Las lluvias de setiembre permitirán tener idea de cómo se presentará el fenómeno esta temporada, aunque se teme que los caudales sean elevados y que eso traiga complicaciones. Comenzaron ya los preparativos para eventuales emergencias si bien se entiende que se necesita más presupuesto y una articulación más afinada para asistir a eventuales damnificados por inundaciones y tormentas. En el agro mantienen la esperanza de que las lluvias ayuden a revertir tres años de sequías importantes. En el mundo se habla de la “era de la ebullición global” con la advertencia de que si no se detienen las emisiones de gases, todo será más caliente y extremo.
- Por Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos Archivo y AFP
Si bien su ingreso se prevé para setiembre próximo, el fenómeno climático ya viene mostrando lo que se aproxima. Para el hidrólogo Guillermo Achucarro, “el invierno caluroso que tenemos ya es una señal. Sabemos que va a durar toda la segunda mitad del 2023 y que van a haber más lluvias. Si habrá inundaciones o no, es difícil saber, pero se sabe que va a llover más”, comentó.
A su turno, Eduardo Mingo, director de Meteorología e Hidrología de la Dirección de Aeronáutica Civil (Dinac), dice que “el invierno “veraniego” no se lo podemos atribuir directamente, pero es la transición de una fase neutra. Hasta el primer trimestre de este año hubo La Niña, después vino una fase neutra y ahora estamos en la transición hacia El Niño, que se manifiesta con estas temperaturas elevadas con algunos golpes de frío”, consideró.
Mingo recordó que “la intensidad del fenómeno no está definida aún y recién cuando se establezca totalmente tendremos certeza, ya que puede ser débil, moderado o fuerte. Durará hasta el primer trimestre de 2024 y las zonas más afectadas serán el sur, el sureste del país, la capital y toda la Gran Asunción, donde se prevé mucha lluvia en poco tiempo, por lo que las inundaciones repentinas son probables, que son estas que provocan raudales que arrastran vehículos y esas cosas. También puede afectar a las zonas ribereñas”.
Por su parte, Achucarro entiende que, además del impacto cíclico del fenómeno, “hay que recalcar que esto se intensifica a partir de los fenómenos relacionados al cambio climático. Habrá un aumento de temperatura, habrá lluvias grandes en las que caen en dos días las cantidades de agua que a veces se dan en dos meses, y todo eso tiene una relación directa con el cambio climático”, apuntó.
AGUAS QUE AMENAZAN
Mingo señaló que “el tema a tener en cuenta es que si llueve mucho, sobre todo en la zona del Pantanal, ahí es donde tendremos la afectación estacional y puede generar inundaciones en los primeros meses de 2024″. Vale señalar que las inundaciones de los años 1982, 1983 y 1997 fueron producto de El Niño.
Para hacer frente a la situación, informó que “estamos en contacto sobre las medidas, con la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), todos tomando medidas, porque, por ejemplo, los cultivos tienen que ser más resilientes al alto contenido de humedad; hay que prever cómo llevar adelante las clases ante los avisos metereológicos y así nos vamos preparando. Nosotros somos un ente que da aviso, no podemos dar políticas para las acciones anticipadas, pero cada una de las instituciones van a tomar sus acciones”, señaló.
Achucarro considera que, además de las previsiones, “hay que hablar de cómo se están construyendo nuestras ciudades, sobre todo Asunción y la Gran Asunción, aunque también otras del país. Porque tenemos casos en que unas pequeñas lluvias hacen que las ciudades queden bajo agua, porque tienen cada vez menos capacidades de recibir lluvias”, apuntó.
Recordó que El Niño viene con “alta tendencia a las inundaciones y es posible que ocurra en alguna semana de aquí a fin de año”.
Para enfrentar esta situación, sugiere “mejorar toda la intervención estatal en lo que se refiere a los sistemas de alerta temprana, que es uno que permite saber cuándo, cómo y dónde ocurrirán los eventos climáticos extremos. Esto existe en el país, pero es bastante ineficiente porque hay una superposición de responsabilidades a nivel del Estado, donde básicamente podemos predecir mínimamente lo que puede llegar a ocurrir, pero no existe la capacidad de gestionar, resolver”, señaló.
DESAGÜES, PUNTO CLAVE
Achucarro entiende que “debe trabajarse desde una perspectiva estructural de construcción de ciudades. Hoy Asunción y la Gran Asunción están yendo en el sentido inverso de la solución multiplicando las estaciones de servicio o los supermercados en lugar de impulsar la construcción de espacios verdes y alcantarillados sanitarios y desagües que por lo menos puedan favorecer la circulación de la lluvia cuando cae en la ciudad”, apuntó.
“Es importante además la gestión de infraestructura, es decir poder gestionar la red vigente, porque el altísimo número de vehículos individuales es también un problema. Estamos yendo a la inversa de lo que se necesita ambiental o climáticamente en términos de infraestructura. Sufrimos las consecuencias de lo que se debería haber hecho hace 30 años, aumentar el presupuesto de las instituciones del Estado que se encargan de esta problemática, poner a las personas que saben a la cabeza y gestionar la infraestructura, principalmente los alcantarillados y desagües”, consideró.
¿BENEFICIOS PARA EL AGRO?
El presidente de la Federación de Cooperativas de Producción (Fecoprod), Alfred Fast, consideró que “El Niño es un buen año agrícola. Ahora lo que hay que cuidar un poco son las partes bajas en los campos, hay que cuidar un poco para implantar la soja”, sostuvo. Fast indicó que pueden darse inundaciones y por ello se recomienda sembrar un poco más tarde en el caso de los campos bajos y hacerlo cuando hay más calor.
“Yo, por ejemplo, voy a sembrar en noviembre o diciembre recién porque la semilla sale antes cuando hay un poco de calor”, expresó, pues si se hace en setiembre con el frío y en una zona inundable la semilla no terminaría de germinar. El representante del gremio añadió que en el Chaco son mejores los años cuando hay precipitaciones y que el productor es muy resiliente adaptándose rápido a estos cambios, que en el caso del fenómeno climatológico que se avecina puede significar abundancia con los debidos cuidados.
No obstante, advirtió que si las lluvias se dan durante la cosecha, sí se podrían tener pérdidas. Por eso habría que evitar sembrar todas las semillas al mismo tiempo y espaciar las siembras.
Las estimaciones para la campaña sojera 2023-2024 son positivas y apuntan a las 10 millones de toneladas, según había informado el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, lo cual resultaría en 1,2 millones más respecto a las 8,8 millones de toneladas cosechadas en la campaña pasada.
DE SECO A INUNDADO
El director de Unidad de Gestión de Riesgo del MAG, Edgar Mayeregger, afirmó que la producción agrícola viene siendo afectada por una sequía de más de tres años y que la llegada del fenómeno de El Niño podría ser manejable para la producción si ocurre de manera moderada.
“Estamos saliendo de un evento muy crítico de tres años. Tuvimos la suerte de que climatológicamente en los meses en los que se consolidaba la producción empezó a llover. Sin embargo, los problemas hasta ahora persisten por esa falta de agua. El deseo es que venga mucha lluvia, pero hay que ver de qué forma llega”, expuso.
Por su parte, Eduardo Sierra, asesor agroclimático de la Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), expuso que de cumplirse las perspectivas, en octubre se registrarían 300 mm en varias zonas de la región Oriental y hasta 400 mm en zonas puntuales del norte de este mismo territorio.
“La mayor parte de la región Oriental está con excesos, solamente el extremo norte y sur están dentro del rango normal”, mencionó Sierra.
En noviembre seguiría El Niño en el territorio nacional con mejores lluvias (75 a 150 mm). Se espera, además, un aumento de la temperatura. Al cierre de la primavera, volverían las buenas precipitaciones y el ascenso térmico, por lo que se registraría un óptimo balance en la humedad del suelo.
Para el verano 2023/2024, la perspectiva agroclimática señala un escenario de temperatura máxima moderada a causa de las precipitaciones. “Como va a haber más humedad en el suelo y nubosidad, no se dan los calores extremos”, resaltó Sierra. Hasta marzo las condiciones de humedad, temperatura y lluvias seguirían con normalidad, según las previsiones.
EL TEMOR DE UN SÚPER EL NIÑO
El cambio climático podría empeorar el impacto de El Niño, según muestran algunos estudios recientes, ya que uno de los subproductos del calentamiento global son las precipitaciones más extremas, que hacen que las temperaturas más cálidas puedan retener más vapor de agua en la atmósfera. Esto podría hacer que las inundaciones inducidas por El Niño sean aún más devastadoras generando lo que algunos expertos ya llaman Súper El Niño.
“La aparición de El Niño aumentará considerablemente la probabilidad de romper récords de temperatura y desencadenar un calor más extremo en muchas partes del mundo y en el océano”, dijo el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, Petteri Taalas.
La declaración de las Naciones Unidas señaló que esta situación “es la señal a los Gobiernos de todo el mundo para movilizar los preparativos para limitar los impactos en nuestra salud, nuestros ecosistemas y nuestras economías”.
La vuelta al mundo del calor del Pacífico Tropical
Cuenta Eduardo Mingo, director de Meteorología e Hidrología de la Dinac: “El Niño nace en el sobrecalentamiento de las aguas superficiales en el Pacífico Tropical en Perú y Ecuador. Se lo define técnicamente como ENOS (El Niño Oscilación del Sur), que tiene su fase caliente que es El Niño, una fría que es La Niña y hay una fase neutra también. Este sobrecalentamiento, o el sobreenfriamiento, genera una variación de la circulación general que hace que los vientos lleven calor y humedad a otras partes del planeta”, apuntó.
El Niño se da en promedio en períodos que van de los dos a los siete años, y los episodios suelen durar entre nueve y doce meses.
“En la temporada en la que empieza a manifestarse suele generar una variabilidad en la lluvia y temperatura. Los colegas del Pacífico Tropical hablan de que a partir de setiembre será la afectación, con lluvias por encima de lo normal, de mayor intensidad y puede que la acumulación que se dé supere lo normal”.
En estos días, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo que estábamos ante el inicio de la era de la ebullición global dando fin al calentamiento.
Mingo describe así la situación: “Se están dando picos, eventos extremos, no sé si llamarlo inicio de la era, porque los eventos se vienen dando desde hace 30 a 40 años. En algún momento en el hemisferio norte tuvieron grandes nevadas que derivaron en muertes de frío, afectación a los servicios básicos, entonces hay una fuerte variabilidad”.
No obstante, concordó en que “el calentamiento está adquiriendo valores más significativos en estos últimos años y es importante tomar conciencia y debe ser por eso que se le da ese nombre de ebullición global”. Luego sostuvo que “la cuestión es que influenciemos, sobre todo en los niños que se están formando, qué tipo de desarrollo queremos para mantener la calidad de vida del ser humano”.
Una estrategia para anticiparse
La ministra de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), Zuni Borja, coincidió con los expertos en que “en esta primera fase de este fenómeno, tenemos este invierno extraño, sin mucho frío, que ya es producto de la acción de El Niño”.
A fines de julio el organismo que conduce presentó la “Estrategia nacional frente a la amenaza del fenómeno climático El Niño”, atendiendo a que en los próximos meses la situación puede tornarse crítica tanto en el Chaco, especialmente en Bahía Negra, Puerto Casado y Puerto Pinasco, como también en Concepción y en los bañados Norte y Sur de la capital.
En las anteriores incursiones cíclicas del fenómeno, los desplazados por inundaciones llegaron a superar la barrera de las 200.000 personas para las que hubo que habilitar cientos de albergues, la mayoría en condiciones de precariedad, incluso en avenidas de la capital.
Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que 174.000 personas son afectadas por año por inundaciones, sequías e incendios forestales.”Es muy temprano, hay que ver la magnitud de las precipitaciones”, dijo Borja indicando que “con este plan pretendemos poner en alerta a las zonas de riesgo y ejercitar el trabajo interinstitucional con los ministerios, gobernaciones y municipios, siendo previsores para aplicar las medidas de mitigación, respuesta y rehabilitación de las áreas afectadas”, expuso.
Sobre las cuestiones presupuestarias, apuntó que “nos organizamos de manera de optimizar los recursos. Lo ideal es aprovechar cada recurso con que cuentan las instituciones, ya sean los diferentes ministerios que tienen asignado un monto para situaciones de emergencia, a más de los recursos de las gobernaciones y los municipios, que conforme a la Ley 2615 deben destinar el 5 % del presupuesto general de gastos anual a situaciones de emergencia”, indicó.
“Sumado a ello, nosotros contamos con el Fondo de Emergencia Nacional (Fone) y con base en todo ello debemos prepararnos, partiendo siempre de la peor premisa, para aguardar los mejores resultados”.
A renglón seguido explicó que se tiene un plantel de 640 funcionarios para actividad operativa y un plantel de capacitadores que “irán a cada departamento de manera de organizar los consejos departamentales de gestión de riesgo y reducción de riesgo de desastre. Pretendemos que cada zona tenga ya una estructura organizada y preparada y una ciudadanía consciente para afrontar los desafíos”.
Borja recomendó a su sucesor en el cargo que “es fundamental dar continuidad a aquellos planes y programas que favorecerán a nuestros compatriotas, así es que sea quien sea esté al frente lo importante es entender que las personas pasan, pero las instituciones quedan, y estas instituciones deben responder al servicio público y favorecer la calidad de vida de todos los paraguayos”.
Sin precedentes
En julio pasado, el Servicio de Cambio Climático Copernicus y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) reportaron la temperatura promedio global más alta desde que comenzaron los registros. Los científicos estiman que los niveles de calentamiento alcanzados durante las primeras tres semanas de julio no tienen precedentes en 120.000 años.
El 4 de julio de 2023, la temperatura global llegó a 17,18 grados Celsius frente al récord anterior de 16,92 grados Celsius registrado en agosto de 2016.
Los expertos advirtieron que el récord podría romperse varias veces más este año. Robert Rohde, de Berkeley Earth, dijo que el mundo “bien podría ver algunos días aún más cálidos durante las próximas semanas”.
Las altas temperaturas son consecuencia del uso desmedido de combustibles fósiles, recordó Petteri Taalas, secretario general de la OMM, asegurando que “el clima extremo que ha afectado a muchos millones de personas en julio es, por desgracia, la cruda realidad del cambio climático y un anticipo del futuro. La necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es más urgente que nunca. La acción climática no es un lujo, sino una obligación”.
Tras el Acuerdo de París, las naciones más ricas del mundo se comprometieron a entregar 100.000 millones de dólares al año a los países en vías de desarrollo para apoyar iniciativas contra el cambio climático. La financiación debería haber sido efectiva desde 2020, pero no sucedió así.