La muestra incluye trabajos de los primeros tiempos hasta la última creación del maestro Carlos Colombino destacando el rigor de la composición y el análisis del lenguaje, además de una labor que también registra su experiencia personal y social, su compromiso con el otro y sus inquietudes humanas a través de obras desafiantes y contestatarias.

  • Por Jimmi Peralta
  • Fotos: Gentileza

Una colección de cerca de 40 obras del artista visual Carlos Colombino (1937-2013), que abarca desde 1954 hasta 2013, forma parte de la muestra “Colombino histórico”, que seguirá abierta por dos sema­nas más en Exaedro.

“Es una muestra que nos ha dado muchas satisfac­ciones, primero en el sen­tido de la muestra en sala, ya que tenemos una mag­nífica colección de obras de Carlos, que realmente en este momento creo que es el máximo exponente local en cuanto a artista con un capital simbólico sólido, por toda la gestión que tuvo Carlos Colombino como artista visual, como gestor y fundador del Museo del Barro, como poeta. Él tiene tantas facetas, inclu­sive como escenógrafo de teatro, es un artista muy completo”, comenta Lilian Ojeda, directora de la Galería Exaedro.

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La colección cuenta con la curaduría de Osvaldo Salerno y textos de Ticio Escobar y un poema de su hija, Lía Colombino.

“Tenés un dibujo a mano en sala, tenés grabado, pinturas. Hay una variedad en la que el artista muestra maestría en lo que decide hacer. Esta mues­tra también busca mantener posicionado el nombre de artistas y de maestros para­guayos, que el artista esté en el imaginario de la gente. De repente mucha gente joven que no sabe quién es Carlos Colombino”, explica Ojeda.

La exposición cuenta con obras a la venta y otras que forman parte de colecciones privadas, y en su conjunción permiten narrar momentos estilísticos, técnicos y temá­ticos del artista.

Carlos Colombino

“La obra de Colombino se afirma como una de las pro­puestas más firmes e inquie­tantes del arte moderno en el Paraguay”, refiere en su texto el curador e investiga­dor Ticio Escobar.

La muestra permitió hasta el momento una amplia labor divulgativa y de reconoci­miento en valor de los traba­jos. Grupos de estudiantes de colegios y de universidades formaron parte de la nómina de visitantes, así como obras expuestas fueron vendidas y hoy forman parte de impor­tantes colecciones locales.

EL ACOPIO

La idea madre de “Colombino histórico” nace en julio de 2022 y el trabajo de imbuirle a la muestra un sentido pano­rámico estuvo a cargo de Salerno, quien elaboró una lista de obras que se podrían acopiar para formar parte de la colección.

“Primero se hace una inves­tigación sobre quién tiene obras. Inclusive en la sala vos vas a encontrar obras que no están a la venta, que no están disponibles, pero se hace una suerte de préstamo. ¿Para qué? Para que la mues­tra tenga esa fuerza y esas cla­ves que vos tenés que mos­trar, aunque no estén para vender, pero que hace que sea coherente. Entonces, se hace un trabajo de investi­gación, de acopio y de prés­tamo, y se va trabajando con vínculos con coleccionistas, con colecciones privadas, con otras galerías”, explica Lilian sobre cómo se dio el trabajo previo a la exposición, que llevó más de medio año.

“La luna atrapada por el cerro Kõi”

LAS XILOPINTURAS

El trabajo de Carlos es reco­nocido por su técnica y len­guaje propios, expresados a través de su xilopintura, una técnica que consiste en tallar la matriz del xilogra­bado, pero abstenerse de copiar. Esta matriz es tra­tada no como medio para luego estampar el papel, sino como la obra en sí misma. La madera luego se trabaja con pintura al óleo.

“La xilopintura facilita el desarrollo de una imagen agresiva y sarcástica: las lesio­nes y desgarros de la madera quebrantan con saña la figura humana y sugieren la brutali­dad de la opresión, metonimia a su vez de la violación de los derechos humanos en gene­ral”, refiere Escobar en cuanto al carácter y la intención de Colombino que se expresan a través de su técnica.

No obstante, la xilopintura no es la única técnica empleada por Colombino, quien tam­bién ha trabajado el grabado sobre madera y metal.

Lilian Ojeda, directora de la Galería Exaedro

LO HUMANO

“En esta muestra lo que se destaca es la parte humana. Se trata de humanizar a Car­los. Y eso se pone mostrando sus creaciones con el pasar de los años. Y tenemos un apoyo visual de fotos, no de obras, sino fotos de Carlos, persona, él trabajando desde chiqui­tito. Ver a Carlos es una ima­gen muy potente y capaz que muchos lo recordamos ya en el último momento. Como el viejito... Como el viejito cas­carrabias… ¿no? Pero él es un grande... La potencia de su personalidad desde muy temprano se manifiesta. Eso es indudable”, valora Ojeda.

Su labor también registra su experiencia personal y social. Por ello, su compromiso con el otro y sus inquietudes humanas están presentes en obras desafiantes y con­testatarias.

“Mediando la década de los años 70, la denuncia deja el tono satírico para asumir argumentos analíticos que dotan a la obra de un tono grave, meditado. Así, sin descuidar la intensidad del drama, la serie ‘Reflexiones sobre Dürer’ retoma la pre­ocupación por el rigor de la composición y el análisis del lenguaje. Este momento marca, si no una conciliación, sí un fuerte encuentro entre las dos obsesiones que movi­lizan y angustian el queha­cer de Colombino: la limpieza geométrica de la forma y el compromiso con la dignidad humana. Este doble cometido se plantea ante un horizonte de posibilidades breves: el pesimismo de Colombino le permite anunciar, en clave de imagen, por lo menos el deseo de un porvenir propi­cio al sujeto y su historia”, escribe Escobar.

La muestra tiene el objetivo de humanizar la figura de Carlos Colombino

EL ARTE Y EL MERCADO

¿Cuánto cuesta un Colom­bino?, es una pregunta que excede el territorio de lo esté­tico y discursivo, y se presenta dentro de los cánones del mer­cado del arte que, así como en las demás facetas de la econo­mía local, está siempre inten­tando salirse de la atrofia.

“El capital simbólico es aque­llo que hace que a lo mejor un pedazo de papel de algodón con gramaje X, que cuesta G. 18.500 y con una tinta que sale G. 7000, pueda valer mucho más que eso. El capi­tal simbólico hace que eso valga 10 millones. Es lo que el artista hizo, lo que el tipo imaginó, las colecciones en que está, los cruces que tuvo, los concursos que ganó. Todo eso es el capital simbólico de este artista y su obra, y hace que ese pedazo de papel valga lo que valga. Nosotros somos una galería de arte, no es un centro de cultura, buscamos posicionar al artista dentro de lo que es el mercado y posi­cionar al artista con precios importantes”, comenta la directora de Exaedro.

En los últimos años, según refirió, el mercado local ha tenido un desarrollo en tanto que los coleccionistas y admi­radores del arte apuestan con mayor facilidad a inver­tir en obras de artistas para­guayos. Del mismo modo, se ha venido trabajando con la difusión internacional de las obras y de sus creadores.

“PARAGUAY”

Nacido en Concepción, hijo de un obrero calificado, Car­los Colombino compartió espacio con una generación pujante en el Colegio Nacio­nal de la Capital. Las reite­radas restricciones civiles de la dictadura lo marcaron ya como estudiante de dere­cho y después como artista. Esa sensibilidad, el encierro y hasta las deformaciones pro­pias de la realidad que vivía se expresan en sus obras.

Su serie de obras “Paraguay” es una de las más conocidas. “A partir de mediados de los años 80, retoma la denuncia política pendulando entre un expresionismo impul­sivo y un empleo meditado de recursos retóricos y con­ceptuales. Esta oscilación se encuentra remarcada por el juego de presencias y ausen­cias de la figura humana; un juego que podría ser conside­rado secuencialmente como si integrara un proceso de apariciones y sustracciones”, refiere el texto de Escobar.

“Codas, no jodas”
“Soledad”

A quien yo también he soñado

Si yo pudiese componer una música para mi padre haría una canción sublime para un señor apasionado y terco hermoso como solo son hermosos aquellos seres dolorosos que a veces nacen.

Mi padre habla con la voz extraña de los días con la tonalidad oscura o brillante de los hombres que se saben obligados a cumplirse.

Mi padre un nombre para la urgencia alguien que toca con su mano mi frente de niña siempre.

Esa persona que todavía se enoja se asombra y muere de tristeza y de risa todos los días con la misma fuerza de un niño testarudo.

Compondría esa música de manera suave y lenta las notas no se adivinarían se deslizarían hasta el oído sería un sonido habitable y dulce.

Yo quisiera componer la música que aparte de él fantasmas y lo colme yo quisiera que esto cumpla en parte ese cometido imposible.

Lía Colombino

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