En un diálogo musical con Augusto dos Santos en el programa “Expresso”, emitido por GEN/Nación Media, Ismael Ledesma nos acercó un poco más al cielo con sus celestiales melodías en arpa paraguaya. El reconocido músico compatriota comparte una historia que no es precisamente la de un adolescente que soñaba con ser un artista famoso, sino de un niño que muy pronto tuvo que asumir el papel de adulto como músico profesional y sus sueños juveniles pasaron más bien por el fútbol, llegando incluso a jugar en primera. Conozca la fascinante historia de este genio de la música, quien con casi seis décadas de carrera deja en lo más alto el nombre de nuestro país alrededor de todo el mundo.
Fotos: Cristóbal Núñez
–ADS: Dijiste alguna vez que el arpa es un instrumento celestial.
–IL: El primer arpista fue David, el que representaba al arpa en esa época antigua. Es un instrumento espiritual y que te hace evadir hacia arriba.
–Después una maravillosa historia del arpa viajando a América y el arpa cuidada por los jesuitas.
–El arpa llegó como otro instrumento. No tenía la forma actual. El arpa barroca fue traída por los jesuitas y enseñaron a los indígenas en las misiones jesuíticas y los primeros que aprendieron a tocar el arpa fueron los guaraníes.
–¿Cómo se fue dando la transición?
–Y fue expandiéndose hacia el campesinado, que se apropió del arpa y lo volvió popular. Entonces primeramente lo que enseñaban los músicos jesuitas era la música de Europa, pero cuando se volvió el arpa campesina empezaron los compositores a crear música y de esa manera la volvieron criolla hasta llegar a la forma actual, que es el arpa popular paraguaya.
–¿Cuál es la diferencia principal entre el arpa original y el arpa después llamada paraguaya?
–El arpa antigua era chiquitita y se hacía con madera de allá. Después se fue transformando. Aquí se fue fabricando con maderas diferentes, como guatambu, hasta llegar a esta forma que empezó primero con 20 cuerdas y después con 32 y después de a poco las cuerdas también fueron cambiando. Eran de tripa de gato, de tripa de cerdo, hasta que en los años 50 se adoptaron las cuerdas de nylon. Es largo de explicar, pero el proceso es así. Lo estoy contando de manera más rápida porque el proceso tiene como 400 años más o menos en América. La madre del arpa paraguaya es el arpa bárbica, el arpa barroca, y después están las arpas celtas, las arpas clásicas y las arpas indias, como llamaban aquí en América Latina.
–¿Cuál es la mejor madera para el arpa?
–Actualmente es el pino, que viene de Canadá, y el cedro también. Las dos maderas actualmente hacen que el arpa tenga mayor sonido. La madera tiene que ser fina para que los sonidos traspasen la caja de resonancia. La particularidad del arpa paraguaya es que los sonidos salen por todos lados, salen de la caja de resonancia y también de las partes de las cuerdas.
UN INSTRUMENTO COMPLETO
–Aún hay diferencias obviamente entre el arpa europea y el arpa paraguaya.
–El arpa paraguaya tiene su técnica, su manera de afinar. Tiene cinco octavas, está caracterizada por los agudos, los medios y los graves. Es un instrumento muy completo porque tiene tres partes. Uno puede utilizar la parte aguda y el otro para hacer la melodía, los medios para hacer las armonías y los bajos para hacer el acompañamiento.
–¿Es muy dramática el arpa?
–Puede ser dramática según quien lo toca. Yo personalmente la utilizo como expresión y cuento mi vida con el arpa.
–En una entrevista escuché que explicabas que el arpa europea se toca con la yema de los dedos, pero el arpa paraguaya con la yema y la uña para darle mayor viveza quizá.
–Sí, exactamente. El arpa clásica y celta se toca con la yema de los dedos y tiene una sonoridad diferente y lo que nos hace particular a nosotros los arpistas latinos y paraguayos es que tocamos con las uñas y en mi caso yo toco con el rostro. Le doy la fuerza, la potencia con la yema y lo resbalo un poquito para darle claridad. Esa es mi particularidad y algunos tocan netamente con las uñas. Ahora hay cambios también en Europa porque como ya nos conocen quieren también tocar como nosotros.
–Había un señor que se llamaba Félix Pérez Cardozo. ¿Qué representa para vos?
–El padre de todos nosotros. Gracias a él somos todos arpistas, porque él fue el que inspiró a ser arpista. Fue un hombre inteligente que hizo evolucionar el instrumento hasta volverlo muy musical y muy poético. Entonces representa lo máximo para todos los arpistas.
–¿Y Luis Bordón?
–Luis Bordón es también mi gran referencia por la calidad de sus interpretaciones, la claridad de su manera de tocar. Eso fue lo que marcó mi manera de tocar y bueno, hay arpistas para todos los gustos. Está el showman, está el que es poeta, está el que da prioridad a la música. Yo soy de los que cuentan una historia con el arpa, soy de los que da importancia a cada cuerda. Cada cuerda tiene su sonido y esa es la escuela de Luis Bordón.
NACIDO EN UNA ORQUESTA
–Vos técnicamente naciste en una orquesta.
–Así es. Mi padre y mi madre eran músicos. Mi padre arpista y mi madre cantante y guitarrista. Entonces, ya en el vientre de mi madre estaba en el escenario. Entonces eso siempre me contaba mi madre. Ellos desarrollaron su carrera en Buenos Aires. En los años 60 iban y venían a Montevideo. Yo nací en medio de una orquesta porque siempre había reuniones de músicos en la casa y estuve siempre rodeado de música.
–¿Llegaste a participar ya de niño en los viajes?
–Sí, yo viajaba ya desde el principio. Es algo muy fuerte en mi vida porque hasta hoy recuerdo esos viajes en tren desde Asunción hasta Encarnación. Luego se cruzaba en balsa. El viaje duraba dos días, pero para un niño era como un sueño. Yo siempre estaba al lado de la ventana y ahí empecé yo a soñar. Empecé a mirar la luna, a analizar diferentemente la vida.
–¿Había guitarreadas en el tren?
–No recuerdo música en el tren, pero sí recuerdo la compañía de mi padre y mi madre y ese ambiente de antes que paraba en cada estación y subían las chipas, subía la sopa paraguaya. Hasta los siete años viví esa situación y lo recuerdo perfectamente.
–¿Cuándo fue que te enamoraste del arpa?
–A los cinco años, cuando mi papá practicaba, yo me acercaba a él y al arpa y ponía mi oído sobre la caja de resonancia. Me atraía mucho ese sonido, el sonido que venía del interior y me hechizaba por ejemplo un sonido y le pedía a mi papá que me enseñe y así empezó todo a los cinco años, una tarde de 1967, hasta eso me acuerdo.
–Desde los cinco años aprendiendo a tocar el arpa y esa historia tiene cuántos años.
–Tiene 56 años.
–En algún momento lograste perfeccionar tanto que siendo muy pequeño ganaste un premio.
–Sí, yo ya era como un reemplazo de mi padre. Él falleció cuando yo tenía 10 años. Mi madre se quedó sin arpista y entonces lo reemplacé como se dice. Mi madre me acompañaba en todos los festivales escolares. Yo participaba en esos festivales donde había premios y gané a la edad de 12 años un festival en la Escuela República de Venezuela, que está sobre España, organizado por el Consulado de Chile. Gané un primer premio en la interpretación y esas son motivaciones muy importantes para poder seguir después.
–Habrá sido muy duro para vos ese momento en que no se trataba de un simple reemplazo, sino de la partida de una persona muy importante.
–Son cosas de las que yo no hablo mucho porque son también cosas dolorosas. Es verdad que no tuve padre prácticamente. Recuerdo a mi padre por la enseñanza del arpa, pero luego hay un poquito de dolor en nuestra familia y mi madre sufrió. Son cosas dolorosas, pero lo soporté y me hizo más fuerte.
EVASIÓN
–¿Tu niñez se detuvo?
–Me arreglé porque me volví adulto muy rápido porque yo vivía en el mundo de adultos desde muy niño y no era el mundo donde yo quería estar, pero prácticamente estaba obligado porque como yo tocaba el arpa y además en esas épocas las serenatas eran hasta las 2 o 3 de la mañana. Después me iba a la escuela a la mañana, pero lo hice y queda como un recuerdo fuerte, un recuerdo finalmente positivo que en su época era negativo, porque yo no podía ir a jugar con los otros niños. Mi vida era más más digamos en el silencio y estaba yo siempre detrás de mi mamá, entonces esa era mi vida.
–Aun así quizás como un escape llegaste al fútbol casi profesional.
–Mi madre tenía que trabajar de día y entonces yo administraba mi tiempo solo todos los días y la calle era algo muy importante para mí. Antes se jugaba pelota enfrente de la casa y ahí aprendí a jugar fútbol con mi compañero, con mis vecinos y eso me hizo que ame yo el fútbol y que sea también una escapatoria para mí, porque era muy importante para mí tener una escapatoria de ese mundo muy adulto y empecé a jugar en los clubes infantiles, en el club Fernando de la Mora en la Segunda División, en el Olimpia un poquito. Después el último club que tuve antes de partir de Paraguay fue el club Presidente Hayes.
–¿Llegaste a jugar en primera?
–Sí, en los dos equipos. A los 16 años jugaba en Primera División en Fernando y a los 17 jugué también en Presidente Hayes. A los 18 años decidí cambiar mi vida y tuve que elegir.
PERSONALIDAD LATINOAMERICANA
–Fuiste distinguido por parte de nada menos que el Congreso de Francia.
–Sí, fue una gran sorpresa para mí porque ellos consideran también que un artista extranjero aporta a su país. Entonces, me tenían había sido bajo la lupa y veían mis acciones como artista y nació esta distinción como personalidad de América Latina en Francia.
–¿Hace cuánto tiempo estás residiendo en Francia?
–Hace 41 años, fui en 1982.
–¿Allá fuiste a la escuela de música?
–Así es. Yo llegué invitado por un tío que ya era músico instalado allá desde los años 70 y él me propuso. Me hizo la invitación y empecé lógicamente a estudiar primeramente francés. Fui a la Alianza Francesa, estudié un tiempito ahí y luego estudié música en un conservatorio que se llama Alfred de Vigny. Entonces hice las dos cosas en al mismo tiempo y me quedé trabajando también. Fue un sacrificio porque hacer esas tres cosas no era fácil.
–Después hiciste algo en La Sorbona.
–Sí, más adelante perfeccioné la lengua y también me interesa mucho la literatura francesa. Entonces tuve que entrar en la Universidad de La Sorbona para especializar mis conocimientos de francés y también entender el francés. Hay una materia muy importante en la universidad que se llama Civilización Francesa. Eso fue lo que más me ayudó. Después estudié la fonética y eso me permitió que yo esté de igual a igual con el francés.
INFLUENCIAS
–Cuando creás, ¿sigues creando en paraguayo?
–Tengo mucha raíz paraguaya, pero tengo la capacidad sin ser pretencioso de poder crear también en otro género y entonces mezclo. Tengo influencias de la música flamenca, del jazz, del rock. Esas son las músicas que me gustaban a mí. Entonces yo hice una mezcla y también me inspiran mucho los lugares donde voy. Por ejemplo, si voy a Iraq y hay un instrumento que me gusta, entonces incorporo ese instrumento para darle un color iraquí. Cuando estuve en Grecia, en Líbano o en Israel, esos países me inspiraron, sus músicas me inspiraron también para componer.
–Sos tan estudioso que hace años descubriste tu raíz chamacoca.
–Es una parte que me hizo comprender muchas cosas. Me decían siempre que el indio guaraní no es un combatiente, es un hombre tranquilo, pero yo no soy así. Tengo esa parte, me gusta la tranquilidad, me gusta todo lo que sea naturaleza, pero la parte guerrera que tengo descubrí que mi papá tenía origen chamacoco. Mi abuela era hija de un chamacoco.
–¿Quién es Flores para vos?
–José Asunción Flores para mí es un luchador incomprendido y a veces uno se siente en su lugar. Yo lo comprendo y trato de luchar para no justamente morir en el exilio. Estoy haciendo lo máximo para poder volver, porque es muy duro querer volver a tu país y no poder. José Asunción Flores para mí es un genio musical y un referente como combatiente, como luchador. Tomó el riesgo de componer, de crear y de ser maltratado.
–Todavía le debemos en este país un estudio más acabado y un homenaje.
–Para mí con Agustín Barrios, los más grandes creadores internacionales. Estos dos artistas fueron los primeros que salieron afuera y empezaron su arte.
IDENTIDAD MUSICAL
–Decías que hubo una primera camada de músicos latinoamericanos que hacían música latinoamericana, pero lo tuyo es mucho más música de autor.
–Yo hice todo lo que tenía que hacer. Entré en el circuito latinoamericano, experimenté, aprendí mucho, aprendí otras músicas de otros países latinoamericanos. Pero luego aposté a mis propias obras y empecé a desarrollar prácticamente mi carrera basada en mis obras y también con ese toque paraguayo, lógicamente con la cultura paraguaya y el repertorio paraguayo. Entonces en todos mis espectáculos es más con base mía. Más se me conoce como Ismael Ledesma que como artista paraguayo, entonces es una gran victoria.
–Sería más fácil preguntarte en qué lugar del mundo no estuviste.
–Desde muy joven empecé a viajar. Estuve por toda Europa, los países del Oriente. Yo estuve detrás de lo que hizo Luis Alberto del Paraná. Hubo muchos grupos, Los Amigos Paraguayos, Los Fabulosos Paraguayos. Hice parte también de esos grupos que me permitieron primeramente conocer esos países y conocer el sistema hasta que después del 84 yo empecé a tener mis propias relaciones. Empecé a tener mánager. Entonces ya empecé a ser contratado como solista. Empecé también en los hoteles.
EXPERIMENTACIÓN
–Hiciste toda la conscripción.
–Trabajar en los hoteles me dio mucho que reflexionar porque estaba solo y prácticamente es ingrato. Porque uno está en un hotel cinco estrellas, pero nadie te escucha. Es como poner un disco. Entonces yo luché contra eso para poder crear, entonces experimentaba mi obra en esos lugares.
–Paraná fue muy importante para abrir un camino en Europa, ¿no?
–Para todos los paraguayos y para muchos latinos, pero sobre todo para los paraguayos.
–Te quiero preguntar sobre Japón, porque hay un momento especial en tu vida cuando hay una especie de flechazo entre el arpa paraguaya y Japón, entre Ismael y Japón.
–Yo conocí a Lucía Shiomitsu, que es una artista japonesa que vino a Paraguay a estudiar, que vivió en Paraguay. Vino acá y se llevó con ella el arpa paraguaya. Ella siempre apreció mi trabajo. Entonces ella creó un festival que se llama Arpegios de Primavera en Japón y tiene muchísimos alumnos y creó prácticamente un mercado para el arpa paraguaya. El primer escalón lo pasé con ella, me invitó a su festival y luego ya me vieron otros y ahí se encadenaron las cosas.
–En Japón se enamoraron del tango también en un momento.
–Los japoneses son expertos en, ¿cómo se dice?, no en copiar, sino en adoptar y asimilar perfectamente lo que aprenden. Conozco artistas que tocan mi música y ya no me doy cuenta si soy yo o es ella. Entonces tienen una capacidad de asimilación muy fuerte, son muy músicos y muy atentos también en los conciertos.
–¿Te dedicás a enseñar?, ¿a dar talleres?, ¿a conversar con la gente?
–Lo que hago es un masterclass. Pienso que yo puedo enseñar ya a artistas confirmados, lo que puedo enseñar es una técnica nuestra y enseño en los conservatorios donde hay alumnos de arpa celta y clásica y ahí yo enseño, pero no soy profesor particular.
POSPANDEMIA
–¿Cómo está en este momento el arte en Europa?
–Todavía hay un mercado para todos, pero se está reduciendo por este fenómeno mundial. La verdad que la música se está volviendo prácticamente no audible. Se escucha en los iPhones, se escucha en los aparatos, entonces se está perdiendo un poquito la esencia. La pandemia también hizo mucho daño. Se cerraron los teatros durante mucho tiempo, se cerraron los lugares de trabajo para nosotros, los centros culturales y ahora de a poco de nuevo se está reabriendo y hay una demanda. De nuevo se quiere reaprender lo que se olvidó y ahora estoy haciendo algo muy interesante, que estoy tocando en las escuelas y en los colegios, y eso ayuda a que el alumno tenga un contacto con un artista que toca una música acústica.
–Dijiste pandemia. Estuviste dulcemente atrapado en Paraguay.
–Sí, fue algo simpático y triste porque estar atrapado en tu país es algo raro ¿no? Yo tendría que estar feliz de estar en mi país. Estuve feliz de estar en mi país, recibí la solidaridad de mucha gente, pero estaba lejos de mi familia. Entonces eso era un factor que a mí me afectaba un poco. Me quedé dos meses y medio y por suerte hubo un vuelo humanitario que pudo llevarme nuevamente hacia allá con mi familia.
–Aprovechando que jugaste fútbol y sabés lo que son las divisiones, ¿cómo ves las juveniles en materia de arpa en Paraguay?
–Hay muchísimos nuevos artistas, talentos extraordinarios. Yo no puedo hacer masterclass en Paraguay, por ejemplo, porque son todos maestros, son todos grandes artistas. Y los jóvenes actualmente tienen más suerte que nosotros, porque aquí ya se puede estudiar, por ejemplo, música, solfeo o teoría. Entonces es un aporte suplementario al músico. Veo una buena camada de nuevos artistas. Nuestro problema es el mercado acá, pero hay muchísimo talento.