Jimmi Peralta - Fotos: gentileza

La directora de “Distancia” encara su ópera prima con un equipo técnico y artístico joven que está compuesto mayormente por mujeres. Luego de trabajar en la producción y el género documental, Dea Pompa se arroja a la máxima aspiración que al parecer domina a todos los contadores de historias: la magia de la ficción, esa que permite superar el aspecto tedioso de las cosas para conquistar un estado de absoluta libertad creativa.

La dirección y la escritura de guion son los roles que ahora tiene a su cargo Dea Pompa, que fuera productora de “El supremo manuscrito” y “Luna de cigarras”. Su primer largometraje como directora se encuentra en pleno proceso de rodaje. Se trata de “Distancia”, una obra que busca exponer una mirada sobre las relaciones humanas y la libertad mediante la historia protagonizada por la actriz y productora Rossana Bellassai.

Dea se formó en primera instancia en publicidad y después de trabajar en televisión estudió en España, donde obtuvo un masterado en el género de documental de creación.

Hoy “la vida” –como dice ella– la pone en un momento en el que el contexto le es favorable para llevar a cabo este proyecto, y sus propias inquietudes artísticas y procesos personales le permiten ejercer el mando de toda la producción que la debuta como directora.

Nación Media habló con Dea sobre “Distancia”, su génesis y el momento del cine nacional, del cual ella también es referente, así como el desafío de ser mujer en un contexto patriarcal que impone determinados mandatos sociales.

–¿Cuándo el arte y en particular el cine penetra en tu vida como norte?

–Y bueno, digamos que el arte en mi vida siempre estuvo desde que nací porque mi mamá es artista plástica. Entonces, yo de chiquita siempre estuve en su atelier, la veía pintar, olía a la trementina, le acompañábamos a los vernissages de arte, a las distintas exposiciones que había en aquella época, en los ochenta, en Asunción. Entonces ella tenía amigos artistas, gente que hasta ahora conozco, y entonces digamos que siempre me vi en el arte, siempre estuvo al lado mío, crecí con el arte. Trabajando en producción y en canales de televisión me interesaba el documental, me interesaban las películas y el cine, pero veía como algo muy lejano. Pensaba que era algo que no estaba a mi alcance. Cuando me fui a España a estudiar comunicación audiovisual en la Pompeu Fabra, en esa universidad la carrera tiene mucho contenido de cine, es prácticamente todo cine, y entonces ahí por fin pude conocer y aprender y ver más. Ahí tenía claro que me interesaba todo lo que fuera cinematográfico, sea ficción o documental. Me interesaba la producción y me interesaba también escribir, siempre escribí. Eso estuvo siempre en mí, la idea de escribir, la idea de poder dirigir, además de producir.

FUSIÓN

–¿Ficción o documental?, ¿se te plantea esa disyuntiva en tus proyectos?

–Para mí ambos lenguajes cinematográficos. Después vienen cuestiones artísticas, estéticas o de la propia historia que hacen que uno pueda contar mejor desde la ficción o desde el documental. Hay documental periodístico, hay documental para la televisión, pero también hay documentales que están armados con una estructura más de ficción, que son estos que se llaman documentales de creación. Entonces, desde la formación que tuve siempre vi también fusiones. Hay obras donde la ficción y el documental se mezclan, entonces no es que uno tiene que hacer una cosa u otra, no hay una fórmula. Creo que la historia te va llevando y va diciendo de qué manera se cuenta mejor.

–Después de tu formación viniste a formar parte de la década del nacimiento o renacimiento del cine paraguayo. ¿Cómo vez este camino andado hasta ahora?

–Me encanta ser parte de una generación que vino a querer contar las historias y tuvimos al alcance también todo un cambio tecnológico alrededor del cine. Porque si no, iba a ser muy difícil. El cine era algo de alguna manera muy clasista, hacía falta muchísimos recursos. Entonces, en esta década que vos decís del nacimiento o renacimiento del cine paraguayo, confluyeron varias cuestiones, varios factores. Hay gente que, así como yo, pudimos formarnos, eso antes no había. Y a partir de ahí vinimos y otra gente también propuso hacer carreras, elaborar programas de estudio y que se enseñe. Entonces, ahora sí ya tenemos generaciones de cineastas formados. Y todo eso ocurrió en esta década que fue bastante gratificante formar parte y poder así contribuir a que haya una producción y una narrativa con nuestros paisajes, con nuestro lenguaje, con nuestra mirada dentro de lo que es la cinematografía.

–Después de asumir varios roles en muchas producciones, ¿qué pasó para que asumas el papel al que al parecer la mayoría pretende: la dirección?

–No sé si la mayoría pretende dirigir, pero si uno es creador de obras, sean escritas, audiovisuales o de teatro, creo que muchas veces al final uno quiere tener el control artístico de la obra. Mi rol principal siempre fue productora. Produje dos largometrajes que se estrenaron en cine con mi productora Koréko Gua. Y bueno, hace rato que quería dirigir, estudié comunicación audiovisual y dirigí documentales cortos, y quería poder dirigir una obra, sobre todo quería poder dirigir una ficción. Porque el presupuesto es otro respecto al documental, el equipo de gente, la envergadura. Entonces es gratificante poder hacer ficción porque es cuando más uno puede crear esa magia del cine.

–¿Qué esperaste?

–Bueno, primero tener una obra que me interesara dirigir, una obra que yo hubiera escrito, entonces surgió esta historia en la pandemia. Y tenía otras historias antes, pero bueno, no se había dado la oportunidad. La propia vida me llevó a este momento, o sea, la vida me puso en este lugar en el que puedo tener la madurez y la seguridad en mí también como creadora y como directora guionista de la obra que quiero hacer y de cómo me gustaría que sea la película. Yo vengo participando activamente de lo que es el sector cinematográfico acá, tratando de realizar obras y poder estrenar y mover hacia el mercado y hacer crecer la industria. Entonces, me interesa tener una obra, me interesa poder estrenar, me interesa hacer crecer nuestra industria cinematográfica.

EL ENCIERRO

–¿Cómo surge la idea original de la película “Distancia”?

–La idea original de la película surge durante la pandemia, a partir de tres monólogos fundacionales, como yo le llamo, que escribí cuando se cerraron las fronteras en ese marzo, abril del 2020. Durante todo este tiempo, como cineasta y como escritora y creadora, siempre estuve pensando de qué podía hablar con propiedad hasta que la vida me llevó a separarme e iniciar mi proceso de divorcio. Y en eso llegó la pandemia. Entonces vi unos hilos de los cuales yo podía tirar a nivel narrativo y a nivel de tramas para una ficción, donde yo parto de mi propia historia, que es la de una mujer que vive en un barrio cerrado con su hija pequeña, y quiere vender su casa cuando llega la pandemia y entonces eso, el encierro, la obliga a tener que relacionarse con sus vecinos. Y a partir de ahí es hablar de eso, de un proceso de una persona que quiere sentirse un poco más libre de lo que habitualmente lo es en la vida y los condicionamientos sociales la llevan a sentirse encerrada. Entonces, vi claramente que yo podía hablar de eso, de cómo personas queremos muchas veces sentirnos más libres.

–Contar una historia sobre mujeres narrada desde los ojos de una mujer. ¿Tiene algún significado particular o desafío para vos eso?

–Es desafiante ser mujer, sobre todo en un contexto tan patriarcal como el paraguayo, provengas del estrato social que provengas. Creo que así como en el libro de Rainer María Rilke, “Cartas a un poeta”, el joven poeta le preguntaba a Rilke cómo él sabía si tenía que escribir o no. Y Rilke le dice: “Bueno, si por alguna razón dudas, déjalo, no escribas nunca más, hacé otra cosa”. Pero si sentís esa necesidad imposible de frenar y de parar, y si uno no escribe uno se muere más o menos; si uno no escribe, uno no es, o uno no se desarrolla como persona, entonces creo que Rilke decía que uno tenía la certeza de que tenía que seguir escribiendo. Y que había que escribir básicamente desde adentro, buscar ese lugar de enunciación, buscar desde dónde escribir. Y bueno, soy mujer, nací mujer, entonces veo la vida y veo las diferencias y particularidades de esta sociedad machista, clasista, discriminadora en muchas maneras, etapas, momentos de la historia y actualmente. Entonces, creo que parto de esa realidad de ser mujer y ser paraguaya y querer conectar con el público de esa manera. Creo que ese es el desafío como mujeres, poder ocupar los roles que siempre estuvieron solamente para los hombres y que nosotras como mujeres podamos ser creadoras, podamos ser productoras, guionistas, directoras, jefas de departamento.

DESAFÍO

–¿Qué desafío se te presenta a la hora de narrar lo erótico para vos?

–Yo creo que las actrices que se han presentado en el cine paraguayo como Maneglia-Schembori con sus cortos “Artefacto de primera necesidad” o “La clase de órgano”, que su actriz fetiche o estrella era Alejandra Zicotte. Y también otro cineasta o artista, como Hugo Cataldo, que hizo “Semana capital”, él también abordó historias así con un tinte erótico, donde se veían los cuerpos en situaciones íntimas. Entonces, yo quisiera continuar con esa línea que colegas antecesores ya estuvieron abordando dentro de sus tramas. Y me parece que es un desafío siempre abordar lo erótico, pero por muchas razones. Es difícil a veces crear la intimidad necesaria para que la escena esté bien contada y que lo que uno planteó dentro del guion pueda ser posible. Es desafiante a la hora de grabar, y asegurar que todos estamos siendo debidamente y correctamente tratados y respetados. A actores o actrices, técnicos, fotógrafos, artistas, otros cineastas y a mí, como directora, nos entusiasma mucho llegar a construir un universo con coherencia y con sentido y cómo pasan cosas.

–¿Podés hablarnos del casting?

–En Barcelona tuve un profesor que se llamaba Joaquín Jordá y él principalmente decía que había que partir de lo más cercano. Siempre tengo presente eso. En este tema de elegir quiénes iban a representar a estos personajes de esta historia, digamos que esa diversidad de la que yo hablo o la libertad de la que yo quiero hablar, me llevó a elegir actrices como Thais Estrada, que es realizadora audiovisual y también actriz. Yo con ella trabajé siendo ella la directora y yo su primera asistente, o siendo yo directora y ella siendo mi fotógrafa DF y operadora de cámara. Entonces somos colegas. Y bueno, tenía un personaje que tenía mucho con lo que ella podía jugar y aportar a la trama. Gabi Báez es una colega también actriz y streamer de performance eróticos y ella es de Misiones, Argentina, pero vive en Sao Paulo. Y la conocí en un rodaje donde yo era jefa de producción y ella era una de las actrices en uno de los capítulos de la serie que estábamos rodando. Omar Mareco también le conozco de haber ido a verle a obras y de seguir todo su trabajo en el teatro, pero también con su personaje drag, Envidia Metenés, es una mujer activista, LGBT+ y siempre vi en Omar muchísimo talento. Entonces, también están Rafael Alfaro, Dani Willigs, mi propia hija Thea Díaz de Bedoya. Contamos con Deysi Vera, que es una actriz colombiana activista de teatro erótico. Todo eso aportó a la historia y a la diversidad de la cual yo quería hablar al hablar sobre la libertad.

–¿Cómo llegás a Rossana, tu actriz protagónica?

–Conocí a Rossana Bellasai a través de Lara Chamorro. La conocí en “Luna de cigarras”. Siempre la veía como productora y actriz de teatro, que es muy buena haciendo comedia principalmente. Y con Rossana tenemos en común que ambas tenemos hijas pequeñas que van al mismo colegio, son amigas. Digamos que la maternidad de alguna manera nos puso también en relación. Y dentro de toda esta historia de esta mujer con su hija pequeña, hablo de alguna manera de eso, de la maternidad. Porque dentro de esta cuestión de justamente ser mujer, las mujeres a veces somos madres también. Y el hecho de ser madres nos carga una serie de mandatos socioculturales de lo que se espera de nosotras como madres. Y esa lista y esas expectativas no están emparejadas ni equiparadas en relación con lo que se les pide a los hombres. Entonces, también de alguna manera en el fondo, cuando hablo de libertad para una mujer que es madre, estoy hablando de cómo seguir siendo persona a pesar de haber tenido un hijo. Después de ser madres, queremos también recuperar nuestra vida, nuestras realizaciones personales, y que no se nos determine y condicione con el hecho de ser mujer, que no es algo menor, pero que no es lo único que como mujeres podemos, queremos y necesitamos ser.

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