Paulo César López, paulo.lopez@nacionmedia.com - Fotos: gentileza
El 15 de julio de 1927 se registró un sangriento episodio que ha quedado casi en el olvido: la matanza de Puerto Pinasco. Al cumplirse 96 años de aquel hecho, conversamos con Andrew Nickson, autor de un artículo sobre este episodio poco conocido de la historia paraguaya.
En su artículo “Una historia olvidada. La matanza de Puerto Pinasco”, publicado en la revista Novapolis en octubre de 2013, el profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Birmingham reseña la historia de una huelga realizada en la taninera de la empresa norteamericana International Products Corporation (IPC) en la ciudad de Puerto Pinasco, departamento de Presidente Hayes.
La medida en reclamo de mejores condiciones laborales fue respondida con una represión que derivó en una cantidad de víctimas de al menos una docena de personas entre muertos y heridos graves, según Milda Rivarola, y más de veinte, según Juan Alfredo Ramírez, señala el autor.
Las versiones sobre el suceso indican que el levantamiento fue iniciado por los hacheros, los más explotados en la cadena de la industria del quebracho. Además de las mejoras salariales, jornada de ocho horas, derecho a la sindicalización y turnos rotatorios en la fábrica, los obreros también exigían terminar con el monopolio de la despensa de la IPC y su combo de “vales”, descrito con crudeza por Rafael Barrett como una estrategia de esclavización por deudas de los mensúes.
–Existe una controversia sobre la fecha exacta en que ocurrieron los acontecimientos. ¿Fue el 4 o el 15 de julio? ¿Por qué esta diferencia en el registro? ¿En qué se basa para sostener que fue el 15 de julio?
–Aunque no es cierto que “la prensa asuncena no se hizo en absoluto eco de estos acontecimientos”, según señala Milda Rivarola, debido a la gran distancia y pésimas comunicaciones al interior del país de entonces, solamente unas magras y muy distorsionadas noticias se filtraron en la capital sobre lo acontecido. Tres periódicos asuncenos de la época (El Diario, El Liberal y La Nación) reportaron sobre los “Sucesos de Pinasco”.
El Diario basaba su informe casi exclusivamente en las declaraciones de Eusebio Ayala, quien había viajado a Pinasco después de la matanza. Es en esta entrevista con Ayala en la que aparece una fecha exacta (15 de julio): “Los obreros no habían pedido ninguna modificación en las condiciones de trabajo, hasta después de descubrirse el complot. El mismo día de los sucesos, o sea el viernes 15, el administrador, Sr. Scott, recibió una hoja sin firma escrita con visible prisa pidiendo la jornada de ocho horas y otras mejoras”.
Por otro lado, en “Los sucesos de Pinasco” (La Nación, 21 de julio de 1927), se dice lo siguiente: “El gobierno está en el deber de investigar la verdad de los hechos ocurridos. En Puerto Pinasco se ha producido hace unos días una huelga”. Aun cuando es impreciso, “hace unos días” se aproxima más al 15 de julio que al 4 de julio.
Es probable que la fecha del 4 de julio se basa en los informes de la diplomacia francesa de la época (Perrot a Briand) citados en el excelente trabajo de Milda Rivarola “Obreros, utopías y revoluciones”.
Hasta ahora no existe una fuente definitiva sobre la fecha de la huelga y matanza de Puerto Pinasco. Esto refleja tanto la lejanía del lugar en esa época, pero también sigo teniendo la fuerte sospecha que la magnitud del mismo fue encubierta por razones políticas. Si tuviera que apostar, diría que fue el 15 de julio.
PUGNA INTERSINDICAL
–¿Cómo un episodio de esa magnitud pudo quedar en el olvido?
–Entre los factores figuran el obvio interés por parte de las autoridades de la época de tapar lo ocurrido, así como la lucha entre socialistas y anarquistas para el control del movimiento sindical en panales. Para 1927, el liderazgo nacional del movimiento obrero quedó firmemente bajo el control de socialistas, quienes se oponían al liderazgo de la huelga en Pinasco, de tendencia mayormente anarquista. Las escasas referencias a la huelga de 1927 en el segundo tomo de las memorias de Francisco Gaona, fuente principal de la historia sindical paraguaya, son muy llamativas.
Asimismo, a pesar de que cubre el período, el informe –de fuerte contenido antianarquista– presentado por Rufino Recalde Milesi a la Internacional Sindical Roja en Moscú, en el año 1930, no dice nada de Puerto Pinasco. A esto hay que añadir la tradición básicamente oral del pueblo rural de entonces, cuyo idioma fue en un casi cien por ciento el guaraní. Pero aun así, llama poderosamente la atención que la llegada de aproximadamente 500 personas (entre huelguistas y familiares expulsados) en el puerto de Asunción a los pocos días de la tragedia no despertó eco alguno en la prensa local. A mi parecer, el hecho de que los periodistas de la época no hayan buscado testimonios “de primera mano” al entrevistar a los recién llegados nos habla a montones acerca de la enorme brecha social entre la intelectualidad asuncena y el pueblo en ese entonces.
Existe poca información acerca del génesis de la protesta de 1927, aunque probablemente fue liderada por los hacheros, los más explotados del personal, a quienes se les pagaba por destajo, a través de terceros, y con mucha demora. Los huelguistas marcharon al puerto, donde consiguieron la solidaridad de los obreros de la fábrica y del puerto. Sus demandas fueron la apertura del puerto, atención médica a sus familiares y un aumento salarial. Al ser negados sus reclamos, como medida de protesta ocuparon la usina y la comisaría, amenazando con incendiar los depósitos.
La respuesta de la gerencia fue contundente. El comisario local, que en la práctica actuaba como funcionario de la empresa, mandó apresar a los líderes de la “comisión directiva” de la huelga. Pero al serle imposible realizarlo, la empresa envió un mensaje por código Morse pidiendo auxilio del cuartel de Concepción, que envió un pelotón de 30 a 35 soldados quienes, en su intento de desocupar el puerto, ametrallaron a los huelguistas.
También hay una clara explicación política de autocensura por parte de la prensa asuncena, que destapa una carta con fecha 20 de julio de 1927 del cónsul francés en Asunción, Monsieur G. Perrot, dirigida al Ministerio de Relaciones Exteriores en París sobre lo acontecido en Puerto Pinasco. La misiva destaca el hecho de que la prensa haya seguido las instrucciones del Gobierno de no hacer ruido sobre el tema y haber demostrado un ejemplo de disciplina periodística.
–¿Sabe de otros dirigentes, además del obrero Esteban Cardozo y el argentino Benigno Castaño, que hayan participado de la huelga?
–Hubo una creciente militancia de los sindicatos a partir de la segunda década del siglo veinte. El caso más emblemático fue el de los obreros marítimos, cuyo sindicato –la Liga de Obreros Marítimos del Paraguay (LOMP)– fue, sin duda, el más organizado y más fuerte. Como parte de ese auge, una serie de grandes huelgas ya habían sacudido antes a Pinasco –en 1913 y en 1922/23– cuando hasta se fugó el comisario Wagner y se instaló en su reemplazo una guarnición militar a cargo de un mayor Barboza. Todas estas luchas apuntaban a la introducción de derechos laborales básicos, tal como las ocho horas diarias (en vez de las doce horas que fue la norma en la fábrica).
Como nos recuerda Milda Rivarola, el segundo quinquenio de la década de 1920 también fueron años de creciente “contestación al orden liberal” y no es de sorprender que, a pesar de su lejanía, estos nuevos vientos hayan soplado también en Puerto Pinasco. No hay que olvidar que el plantel de personal de IPC –en el puerto, la fábrica, el ferrocarril y los hacheros contratados en los obrajes– era del orden de 3.000 personas, de lejos el mayor empleador en todo el país y se estima que la población total de Puerto Pinasco rondaba los 14.000 habitantes.
LOS “VALES”
–En su artículo menciona que uno de los motivos de la rebelión fue el sistema de “vales”.
–Además de la lucha por las ocho horas de trabajo, una reivindicación constante fue la apertura del puerto y el libre ingreso de vendedores de productos básicos para competir con el monopolio ejercido por la despensa de la empresa, que explotaba al personal mediante el sistema de compra con “vales”. Pero en su afán de mejorar sus condiciones, los obreros tropezaban con la férrea negación de IPC, durante décadas, de reconocer un sindicato.
La IPC solía contratar a “cowboys” norteamericanos, en muchos casos con antecedentes criminales en su país de origen, tal como relata el testimonio de C. W. Thurlow Craig, aventurero inglés y exempleado de la empresa en Puerto Pinasco. Es muy probable que el comportamiento de los gerentes y subgerentes extranjeros hacia el personal local fuera fuertemente influenciado por el racismo y sentido de superioridad anglosajón, propio de la época. Esta cultura empresarial de capitalismo salvaje habría inculcado una actitud intransigente respecto a las demandas laborales.
–Qué rol cumplieron Eusebio Ayala, funcionario de IPC, y Eligio Ayala, entonces presidente de la República.
–Dos aclaraciones. Primero, que los dos Ayala (ambos liberales) no fueron parientes, tal como se suele decir. Segundo, Eusebio Ayala –presidente de la República entre noviembre de 1921 a abril de 1923, además de ser rector de la Universidad Nacional –en el momento de la tragedia en julio de 1927 siguió ocupando al mismo tiempo el cargo de vicepresidente de IPC y de director regional en Asunción. De hecho, esa misma noche él viajó a Pinasco y sus declaraciones al regresar formaban la base de la escasa memoria colectiva de lo que pasó. Pero la veracidad de sus declaraciones a la prensa es muy cuestionable. Ayala habla de un duro enfrentamiento, pero no menciona en absoluto la existencia de muertos. Además, dice una barbaridad, que “no fue una huelga, sino un atentado anarquista frustrado” y vuelca toda la culpa a un “grupo de exaltados liderado por un individuo de nombre Benigno Castaño, desertor del Ejército argentino”.
En fin, es entendible que destacados liberales de la época hayan tratado –con mucho éxito– de encubrir la matanza de Puerto Pinasco. No es difícil imaginar que un arreglo privado entre Eusebio y Eligio –respectivamente el principal director local de la empresa y el jefe de Estado– explique el porqué nunca hubo una investigación oficial acerca de la matanza, el porqué ningún policía fue arrestado por la matanza y el porqué la misma IPC nunca recibió ni una amonestación por lo ocurrido.
–¿Qué datos se tienen sobre Mr. J. H. Scott, gerente de la empresa durante la matanza?
–Del gerente Scott, de nacionalidad canadiense, se sabe poco. Después de la matanza, el conflicto laboral en Pinasco seguía siendo tirante. En una posible represalia, el 1 de diciembre de 1929, el Dr. MacDonald, un médico inglés recién llegado para trabajar en la empresa, murió en una emboscada en compañía de Scott, en las afueras del puerto, cuando inspeccionaban un obraje. Se supone que la bala, tirada por desconocidos desde un bosque, fue dirigido a Scott. Aun así Scott se quedó por muchos años más en Pinasco, dejando el puesto y despidiéndose de Pinasco finalmente el 26 de julio de 1939.