Con motivo del mes de la mujer abordamos cómo se piensan y se crean los personajes de mujeres paraguayas en el cine, así como qué historias de heroínas están aún sin contarse y quiénes las inspiraron. En este diálogo que mantuvimos con reconocidas realizadoras y actrices se reflexiona sobre la dimensión femenina y los aportes que realizaron en el desarrollo de la disciplina en el Paraguay al punto de que los trabajos más reconocidos fueron hechos por, desde o con la participación protagónica de mujeres.

  • Por Jimmi Peralta
  • Fotos Gentileza

El auge de la producción cinematográfica en Paraguay tiene poco más de una década. Mien­tras los años pasan, adquiere mayor destaque el rol de la mujer en lugares claves de la industria en formación y son en particular las direc­toras paraguayas las que han puesto su propio trabajo de relieve. En el ámbito de la fic­ción se han destacado Galia Giménez, Tana Schémbori, entre otras, en tanto que el rubro de la producción de documentales, la cámara y la pluma de Renate Costa, Aramí Ullón y Paz Encina han recogido reconocimien­tos tanto nacionales como internacionales.

En primera instancia se vuelve necesario rescatar el trabajo de la mujer en un cine tan incipiente, aunque no por ello poco talentoso; después de descubrir sus influencias artísticas indaga respecto a, como mujeres de acá que son, estas directoras crean y pien­san a los personajes femeni­nos que después exponen en la pantalla. La imagen que viaja a través de un proyector es representativa de la reali­dad, recoge de ella intuiciones directas, prejuicios e inserta símbolos en clave cinemato­gráfica, que al ser expuestos vuelven a fijar en el incons­ciente colectivo a aquellos per­sonajes y sus historias. Dentro del imaginario social, la idea de mujer paraguaya parece pre­sentarse como significante de belleza, naturaleza, sensuali­dad, valor, capacidad de resis­tir el dolor, madre, responsa­bilidad… ¿y qué más? ¿Cómo es la mujer paraguaya que se piensa en la sociedad? ¿Cómo es la mujer paraguaya que se piensa en el cine local?

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Galia Giménez, en el rodaje de “Réquiem por un soldado”.

FORTALEZA

“Los personajes femeninos son más fuertes, siempre. Inclusive en ‘Eami’, mi última película, el personaje fuerte es el de una niña”, comenta Paz Encina, multipremiada direc­tora paraguaya que es recono­cida por sus trabajos como “La hamaca paraguaya”, “Ejerci­cios de memoria” y “Eami”.

El trabajo de Paz no se centra en la creación de un personaje, sino en despegarse de sus pro­pios preconceptos para ver lo que el personaje, esa mujer le dan. “A mí lo que me importa es la condición humana. Me entrego totalmente a mis personajes, pienso en ellos por meses, a veces por años... pienso todo el tiempo como si fueran alguien cercano o cercana, intento saber lo mejor posible qué es exacta­mente lo que están sintiendo, pero pienso como si fuera algo lejano a mí y, al mismo tiempo, lo que mejor conozco. Intento tener la exacta leja­nía y la exacta cercanía al mismo tiempo. Es algo com­plejo entrar en el mundo de un personaje, es algo difícil, pero intento entender lo mejor que puedo la humanidad que tie­nen”, refiere.

Tana Schémbori.

ESTEREOTIPOS

Angy es el personaje que la actriz Ana Ivanova encarna en “Las herederas”, de Marcelo Martinessi. Esa mujer bandea los mojones marca­dos por la sufriente y pade­ciente figura femenina, y es dentro del filme casi quien abre la puerta de la libertad a la historia.

“El registro de mi interpre­tación en cine es muy sutil, íntimo, bajo. Es difícil encon­trar un director a quien esta propuesta le sirva para crear y, más aún, para ser el agente del caos que cambia la direc­ción de una narración, como el personaje que interpreto en ‘Las herederas’. Habitar esa piel supuso otros riesgos como crearla y que no fuera parecida a otras mujeres que había interpretado. Marcelo me hizo un regalo maravi­lloso al permitir que conser­vara mi registro, que siempre es lo más difícil de negociar. La creación no supuso preci­samente una oposición, creo que eso es algo que ya apa­reció con la composición”, comenta Ana.

“Lo primero que hay que hacer en este oficio es huir lejos de los estereotipos. En primer lugar, los personajes, ya sean hombres o mujeres, son seres humanos con sus defectos y virtudes. La mujer paraguaya tiene todo eso, pero también tiene su parti­cularidad y esencia que trato de dibujar en todos mis tra­bajos referentes a personajes femeninos. Creo que en mi obra ‘Mujer’ eso estuvo muy presente”, refiere la cineasta Galia Giménez, que cuenta en su haber con trabajos como “María Escobar”, “Réquiem por un soldado” y “El azúcar del naranjo”.

Ana Ivanova.

Galia, egresada de la Escuela de Cine de Moscú, fue la pri­mera directora de cine del Paraguay. A fines de la década del 70 dirigió cortos y medio­metrajes fuera del país, entre ellos “La venganza”, que transcurre en Latinoamé­rica, pero que fue filmado en Georgia.

La mujer en el cine paraguayo aún guarda un hueco a ser lle­nado por protagónicos basa­dos en la historia, heroínas o personajes centrales que permitan brotar inspiración.

“Tengo varios personajes femeninos que sí que me gustaría muchísimo llevar al cine. Soledad Barrett, su historia parece así maravi­llosa, también la de madame Lynch, por supuesto Pancha Garmendia y por ahí mujeres más anónimas que marcaron y que hicieron camino en Paraguay. Hay muchas his­torias muy interesantes, pero siempre prima en mí el con­flicto, o sea los giros y la can­tidad de conflictos que hay en una historia que hace que esa historia sea sostenible. Pero sí, siempre están en mi imagi­nario estos personajes que te cité”, comenta Tana Schém­bori, quien dirigió junto con Juan Carlos Maneglia “7 cajas”, la película paraguaya más taquillera de la histo­ria, y “Los buscadores”, entre otras producciones.

Paz Encina.

“Mi sueño es ser una heroína anónima. Una mujer cual­quiera de 50 con sus comple­jidades y una historia simple y, por lo tanto, potente. Dejar que una verdad habite la fic­ción. No me interesa inter­pretar a una mujer que hizo historia, sino la historia alre­dedor de un personaje cual­quiera, una mujer común. Porque de ella nada sabemos. Me encantaría plasmar a esa mujer de la que no tenemos un retrato, porque repre­senta a otras, invisibilizadas por una práctica de cancela­ción que hasta hoy repetimos. No me interesa alguien que hizo la historia en primera persona, me interesa el per­sonaje periférico a los hechos históricos bien conocidos”, confiesa respecto a su trabajo actoral Ana Ivanova.

EL OJO FEMENINO EN DIRECCIÓN

Más allá de todo el desa­rrollo técnico y tecnológico que envolvió al cine en sus más de un siglo de existen­cia, la máxima del narrador sigue siendo la misma: con­tar una historia. Como pre­misa podría decirse que hom­bres y mujeres cohabitan en un planeta donde viven den­tro de distintos mundos. Lo social y lo biológico marcan fronteras determinantes que harían que la narrativa feme­nina sea distinta al modo o el matiz con el que el varón cuenta una historia.

“Lo que pasa es que no pienso que lo femenino sea exclusi­vamente de la mujer. Pienso que los directores hom­bres que más me inspiran, Andréi Tarkovski, Jean-Luc Godard, Yasujiro Ozu o Robert Bresson, son direc­tores que manejan de manera sobrenatural la sensibilidad femenina. Pienso que la femi­neidad tiene la licencia de la fragilidad y que estos directo­res se sintieron abrazados por esa fragilidad, aunque tam­bién pienso que los hombres que son capaces de dejarse abrazar por la fragilidad son los que tuvieron buenos ojos maternos, pero es una idea mía nada más. Pienso hones­tamente que lo que se puede intuir en una película es la sensibilidad, más allá de que haya sido filmada por un hombre o una mujer”, señala Paz Encina.

Tana Schémbori junto con parte de su equipo durante el rodaje de “Los buscadores”.

“¿Hay un modo de un género o de un lugar?”, le pregunta­mos a Tana.

“Siempre Juanca (Maneglia) dice que ‘cualquier historia contada a lo paraguayo es otra historia’. Yo creo total­mente en eso, y evidente­mente el mundo femenino fue demasiado importante y sigue siendo demasiado importante en nuestro cine, y creo que demasiado se tiene que mostrar al mundo. Yo creo que las mujeres tene­mos que mostrar eso, tene­mos que ser parte y tenemos que mostrar, y los hombres también por supuesto, pero nosotras creo que es lindo poder dar voz y visualizar lo que fuimos en la historia, lo que seguimos siendo, nues­tra problemática, me parece que es muy importante, insisto, no es solamente una tarea femenina”, responde y plantea también una labor pendiente.

En ese sentido, Encina res­cata el trabajo ya hecho, que tiene a mujeres no solo en la dirección, sino que también a ellas en el foco de la cámara.

“Los trabajos más reconoci­dos en el cine fueron hechos por mujeres o tuvieron a mujeres en su estructura:

‘La hamaca paraguaya’, ‘Las herederas’, ‘Cuchillo de palo’. Pienso que el gran potencial del cine paraguayo en este momento está siendo llevado por mujeres. Las óperas pri­mas que veo van a salir y me interesan, la mayoría son de mujeres”, agregó.

INSPIRACIONES

Galia Giménez, Ana Ivanova, Tana Schémbori y Paz Encina tienen también su inspira­ción en creadores, creadoras e intérpretes que marcaron su norte como artistas.

Para Galia esa fuente del disfrute inspirador en cine reposa en Safi Faye, Agnès Varda, Federico Fellini, Luis Buñuel y Glauber Rocha. En tanto que en la literatura ella recata a Isabel Allende, Rosa Montero, Chiquita Barreto, entre otras.

Por su parte, para Ivanova sus referentes están en Anna Magnani, Gina Rowlands, Charlotte Rampling y Liv Ullmann.

Las mujeres que influyeron en el trabajo de Paz son Chan­tal Akerman, Agnès Varda y María Luisa Bemberg; mien­tras que Tana citó a Kathryn Bigelow y Jane Campion en cine y a Pina Bauer en teatro.

SER MUJER

El arte no está exento de los prejuicios económicos, raciales, de género y otros. En ese sentido, Encina comentó que nunca sintió un trato diferente.

“Ser mujer es el mayor obstá­culo en sociedades estructu­radas con el miedo a lo dife­rente y con dinámicas de cancelación tan instaladas, especialmente entre mujeres. No tenemos que ser iguales, pero supongo que la madu­rez implica una responsabi­lidad consciente de nuestras prácticas éticas”, señala Ana.

“Siempre está latente el machismo y va para mucho rato todavía. Ahora que ese tema se está exponiendo más sería interesante identificar bien qué es el machismo, así como la discriminación”, señala Galia, al tiempo de comentar que esos temas fue­ron expuestos en su trabajo “Riquísimos helados”.

Para Tana, el reconoci­miento de su voz de mando como directora se dio en un proceso. “En la época en la que yo empecé, el trabajo de dirección era mascu­lino, netamente masculino, y tenía que ver con la parte más técnica, el manejo de la cámara, la parte de edición, la parte de iluminación y la mujer hacía más un trabajo organizativo, de producir, de encargarse de la comida, la peluquería, la ropa, como que estaban muy diferenciados esos roles.

Entonces, cuando a mí me tocó marcar alguna vez o dirigir por primera vez, me costó mucho que me vean. Incluso ni me miraban, ni me prestaban atención, yo marcaba algo, era como que no existía.

Siempre le preguntaban las cosas al varón y es como que yo no tenía voz y eso, bueno, fueron años sobre todo de construir mi pro­pia seguridad, de construir mi impronta, mi manera de ver las cosas y uno va como creando un caparazón y una seguridad que va transmi­tiéndole al equipo, y el equipo finalmente va entendiendo que mi voz pesa, que lo que yo propongo tiene validez, pero sí fue un proceso”, comentó.

RENATE COSTA

El Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo instituyó el año pasado el 29 de junio como el Día del Documenta­lista Paraguayo en homenaje a la documentalista paraguaya Renate Costa Perdomo, fallecida en esa fecha, pero del año 2020. Renate se graduó en dirección y producción audio­visual en el Instituto Profesional de Artes y Ciencias de la Comunicación (IPAC), se especializó en la realización de documentales en la Escuela Internacional de Cine y Tele­visión en Cuba. Además, obtuvo el título de magíster en documental de creación por la Universitat Pompeu Fabra, en Barcelona, España. Su primer largometraje documental fue “Cuchillo de palo”.

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