Óscar Lovera Vera, periodista
Una serie de nuevos detalles saltarían a la mesa de la investigación y con eso la Policía estaría lista para cerrar el caso. La Fiscalía ahora deberá afrontar su más dura prueba: probar que Marilyn, Emigdio y Guillermo mataron a Evelyn.
En los días posteriores a las detenciones, los policías fueron recogiendo más detalles de cómo los tres sospechosos planificaron el crimen. Guillermo y Emigdio eran los encargados de ir ventilando cada palabra que se tallaba como pieza en un tablero de ajedrez.
Emigdio decidió que participaría del plan porque tenía la necesidad económica de hacerlo. Un familiar se encontraba muy enfermo y debía asistirlo. Más tarde, sus propios camaradas en la Comisaría Novena confirmaron a los investigadores de Silguero Lobos la situación financiera delicada en la que se encontraba Emigdio al punto de que empeñó su arma reglamentaria para sacar algo de plata.
Marylin fue todo lo contrario. Se mantuvo en silencio y no colaboró en nada, al menos como esperaban. A cada intervención de la Fiscalía rechazaba los indicios que apuntaban a ella como la mandante del atentado y apuntó a Cristhian Ortiz como el verdadero asesino, acusándolo nuevamente de ser jefe de un grupo dedicado al narcotráfico.
Sin embargo, los pequeños detalles en los que coincidían el secretario del taller y el policía sustentaban la teoría de la investigación. Tras el pacto entre Escobar Cortázar y González Segovia, se acordó el adelanto de 5 millones de guaraníes para comprar un arma y una motocicleta que serían utilizadas para ese único efecto. Para esta operación, Guillermo llamó a Marylin y pidió su consentimiento. Esa llamada quedó registrada en el cruce que obtuvieron de la telefónica.
Una fotografía de Evelyn y otra de su vivienda para marcar el sitio y no errar también fueron suministradas por la hermana bajo sospecha. Aunque faltaría algo aún más comprometedor…
CONFESIONES DE ALIVIO
Guillermo no se guardó nada después de su detención. Su aporte ayudó a unir las piezas y entender lo complejo que resultó en un principio sostener la responsabilidad como instigadora de una persona tan cercana a la familia.
Su último aporte fue la confesión sobre una llamada que recibió de Marylin. Fue poco después de que Emigdio ejecute el plan. La mujer no saludó y lanzó una frase breve pero contundente: “Sabés que no hizo el trabajo como tenía que hacer. No robó la cartera para que parezca un robo, ahora van a decir que fue un crimen por encargo”. Esta frase desencadenaría lo que después sería el quiebre en el pacto y, finalmente, la ventana que permitiría a los investigadores una oportunidad para sustentar su investigación.
Un especialista más se sumó al equipo para desglosar las sábanas de llamadas: Alfredo Zárate, un experimentado perito policial. Fue uno de los que trabajó con Marcial Castillo para entregar los vínculos de llamadas que se daban entre Guillermo y Emigdio entre el 4 y 21 de julio de 2011, línea de tiempo en la que se gestó el crimen y su reanudación para deshacerse de los cabos sueltos a partir del 3 de agosto hasta el 12 de agosto de 2011.
Fue en este segundo contacto que ambos tuvieron en el que Zárate hizo su primer aporte valioso a la investigación. Según el cruce de llamadas, existió un tráfico inusual de contactos entre Marylin y Guillermo, y Guillermo, a su vez, con Emigdio. Este dato sirvió para corroborar nuevamente con Escobar Cortázar y ahí todo tuvo sentido.
Guillermo le llamó a Marylin para coordinar el pago completo por el encargo, pero se negó a pagar los 35 millones de guaraníes restantes. Marylin insistía en que el trabajo estuvo mal hecho al no eliminar la cartera de Evelyn de la escena y simular un robo.
Le rogó que cumpla con el pacto para evitar problemas mayores, pero estuvo reticente a hacerlo, ya que ese simple detalle la puso como sospechosa en la primera semana del crimen. Luego de insistir en que de no hacerlo el policía podía delatarlos, la convenció y coordinaron la entrega del monto que faltaba.
Frente a los mismos restos de su hermana, Marylin eligió uno de los días del funeral para citar a Guillermo y hacerle entrega del dinero que puso fin a la vida de su hermana.
LOS MENSAJES
Zárate tuvo un segundo aporte clave. Descubrió unos inquietantes mensajes de texto que daban literatura a la trama compleja de la muerte de Evelyn.
Uno de estos mensajes estaba fechado el 19 de julio de 2011 y decía lo siguiente: “Se me complicó todo, me están controlando los de Tigo, ayer me pillaron, estoy muy mal, mejor esperar a que se calmen las aguas”. Otro mensaje correspondiente al 31 de julio de 2011 mencionaba esto: “Dcile al tipo q se esconda bien a no le vea alan”. Un tercer mensaje, y que llamó mucho la atención de los investigadores, es uno que recibió cinco días después del crimen, el 7 de agosto de 2011: “Que Dios te guie en estos momentos tan difíciles en tu vida yo no soy nada ni nadie para juzgarte pero si asi fue te perdono y t envio mucha fuerza para lo q se vendra”. Y el considerado más fuerte que provino del mismo remitente fue el siguiente: “De eso no te quede la menor duda no quiero ser el proximo q sea el nomas tu victima”.
Para los investigadores, estos mensajes podrían significar muchas cosas dentro del crimen, aunque podría no significar nada en el juicio. Necesitaban respaldarse en pruebas sólidas que respalden las confesiones de Guillermo y Emigdio. Necesitaban imperiosamente las pruebas forenses.
DISPARO DESTRUCTOR
Se incautaron cuatro armas de fuego y luego del cotejo se comprobó que solo una de estas fue percutida con antelación. El arma que habría utilizado el pistolero fue un revólver Rossi, calibre 357. El informe de balística concluyó que no pudo realizarse la prueba de comparación entre la bala testigo, “plomo que se obtiene en la escena del crimen”, y uno percutido por el arma bajo sospechas debido a que el plomo obtenido como evidencia no es apto para el análisis.
La teoría para explicar la destrucción del plomo se basó en la resistencia puesta por los tejidos y los huesos. Estas barreras lograron destruir el plomo, que no tuvo la distancia suficiente para lograr una mayor potencia.
En estas pruebas científicas los peritos balísticos buscan algunas reseñas particulares dependiendo del tipo de arma de fuego. Para ello emplean el arma bajo sospecha y la disparan para generar un plomo comparativo con el plomo testigo. Se fotografían ambos y luego se analizan bajo microscopio buscando unas marcas únicas, que llaman el ADN o la personalidad del arma.
En las pistolas las estrías que deja el tubo cañón en el plomo son marcas únicas e irrepetibles, al igual que en los revólveres se encuentra la embocadura del cañón, que sumada al tambor hacen que se generen unas marcas de abocamiento igualmente singulares.
En ambos tipos de armas la aguja percutora es igual de importante debido a que los armeros realizan acabados manuales, en algunos casos con lima. Esto las hace diferentes agregándoles un alto valor identificatorio. Esto les otorga a los analistas la certeza sobre el arma bajo sospecha para confirmar o descartar su uso en una escena del crimen.
Aunque esa prueba de balística no ayudó, la Policía tenía el itinerario hecho por Emigdio y una motivación para aceptar el encargo. Las declaraciones de Escobar Cortázar, que aceptó ir a juicio asumiendo esa responsabilidad. En cuanto a la protagonista principal en su investigación, los hombres de Silguero Lobos creían que las motivaciones sentimentales y económicas que cargaba Marylin eran suficientes y estaban probadas acabadamente. Las páginas de múltiples llamadas obtenidas de las compañías telefónicas terminaban respaldando todas las comunicaciones entre ellos. Era momento para plantear un cierre policial del caso.
CUATRO AÑOS DESPUÉS
El día decisivo se ocultó detrás de varios años, entre dilaciones y cambios de agentes fiscales. Todo comenzó en 2015, cuando la investigadora que inició, Marlene González, ya no se encontraba al frente de la pesquisa. En su reemplazo ingresarían a la sala de tribunales los agentes Casse Giménez y Cristhian Ortiz.
Un mes de audiencias que ponían a prueba no solo el cansancio, sino el temple en una sala de juicio oral en la ciudad de Fernando de la Mora. El resultado fue una condena para los tres acusados. La Fiscalía solicitó 30 años de cárcel para Marylin y Emigdio. En cuanto a Guillermo, solicitó 7 años de pena carcelaria por su colaboración con la investigación.
Sin embargo, los jueces Rolando Duarte, Leticia Fracchi y Javier Sapena resolvieron condenar al expolicía a 24 años de prisión, a Guillermo a 18 años de pena carcelaria y para la mandante del crimen, Marylin, 22 años de cárcel. En noviembre del mismo año, el Tribunal de Apelaciones del departamento Central, integrado por Fabriciano Villalba, María Teresa González de Daniel y Lourdes Cardozo, confirmó la sentencia. Así indicaba el final, aunque no.
El 16 de abril de 2021, se presentó un revés en la investigación. La Sala Penal de la Corte anuló el fallo asegurando que existieron errores procesales y pruebas nulas al utilizarse la declaración indagatoria de Escobar Cortázar como evidencia. Fue esa misma confesión que hizo ante el equipo de Silguero Lobos y no servía de nada.
Los ministros Manuel Ramírez Candia y Antonio Fretes votaron por anular los fallos y con voto dividido de la ministra Ana María Llanes, que pidió confirmar la sentencia del juicio oral con la reducción de la pena para todos, se ordenó un nuevo juicio oral y público.
En el mes de junio de 2022, luego de once años del crimen, todos los acusados, testigos y la familia volvieron a verse las caras en una sala de juicio oral. Esta vez los agentes fiscales fueron Otilia Aguilera y Elena Fiore Franco. Un proceso extenuante de seis meses entre debates y análisis de cada prueba concluyó finalmente. Ese nuevo tribunal, conformado por los jueces Lilian Flores, Blas Imas y Hugo Segovia, se retiró para deliberar, dando una pausa que pondría un suspenso de horas.
Todos aguardaban la decisión final. ¿Existiría o no error en la investigación? La respuesta tuvo su lugar tres horas después, un 22 de noviembre.
Marylin Eberhardt fue condenada a 20 años de cárcel como instigadora; Guillermo Escobar, a 16 años de prisión por ser el encargado de buscar al sicario, y Emigdio González, condenado a 22 años de pena carcelaria como autor material del asesinato de Evelyn.
Fin