Jorge Zárate, jorge.zarate@nacionmedia.com

Su cámara registró innumerables puestas de teatro, espectáculos de danza y conciertos en la última década. Capturas que ayudan a reconstruir la historia de nuestra escena y sus protagonistas con sus bellos claroscuros. Desde sus inicios en blanco y negro fotografiando amigos en su querido barrio Republicano hasta estos días en que su curiosidad lo lleva vertiginosamente por las calles de la ciudad nos cuenta en esta charla.

Daniel González Mendoza es parte de la comunidad teatral desde hace muchos años en un rol que merece un destaque especial. Su registro fotográfico es de un gran valor artístico y cultural. En diálogo con Nación Media, nos cuenta sobre cómo se inició y hacia dónde va su incansable trabajo.

–¿Cómo llegaste a la fotografía?, ¿cómo fueron tus inicios en este mundo?

–Los hermanos Miguel y Marcelo Pérez tenían una casa de fotografías, Foto M. Color, en nuestro barrio Republicano de Asunción, y ellos, a finales de los 80, me arrastraron al oficio sin darme opción a decir no poniendo una cámara en mis manos, llevándome con ellos a los eventos sociales que iban.

Más tarde, llegó la tecnología de la Polaroid, que desplazó al laboratorio de revelado y copia de fotografía blanco negro para las “fotos carnet al instante”, que lo tenían en un cuarto oscuro en la parte de atrás del negocio. Entonces Miguel me prestó/regaló la vieja ampliadora, me indicó los químicos y papeles fotográficos que comprar, cómo combinar los químicos, los tiempos de exposición, cómo montar el cuarto oscuro, la luz roja y me regaló no sé cuántos metros de negativos blanco y negro…

–Y allí se abrió la puerta…

–Sí, comencé a disparar a mis amigos, a todos los que se me pusieran delante en el barrio, donde somos muchísimos amigos (tantos que fundamos el Club Unión Tagua y que entre nosotros nos llamamos los Jusuitas; en otra ocasión contaré el porqué) y de inmediato los revelaba en mi cuartito oscuro y la pasión por la fotografía comenzó a correr vigorosamente por mi torrente sanguíneo.

ENTENDIENDO LA LUZ

–¿Cuál fue tu primera cámara?

–La primera cámara fotográfica que tuve tenía dañado el sensor electrónico de luz, lo que me empujó a entender la luz y dominar empíricamente la configuración de la cámara para cada ambiente a fotografiar. Llevaba siempre una cámara donde iba y en los 90 a mi paso por los festivales de teatro juvenil y los campamentos culturales del Núcleo de Acción Cultural, animado con increíble entusiasmo por Blas Alcaraz; fueron espacios de mucha prueba y aprendizaje de muchas cosas y entre ellas, secretamente, la fotografía. Pero tanto me gustaba la fotografía que no terminaba nunca de aprender algo nuevo. Y me parecía que eso era algo que solamente a mí me interesaba. Nunca había pretendido que mis fotografías fueran apreciadas. Era algo muy mío.

–¿Tenés algunos referentes?

–Tengo la buena fortuna en esta vida de coincidir, en una sospechosa gran cantidad de veces, con personas que saben mucho más que yo y que a la vez son muy generosas de compartir conmigo sus saberes. Muchos me han ayudado a ejercitar mi mirada: Juanci Britos, Juan Carlos Meza, Gabriela Zuccolillo, las clases con Jorge Saenz, Javier Medina, Christian “Gurú” Núñez, Erika Meza, por citar a personas muy caras a mis afectos. En la década del 90 me encuentro con las fotografías del maestro Luis Vera, que fotografiaba al Ballet Nacional, y la belleza de sus imágenes me cautivaba. Allí supe que me gustaría hacer fotografías como las que él hacía. Supe que no estaba en mi interés las fotografías sociales de eventos ni el fotoperiodismo. Me gustaban las fotografías de las artes escénicas y las fotografías de estudio. Pero las artes escénicas exigen un tipo de lente fotográfico muy particular y costoso, no tan versátil, y recién decidí comprarla al inicio del 2010. Fue una de las mejores costosas compras que hice en mi vida y así se inició una manera más profesional de captar las imágenes de lo mucho que se hace en Asunción en materia de artes escénicas.

–Se destaca en tu obra el respeto por la iluminación de la escena y los claroscuros. ¿Cómo te gusta componer las imágenes?

–Otra gran fortuna que tenemos en Asunción, en artes escénicas, es que todos los profesionales iluminadores, Ñeco Rabito, Kuki Giménez, Albertito Castillo, Santi y Manu Schaerer, Martín Pizzichinni, Virgilio Centurión y Josema Tottil son muy apasionados conocedores de su arte y a la vez tienen mucha generosidad con sus saberes. Una buena, inteligente y sensible iluminación facilita que las fotografías sean buenas. Nuestra proximidad como amigos hace también que platiquemos acerca de asuntos muy técnicos, como ser la disposición de las lámparas, su potencia, colores. En concreto, con Santi Schaerer basta con explicarle la atmósfera que se quiere lograr y él lo hace con las luces más adecuadas. Y Martín Pizzichini –cuando me toca trabajar con él– dispone las luces de tal forma que favorezca a la cámara. Lo conversamos y lo vamos ajustando. En general –y no solo yo– se trabaja súper bien con los iluminadores en Asunción.

EMPATÍA

–¿Tu calidad de actor y director de teatro te da alguna ventaja a la hora de conseguir algunas tomas?

–El hecho de venir yo del teatro, tal vez, me permite empatizar con el director/a y/o los actores y actrices y aproximarme a entender cómo desearía que quede registrada una escena. Y fue el maestro Agustín Núñez, desde El Estudio, que me ha planteado tener unas clases de fotografía con sus estudiantes del curso de Dirección, en donde vemos cómo aprovechar una imagen para analizar mejor la composición de una escena que se quiere realizar, por ejemplo.

–Construiste probablemente el archivo más importante de los últimos años de las artes escénicas nacionales, ¿qué sentís al revisitarlo?

–En 2013 empiezo más conscientemente a fotografiar las obras de teatro y algunos espectáculos de danza y de conciertos. Sé que cuento con equipos idóneos para esta labor y mi necesidad de aprender más me empuja a hacer estas fotografías. También hay que luchar porque son efímeros los espectáculos de artes escénicas en nuestra ciudad (las puestas tienen pocas funciones). A mí hoy día me resulta imposible asistir a ver todas las obras que se realizan y, sin embargo, son muchas las personas que ni siquiera saben que hay un espectáculo.

LA CÁTEDRA Y EL TEATRO

–La educación y el teatro son tus otras pasiones, ¿cómo llegaste a combinarlos?

–Tuvimos en Asunción a un gran pedagogo teatral, Nicolás Carter. Muchos aquí nos hemos formado con él. A cada quien le llama más la atención una cosa que otra. De las clases del maestro Nicolás más que todo me había llegado su didáctica. Al estar en sus clases, también supe que quise ser docente. Estudié Ciencias de la Educación en la Universidad Católica y desde allí realicé mis propias investigaciones especializándome luego en educación artística y en actividades lúdicas dentro del aula. Es tal vez porque la educación siempre en mi caso fue un hecho muy divertido y de pura satisfacción de mis curiosidades. No concibo una educación aburrida. El aprendizaje y el aburrimiento son ideas que no pueden estar en el mismo lugar. O aprendés o te aburrís, pero no ambas al mismo tiempo. Y, por otro lado, mi historia personal está cargada de mucha amistad, y son los amigos y amigas quienes te ayudan a seguir avanzando.

Por eso considero que lo primero que debe hacer un centro educativo es poner empeño en desarrollar y fortalecer los vínculos afectivos entre los estudiantes. No dejar esto a las buenas de dios. Se lo debe trabajar profesionalmente. Si entre los estudiantes se desarrollan y fortalecen los vínculos afectivos, existe mucha más posibilidad de que una importante mayoría concluya sus estudios, gocen de una formación permanente y que emprendan acciones profesionales en equipos de trabajo. Soy docente en el Instituto Superior de Bellas Artes desde el año 2005.

AGENDA CULTURAL

–¿Cómo ves el teatro nacional desde tu particular condición?

–Desde el punto de vista académico, y sin contar con este año 2023 por ser un estancador año electoral, hoy hay más escuela especializada en teatro en Asunción, y también, si observamos la última década, vemos que la cantidad de puestas en escena es la más elevada de toda nuestra historia teatral. Casi todos los espacios culturales ya cuentan con una agenda llena para todo el año. Pero este detalle todavía no está siendo considerado por nuestras autoridades, que en una lamentable mayoría jamás asisten a ver una actividad cultural. Si bien, más que cualquier otra disciplina artística, el teatro está presente invariablemente en la agenda cultural de cada fin de semana en los centros culturales de nuestra ciudad capital, los artistas y su público no están considerados en los planes de reactivación del microcentro capitalino. Y tal vez debido a una desinteligente administración. Estas importantes iniciativas privadas artísticas no son aprovechadas aún para favorecer un plan económico efectivo, ya que el creciente número de público al concluir un espectáculo se encuentra con la oscura, solitaria y atemorizante ciudad de Asunción.

–Además de la escena teatral, hiciste ensayos fotográficos como el de las veredas ocupadas. ¿Cuáles son otras temáticas de tu interés?

–Me gusta mirar Asunción y tratar de entender sus ilógicas cicatrices, intento tomarle el pulso y a veces me da la impresión de que ya no late. La apresurada vida cotidiana de la sobrevivencia nos impide muchas veces notar la magnitud de sus ruinas, la más terrible en tiempo de paz. Entonces, una fotografía permite congelar la perturbante e inmerecida decadencia que como una enfermedad avanza destruyendo la piel de la ciudad. Es urgente hacer saltar las alarmas.

UN SUEÑO

“Mi sueño es poder tener una plataforma de imágenes que posibiliten una visualización en conjunto de todo lo que se despliega en Asunción”, cuenta Dani González. La idea es poder registrar allí “cuántas personas involucra, quiénes son, en qué espacio se realizan, qué tipo de trabajos se hacen, hacia dónde avanza la dramaturgia asuncena, cuál es la estética visual dominante, etc.”.

Un primer avance en ese sentido son los primeros catálogos fotográficos en formato PDF que viene ofreciendo de las obras de teatro, danza y conciertos, que puso a consideración de la comunidad escénica y el público en general para “observar y hacer tu pedido de fotografías en formato digital en alta resolución”.

Las presenta en tres grupos diferentes cronológicamente: del 2013 al 2015, del 2016 al 2019 y del 2020 al 2023. Los que deseen verlos y adquirir alguna toma pueden contactarlo al (0983)-304-274 o en sus redes sociales.

BREVE BIOGRAFÍA

Daniel González Mendoza nació el 4 de abril de 1971 en Paraguay. Es fotógrafo especializado en fotografías artísticas, de estudio, fotografía de productos para publicidad y fotografía de emprendimientos escénicos y diseños publicitarios.

Estudió Ciencias de la Educación en la Universidad Católica. Fue docente de teatro en en el Colegio Cooperativo Kuarahy, Colegio San Ignacio de Loyola, TIA (Taller Integral de Actuación), Liceo Francés en Asunción Marcel Pagnol y en el Instituto Superior de Bellas Artes.

Guionista y productor en varias producciones artísticas para distintas organizaciones.

ES DIRECTOR DE TEATRO Y ACTOR Participó en películas como “7 cajas”, “Gracias Gauchito”, “Leal” y “Pedro Juan 2 Caballeros” haciendo el casting de actores y actrices, y en algunas actuando.

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