Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com
Hoy Toni Roberto nos lleva a una segunda parte de “El barrio de los Pistilli” a partir del encuentro entre una foto familiar y una poesía urbana de Fernando Pistilli, de su libro “Fragmentos de Arturo”, que le obsequia después de la primera publicación dedicada a historias de la creación del Monumento al Arpa de su hermano Juampi.
El rigor hacía el trabajo de unos padres de origen italiano llegados a una Asunción semipueblerina de principios de los años 20 y la férrea disciplina de siete hijos que vivieron entre el estudio y el trabajo en una legendaria mimbrería de la esquina de EE. UU. y Azara, cuyos rastros arquitectónicos permanecen mirando al este de la ciudad como testigos de una vida sencilla dedicada a las “labores mimbreriles”. Tan rígida, que ellos en aquellas décadas tenían que hacer el trabajo más complicado en este oficio; el de confeccionar cobertores de damajuanas de vino, que le encargaban los productores paraguayos al padre, don Arturo Pistilli Tucci.
PISTILLI, GLORIA MIRANDA Y JENARO PINDÚ
Luego, uno de estos jóvenes Pistilli, Hugo, en medio de sus quehaceres, empieza a estudiar en la Escuela de Bellas Artes en los primeros años 60, donde se encuentra con su amigo de infancia Jenaro Pindú, quien le presenta a la señorita Gloria Miranda, quien había sido compañera de Pindú en el viejo Liceo San Carlos y que también estudiaba en esa vieja escuela de arte. De esta manera, “el artista del hierro”, así llamaban a Pistilli, conoce a esta dama y posteriormente forman una familia.
Uno de los integrantes del fruto de ese amor, Fernando Pistilli Miranda, me acerca un libro suyo de poemas, “Fragmentos de Arturo”, editado en marzo de 2019, donde me encuentro con algo muy particular: una poesía dedicada a la foto que de antemano decidiera usar para este artículo. A veces en estos tiempos de la “era de las comunicaciones” suceden cosas como estas; en este caso, vivencias de su hogar del ya legendario barrio Aeropuerto de Asunción hecho poema y que termina con la foto familiar elegida para este domingo.
EL POEMA
El texto dice así:
“Son cuatro cuadras de la parada de bus / a la casa de mi segunda infancia / doy los primeros pasos / y me vuelvo recuerdos / camino las calles del barrio / al que solo las murallas de algunas casas / cambiaron parte de su vieja fisonomía. / A lo lejos escucho la citroneta / y siento que General –mi perro– camina a mi lado, pronto veo a mis amigas y amigos / tenemos todos entre siete y once años / y nos preparamos para ir a acampar en el eucaliptal.
Unos metros y veo a Moni aprender a andar en bicicleta / y Juampi camina alegre luego de ganar un partido. / Doblo la esquina, la calle en un cul-de-sac con una rotonda y un árbol que nunca creció del todo, / la rotonda era nuestro punto de encuentro / –lo que para otros niños eran las esquinas– / y fue allí, en la rotonda, / donde al igual que los sueños / echamos a volar nuestra primera pandorga, / en una fría y ventosa mañana de invierno / la vimos levantarse erguida/orgullosa/ desafiante.
Mi padre y abuelo Arturo nos enseñaron a armarla, / una y otra vez repetimos el lento ritual de unir / palillos de tacuara con hilo / hasta que al fin adquirió la forma hexagonal requerida, / luego forramos la estructura con hojas de diario, / finalmente el complicado barbijo / y la cola con un viejo vestido rojo.
La pandorga cobró vuelo, / nuestras manos ardían / por el hilo que deslizábamos / y tensábamos constantemente en turnos / hasta que se hizo noche y mi madre nos llamó a cenar / bajamos la pandorga –pero mi corazón excitado no– / y con las manos llenas de crema apenas pude dormir.
La casa está a oscuras / quiere decir que Maita fuma en su reposera / y aún no se dio cuenta de la hora. / Abro la puerta / –con la llave que tengo desde los quince años– / al entrar, lo primero que veo es una foto de los Pistilli / en la vieja mimbrería y no puedo más que / empezar otro viaje en el tiempo”.
A veces un artículo lleva a otro. Suele suceder que una historia de barrio lleva a otra, pero no es común que una “foto de barrio” lleve a una “poesía de barrio”. Al final, parafraseando al poeta Pistilli, me voy para “empezar otro viaje en el tiempo” el próximo domingo.