La propuesta artística de Félix Toranzos manifiesta algunas afinidades e inquietudes que son características mantenidas a lo largo de su obra: el claro apasionamiento hacia la pintura y el dibujo, el aprecio a los detalles arquitectónicos y la evocación del deterioro de los bastimentos a través del tiempo, el manejo del objeto como cultivador de sensaciones y la apropiación estética de detalles de íconos históricos.
- Por Alban Martínez Gueyraud
- Fotos Gentileza
La línea que sostiene el vacíoLa propuesta artística de Félix Toranzos manifiesta algunas afinidades e inquietudes que son características mantenidas a lo largo de su obra: el claro apasionamiento hacia la pintura y el dibujo, el aprecio a los detalles arquitectónicos y la evocación del deterioro de los bastimentos a través del tiempo, el manejo del objeto como cultivador de sensaciones y la apropiación estética de detalles de íconos históricos.
Siguiendo con su lenguaje, aunque con renovadas exploraciones, Toranzos presentó en la galería Matices de Asunción una exposición individual titulada “La línea que sostiene el vacío”, que estuvo abierta hasta el pasado 14 de julio. La muestra reunió un conjunto de obras recientes que podríamos agruparlas, de acuerdo a técnicas y soportes, en cuatro colecciones. La primera, formada por dibujos en grafito y en tinta sobre papel y cartulina; la segunda está compuesta por pinturas sobre telas y cartulinas recicladas; la tercera concentra impresiones digitales intervenidas por el artista (realizadas sobre papel, cartulinas y telas); y la cuarta y última colección reúne piezas objetuales –unas creadas por el artista y otras que constituyen objetos y elementos arquitectónicos encontrados–.
Tanto en las obras como en las propuestas de instalaciones objetuales de esta muestra se perciben tres características significativas que, a modo de aproximación interpretativa, merecen ser comentadas. La primera es que muchos de los detalles y motivos representados en los trabajos expuestos pueden ser intuidos, a primera vista, como fragmentos reinterpretados de obras (especialmente de grabados) del reconocido artista y maestro neerlandés Heindrick Goltzius (Alemania, 1558 - Países Bajos, 1617), significativo referente del arte manierista europeo. Toranzos recurre a Goltzius una y otra vez y de diversas maneras. Es un pretexto y un medio para ejercitar la mano (como lo hacía el mismo Goltzius desde sus expresiones plásticas) y, a través de las obras generadas, trabajar sobre la memoria, el tiempo y el cuerpo y sus representaciones a partir de la evocación al sesgo de temas clásicos, arquitectónicos, mitológicos y existenciales.
ENCANTAMIENTO
En un comentario reciente, Toranzos dice: “Mi encantamiento con Goltzius fue a partir de un primer encuentro con la reproducción del dibujo de su mano derecha, realizado por él mismo en 1588, en un gran libro comprado en Buenos Aires en 2017″. Esa asombrosa representación realista, efectuada a partir de líneas exactas y minuciosas, es conocida como “La mano lisiada de Goltzius”.
Es oportuno recordar que, siendo niño, Goltzius sufrió quemaduras en un incendio, que provocó daños a su mano derecha y le dejó los dedos levemente encorvados. Curiosamente, esta lesión le permitiría tomar con más facilidad el buril y trabajar de manera más precisa las líneas curvas. Por otra parte, ese hecho generó que prefiriese grabar con la mano derecha y dibujar con la izquierda a fin de potenciar y diversificar sus líneas expresivas.
Estas peculiaridades, condiciones y destrezas de las manos de Goltzius resultan, paradójicamente, significativas en este contexto, teniendo en cuenta que para Toranzos, ante ciertas dificultades motoras en esta etapa de su vida, las técnicas del dibujo y la pintura (en especial las del dibujo), aplicadas en los trabajos realizados para esta muestra, le han servido como herramienta terapéutica y han hecho que mejorase notablemente la movilidad de sus manos y brazos, y lograse asimismo potenciar la expresividad de sus líneas, elementos fundamentales para plasmar las composiciones/representaciones presentadas.
Podríamos decir que la obra de Toranzos nos acerca a Goltzius; pero también a Peter Greenaway, en el modo en que este director de cine galés retrata al artista neerlandés en la película “Goltzius & the Pelican Company” (2012), así como por las semejanzas que derivan del tratamiento e importancia que da a la narración de la memoria y las representaciones del tiempo y el cuerpo humano a través de la construcción de sus imágenes, caracterizadas por generar notables connotaciones.
En ese orden de cosas, Toranzos, a su vez, se aproxima más a Greenaway si tenemos en cuenta que el cine de este es una suerte de manifiesto pictórico, un compendio de reflexiones y búsquedas en torno a la representación y el lenguaje, aunque no precisamente dentro de los enunciados cinematográficos, sino a través de concepciones y criterios estéticos ligados más a signos artísticos y arquitectónicos, en especial los de la pintura, ya que Greenaway antes que cineasta fue y es pintor.
CARÁCTER NARRATIVO
Un segundo aspecto explicativo radica en que las obras expuestas presentan un marcado carácter narrativo. En efecto, aunque en ellas aparecen, al inicio, detalles formales que nos conducen a estampas de Goltzius, los conceptos y el tiempo son otros: los asumidos por la memoria, el diálogo entre composiciones/representaciones, los espacios libres y las variadas narraciones que Toranzos sugiere. Por ello, en estas obras sobresalen también otros recursos y referentes clásicos e iconográficos muy propios de su universo creativo: citas de elementos de obras pertenecientes a otros artistas y arquitectos, como Alberto Durero, Félix de Azara o Andrea Palladio; fragmentos de obras renacentistas y alusiones a la Capilla Sixtina y al hombre de Vitrubio; reinterpretaciones de la figura humana, así como de la geometría sagrada, la proporción áurea y los sólidos platónicos o poliedros convexos; caligrafías hechas a mano con plumas o carbonillas; perfiles de mapas y tipografías antiguas, de globos terráqueos y mapamundis; referencias a personajes de mitos clásicos; alas y elementos de medición del tiempo, como metrónomos y relojes de arena, entre otros.
Así, sus composiciones/representaciones y objetos –conformados unos por imágenes fijas, otros por imágenes que sugieren movimiento– están dispuestos estudiadamente en torno al espacio y aluden a la relación del ser consigo mismo, con las últimas vivencias e indagaciones del artista, pero también con su entorno cotidiano, afectivo, social, cultural, transitorio.
En el conjunto de obras expuestas, las imágenes fijas, como si se tratara de un contrasentido, son las que invitan al movimiento de nuestra mirada, a recorrerlas en cada detalle para percibir su máxima definición, sus líneas principales. Mientras que las imágenes que insinúan cierto movimiento, por el contrario, nos fuerzan a cierta quietud, a una mirada global, pues la observación del detalle nos distrae de su relación con las otras figuraciones y de su desarrollo temporal; es decir, el relato.
Es así que al recorrer la exposición puede tenerse la sensación de estar observando una novela visual, una sucesión de apartados y crónicas percibidas a través de imágenes variadas (fijas y/o en movimiento); o quizá dicho con más propiedad, una indeterminada mixtura de relatos interconectados. Podemos imaginarnos asimismo que, como toda experiencia narrativa, sus obras parecen contar historias orientadas hacia el pasado, pero también y al mismo tiempo hacia el devenir y el futuro, tan lejano que aparenta disiparse.
El mismo Toranzos señala: “Muchas veces, al trabajar sobre estas obras, cuando la experiencia o una situación quiere ser narrada de manera plástica, algo importante de ella deviene fantasía. Abriéndose así, ineludiblemente, a múltiples significados posibles para el espectador”. Cabe imaginar que lo que Toranzos escudriña con sus narraciones es que, en definitiva, cada composición/representación y objeto puede suscitar en el espectador lecturas plurales, ya sea por la aceptación de una conexión constante, por asociaciones casuales o por un simple sentido personal.
ESTÉTICA ORIENTAL
El tercer atributo hermenéutico está relacionado con el título de la muestra: “La línea que sostiene el vacío”. Tal aspecto radica en que su obra inviste algo aproximado a la estética oriental –por ende al budismo zen– en cuanto a la idea de vacío como plenitud y la importancia de la línea como primer elemento constitutivo de valor estético.
Para Toranzos, en estos últimos trabajos las nociones de espacios libres y figuraciones se equilibran en torno al vacío, como proceso simultáneo de interiorización y totalización. Afirma el artista: “El vacío en esta exposición puede entenderse como una suerte de aglutinante que liga las diferentes partes que la constituyen para que estén en consonancia”. De esta manera, el artista, en sus composiciones/representaciones, asigna un protagonismo a los espacios no dibujados/pintados, ya que tales vacíos actúan como nexo entre los motivos representados, respaldados por las líneas; recurso que amplifica la capacidad de sugerencia.
Pero esa idea del vacío también se extiende al espacio; se proyecta a los objetos, a todo el ámbito expositivo de la muestra. Recordamos a Heidegger, que en consonancia con ciertos pensadores orientales había señalado: “Si entendemos el vacío como un concepto espacial, debemos decir que el vacío de este espacio es eso-que-crea-espacio (das Einräumende), eso que recoge todas las cosas”.
Por último, la mano del artista –como la de Goltzius–, un pantaculum (un pequeño todo) que sintetiza sus más destacadas características psíquicas y espirituales, es la que genera el trazo: la línea que crea formas en el espacio blanco y, en un plano metafórico, anima esas formas. La línea de Toranzos es la que, alrededor de sus pensamientos, hace posible que fondo y figura acaben entrelazándose en un vínculo signado por la incertidumbre y asistido por el vacío en su condición más flexible e íntegra. El vacío es, en conclusión, aquello que permite a la línea crear y expresar, interrelacionar los diferentes elementos presentes en las obras y en los objetos a través de la puesta.