Fue una de las mejores decisiones que he tomado”, recuerda en conversación con La Nación/Nación Media el propio Frank Jackson.
Así, en 1987 llega Jackson a Paraguay con un estilo muy particular. “Jugaba en el puesto de base y tenía una gran capacidad tanto anotadora como atlética. En ese año ya se permitían dos extranjeros por equipo en cancha, por lo cual hubo un salto de calidad muy importante en el torneo. Eso atrajo a la gente y los partidos se jugaban a estadio lleno. Allí aparecen las famosas noches en el mítico Palacio de los Deportes, ubicado frente al Jardín Botánico de Asunción. Ese año, nuevamente Libertad se corona campeón con Carey Holland y Frank Jackson”, remarca Maciel.
Pedrito García es tajante al afirmar que Jackson era un show. En aquel entonces los partidos ya se transmitían en vivo por televisión. Entonces la gente quería ver en persona eso que veía en las pantallas, por lo que iba a verlo a la cancha. “Tanto a él como a otros grandes jugadores de la época. Libertad tenía a Carey Holland, quien falleció en 2020. Se complementaba muy bien con el resto del equipo y con Maravilla ni qué decir”, agrega el periodista.
Maciel indica que Jackson no solamente fue un gran jugador, sino que era alguien muy querido por la gente porque era muy sociable y tenía un gran don de gente, por sus valores humanos. “Era alguien muy dado y muy respetuoso del público paraguayo. Se entregaba al 100 % en cada partido. Yo en esa época jugaba por Cerro Porteño, tenía 21 años y lo enfrenté varias veces. Aun contra los equipos que no tenían extranjeros en su plantel, como Cerro, Félix Pérez Cardozo, River Plate, Guaraní, él daba el 100 % de su potencial. Así fue ganándose el cariño de la gente”, subraya.
Para Jackson, la estima y el recuerdo de la gente hasta hoy significa mucho. “Tengo que decir que nunca hice trampa en el juego que amo. Puse todo en él, ya sea en la práctica o en un juego oficial. Siempre quería darle a la gente una razón para volver al siguiente partido. Trabajé muy duro en mi oficio y estoy muy agradecido de que la gente reconozca qué significa el mundo para mí”, atesora Maravilla.
La vida deportiva de Jackson es particular. Jugó baloncesto universitario y tuvo una buena carrera en ese estrato. ¿La NBA? “Llegar a la NBA es un desafío porque tienes casi 300 jugadores más jugadores extranjeros que pelean por menos de 20 lugares. Tuve una prueba, pero mi agente en ese momento tenía otra agenda, así que no funcionó. No me arrepiento de nada, así que jugar en Sudamérica fue una bendición”, asegura.
Así llegó el periplo por esta parte del mundo. “Jugar baloncesto en América del Sur fue una gran oportunidad para jugar baloncesto por primera vez y aprender otra cultura. Tengamos en cuenta que ahora solo hay 32 equipos en la NBA, pero a finales de los 80 y principios de los 90 eran aún menos”, indica Jackson.
LA FINAL DE 1988 Y EL “ARCHIRRIVAL”
En toda historia siempre hay antagonistas. Mientras que en la NBA la enemistad de Michael Jordan e Isiah Thomas se empezó a fraguar en la legendaria rivalidad que vivieron los Chicago Bulls y los Detroit Pistons a finales de los ochenta y principios de los noventa, en Paraguay había una rivalidad que era sana, deportiva y que fuera de la cancha era una entrañable amistad: Luis Schmeda vs. Frank Jackson.
Luis Schmeda Hernaez es considerado uno de los mejores jugadores de básquetbol nacidos en Paraguay. Es el bicampeón más joven del básquetbol paraguayo porque a sus 13 y 14 años en 1974 y 1975 ya integró el plantel principal de Ciudad Nueva. “Yo a los 13 ya estaba en primera división y con esa edad ya fui campeón con Ciudad Nueva. Era el jugador número 12 del plantel”, recuerda.
Fue elegido como jugador más valioso (MVP) en 1980/81/85/88. Justamente en ese año 1988 se concretó su pase al Olimpia. “El estadio de Ciudad Nueva se terminó gracias a mi transferencia a Olimpia”, recuerda Schmeda. Aquel año, Olimpia armó un equipo “galáctico” para la temporada. Encabezados por Jeffrey el “Soñador” Jenkins, Dale Parker, el mismo Schmeda, Víctor “Papo” Ljubetic en la base y Gerardo Koopmann.
“En ese equipo también estaba el mítico Arnoldo ‘Nene’ Penzkofer, quien con 2,11 metros es el jugador más alto en la historia del básquetbol paraguayo”, agrega Maciel. Ese equipo llegó hasta la final para encontrarse con el Libertad de Frank Jackson.
“Cuando vino Jackson en 1987, empezó a atraer al público de Libertad a los estadios. Fue la única época en que los estadios estaban llenos de hinchas de Libertad. Incluso llevaba más gente que en el fútbol”, recuerda Schmeda. En el 88, el Gumarelo tenía a Jackson y Holland sumados a Luis “Guaya” Ocampos, Raimundo Franco y Hugo González Galli como quinteto inicial.
Para él, Jackson era un tipo impredecible, iba por izquierda, por derecha. Era muy flexible, saltaba muy alto, tenía salida rápida. “Hacía unos pases sacados de la galera. De la nada sacaba unos pases mágicos. Jackson era un tipo inspirado. Dentro del formato de este juego, él tenía una inspiración propia. Jackson creaba, inventaba e inspiraba dentro de la cancha”, dice con admiración.
Su misión en la final del 88 era no dejarle recibir el balón. “Y no recibió pelotas en aquella final. Si lo hacía, ya era estando muy cansado. Como yo le hacía marca personal, él se abría y se abría, entonces es como que le hice correr toda la cancha en aquella serie. Mermó su juego y así ganamos”, relata.
“En la final, Jackson solo metió 16 puntos. Él llevaba un promedio de 55 puntos por partido. Echagüe (el entrenador) me dijo ‘tenés que bajarle sus puntos’ para que podamos salir campeones. Había que bajarle el promedio a 20 o a 30 puntos. Le bajamos a 16 y fuimos campeones. Nosotros en esa época nos entrenábamos como para jugar dos partidos diarios seguidos”, recuerda Schmeda.
Ese mismo año, Luis fue elegido como mejor basquetbolista por la Agremiación de Periodistas Deportivos del Paraguay. Además, es considerado el primer paraguayo que estuvo en el interés de la NBA con una propuesta de contrato por parte de los entonces Washington Bulletts (actualmente Washington Wizards) en 1981.
Fuera de la cancha, eran y siguen siendo dos grandes amigos. “Yo después de Olimpia fui a Libertad durante tres años. Y los tres años jugamos juntos. Jackson es mi amigo hasta hoy. Uno muy querido. Hasta ahora estamos en contacto por redes sociales. Solíamos juntarnos a cenar, me pedía que lo acompañe a hacer algunos trámites. Salíamos al centro en una época donde la movida estaba en el centro. Frank Jackson es una gran persona, tiene un corazón muy grande, muy noble”, recuerda Schmeda.
EL DESPUÉS DE PARAGUAY
Frank Jackson fue y vino de Paraguay hasta 1994, que fue su última temporada en nuestro país. Después de Libertad, recuerda que fue a jugar a Brasil para equipos como el União Corinthians de Santa Cruz do Sul (en Río Grande del Sur) y luego en el Tijuca de Río de Janeiro.
“Jugué oficialmente hasta principios de 2000. Todavía puedo jugar a mi edad, pero, por supuesto, no al mismo nivel”, dice Maravilla. Hoy vive en Texas y dirige una organización llamada One Shot, One Dream, que trabaja con la juventud orientada al básquetbol y que, además de desarrollar habilidades deportivas, impulsa a los niños y adolescentes en capacidades académicas, cívicas y de liderazgo. Además, realiza consultorías.
“Lo que siempre recordaré y nunca olvidaré de Paraguay es la gente increíble con la que he desarrollado relaciones y amistades de por vida. Jugar baloncesto para el Club Libertad fue algo especial y fue una experiencia maravillosa. Realmente deseo que esos días no hayan terminado. Tenemos una hermandad que todavía existe hoy con los jugadores con los que jugué”, afirma Jackson con mucho cariño.
Frank tiene intenciones de visitar Paraguay. “No he visto juegos de la liga local últimamente, pero en mis planes está visitarlos pronto y me encantaría ver qué ha sido del baloncesto paraguayo. Eso me daría un gran placer. Tengo entendido que mi foto está colgada en la cancha de Libertad”, sostiene.
Además, dice que no ha estado en contacto con dirigentes de Libertad, pero que trata de mantenerse en contacto con sus excompañeros. “Estoy en contacto constante con todos ellos. Desarrollar mi organización en Paraguay sería algo que podría explorar en el futuro”, anhela.
En ese sentido, Luis Schmeda también recuerda con mucho cariño a los extranjeros que pasaron por el país. “La mayoría de estos americanos que dejaron su huella en Paraguay –Jackson, Parker, Holland, Jenkins– eran muy buenas personas y muy nobles con la comunidad. Estoy siempre cercano a Maravilla y a Dale Parker. Jackson va y viene al Perú también porque tiene algunos proyectos allí. Con ellos dos hablo mucho. De Jeff Jenkins nunca supe más nada. No está en redes sociales”, dice.
Por su parte, Pedrito García recuerda una gran anécdota de Maravilla fuera de las canchas. “Cuando Paraguay se consagró campeón mundial de fútbol de salón en Australia en 1988, la delegación vino del aeropuerto hacia el centro de la ciudad en un camión de bomberos. Llegó por calle Palma y él estaba a la altura de Palma y 14 de Mayo. Se puso delante del carro, lo detuvo e hizo una reverencia al plantel de jugadores. Había aplausos, gritos, hurras. Pero ese gesto fue conmovedor”, comenta.
SU AMIGO DE SIEMPRE Y EL AMOR A LIBERTAD
Frank Jackson también recordó a su gran amigo y compañero Carey Holland, fallecido en 2020 durante la pandemia. “Carey fue una de las personas más agradables y qué gran jugador de baloncesto. Era muy humilde, un hombre de gran carácter y haría cualquier cosa por cualquiera. Estábamos hablando siempre de nuestras vidas. Extraño mucho a mi amigo”, lamenta.
En una de sus últimas charlas, recordaron el amor que ambos tenían hacia nuestro país. “Hablamos de nuestro tiempo en Asunción y de la diversión que teníamos jugando en el Club Libertad. Libertad para mí es simplemente familia. No hay nada más importante que la familia. Los amigos van y vienen, pero la familia es para toda la vida. Dijimos que si pudiéramos retroceder un poco el reloj, estaríamos de vuelta en Asunción”, asegura Jackson.
Pedrito García insta a la gente a recordar siempre a atletas como Jackson. “Fue un jugador maravilloso. Distinto. Y su faceta humana es gigante. Lo vemos con ese gesto que tuvo hacia deportistas de otra disciplina como el fútbol de salón. En Paraguay se valora muy poco la historia y eso es preocupante porque el pueblo que no valora ni conoce ni atesora su historia tiene el mismo destino de un árbol al que le cortan las raíces”, advierte.
De su lado, Santiago Maciel dice que Frank Jackson dejó una historia muy positiva con dos campeonatos ganados y dos vicecampeonatos. Además, el cariño y el amor incondicional de la afición liberteña y del público paraguayo en general. “Dentro de este contexto de finales de la década del 80 y principios de los 90, Frank Jackson tuvo un impacto que los demás extranjeros no tuvieron. En los primeros tres años que estuvo brindó un espectáculo con el que se ganó el cariño de todos y eso, me consta, perdura hasta estos días. Hasta hoy se mantiene en contacto con excompañeros a través de redes sociales y con gente que lo recuerda y aprecia”, señala.
Finalmente, el propio Jackson se despide agradeciendo el cariño que siempre recibe desde nuestro país en la distancia. “Les agradezco a todos desde el fondo de mi corazón por todo el amor que me mostraron durante mi tiempo en Paraguay. Si hay algo que pueda hacer para ayudar a alguien que quiera jugar o que esté jugando y pueda necesitar algún consejo, no duden en preguntarme”, cierra.
Agradecimientos: Santiago Maciel, Pedrito García, Luis Schmeda, Ricardo Roa Orué