El escritor paraguayo Sebastian Ocampos ganó el segundo lugar de la quinta edición del concurso de cuentos organizado por la Fundación El Libro, del cual participaron 581 autores de más de 20 países. En charla con Nación Media, este joven autor nos habla un poco sobre su vida y sobre su fe en la literatura para construir una sociedad mejor.

Fotos: Gentileza

Ocampos nos cuenta en primer lugar que nació durante una calurosa siesta del 20 de enero de 1984 en Asunción. Es bisnieto de Eduardo Ocampos Vera, fundador de una escuela en Sapucai, Paraguarí, en los últimos años nombrada Colegio Nacional Defensores del Chaco. Nieto de Jorge Ocampos González, agricultor, veterano de la guerra del Chaco y autor bilingüe (guaraní y castellano) de poemas y polcas. Sobrino de Mauricio Celso Ávalos Ocampos, ferroviario, revolucionario del 47 y militante antiestronista, autor también bilingüe de diccionarios, poemarios y novelas. Es hijo de Virginia Isabel Ocampos Espínola, trabajadora multifacética que ahora, luego de una convulsión cuya secuela ha sido la afasia, recupera la memoria y el lenguaje gracias a la lectura de libros.

–¿Podrías hablarnos un poco de este premio que acabas de ganar?

–El Premio Literario Fundación El Libro (FEL) quizá sea el certamen dedicado a libros de cuentos inéditos más importante de Latinoamérica. Es organizado por la FEL, la institución responsable de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, donde se realizó la ceremonia de premiación el 11 de mayo. Hasta la edición anterior, la cuarta, solo podían presentarse obras en formato impreso y autores que tuvieran entre 18 y 50 años. En la edición de este año pudimos participar todas las personas mayores de 18 años y enviar nuestras obras virtualmente. La FEL anunció que recibió 581 libros inéditos de Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Dinamarca, Ecuador, España, Estados Unidos, Israel, Italia, México, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Suecia, Uruguay y Venezuela. El certamen tuvo una comisión de preselección y tres jurados internacionales, María Rosa Lojo, Sergio Olguín y Juan Cruz Ruiz.

Sebastian Ocampos, Elena Alonso Frayle y Juan Cruz Ruiz.

–¿Con qué obra participaste?

–Con un libro de quince cuentos inéditos que se titula “Poliedro”. Obras de mayor desarrollo que los cuentos breves que había publicado en mi primer libro, “Espontaneidad”. La idea del libro nació de una pregunta dicha por una de las personajes del mismo. Ante una escultura poliédrica que la refleja, multiplicando su imagen en diversas formas y colores, pregunta a un amigo, también multirreflejado: “¿Cuántas personas pensás que podemos ser?”. Poliedro está compuesto de personajes de diversas caras/facetas, vulnerables y a la vez resistentes ante las circunstancias adversas, injustas, del contexto desigual que les toca. A esas personas dedico el libro. Gracias a ellas, existe. Gracias a ellas, existo.

–¿Qué expectativas tenías?

–Es un libro en el que he trabajado mucho. Escribí los cuentos entre 2015 y 2023 (dos los reescribí en ese periodo; uno lo había escrito originalmente en 2004 y otro en 2005). Lo mantuve inédito con la esperanza de que tuviera un alumbramiento internacional.

–¿Qué representa para vos este reconocimiento, especialmente por la participación de figuras internacionales veteranas de muchos países?

–Para mí, representa la posibilidad de transcender las fronteras con una obra que al parecer vale la pena. Para el Paraguay, la posibilidad de enaltecerse con un logro artístico, de afirmar a la región que no es solo el lugar dominado por una élite de delincuentes y criminales, corruptos significativos que profundizan la desigualdad y las injusticias, sino que también es un país de trabajadores que resisten solidariamente, que se esmeran por mejorar las condiciones de vida y que se dedican, a pesar de todo, a sobresalir.

–¿Cómo fueron tus inicios literarios?

–Fui un adolescente que garabateaba poemicidios para las chicas que me enamoraban y un colegial que escribía relatos humorísticos, basados en mis experiencias e ideas tiernamente provocadoras, para que los compañeros, los amigos y las amigas se rieran y emocionaran. A los 18 años tuve plena conciencia de mi ignorancia y tomé la mejor decisión de mi vida: leer libros todos los días y buscar a maestros para que me guiasen. En 2003 hallé a un grupo de sabios que me recibió como a un protegido: Enzo di Tore, Margarita Prieto, Ricardo Franco Lanceta, Mozart Fleytas, Antonio Bonzi, Sinforiano Rodríguez. Y el 19 de julio de ese año cofundé un taller literario dirigido por la escritora Maybell Lebron.

A los treinta años publiqué el libro de cuentos “Espontaneidad”, que había obtenido recursos del Fondec y que recibió una mención de honor en el Premio Academia Paraguaya de la Lengua 2015. El cuentario tuvo una nueva edición en 2021 y ha sido traducido al inglés.

–¿Qué otras iniciativas vinculadas a la literatura llevás adelante?

–Dirijo el Proyecto Y desde 2013: una revista literaria (RevistaY.com), una editorial de libros, un club de lectura que se cita mensualmente con escritores internacionales y un taller de escritura que convoca anualmente a narradores de todo el país. Desde ese año me dedico casi por completo a la literatura. Leo, escribo, edito, corrijo, enseño, fomento la lectura y la escritura. Por fortuna, en estas últimas dos décadas he ganado algunos premios y me han contratado como jurado de concursos nacionales y regionales. También suelen invitarme para dictar charlas, talleres o conferencias en varias ciudades y países.

–¿Cómo ves la literatura paraguaya actual, en especial la narrativa breve?

–La literatura paraguaya actual es posibilidades. Los autores tenemos libertad para escribir lo que queramos y contamos con opciones para publicar. Lastimosamente, por las condiciones desfavorables del país, la mayoría de los títulos publicados es de gente aficionada que lee poco y escribe sin mucha formación. Necesitamos crear las condiciones públicas y culturales para que la literatura de calidad sea posible. Por ejemplo, los medios masivos son los que predominan en la determinación de la gente, su forma de pensar, sentir y actuar. Son los que educan y deseducan. Si dedicaran buenos espacios diarios a la literatura, a los libros de diversas disciplinas, si dieran la voz a los expertos en las artes y las ciencias, el público valoraría la palabra, el conocimiento, condición fundamental para que pueda conocer, comprender y ejercer sus derechos y cumplir sus deberes.

La narrativa breve, el cuento específicamente, es el género privilegiado del país. Contamos con varios concursos nacionales de cuentos, anuales algunos con muy buenos premios y publicación. En los mismos como jurado suelo leer narraciones buenas, a veces buenísimas, que me ilusionan con potenciales libros extraordinarios.

–¿Alguna reflexión final?

–La literatura es el arte que nos salvará de la ignorancia supina, la incomprensión del otro, la desmemoria colectiva y la indiferencia que nos rodea. Porque sin literatura no hay lectura, sin lectura no hay ciudadanía y sin ciudadanía la minoría mediocre y criminal que ejerce el poder nos oprime, negándonos hasta los derechos básicos.



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