Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com
Hoy Toni Roberto nos lleva mágicamente por unos instantes a los recuerdos de Norma Codas, valiosa actriz paraguaya recientemente desaparecida.
Un delicado chalet paraguayo de los años 70 puesto en valor sobre la calle Ing. Krivoshein en una esquina con una poética callejuela en el barrio Mburucuyá, que recibía con la leyenda “Che Rógami”. Ahí residió en las últimas décadas Norma Codas, actriz, diseñadora y reina de belleza, a quien conocí por primera vez a principios de los 80 en su elegante casa del barrio Coca Cola que le había diseñado Óscar Jaquier en los años 70. Legendaria, la vi actuar en “Hamlet” en el viejo Arlequín presentada en el marco del gran proyecto de José Luis Ardissone “Alumnos al teatro”. Elegante, alta, espigada y con mucho estilo, dejaba en cada lugar la estela de su charme y clase.
En ese acogedor rincón de aquel barrio del norte de Asunción residió desde los años 90. Luego de meses de cafés, charlas y chipitas, armamos la muestra “Cuellos románticos del Paraguay” en 2012, una colección de 20 piezas, separadas en secciones, como “Romántica”, “Indígena” o “Corazones”. En aquella ocasión había escrito “quien les habla” para esa muestra y de donde extraigo algunos fragmentos:
“Norma nos lleva por el lábil camino que va tomando forma con el hilo, la aguja, la tijera, los pedazos antiguos y nuevos (encaje ju, crochet y ñandutí) sumados a los recuerdos que se perciben al leer los nombres que la autora le da con tanta delicadeza a cada una de ellas”.
“Estas se convierten así en testimonios de la costura paraguaya que data de la época de los López, hasta la impronta que le agrega Norma Codas, como si fueran pequeños pedazos de historia unidas que refrescan nuestras miradas en estos ajetreados días cibernéticos de la segunda década del siglo XXI”.
En este camino de recuerdos pasados me acompañan José Luis Ardissone y Agustín “Nené” Núñez para recordarla:
“Cuando iniciamos en Arlequín los cursos de teatro bajo la dirección de Carlos Aguilera, de las primeras en inscribirse fueron una madre y su hija. El entusiasmo que desde el inicio mostró Norma Codas, la madre, hizo que nos fijáramos en ella muy especialmente. El garbo, la elegancia, la belleza eran su marca registrada. Cuando hubo que elegir elenco para Hamlet, Norma fue de las primeras ‘damas de la corte’ y, poco después, cuando montamos ‘Romeo y Julieta’ no hubo dudas en seleccionar a Norma como la señora Montesco, madre de Romeo. Y, esas cosas del teatro, la señora Capuleto era su hija, Regina Bachero. Hoy, Norma se ha ido, quedó en el recuerdo su amistad, su carisma de gran señora, y nos deja de herencia a Regina, maravillosa actriz y compañera muy querida”, termina diciendo José Luis Ardissone.
Por su parte, Agustín la recuerda de esta manera: “Conocí a Norma Codas en el año 1987 cuando vine a dirigir ‘La cándida Eréndira’. Yo venía de Colombia y realmente después de muchos años de estar allá poca gente nueva del teatro conocía, fue para mí algo muy hermoso poder encontrar a Norma y trabajar con ella. En esa obra hacía varios papeles, desde prostituta, vendedora de mercado, monja, soldado, india guajira y todo lo hacía con muchas ganas, con esa vibración tan especial que contagiaba, esa sonrisa en los momentos de cansancio ya cuando la labor empezaba a ser pesada.
A partir de ahí, a mi regreso en el 89 la vuelvo a contactar y trabajamos mucho juntos, tanto en obras de pequeño formato para veinte personas, en el primer local de El Estudio, arriba de la Farmacia Catedral, como también en grandes espectáculos como ‘El jorobado de Notre Dame’, en el teatro del Hotel Guaraní, donde a ella no solamente le tocaba actuar, sino también interpretar danzas gitanas y cantar.
PREMIO ROQUE CENTURIÓN MIRANDA
“Siempre buena compañera con todos, nunca faltaba, era de las primeras en llegar. Luego de años de estar ya en escena quiso tener una formación académica y entró al EMAD (Escuela Municipal de Arte Dramático). Yo estaba como profesor de tercer año de actuación avanzada, fue mi alumna y su trabajo final fue de la madre de ‘Bodas de sangre’, un excelente trabajo. En esos años de alumna se caracterizó por su grado de responsabilidad, entrega y compromiso, que le valió el Premio Roque Centurión Miranda como alumna de esa institución”.
“Posteriormente toma conmigo un taller intensivo de actuación avanzada y en un monólogo de varios que conformaban la obra ‘Mujeres ligeramente alteradas’ ella hacía un papel magistral, el de la actriz madura, tal es así que es destacada por la prensa por su trabajo impecable. Ya más adelante entró a El Estudio, ya por darse el gusto se vinculó con la carrera para adultos mayores, ahí trabajó en varias comedias”.
“Siempre una compañera maravillosa, positiva, no sabía lo que era el cansancio. El día que me contaron que se fue, fui a verla y ahí la encontré hermosa, así sin maquillaje con una energía especial, parecía feliz. La verdad que pocas veces he visto, en esa situación, a mujeres en ese estado de belleza, así como posiblemente ella quiso llegar al final, bella en cuerpo y alma”.
“Sentí una enorme tristeza, ya se iba esa Norma, compañera, pero también una alegría inmensa de haber compartido hermosos momentos con ella, de tener su sonrisa aun en momentos muy difíciles. Ese tipo de personas deja una marca muy profunda en uno, muy difícil de borrarla”, termina diciendo Agustín Núñez.
Al final, ¿queda algo más que decir? Nada. Tal vez podamos atraparla por un momento en el celuloide en su actuación en “Miss Ameriguá” o de “Las herederas” y entregarle desde estas páginas una rosa a una flor que ya se fue.