En este diálogo con Augusto dos Santos para el programa “Expresso”, emitido por GEN/Nación Media, el publicista Pascual Rubiani (PR) y el encuestador Adolfo Grau (AG) analizan los desafíos y expectativas a los que deberá responder el recientemente asumido gobierno de Santiago Peña de cara a las urgentes necesidades y demandas de la ciudadanía en un contexto acuciante. Más allá de la resolución de las cuestiones más urgentes, ambos especialistas coinciden en que la comunicación debe ser parte fundamental de la gestión a fin de que la ciudadanía se sienta parte del proceso.
Fotos: Christian Meza
–ADS: ¿Cómo manejar las demandas y promesas de campaña que se tienen que traducir a gestión concreta?
–PR: Los primeros pasos siempre generan esperanza y optimismo. Creo que todos podemos tener un prudente optimismo, porque quien llega al poder tiene un conocimiento de cómo funciona el Estado, llega con un equipo y llega con ideas claras desde el vamos sobre por qué caminos andar con un soporte también político que le puede ayudar en una primera fase, sobre todo dentro de lo que serían las leyes necesarias. Pero sin duda las leyes son necesarias, pero no son todo. Lo que realmente importa a la larga es la capacidad de gestión y creo que por ahí es donde hay esperanzas. El componente político siempre es determinante, no sólo la buena gestión va a ser necesaria, sino también la capacidad de gestionar la política.
–Estaba reflexionando sobre lo que la gente demandó durante la campaña, en vuestros estudios de la campaña, y no hay más que probablemente cuatro puntos fuertes allí. Podríamos recordarlo porque quería consultarte algo al respecto.
–AG: Los puntos básicos siempre son seguridad, educación, salud y en la parte infraestructura, que es un abanico grande, sobre todo caminos, calles, empedrados, asfaltados, reparaciones, que hay que saber leerlo. Específicamente los estudios en ciudades fuera del conurbano Asunción, Gran Asunción, también se da ese fenómeno que te dicen “calle, asfaltado, empedrado” y cuando recorrés el distrito te encuentras que no hay nada fuera de lo común. Entonces cuando uno concluye dice que acá evidentemente la influencia es de los medios masivos de la problemática Asunción y alrededores y en los pueblos del interior te dictan eso cuando realmente no es tan crítica su situación. Ahora en el tema de seguridad lógicamente hay una realidad de las ciudades grandes y las ciudades pequeñas, sobre todo el tema de seguridad no solamente lo que sale en la prensa y uno lo ve como un hecho gravísimo, un asalto, un asesinato, un feminicidio, etc., es el componente. Acá hay que considerar el ciudadano a pie cuál es su problema en términos de seguridad y algo que probablemente esté muy subregistrado en las comisarías son los asaltos diarios que ocurren al ciudadano que va a pie a buscar el colectivo, a tomar el colectivo, a ir a su trabajo, a la noche, vuelve y que está asediado siempre por los motochorros, que no es simplemente agarrarlo al motochorro y llevarlo a la cárcel porque por lo general o en su mayoría son adictos. Entonces es otra problemática. Cuando se analiza el problema de los adictos te encuentras con que los centros de rehabilitación no existen o son pocos, no hay una política de Estado dirigida a eso y mientras eso no se solucione siempre que hables de seguridad la sensación inseguridad va a ser muy alta.
–¿En qué medida los gobiernos tienden a quizás por las urgencias a no priorizar cuestiones que eran prioritarias en la campaña y cómo eso puede ir corroyendo la popularidad de los gobiernos?
–PR: Hay una cuestión central, el equilibrio fiscal y el manejo responsable de las cifras de un gobierno en términos macroeconómicos es lo fundamental para crear las condiciones para que la economía funcione adecuadamente para la generación de empleo y sobre todo para que esos desfasajes que pudieran haber, si no existiera ese equilibrio fiscal, se financien con un mayor endeudamiento, que puede tender a una mayor presión tributaria o un ajuste por inflación que castiga directamente los bolsillos de la población en términos de pérdida de su capacidad adquisitiva. Es el primer elemento que todo gobierno al sentarse dentro de la estructura lo tiene que considerar y ahí es donde suele haber una tendencia en el Paraguay a priorizar políticas macroeconómicas y dejar de lado y hablar de reformas macroeconómicas porque es parte de la prioridad y olvidarnos o porque tienen un mayor costo político o porque generan importantes desafíos en términos de gestión lo que podemos llamar y algunos lo llaman las micropolíticas y esas micropolíticas son las que tienen que ver con las cosas que está hablando incluso el presidente, que habló de esto en su discurso y dijo que lo que importa es el dinero en el bolsillo, pero lo que importa es que hoy tardo cuatro horas en moverme entre el viaje de ida y de vuelta en mi trabajo por un pésimo servicio del transporte público. Hoy tengo el problema de inseguridad que cuando mi hija vuelve de la universidad o del colegio o del trabajo tengo que salir a esperarle 10 cuadras donde está la parada del ómnibus. Para mí deben ser priorizados estos temas de las microrreformas. Toda democracia se sustenta sobre la capacidad de ser iguales para elegir, de tener igualdad ante la ley y de tener igualdad económica. Si no se cumplen uno de estos preceptos, entonces algo no funciona y eso genera un ambiente donde hay descreimiento de la política donde hay tendencia más a castigar que a premiar con el voto.
–¿En qué medida los gobiernos olvidan las prioridades de campaña a partir de los estudios que hacen ya de gestión posterior?
–AG: Yo creo que llegado el momento ellos entran en la dinámica de apagar incendios muchas veces y de una u otra manera las prioridades van cambiando y quizás algunos por falta de experiencia o no tener la información apropiada prometen algo y a la hora la verdad empiezan a ajustarse y se desvirtúa. Yo creo que la medida en que los candidatos no tienen la experiencia debida en el gobierno lógicamente están expuestos a emitir opiniones o propuestas que realmente no son realizables. Ahí entra a tallar un poco también lógicamente el equipo humano que acompaña a las candidaturas porque ese cuerpo es lo que define y genera el rumbo del gobierno.
–La maldita urgencia tan enemiga de la calidad de los procesos.
–PR: El problema para mí es un problema de expectativa. O sea, las campañas elevan las expectativas y tratan de ocuparse eficientemente en ese fino equilibrio entre lo macro y lo micro, entre las cuestiones cotidianas de la población y las cuestiones estructurales que hay que mirar de la economía. Los procesos llevan tiempo y los procesos no necesariamente van a la velocidad de la expectativa y entonces yo no sé si las prioridades cambian. Lo que sí yo sé es que cambia el humor social y la paciencia con respecto al tiempo que pueden demorar las cuestiones para ser recibidas esas señales. Están aquellas cuestiones que son importantes de hacer y que son necesarias, pero que nadie los ve. Un desagüe cloacal es muy importante, genera problema en su momento de construcción y al terminar nadie vio lo que se hizo abajo.
–Con frecuencia se comete un error de no salir del modo campaña y entrar al modo de comunicar gestión.
–PR: Sí, yo creo que esa es una tendencia porque uno sigue prometiendo y segundo porque parte también de una visión. Mucha gente dijo que el discurso presidencial eran las promesas de siempre, pero hay que llevar a la población hacia una dirección, que es quién tiene que liderar. Entonces es evidente que eso también funciona, pero sí yo creo que hay una dosis de realismo que hay que poner y hay que contarle a la gente los sacrificios que hay que hacer muchas veces.
–¿Los gobiernos siguen recurriendo a las mediciones después de que se instalan en los diferentes ministerios o es una cosa que se tiene más para las campañas electorales?
–AG: A mi parecer hubo gobiernos que prácticamente no se dedicaban a los estudios como para ajustar o mejorar o ampliar ciertas cosas.
–PR: Por supuesto que sirve, no solo para comunicación, sino para tomar decisiones. Yo quisiera ir un poquito porque a mí me preocupa justamente que muchos políticos piensan que el problema de comunicación es un problema de información y para mí el problema de comunicación no es un problema de información. Hay un montón de información que los gobiernos dan y la gente igual no sintoniza con el gobierno. El problema de la comunicación realmente es mucho más abarcante que la información y cuando hay una disociación del pueblo con su gobernante, vos le podés decir que hiciste 20.000 cosas e igual perder la elección. Un problema de comunicación es cuando la gente no se siente parte del proceso que está llevando ese gobierno y ahí se da la disociación entre el gobierno y el pueblo.
–Al parecer los gobernantes no asumen que comunicar es parte de la gestión.
–PR: Hay una tendencia en el gobierno de que la comunicación pasa por una jefatura de prensa. La mayoría de las instituciones del Estado tienen oficinas de prensa, son las menos las que tienen dirección de comunicación, pero aunque tengan dirección de comunicación muchas veces están en una permanente demanda de la prensa en términos de generación de información o en una permanente situación de manejo de crisis de comunicación por cosas que son publicadas, pero realmente la comunicación estratégica con comunicador o sin comunicador lo hace el que gestiona.
–¿Como observadores cuáles encuentran que son los desafíos más importantes de este proceso que acaba de empezar?
–PR: Para mí hay desafíos realmente pendientes para cualquier gobierno. Yo creo que el principal desafío es la generación de empleo de calidad y con clara mejora del ingreso en esos empleos de calidad. La gente sigue hablando mucho en las encuestas de que hay problemas de empleo, pero también cuando hacés una preguntita porque muchos que tienen empleo te dicen también que el problema del empleo una de las razones que esgrimen es que los ingresos que tienen no son suficientes. Entonces por ahí hay un desafío para mí muy importante. Después el otro desafío es aquello que tiene que ver con que el ciudadano sienta que es igual a todos los ciudadanos del Paraguay. Y eso se da en tener servicios de salud de calidad, servicios de educación que permitan realmente hacer un ascenso en la escala social, por lo cual los niveles de educación que tenemos en el Paraguay tienen que ser realmente mejorados y transformados radicalmente. Ahí hay una demanda que requiere de todo el esfuerzo del Estado, no solamente de este presidente, que es el cumplimiento de la igualdad ante la justicia. Después los desafíos puntuales como el tema del grado de inversión que están planteando con fuerza en este gobierno. Es necesario para eso una convergencia fiscal y volver a estar en los niveles en un tiempo razonable y que sea creíble en los niveles del tope de la deuda sobre el producto interno bruto. Creo que el tema de Itaipú es también un tema central. Se cumplieron 50 años del Anexo C. Obviamente ahí hay una posibilidad para este gobierno de que prácticamente el consejo de Itaipú se equipara al de Brasil en el sentido que están los propios ministros como lo tiene Brasil. Y después nosotros somos un país que reconocemos Taiwán, eso fortalece nuestra relación con Estados Unidos, pero también genera una demanda con respecto a lo que es la comercialización con China. Para mí, dentro de ese esquema, pelearnos con la Unión Europea como lo estamos haciendo no es prudente. Uno puede tener soberanía sobre su propia agenda, pero hacer las cosas como corresponden.
–Itaipú se planteó como una causa nacional que casi provocó la caída de un gobierno, pero en el proceso eleccionario casi no apareció.
–AG: Ocurre que la población general tiene una opinión distinta a un técnico o a alguien de cierto nivel de conocimiento. Cuando nosotros hacemos una encuesta, lógicamente vamos a la masa. Por eso te mencionaba anteriormente que la sensación de seguridad, por ejemplo, si generás todo lo económico, reduces todo aquello que diariamente sale en la prensa como hechos delictivos, muy llamativos, pero no solucionás el problema de base, de la gente de a pie, que va a su trabajo, que es apretado por un motochorro. Si no solucionás ese problema, la sensación de inseguridad va a seguir. Entonces, el gobierno tiene que invertir en ese tipo de actividades. Tiene que invertir en educación para la prevención. Tiene que invertir en salud porque tiene que crear centros de rehabilitación. Y creo que hay que hacerlo prácticamente de cero porque entiendo que hay muy poco en el país.
–¿Otros desafíos que te parecen importantes?
–AG: El tema de salud. Hay una cuestión que va en el tema administrativo, los controles. Los controles tienen que haber tanto en la salud como en el tema de educación. El tema de salud es cuestión de ir a hablar con la gente que está en los grandes hospitales y te vas a encontrar con una problemática real. Hay una convivencia entre la farmacia y lo de blanco. Las compras que se quejan los ciudadanos que hacen para solucionar un problema de salud y de repente se encuentra con una cantidad de medicamentos que pareciera que los compraron todo al santo botón. Y cuando quieren retirar, ya no está, se usó. Y en el tema de seguridad, por ejemplo, el microtráfico, que es una realidad, de ahí se surten todos los motochorros, de ahí los motochorros van. Yo creo que también el tema del control interno, la policía tiene que mejorar, tiene que hacer su trabajo y tiene que ser mano dura.
–Respecto al Instituto de Previsión Social, ¿por dónde se comienza?
–PR: Hay una cuestión que a mí me llama mucho la atención y que para mí tiene que ser tomada en cuenta porque también es parte de los procesos de comunicación hoy día y que es lo que le llaman la gobernanza. Y creo que la gobernanza es la principal debilidad del IPS. O sea, nosotros hemos visto procesos de reforma del sistema financiero en el Banco Central, promoviendo ciertas políticas que hicieron que los directorios de los bancos sean absolutamente profesionales. O sea, donde entra gente con criterios totalmente técnicos. Yo creo que todavía el IPS tiene una vieja escuela de gobernanza corporativizada, con representante del empresariado, con representante del sector sindical, etc., que hace de que el manejo del IPS no sea profesional y por lo tanto que no sea eficiente para la gente.
–AG: Hay muchas personas jóvenes que no quieren pagar IPS. Y si pueden evitar, lo evitan, negociando con el patrón. ¿Para qué aportar? ¿No me voy a jubilar? Cuando vaya a consultar en el tema médico voy a encontrar que no hay medicamentos, que no hay esto, que no hay aquello, tengo que recurrir a cuestiones políticas. Tiene mala imagen, por un lado. Y por otro lado, creo que si pudiera mejorar esas cosas, la cantidad de nuevos aportantes que podría tener es enorme.
–¿Qué debemos hacer con nuestro Estado?
–PR: Para mí lo que tenemos que hacer es encontrarle esa funcionalidad del Estado a todos. Y ese es para mí el gran desafío. Pero sin duda hay cosas que hay que tomar muy en serio. El ahorro que es el que canaliza realmente un sistema de seguridad social y de pensiones como es el IPS, un gran dinamizador de la economía. Y eso tiene que estar manejado muy profesionalmente, porque hay que ser muy responsable con la gran cantidad de fondos que se generan ahí para beneficio de quienes han aportado toda la vida. Para mí, fundamentalmente, esas son las cosas que yo diría que son cambios culturales que también el Estado se tiene que plantear. No digo este gobierno simplemente. Hay cuestiones de conducta social que como política pública se tiene que promover. Todo Estado tiene que ayudarnos a vivir con mayor calidad de vida y a más bajo precio. Ese es el rol central. Entonces, nosotros no podemos dejar que se haga cultura el tema de que la gente quiera trabajar por afuera de un sistema previsional.
–AG: Una necesidad para mí central que tiene el Paraguay es reformular su sistema de salud. Aquí tenemos que avanzar hacia un sistema de seguro universal y de prestaciones de servicio de salud garantizada para toda la población. A la gente le indigna hacer una pollada. Le indigna tener que salir a vender alimentos para tratar de pagar el tratamiento de salud de un pariente.
–Hay una cuestión que también mencionó en su discurso el presidente electo y es el tema del consenso. No se puede negar que Paraguay es un país políticamente polarizado.
–PR: Yo creo que hoy más que nunca es necesario el esfuerzo por el consenso y por el diálogo porque vivimos épocas donde la polarización es una constante. Tenemos una tendencia a ponernos y pararnos en posiciones muy contrapuestas, mucho por influencia de todas las nuevas plataformas tecnológicas y eso hace que sea imposible o que no sea viable el poder llegar a consenso para poder hacer algo específico. Entonces creo que este gobierno tiene que lograr instaurar instancias de diálogo y de participación social que en una primera parte pareciera ser de que ellos tienen muy claro por dónde tienen que ir y quieren cierta velocidad en lo que van a hacer y podría haber la tentación de no sentarse a escuchar este tipo de diálogo porque siempre lleva más tiempo.
–¿Qué papel tendrá la juventud en este momento de nuestra historia?
–PR: Para mí ese es uno de los desafíos más grandes que tiene el Paraguay. O sea, el bono demográfico que se ha hablado mucho en los últimos diez años, significa que nosotros tenemos la gran responsabilidad de educar a esa gente, de incorporarlos a la economía, de incorporarlos en todos los aspectos que ellos puedan tener y eso se da en un proceso de cambio de era. Paraguay no vivió un proceso de industrialización, lo estamos teniendo quizás en los últimos años la posibilidad de que las celulosas se instalen en Paraguay. Es también otra gran oportunidad de vivir ese proceso de industrialización a gran escala, pero hoy tenemos que entender que el mundo va generando empleo a partir ya no del trabajo con las manos, que es lo que uno hace en la industria o en la agricultura, sino lo que tiene que ver el trabajo con la mente y con la inteligencia. O sea, la tecnología tiene que ser también un gran dinamizador del empleo porque es lo que el mundo está demandando en materia de empleo. O sea, el analista de datos, la gente que pueda trabajar con los temas que tienen que ver con inteligencia artificial, etc. Los programadores o los codificadores son los empleos más demandados y que no están siendo satisfechos a nivel mundial. Incluso que generan oportunidades para que los jóvenes de aquí puedan trabajar en otros lugares. Y ahí el tema central es un proceso de educación que requiere de una capacidad de poder dotar a la población de las habilidades necesarias en ese sentido. Obviamente que ese es un aspecto de la educación, no estoy hablando de todo lo que es la integralidad de la persona, pero en términos económicos asumir esa necesidad es central para el futuro del empleo en el Paraguay y en el mundo. Entonces creo que ese para mí es el gran desafío que se tiene con los jóvenes. O si no vamos a tener los nini (ni estudia ni trabaja) que se les llama.
–AG: Tanto en los padrones partidarios como el padrón nacional si reflejamos lo que dice la institución de estadística, ese grupo etario, por ejemplo, de 18 a 25 le correspondería más o menos un 20 o 23 % en el total de la población. En cambio cuando vas a los padrones te encuentras con que está entre 9 a 10 o 11 %, inclusive por departamento y todo eso. Es decir que la inscripción en sí, el interés en sí es muy bajo. Hubo, tratando de suplir un poco ese déficit, la famosa inscripción automática y de vuelta lo meten en el padrón, pero el joven no sabe, no le interesa, no le importa. Entonces termina en lo mismo. Si ya no tuvo el interés de inscribirse para participar, finalmente es al santo botón meterle en el padrón porque no está ahí el problema. Yo creo que la participación es baja. Yo siempre a los políticos que son mis clientes les suelo decir hablen de los jóvenes y del interés hacia los jóvenes y de la oportunidad para los jóvenes no para que el joven te vote, sino que para el padre venga a votarte.