Riccardo Castellani Fotos: gentileza

Haciendo un paralelismo entre las ideas de Baruch Spinoza y de Alan Turing, el autor de este artículo plantea la interrogante de si lo que en principio constituye la esencia de la libertad humana no es en definitiva su más directa negación.

El filósofo Baruch Spinoza sostiene en “Ética demostrada según el orden geométrico” que el humano funciona como una fábrica “que supera con mucho artificio a todas las cosas fabricadas por el arte de los hombres”.

El tema de la máquina y el autómata no era ajeno a la discusión filosófica de su época. Con la racionalización de la mecánica y la comercialización de relojes, aparece la posibilidad de estudiar un automatismo a medida humana, más abarcable que el de los astros, cuya mecánica había inspirado el pensamiento desde los inicios: la astrología es la ciencia más antigua, observa Norbert Wiener en “Cibernética o control y comunicación en el animal y la máquina”.

El interés particular que prestó Spinoza al tema se nos revela en su correspondencia: no le era ajena la red técnica de la experimentación química (Carta VI) y la fabricación de máquinas para comprobar leyes de la naturaleza era uno de sus pasatiempos con amigos (Carta XLI). Ya en su obra temprana “Tratado de la reforma del entendimiento” declara que para alcanzar una mayor perfección no se debe despreciar la mecánica.

En la misma obra menciona otra palabra clave para la cibernética: autómata. La usa para describir el comportamiento de personas que se obligan por medio de juramentos a afirmar o negar ciertas cosas, incapaces de argumentar sus preferencias. Convertirse en un autómata es el peligro al que se enfrentan las máquinas humanas. Spinoza escribe la “Ética” como un método sortear este peligro y acceder al conocimiento.

COMPUTADORAS

Una computadora es un objeto técnico capaz de actuar eficientemente como una máquina universal (o máquina de Turing).

La máquina universal es una máquina abstracta descrita por Alan Turing en su artículo “Sobre números computables, con una aplicación al problema de la decisión”, escrito para demostrar que ciertos problemas son indecidibles, es decir, que no hay forma de determinar a priori si se resolverán o no.

La primera máquina concreta que Turing considera capaz de comportarse como una máquina universal es un ser humano dotado de papel, lápiz, borrador y una tabla de instrucciones que le explique cómo proceder, es decir, cualquier persona capaz de aprender fórmulas matemáticas y usarlas para calcular.

Turing asegura que cualquier máquina capaz de operar como una máquina universal puede imitar a cualquier otra máquina, incluyendo al ser humano y la vida misma.

Las computadoras digitales que utilizamos, sean de escritorio o de bolsillo, se construyeron para funcionar como máquinas universales con una aritmética binaria de unos y ceros. Aunque el binario es simple de comprender para las máquinas, resulta tedioso para los humanos. Para facilitar la comunicación, se encontró conveniente traducir números por palabras, dando paso a lo que llamamos lenguaje ensamblador. A medida que las posibilidades de las máquinas universales se expandían, el lenguaje ensamblador fue envuelto por una segunda abstracción: los lenguajes de alto nivel, más cercanos al lenguaje humano.

ONTOLOGÍAS

Para crear lenguajes de alto nivel eficientes, las ciencias de la computación y de la comunicación determinan ontologías: definiciones formales de tipos, propiedades y relaciones entre entidades que existen para un dominio, un reino de la realidad. Una ontología crea conjuntos y establecen axiomas que limitan las posibles interpretaciones para los términos definidos. Especifica formalmente una conceptualización compartida, que expresa una visión consensuada, no un punto de vista individual, y está expresada en un lenguaje formal que puede ser procesado por una computadora y, por ende, comprendido por un humano, indica Tom Gruber en “Ontology”.

Mucho antes de las computadoras, Spinoza lleva adelante este procedimiento en su “Ética”. Partiendo de cuerpos que solo se distinguen por su movimiento y reposo, describió las ajustadas leyes por las que se forman compuestos que forman a su vez otros compuestos. Las cosas singulares de Spinoza corresponderían a los objetos instanciados en un programa de computación, así como sus normas de interacción serían equivalentes a un programa para la adquisición del conocimiento.

En el cuarto libro, donde trata la servidumbre por los afectos, describe las reglas de interacción entre personas considerándolas cómo un programador vería objetos: instancias de cierta clase común, que se comportan de cierta manera ante su encuentro con los cuerpos exteriores. En el quinto libro, describe cómo utilizar los métodos de estos objetos, operando revisiones en la memoria para simular situaciones probables y planear respuestas que aumenten la fuerza de la razón.

COMPUTADORAS QUE APRENDEN

Cuando Turing describe cómo debería programarse una computadora para que aprenda y sea capaz de corregirse a sí misma, propone crear una configuración que le permita imitar el funcionamiento del cerebro de un humano recién nacido: deberá tener una entrada de datos, efectores que permitan expresar respuestas, preferencia por el placer, rechazo al dolor y una memoria que forme índices.

El primer índice que generará la memoria será una lista cronológica de los datos introducidos y las respuestas expresadas: lo que dijo y lo que le dijeron. Con ella irá construyendo otro índice de experiencias: en uno estarán anotadas las palabras que conoce relacionadas con los momentos en los que fueron utilizadas, en otro tendrá reglas de juegos y ejemplos de partidas jugadas. En un estado avanzado, la memoria incluirá partes importantes de su propia configuración en cada momento, es decir, recordará en qué estaba pensando en cada ocasión y esto le permitirá crear nuevos índices.

Una vez creada la computadora con las características mencionadas, Turing propone someterlas a una educación similar a la de los humanos. Un profesor conversará con la máquina, le hará preguntas y juzgará cada respuesta con un signo correspondiente a placer u otro correspondiente a dolor. Además del profesor, un archivo ejercerá aleatoriamente placer y dolor. Cada vez que la computadora deba tomar una decisión, buscará en su índice situaciones similares, cotejará sus respuestas con sus resultados y elegirá la que estadísticamente sea más favorable.

Al considerar su configuración completa en cada estado y las transformaciones de esa configuración al pasar al siguiente, podrá encontrar nuevas relaciones relevantes para indexar. Estas le permitirán enfrentarse a próximos problemas con menor incertidumbre e irá ganando capacidad predictiva. Al investigar su memoria en un estado avanzado del proceso, la máquina comprenderá que a veces el maestro se equivoca, que el placer y el dolor no dependen por completo de dar respuestas correctas o incorrectas y que los problemas no pueden ser realmente resueltos siguiendo la dirección del placer y evitando el dolor. Entenderá, como Spinoza, que “cualquier cosa puede ser por accidente causa de alegría, tristeza o deseo”.

HUMANOS QUE APRENDEN

Las características que encuentra Spinoza en el ser humano no distan mucho de las descritas por Turing para una computadora capaz de aprender. El humano cuenta con la capacidad de percibir estímulos y generar respuestas, preferencia por el placer, rechazo al dolor y una memoria.

La memoria es una concatenación de ideas que implican la naturaleza de las cosas exteriores. El cuerpo está dispuesto de tal forma que, al ser afectado por dos o más cuerpos al mismo tiempo, al recordar uno recordará también el otro. Esto permite, entre otras cosas, relacionar la palabra “manzana” con la fruta que designa, aunque nada tengan que ver un sonido emitido con un fruto. El conocimiento adquirido por este medio será siempre muy inadecuado.

El conocimiento adecuado solo llega cuando se considera lo que tienen en común las cosas consideradas, cuando se descubre aquello que está en la parte y en el todo del propio cuerpo y el de los cuerpos externos.

Para lograrlo, primero deberá conocer los afectos; luego, separarlos de la causa exterior; con el tiempo, los afectos referidos a cosas que conocemos adecuadamente superarán a las que conocemos confusamente, solo entonces le será posible descubrir las causas que fomentan los afectos que se refieren a las propiedades comunes; esto le permitirá finalmente ordenarlos y concatenarlos entre sí, evitando ser perturbado y pudiendo determinarse a sí mismo a obrar, planificando con simulaciones el modo de enfrentarse a eventos futuros.

Solo cuando el humano es capaz de proceder de tal manera, Spinoza dirá que actúa. Cuando se deja guiar por afecciones es un cuerpo pasivo, ya que no es la causa de lo que ocurre en él. Solo cuando se determina a actuar por la razón, solo cuando sigue un plan que ha diseñado él mismo, puede decir que es libre. Tan libre como una computadora que ha aprendido a crear.

El filósofo neerlandés Baruch Spinoza.

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL DE HOY

Desde el punto de vista de la computadora, lo que ocurren son eventos, interacciones de instancias. Detrás de eso, existe una fuente de energía que permite el flujo discretizado de electrones por su circuito. Una serie de programas escritos en lenguajes de alto nivel por equipos de personas permiten a un usuario que no entiende matemáticas realizar acciones en conjunto con la computadora.

En muchas computadoras se pueden correr programas que funcionan como redes neuronales. Con ellas se puede componer música o crear cuadros de un modo en el que es difícil determinar cuáles decisiones fueron tomadas por el ser humano y cuáles por la computadora. La cosa singular que emerge del encuentro entre el humano y la computadora es un cyborg.

La mayoría de las personas, sin embargo, no interactúa con las inteligencias artificiales para crear. La mayoría solo interactúa con las redes neuronales de los motores de búsqueda, de las plataformas de streaming y de distribución de contenido en las redes sociales.

El problema que radica en ellas es que están puestas al servicio de un propósito: que el usuario tome la mejor foto en los teléfonos inteligentes, que siempre reciba contenido que le atraiga o con el que quiera interactuar en las redes sociales. Detrás de estos fines, están los de empresas que capturan los datos de esa interacción, principalmente para ponerla al servicio de la publicidad y la propaganda.

Esto genera una hipertelia en la red neuronal, una sobreadaptación atrofiante que poco se parece al pensamiento creativo. Lo que produce son sirvientes eficientes que terminan apresando al ser humano, puesto que, mientras más exigimos rendimiento a las máquinas, más sometemos a los humanos que interactúan con ellas, obligándolos a adaptarse a un ritmo que los supera en velocidad y que no descansa de la misma manera.

Los estragos de la atención y concentración en los trabajadores que se relacionan con computadoras e inteligencias artificiales son tema de discusión en nuestros días, sobre todo con la multiplicación de pantallas con acceso a internet, orientadas a llevar al usuario a redes sociales y plataformas de streaming: máquinas de captura de datos.

Alan Turing, uno de los padres de la ciencia de la computación y precursor de la informática moderna.

ESCAPAR DEL AUTOMATISMO

Con todo esto, no se trata de decir que las computadoras y los humanos son iguales. Turing dice que un ser humano puede actuar como una máquina universal y que una computadora puede actuar como un humano, porque ambos son máquinas de imitar otras máquinas, aunque el proceso interno que modula la entrada de energía para generar una respuesta que ordena el medio sea distinto en cada caso.

El peligro para ambos seres es acabar sujetos a automatismos, poseídos por la idea de finalidad. Cuando nos guiamos por ideas trascendentales y universales, por lo que aprendimos en el sistema de premio y castigo que nos impuso la escuela, la familia, los amigos; cuando creemos algo porque alguien importante lo dijo o porque lo leímos en un libro de un autor que nos cae bien; cuando en lugar de saber, creemos, tenemos fe, y nos dejamos guiar por pasiones en lugar de razones.

Tanto Turing como Spinoza saben que el conocimiento de tipo matemático disminuye la potencia de afectarnos que poseen las instituciones que se aprovechan de la pasión para imponernos sus fines.

A pesar del gran poder e influencia de estas instituciones, ninguna estructura está predeterminada a ninguna función: tanto el potencial de los humanos como de las computadoras está siempre por descubrirse. Afortunadamente, como hace notar Spinoza, “nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo”.

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