En esta edición del programa “Expresso”, emitido por el canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe al nuevo fiscal general del Estado, Emiliano Rolón, quien, además de su pensamiento jurídico sobre la misión del Ministerio Público, ofrece su perspectiva de administrador destacando como principio fundamental el recíproco control entre las instituciones, así como la necesidad de que la Fiscalía cumpla el rol de representante de la sociedad más allá de la persecución penal.
- Fotos Emilio Bazán
–ADS: No debe ser fácil el oficio de lidiar cotidianamente con problemas urgentes y tener el desafío de los problemas estructurales de una institución como esta.
–ER: Claro que no. Yo creo que el principal desafío de todos los días es revisar un poco los acontecimientos que tenemos como reclamo de la ciudadanía, tratar de sacarlo a la luz y también empezar a ordenar la casa conforme lo hemos prometido en nuestra propuesta en el concurso público. Esas dos tareas son siempre peliagudas, la gente requiere solución para ayer y definitivamente organizar tampoco es fácil. La institución debe funcionar. Tuvimos el problema inicial del arranque por la perspectiva presupuestaria. Hoy día creo que superamos el tema netamente personal y estamos en condiciones de dar las primeras iniciativas conforme a lo que se requiere de esta institución muy grande.
–Es difícil empezar a generar cambios para afuera en tanto no se consolide lo institucional.
–La tarea de ordenar la casa se refería justamente a esa necesidad casi urgente. Fíjese que la organización de la institución a través de la figura del fiscal adjunto era bastante distinto a lo que hoy se tiene diseñado. La Constitución Nacional y la ley procesal penal solamente se asentaron con base en las figuras del fiscal general y el agente fiscal. Hacía falta una suerte de control interno que, como tiene alcance nacional la institución, se asentara en la figura del fiscal adjunto. Esa es una institución que fue creada por la carta orgánica del Ministerio Público y tenía la intención, obviamente muy buena, de asentar a cada jefe, diríamos en esos términos, de la Fiscalía en cada zona, en cada circunscripción judicial. Hoy tenemos también la impronta de que no tenemos todos los fiscales adjuntos necesarios. Nosotros necesitaríamos, conforme a esta organización, por lo menos 23 y tenemos operativos 17. Tenemos todavía algunas zonas que están duplicadas. La idea es que en cada zona haya una representación genuina de la Fiscalía General del Estado, que a su vez sea el operativo a través del cual se controle en forma cotidiana, aleatoria o permanente la labor de sus agentes fiscales.
PRIORIDADES
–¿Cuáles son las prioridades de su gestión?
–La prioridad absoluta, obviamente, es organizar. Creo que logramos que se asienten los adjuntos en sus zonas. También logramos el afianzamiento de la figura del agente fiscal presente en el escenario del crimen y desde ahí evaluar la información. Después de esa organización primaria, obviamente, la tarea misional, el ejercicio de la acción pública, la formación del caso penalmente relevante mediante esa labor, es la labor que más conocemos, sin descartar que también hay otras misiones que son muy importantes. El problema del medioambiente, las comunidades indígenas, la lucha contra el crimen organizado, la lucha contra el terrorismo, etc., son otras prioridades que prácticamente son para ayer.
–Cuando usted habla de la prioridad de que el agente fiscal esté en el lugar, ¿significa superar esas prácticas de delegatura a instancias inferiores?
–Correcto. Nosotros teníamos como experiencia reciente, creo que también ha influenciado por el tema de la pandemia, que la gente quedaba en casa. Y fíjese que la lucha contra la criminalidad, el ejercicio efectivo del ius puniendi pasa por la presencia física del agente fiscal. Yo he sido juez investigador en los primeros seis años del ejercicio de mi función y esa presencia primaria, casi en la concomitancia con el hecho, es clarificante. Uno ve desde el escenario aristas que no ve simplemente cuando lee un escrito. Y la delegación de la función para mí es un acto irresponsable, porque finalmente el que va a sostener el caso penalmente relevante en la parte de la investigación preliminar y en la etapa preparatoria es precisamente el agente fiscal.
–Pero también hay otro efecto que es más externo con la presencia del Ministerio Público con su principal exponente allí donde suceden las cosas.
–Esta Semana Santa yo recorrí el interior, estuve muy temprano en un escenario, en un acontecimiento criminal, donde estaba presente el agente fiscal. Y cómo influye en la gente, porque el personal que va a evaluar está presente ahí, él capta la información y hasta hay una cierta suerte de confianza de la ciudadanía. Están las víctimas, los familiares, preguntando los acontecimientos y yo respondía en forma clara dándoles contención y eso creo que es muy importante.
–¿Cuál es su mirada respecto a cómo cataloga la ciudadanía hoy al Ministerio Público?
–Yo creo que, sin pecar de muy optimista, los primeros pasos dados cayeron bien a la gente porque se está demostrando voluntad efectiva de que esto mejore. La representación de la sociedad por primera vez se ejerció y tiene positivismo hoy en la gente. Por ejemplo, el tema de las lomadas. A mí me preguntan por qué a veces parece una fruslería preocuparse de las lomadas cuando hay tantas prioridades en el país. Pero ese descontrol estatal en instalaciones públicas que solamente afectan el libre tránsito, que es una garantía constitucional, es un tema grave.
–Ese perfil de representante de la ciudadanía, si pudiera fortalecerse, sería un logro realmente significativo.
–Hay que destacar que no es esa la única arista de la representación social. Hay otras. Por ejemplo, el daño social que causa la destrucción del medioambiente. Normalmente sabemos que una persona o una empresa es sancionada, a lo mejor con penas de multa o sanción de otro tipo, pero no vemos el compromiso social de reparación efectiva del daño. ¿Cómo? Recomponemos ese mal que fue causado por el ilícito. También es un aspecto que vamos a desarrollar en áreas de la representación. La representación significa a veces resarcimiento económico, a veces resarcimiento de otra índole y no precisamente sanción privativa de libertad, que es otra cuestión.
PRESUPUESTO
–¿Cuán deficitario es el presupuesto?
–El presupuesto depende de la misión que tienes. Si el presupuesto es exiguo para la función que conocemos, la persecución penal de los hechos, imagínense las otras misiones. Tengo cero presupuesto para construcción. No solamente necesito edificios para asentar a algunas personas allí, sino principalmente laboratorios forenses zonales y el transporte de las evidencias. No se olviden de Curuguaty, no tenemos absolutamente forma de ir verificando la legalidad o la pulcritud de la evidencia. La cadena de custodia se pierde y se contamina. Precisamos por lo menos lo elemental en cada circunscripción del país.
–Hay otro ámbito que tiene que ver con un flagelo de nuestra cultura pública, el flagelo de la corrupción.
–Nosotros venimos en la historia de una rigidez organizativa estatal basada en el principio de autoridad. El mandamás, el presidente de la República; el mandamás, el presidente de la Corte Suprema, etc. Distribuciones verticales del poder que nos afectan hoy. Si nosotros pensábamos que en esa época no había corrupción, estamos equivocados. Simplemente había una centralización y el presidente de la República ordenaba la culpabilidad o la inocencia. Pero hoy en día precisamos ejercer otro tipo de control con base en la fragmentación del ejercicio del poder, con base en la horizontalización funcional.
–Hay que decir también que el Ministerio Público no es el único responsable. La Contraloría cumple una función muy importante.
–Hay que entender que este Estado democrático, social de derecho y republicano, que es la base constitucional de funcionamiento, exige que las instituciones estatales funcionen en armonía, recíproco control, colaboración, etc. Eso quiere decir que nadie puede ejercer el poder absoluto. El Ministerio Público debe observar las reglas de control que ejerce la Contraloría por la Constitución Nacional y también puedo entender las reglas de juzgamiento que tienen los tribunales de cuentas de la capital. Como organización novel, como administración nueva, a mí me conviene, en términos de garantías personales inclusive, estar permanentemente auditado.
OBSTÁCULOS
–¿Cómo está la complementación entre la Fiscalía, la Contraloría y la Corte Suprema de Justicia?
–Nosotros empezamos el 10 de marzo, hace un mes y un poco más. Desde el principio, en mis declaraciones públicas, dije que yo estoy de acuerdo con una auditoría de gestión. Es más, yo mismo promoví que se haga. Había un obstáculo motivado en una acción de inconstitucionalidad que planteó mi antecesora. Eso obstaculizaba el ejercicio efectivo de la misión de la Contraloría. Una vez que yo me cerciorara de aspectos muy particulares de la acción, pues entonces desistí de la inconstitucionalidad. Pero con eso todavía no se soluciona el problema. Porque ese es un acto particular de una entidad accionante del Ministerio Público que debe recibir la complacencia de la Corte Suprema, que debe decir “se hace lugar a la desestimación”. Luego de esa resolución, y una vez que quede firme, debería la Corte enviar un oficio al Tribunal de Cuentas para que también devuelva los documentos. Hoy está en el campo del Poder Judicial definir ese tema del desistimiento de la acción que yo instalé no hace mucho tiempo.
–Hay un desafío que va a poner a prueba toda la tecnología del mundo de la justicia, que es la inteligencia artificial.
–La tecnología aporta lo suyo, pero también aporta lo que nosotros pretendemos como humanidad. Yo soy un crítico natural de los esquemas muy estancos y suelo criticar los exámenes de la escuela judicial. ¿Por qué critico esto? Porque los exámenes son literales y memoristas. Y la literalidad y la memoria me llevan a una conclusión. Si eso va a ser tan así, ¿para qué queremos humanos? Solamente la máquina y revisamos. Yo enseño sistema penal hace 27 años. Creo tener algún razonamiento y la memoria a veces la uso cuando quiero la literalidad. Si nosotros queremos jueces humanos, tendríamos que ver la forma de que sean precisamente valores que marquen la diferencia con la máquina. Hoy día me sorprende a mí que los exámenes de conocimiento de la escuela del Consejo de la Magistratura no son de conocimiento. Son exámenes de eliminación. Cáscara de banana para que te equivoques. Cuando uno tiene una estructura amplia, ya tiene una experiencia larga, ya tiene conceptos universales superiores a los que la simple norma puede transcribir, creo que la literalidad no conduce precisamente a un fin bueno.
–¿Qué abogados y concomitantemente qué jueces y qué fiscales estamos forjando en las escuelas de ley?
–Y tenemos dificultades. La pandemia no colaboró mucho. Yo tengo experiencias negativas con el tema de los exámenes, de las clases virtuales. Y les cuento una experiencia. En una ocasión se me ocurre tomar intempestivamente un examen. Estamos hablando de gente egresada de la universidad, fiscales, jueces. Y se me ocurre en un momento dado tomar un examen intempestivo con la obligación de que el término lo hacen en el sistema. Al día siguiente cuando reviso, me parecieron familiares los términos. Observé, imprimí todo y vi solamente una respuesta y 40 copiadas con faltas y defectos. Me parece que nos volvió idiotas el tema, de que no nos percatamos de que damos la prueba escrita y dejamos en el sistema nuestra deshonestidad.
SEGURIDAD
–Debe ser un problema complejo administrar las situaciones diarias y al mismo tiempo responder las expectativas de la gente, de que se le detuvo a alguien y ya salió al otro día, etc.
–Tenemos 23 años de esta nueva cultura de horizontalización del poder y ya no hay nadie que tenga el poder absoluto. En el proceso de intervención existen dos instituciones principales. La persecución penal, que dividimos entre el Ministerio Público y Policía Nacional, y también el órgano jurisdiccional, el que decide el conflicto. Entre estos tres órganos existen las atribuciones iniciales de decretar la privación de libertad en diversos regímenes. La aprehensión es una facultad policial que requiere de muy poco estándar informativo. Flagrancia en la consumación de un hecho. Y a partir de ahí, como es de duración corta, la Policía lo hace y lo ejerce dentro del espacio de tiempo de seis horas, luego del cual tendría que haber una orientación superior en el hecho punible para que el fiscal se haga responsable y decretar la detención preventiva. La detención preventiva es el segundo rango de responsabilidad fiscal estándar informativo, un poco más superior que la flagrancia, porque significa que debe haber elementos, más o menos puntuales, que aconsejan la privación de libertad. Y el último estándar, la prisión preventiva, es el juez. El juez tiene que fijarse en que, primeramente, se lo tenga presente ante él al imputado. Debe exigir que haya elementos de sospecha en el hecho y elementos de sospecha en la participación en forma de evidencias. Y, además, apreciada la circunstancia del caso por él, debe decidir que haya peligro de fuga u obstrucción. O sea, hay más estándares. El discurso desde el Estado, entre los distintos estamentos, nos favorece, porque la Policía, si bien cumplió con lo suyo, el estándar era mínimo. La Fiscalía tiene otro estándar un poco superior y cada quien debe hacerse responsable con argumentos del motivo de su asunción. Pero yo creo que no comunicamos bien tampoco a lo largo de 23 años.
–¿Cuáles son algunas cuestiones que se tienen que revisar en todo este camino que ya llevamos desde la reforma del sistema?
–Para mí que la construcción jurídica de la Constitución Nacional, así como el constitucionalismo histórico, ya no tiene cabida en el futuro. Tendría en todo caso ir desarrollando estos conceptos. Nosotros tenemos un grave problema con el cumplimiento de la ley. Yo le rogaría a la gente que empecemos a cumplir, que las instituciones funcionen realmente conforme se quiere y luego al paso de una generación por lo menos revisar. Yo fui componente de la Comisión Nacional para el Estudio y la Reforma del Sistema Penal y Penitenciario y parece ser que cada actor político quiere su artículo propio, sin percatarse de que esa es una construcción jurídica que tiene ramificaciones y orientaciones para que se sostenga por sí solo. Yo recuerdo el tema de las medidas cautelares, las medidas alternativas y sustitutivas. Nosotros como académicos recomendamos que eso tiene que estar vigente porque la regla de convivencia procesal es la libertad y el mensaje político era que ese mensaje no vendía para nada en lo político y que había que hacer una especie de contrarreforma. Y nos llevó a que saturemos las cárceles, que además no cumplen con los objetivos de la pena, readaptación social y defensa de la sociedad. Tanta fue la presión que nos vimos obligados a volver sobre nuestros pasos. Es muy importante que la política se haga eco del fervor popular, pero para eso también es muy bueno comunicar bien para que finalmente no existan los estigmas que hoy existen.
TENTACIONES
–El agente fiscal y los colaboradores en general del Ministerio Público están en constante contacto con el crimen y ello supone tentaciones. ¿Cómo piensa abordar esa cuestión?
–Nosotros tenemos en criminología, que es una materia muy importante del sistema penal, la enunciación de diferentes formas de control del comportamiento criminal y una de ellas es la del observador participante. El observador participante es el sujeto que logra mimetizarse en el mundo circundante, estar atento a la evolución o la involución del sujeto observado, que también tiene un riesgo, el hecho de contaminarse. Y un poco creo que ese es el tema actual de la corrupción. Si nosotros no trabajamos sobre valores, si no somos capaces de reconstruir desde el origen, si no atendemos la comunidad de indígenas en las calles, los niños desprotegidos, evidentemente el futuro no es tan promisorio. Nosotros atacamos el resultado, pero no los orígenes del mal, que son los que realmente deben preocuparnos en esto de ir evolucionando.
–¿Qué puede comentarnos respecto al problema de las drogas?
–En nuestra época de juventud casi no había drogadicción y prácticamente los únicos problemas que existían eran de menor entidad, los enfrentamientos callejeros después de las fiestas. Hoy es imposible tener esa misma dimensión del problema. El tema de las drogas era de gente muy privilegiada en lo económico y prácticamente en los estamentos medianos para abajo no llegaba nunca. Hoy el peligro está en los barrios humildes y nuestro grave problema es que no tenemos forma de tratar esos males. Creemos que son ya prácticamente una escoria, pero si los consideramos hoy así, en el futuro en realidad son realmente delincuentes. Y esa es la preocupación mayor para mí, porque este Estado democrático parece ser que no logró todavía afianzar a sus instituciones de control y no logró todavía afianzar un sistema de salud adecuado a la desintoxicación. No sé si las instituciones nos volvimos débiles o todavía no adquirimos la fortaleza en esto de la horizontalización del poder, pero es un desafío a atender y muy preocupante. ¿Qué lanzamos para la comunidad futura?
–La memoria del fiscal Marcelo Pecci debe ser un faro que ilumine hacia adelante. ¿Qué se recoge de esa memoria?
–El comportamiento recto de cualquier hombre que ejerce su misión en el Estado es siempre digno de emular. Es muy importante que el Ministerio Público, no por el acontecimiento luctuoso que todos sentimos, tenga una imagen permanente, una memoria viva, que honre su acción larga. Nosotros instalamos la idea estos días de estar presente en los escenarios, no precisamente para encontrar los defectos que hay que decir en forma clara, no con esa intención, sino precisamente para darle un poco de fuerza porque el ser humano necesita de motivación. La motivación de un ciudadano ejemplar, de un agente fiscal que se empeñó en su misión como debe hacerlo y la presencia permanente de la gente, de los jefes, para dar una palabra de aliento en momentos difíciles son necesarias.
“Nosotros venimos en la historia de una rigidez organizativa estatal basada en el principio de autoridad. Si nosotros pensábamos que en esa época no había corrupción, estamos equivocados. Pero hoy en día precisamos ejercer otro tipo de control con base en la fragmentación del ejercicio del poder, con base en la horizontalización funcional”.
“Si nosotros queremos jueces humanos, tendríamos que ver la forma de que sean precisamente valores que marquen la diferencia con la máquina. Hoy día me sorprende a mí que los exámenes de conocimiento de la escuela del Consejo de la Magistratura no son de conocimiento. Son exámenes de eliminación. Creo que la literalidad no conduce precisamente a un fin bueno”.