El filme, dirigido por Sofía Paoli y que recibió el premio a Mejor Dirección Documental en Málaga, presenta la historia de Celsa Ramírez, una artista, madre y luchadora que fue víctima de la represión durante la dictadura estronista. A partir del testimonio de vida de una persona se busca generar un diálogo franco y abierto sobre un periodo de la historia reciente del país cubierto de ignominia.
- Por Jimmi Peralta
- Fotos: Gentileza
Celsa Ramírez (72) es la protagonista que presenta en su documental la cineasta Sofía Paoli, quien bajo el título “Guapo’y” expone una historia de humanidad, valor y resiliencia que se sobrepone a décadas de injusticia e impunidad.
Hablar del pasado reciente sigue siendo en Paraguay un esfuerzo que rompe el silencio e ir más a allá de la generalidad, mostrar la vida y resistencia de una protagonista como Celsa Ramírez de alguna forma es busca superar esa casi común negación de la tragedia que se hizo, y de lo que se hace, por simpatía política o por ignorancia.
Paoli propone el siguiente momento como el central: el diálogo, pero ese conversar arranca con un primer decir que se deja ver en un relato de 72 minutos de filmación. Ahí, entre naturaleza y primeros planos, se ve la vida de Ramírez, quien fuera presa política y madre en prisión durante la dictadura de Alfredo Stroessner.
El filme se estrenó en 2022 en las últimas semanas logró un reconocimiento internacional en España y en este abril se proyectará por primera vez en Latinoamérica, y será en Uruguay; en tanto, el equipo de producción aguarda con ansias las proyecciones en Paraguay.
–¿Cómo llegás a la historia de Celsa Ramírez?
–Fue hace varios años cuando leí un artículo periodístico del periódico E’a, “Canciones de cuna en los calabozos de Stroessner”, escrito por Jorge González. Ahí conocí la historia de varios niños que habían nacido en prisión durante la dictadura cívico-militar y que vivieron en el campo de concentración de Emboscada junto con sus madres. En ese tiempo el artículo me conmovió y lo guardé por mucho tiempo. Años después, junto a otros compañeros estábamos queriendo hacer un documental sobre la dictadura. Es ahí que empiezo a leer los informes de la Comisión de Verdad y Justicia y me reencuentro con ese artículo periodístico. Volver a leerlo me impactó de una forma distinta. Yo había cambiado, acababa de ser madre y eso hizo crecer en mí una necesidad muy fuerte por conocer más a Celsa Ramírez y poder contar su historia.
–¿Cuánto tiempo te llevó procesar la historia y cerrar el arco narrativo final? ¿Cómo se dio ese proceso?
–Iniciamos en el 2015, es ahí cuando nos conocimos con Celsa. Ella nos abrió las puertas de su casa y nos recibió con esa dulzura y calidez que la caracterizan. Después de ese encuentro, empezamos a compartir y disfrutar de momentos, de charlas y mate juntas. Así fue creciendo nuestra amistad, hablábamos muy poco de la película, pero ella y su familia manifestaban siempre la importancia de hablar de lo vivido en la época de la dictadura y poder contribuir a rescatar la memoria. Durante este proceso tuve la dicha de contar con un equipo de excelentes profesionales de gran calidad humana, que acompañó todo el proceso creativo enriqueciendo el proyecto y haciéndolo crecer.
LA PANDEMIA
–¿Cómo les afectó la pandemia en este desarrollo?
–Fueron varios años de trabajo. Dentro de ellos tuvimos tres rodajes en tiempos totalmente distintos, con equipos de dirección de fotografía distintos también y donde tuvimos una pandemia de por medio. Pero todo ese tiempo nosotros estuvimos trabajando en el proceso creativo, con asesorías desde el desarrollo de montaje, de guion y de distintos tipos de áreas. Nosotros pasamos durante el periodo de trabajo por varios laboratorios internacionales, pasamos por ejemplo por Argentina, donde ganamos Mejor Desarrollo Proyecto; en el Bolivia Lab ganamos incentivo a la distribución, tuvimos asesorías con Paz Encina, con Marta Andreu. Eso fue parte del proceso.
–Entiendo que realizaron un trabajo especial con el sonido.
–Estuvimos trabajando también ya desde el desarrollo con la dirección de sonido. Hay una propuesta también que se hace desde dirección de sonido. La película no tiene música, por ejemplo, se trabaja la banda sonora prácticamente con sonidos propios de la naturaleza, creados en una pista, que está compuesta por elementos naturales únicamente. Especialmente por la narrativa de la sanación a través de las plantas trabajamos mucho los sonidos de las hojas, raíces, semillas, agua, no hay nada fuera de lo que es el ambiente propio de la casa de Celsa y los elementos propios de la naturaleza que ella utiliza para sanar.
COMUNIÓN BAJO LA SOMBRA
–¿A qué hace referencia el nombre del documental?
–Guapo’y es el nombre del árbol que estaba en el campo de concentración de Emboscada. Era el lugar donde todos los presos políticos y los niños que estaban ahí se reunían a disfrutar de su sombra, compartiendo momentos de diálogo, arte y sanación.
–¿Esperás alguna respuesta del público paraguayo ante este trabajo que tiene que ver con su pasado, pero de seguro también con su presente?
–Estamos esperando con muchas ansias el estreno en Paraguay, especialmente por la reacción que pueda tener el público paraguayo. Hay todavía en la sociedad muchas posturas distintas sobre lo que fueron los años de la dictadura. Creemos que va a ser una buena oportunidad para generar espacios donde poder hablar y debatir sobre nuestra historia. Queremos que se estrene en salas de cine, pero también poder tener circuitos alternativos que permitan llevar la película a la mayor cantidad de público.
–¿Cómo trabajaron la coproducción?
–La película fue financiada por Ibermedia, Fondec el Incaaa de Argentina, la Secretaría de Cultura y el Doha Film Institute, que es el coproductor de Qatar. La película es una coproducción de Paraguay, Argentina y Qatar, y prácticamente todo el rodaje se hizo en Itá y el diseño sonoro y la posproducción de sonido se hizo en Paraguay, pero toda la otra posproducción mezcla, colorimetría, todo fue hecho en Argentina.
VISIBILIDAD
–¿Qué implica para vos el premio que recibiste en Málaga?
–En noviembre “Guapo’y” tuvo su estreno mundial en el IDFA (Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam), donde tuvimos la alegría de recibir Mención Especial del Jurado. Se estrenó en Estados Unidos en el True/False Film Fest y este mes de marzo tuvo su estreno en en el Festival de Málaga de España, donde recibió el premio a Mejor Dirección Documental. Que la película pueda tener reconocimiento en festivales internacionales de trayectoria es muy importante para nosotros porque permite que “Guapo’y” tenga mayor visibilidad en Paraguay y que pueda llegar a mayor público, propiciando diálogos sobre la memoria, generando debate sobre las injusticias y la violación de los derechos humanos que se dieron en época de la dictadura de Stroessner.
–¿Cuál es el principal propósito del documental?
–Es importante que se puedan conocer las historias de tantas personas que fueron víctimas en esos años. En el país aún hay grupos políticos y de poder que reivindican la dictadura. Existe mucho desconocimiento en la sociedad sobre las víctimas de la dictadura, los desaparecidos y la lucha de mucha gente por la identificación de sus familiares.
–¿Qué calendario de festivales manejan para este 2023?
–La película tendrá su estreno latinoamericano en el 41 Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay, que se desarrollará desde el 5 al 16 de abril, donde participará de la Competencia de Cine de Derechos Humanos junto con otras seis películas más.