JORGE SAENZ
Fotógrafo e investigador. Además de trabajar para medios locales, se desempeña como corresponsal de la agencia AP. Es editor y docente en El Ojo Salvaje. Su trabajo tiene reconocimiento a nivel local e internacional. Sus primeras clases fueron con su padre, un aficionado a la fotografía, que sin saberlo daba pie a las siguientes cuatro décadas de labor profesional de su hijo.
LUIS VERA
Fotoperiodista con más de treinta años de trayectoria. Desarrolló su carrera en medios locales, la agencia fotográfica Getty Images y como jefe de prensa del Centro Cultural de la República El Cabildo. Es comunicador y docente universitario.
DANNY ADORNO
Reconocido fotógrafo de la escena social del país, proviene de una familia también líder en el ramo. Trabaja en eventos como quinceaños, bautismos, debuts, colaciones, calendarios empresariales, lanzamientos, congresos, publicidad, etc. Es propietario de su propio emprendimiento.
SEBASTIÁN SORERA
Joven fotógrafo y realizador audiovisual que ha logrado destaque en el mundo de la fotografía gracias a su enfoque orientado a lo ambiental, con trabajos en particular dedicados al Chaco y al Pantanal paraguayo.
NADIA MONGES
Forma parte del staff de fotógrafos de Nación Media. Se formó académicamente en la carrera de periodismo, pero su pasión y labor se enfoca en la fotografía, la cual empezó a abrazar como norte hace una década.
Jimmi Peralta - Fotos: gentileza de los profesionales
Cinco cultores de la fotografía en nuestro país nos hablan sobre sus inicios, lo que los acercó al oficio, sin dejar de lado sus gustos personales a la hora de encarar un trabajo, que es arte, y cómo ven la realidad o la sueñan desde ese “ojo interior” que luego reflejan a través de la lente de una cámara. En un momento en el que a diario se disparan decenas de millones de “autofotos” que se publican y luego se olvidan, los profesionales tienen la palabra.
El reportero está en constante apreciación, más allá de la luz y la composición, de lo humano en su foco. La mirada del fotógrafo recoge de la realidad un pequeño fragmento y a través de este representa a aquella. Muestra y al mismo tiempo somete lo infinito a un instante. Sin embargo, hasta con precisión de una ley física, esta acción también tiene su respuesta en aquel que lleva la cámara.
El fotoperiodista tiene en su agenda cotidiana el vínculo con la realidad social, la cual está lejos de ser homogénea. Esto le obliga a buscar interpretaciones respecto a esa misma realidad. Muchas veces alcanza con racionalizar, pero otras veces la empatía es el único camino.
Cinco fotógrafos profesionales del medio local hablaron con Nación Media sobre su oficio, sus historias y sus propios conceptos respecto al arte y el don fotográfico. Jorge Saenz (JS), fotoreportero y docente de fotografía; Luis Vera (LV), comunicador y fotógrafo; Danny Adorno (DA), artista y fotógrafo de eventos; Sebastián Sorera (SS), fotógrafo de la naturaleza, y Nadia Monges (NM), integrante de nuestro staff, son los invitados a aportar con palabras parte de su historia y su visión.
–¿Cómo se iniciaron en el fotoperiodismo?
–JS: Después de cumplir los 18 me fui a dedo a Macchu Picchu, solo, con una camarita vieja de mi papá, la Agfa Sillette. Tenía diafragmas y velocidades controlables, fui aprendiendo, mirando los consejos escritos en la caja de los rollos. Cuando volví mi viejo copió un par de fotos y gané un concurso. “Está fácil esto”, pensé. A los 20 vi que con una cámara y una credencial de prensa “trucha” se podía entrar gratis a los conciertos de rock, éramos todos rockeros en mi colegio. Y al poco tiempo me ofrecieron trabajo en una revista de música que se llamaba Periscopio. Esa tan linda aventura duró un año nomás, porque caí preso y se me cortó el envión.
–LV: En mi adolescencia tenía un amigo muy buen fotógrafo, Miguel Fernández, que trabajaba en una casa de fotos. Los fines de semana le daban una cámara para hacer los trabajos y eso me dio acceso a una cámara. Tiempo después, mi papá, al ver que la fotografía era más que un pasatiempo, me compró un equipo fotográfico. Eran los 80 y no había en Paraguay un lugar donde estudiar, por lo que trabajar en un medio de prensa, aunque era radiooperador y luego dibujante, fue para mí la escuela.
–DA: Mi padre fue fotógrafo y fundó el estudio y laboratorio Foto R. E. Adorno. Crecí en ese ambiente, rodeado de los fotógrafos que formaban parte del estudio. Pronto le ayudé a papá, y recuerdo que cubríamos eventos deportivos, sociales, culturales y políticos, de todo tipo. Luego estudié fotografía artística y de moda con Norberto Baravino Déboto y fotografía publicitaria en Buenos Aires con Robert Totino.
–NM: Decidí estudiar fotografía en el 2013 luego de que mi papá me haya regalado una cámara. Jamás pensé que me iba a dedicar a esto. Durante el curso de fotografía me propusieron cubrir un cumpleaños y acepté, de ahí no paré. Soy licenciada en ciencias de la comunicación. La tesina, que hice con una compañera, fue sobre fotoperiodismo.
REALIDAD Y MIRADA
–¿Cambió el fotoperiodismo tu apreciación respecto a la realidad social?
–LV: Sin dudas. Si bien ya tenía desarrollado un criterio sobre los temas sociales, sobre todo lo relacionado a grupos campesinos, pueblos indígenas y la situación de las mujeres en una sociedad machista, trabajar en un medio de prensa me acercó aún más a esos campos. Puedo decir que los conozco más de cerca, que me tocan profundamente, que trato de comprenderlos para poder contribuir de la mejor manera en que puedo hacerlo: a través de mis fotos.
–SS: Fotografiar también se trata de investigar y conocer acerca de lo que estamos retratando, más aún cuando esto está bajo un proyecto de autor o un trabajo. Es clave indagar sobre el tema para así hacerlo de manera precisa. Fotografiar es aprender, es conocer.
–NM: Antes creo que vivía en un termo. Ahora veo tantas realidades. Con decirte que en un día puedo estar cubriendo una manifestación y dos horas después estar cubriendo un lanzamiento de un nuevo automóvil. Pero cubrir manifestaciones es lo que más influyó en la mirada que tengo con respecto a la realidad social. Pacientes oncológicos que salen a la calle para pedir medicamentos. Mi mamá murió de cáncer y me dolió ver tanta gente que quiere seguir viviendo, saliendo a la calle, con el calor, a reclamar medicamentos porque, como decía uno de sus carteles, “el cáncer no espera”.
–¿Cuál es la foto o serie de fotos que consideran de mucho valor, sea por una cuestión personal, histórica o estética?
–JS: Sin dudas mi ensayo “Rompan filas” fue el que más resultados logró, en mí y en la sociedad. Sería muy largo de relatar, pero esencialmente es una de las pocas veces que se pusieron en la misma línea de fuerza las intenciones individuales y las necesidades sociales, y cuando esto funciona, además inserto en una lucha colectiva, los resultados son sorprendentes. Fue colaborar modesta, pero muy directamente, en evitar que cientos de miles de jóvenes hicieran el servicio militar obligatorio. Me llevó seis años de trabajo callado para luego entregar los resultados a quienes más útil les sería.
–DA: La fotografía no crea valor como una pintura al óleo. El valor de una fotografía es personal, histórico y estético. Una fotografía crea valor con la capacidad de inmortalizar un momento determinado. Su impacto depende del uso de las reglas estéticas y de composición. El uso de estas reglas aprendí con los años y estudiando a los fotógrafos que admiro. Mi mejor fotografía la tomé a Ysanne Gayet, una gran artista de la pintura que posó para mí en forma exclusiva. Con esta fotografía gané el Premio Rochester. Para mí representa un desafío técnico importante que a la vez transmite calidez y ternura en una imagen prenatal.
–LV: Siempre me atrajeron los temas sociales, los relacionados al ambiente. Podría poner varios momentos en mi fotografía como las obras de “Los retazos del cerro II”, por el logro de un lenguaje fotográfico y una propuesta que para mí fue muy buena en cuanto al contenido y la propuesta estética. Es un llamado al cuidado del ambiente ante la desaparición del cerro Tacumbú, que hoy es una gran laguna.
La serie “Trabajadoras”, acerca de la explotación que sufren las mujeres en el trabajo doméstico remunerado y su lucha por el reconocimiento de sus derechos. Son dos propuestas que se entrecruzan: los retratos de las trabajadoras impresos en sábanas y colgadas en plazas, espacios de la administración del Estado, vía pública.
–SS: Recientemente comencé a compartir mi último proyecto de autor, “Os Worra”, el cual explora fotográficamente a los seres míticos originarios que habitan en el Pantanal paraguayo, según la cosmovisión ybytoso. Elena López, hija de Clemente López, uno de los últimos chamanes de la comunidad, de pequeña experimentó a través del sueño un contacto íntimo con los protagonistas de esta historia y ha sido el hilo conductor para indagar lo tangible e intangible relacionándolo con la historia ancestral de “Tymîcharra”, un fragmento que se denomina “Chykerâ tymichâre doxio” en yxyro auoso o “El hechizo de la mujer-pez”, cuya coexistencia en la contemporaneidad corre riesgo de ser olvidada. Este proyecto fue realizado teniendo como base el libro e investigaciones de Guillermo Sequera.
EXPERIENCIAS QUE CAMBIAN
–¿Cuál fue la cobertura o trabajo que considerás que te dejó un aprendizaje que marcó tu forma de mirar el oficio?
–JS: Lo que más me cambió la vida fueron las personas. Un taller de ensayo que hice con la fotoperiodista Susan Meiselas, en 1989, y luego venir a vivir a Paraguay fue un salto en mi manera de mirar que cabe mencionar. Generó una energía que por suerte todavía no cesa. Participaron 50 fotógrafos y fotógrafas de Argentina y otros países. Mi trabajo, sobre una sala de emergencia de un hospital público, fue valorado entre los cuatro mejores. Todas las experiencias profesionales te cambian un poco. Si no, es que estuviste en otro lado, pero probablemente el incendio de Ycuá Bolaños y el terremoto de Haití fueron cosas muy difíciles de superar.
–NM: Quizás las fotos de Caacupé, las del 7 y 8 de diciembre. Si bien yo no profeso ninguna religión, siempre me gusta cubrir las festividades de Caacupé. Ver a tanta gente que se mueve por la fe. Ya sea para agradecer o para pedir. Y eso es muy emotivo para mí. Escucho muchas anécdotas de gente que cuenta milagros en su vida y eso me regocija el corazón, y cuando algo me gusta es mucho más fácil fotografiarlo. Fluye solo. Estoy más atenta para “ver algo” que podría ser una buena foto.
–LV: La serie de fotografía documental “Ni opresores ni siervos” sobre la lucha campesina por la tierra propia, realizada entre el 2004 y 2008, fue una de las primeras obras de gran alcance que desarrollé luego de dejar el trabajo activo de fotoperiodista de un diario. Esta tiene un detonante en mi trabajo como fotoperiodista, cuando el 7 de setiembre de 1995, el campesino Pedro Giménez fue asesinado durante una manifestación por la Policía Nacional en San Pedro.
Estaba realizando la cobertura, eran las primeras luces del día, después de una tensa noche en la que dormimos en el corredor de una casa, frente a la ruta, en el cruce Santa Rosa. Cuando escuchamos el estallido de bombas, salimos corriendo al pavimento. Una columna campesina iba tomando la ruta cuando recrudecieron los estallidos. Mezclados con los gritos campesinos, yo iba caminando en retroceso muy pegado a ellos, porque quería captar las expresiones de sus rostros, de sus manos. La marcha cambia de dirección y retrocede ante las bombas que estallan en medio. Tenía ante mi cámara a un joven gritando, con los brazos en alto. En eso siento un zumbido, un soplido cerca de mi oído derecho. En esa fracción de segundo, que parecía infinito, él desaparece de mi lente, y como caminábamos, me tropiezo con algo abajo. Saco los ojos de la cámara y miro al piso: era al que casi le tomo una foto. Empezó a manar sangre de su cuerpo. Miro a sus compañeros y pido ayuda. Era Pedro Giménez, un campesino que salió a la ruta en busca de sus derechos y murió luchando. A unos metros estaba otro herido. Después de mucho, cuando se fue calmando la acción y el sol estaba pleno, apenas podía sostener mi cámara y seguir con mi trabajo. Fue el día más terrorífico que he vivido, pero me sentí útil al poder comunicar un hecho, dar a conocer lo que había ocurrido.
EL ARTE Y SU REVERSO
–¿Existe un límite entre una foto cualquiera y una foto que podría llamarse “obra de arte”?
–JS: No son categorías, son simplemente distintos usos de un lenguaje.
–DA: Una obra de arte, en términos fotográficos, es una imagen que despierta el interés de las personas y el deseo de contemplarla. El límite entre una fotografía cualquiera y una obra de arte es la capacidad que tiene la imagen de saber mostrar y en saber ocultar los detalles. Una imagen que intenta mostrar todo generalmente es una fotografía simple, al contrario de las imágenes que muestran elementos siguiendo las reglas de la composición. Una obra de arte se logra cuando el objeto y el fondo que acompaña al objeto se encuentren en equilibrio visual.
–SS: Es un debate muy subjetivo, no me gusta tratar de respaldar obras, simplemente me encanta verlas y apreciarlas. No existe foto “cualquiera”, todas cumplen su razón, algunas simplemente están dentro de una exploración profunda por quien la realiza, están dentro de un marco teórico, dentro de un proceso profundo de introspección hermoso y doloroso; y otras narran, sacando lo técnico, el estar, el “estuve”, ¿acaso no es también eso arte? Qué es arte y qué no, no es realmente un debate al cual quiero pertenecer, simplemente disfruto de que todas existan.
–En el auge de la imagen en movimiento, ¿cuál es la relevancia que sigue teniendo capturar “un instante”?
–JS: Eso mismo, es jugar con el tiempo. Es volver atrás nuestra vida y las experiencias.
–DA: La fotografía en movimiento crea impacto gracias a la secuencia de las imágenes. Sin embargo, sabemos que técnicamente cada cuadro sigue los mismos principios estéticos de las instantáneas. La fotografía produce fascinación por el detalle y por la composición al punto de que puede llegar a despertar el deseo de fijar la mirada.
–LV: La fotografía es un foco preferente de atracción y se recuerda más una foto fija que una imagen en movimiento, por lo que la fotografía tiene mucha relevancia en la comunicación. Incluso cuando recordamos una película, la imagen que nos viene primero es una foto fija, una parte de una escena. No olvidemos que la imagen en movimiento está formada por la sucesión de fotos fijas.
–¿Qué es el ojo fotográfico?
–JS: Varias cosas. Para mí es estar atento y una vez que aparece el hecho visual no dudar en disparar. Para otros es comunicar un mensaje con construcciones visuales muy estudiadas, con mucha dedicación.
–DA: El ojo fotográfico es real porque “ve” lo que los otros no ven. Se dice que tienen ojo fotográfico aquellas personas que pueden ver una imagen impactante con el pensamiento y sin el uso de la cámara. Lograr esta capacidad exige una vasta experiencia fotográfica, con prueba y error, hasta llegar a ver la imagen en la mente. Quienes tienen ojo fotográfico saben cómo va quedar una imagen antes de capturarla con la cámara.
–LV: El ojo fotográfico se refiere a la capacidad de traducción, al paso de una realidad a la imagen fotográfica. Es anteponerse a la cámara que realiza ese trabajo, porque mentalmente ya tomamos la foto previamente. Es una cualidad que un buen fotógrafo y fotógrafa debería desarrollar para tener mejores imágenes. A veces vemos en colores o traducimos al blanco y negro, ordenamos los elementos, hacemos recortes, movemos objetos. Muchas veces me pasa que tomo fotos sin la cámara. Es un ejercicio del cual no puedo ni quiero desprenderme, porque es un maravilloso juego.
–SS: Supongo que se refiere a aquella ‘mirada’ entrenada, sostengo que la fotografía está hecha antes de ser realizada, antes del acto de fotografiar. Eso tiene que ver con llevar la atención hacia aquello que nos ‘resalta’ y esta es muy subjetiva. Una persona que se dedica a la fotografía de forma apasionada, en cualquiera de sus formatos, estilos, presentaciones, lleva consigo muchas horas de práctica, de frustraciones, de ver referencias, de copiar, de intentar y volver a intentar, todo ese proceso hace que la ‘mirada’ sea de alguna forma entrenada y rápidamente agudice el sentido hacia lo que nos llama estética-narrativamente.
DETENER EL TIEMPO
En el auge del desarrollo de la ciencia de la primera mitad del siglo XIX, acompañando el surgimiento de las nuevas tecnologías que transformarán al mundo y darán cabida a las nuevas formas sociales, nació un instrumento capaz de sortear la dinámica inquebrantable del tiempo, deteniéndolo sobre una placa de metal. Por fin se capitalizaron los anhelos de registrar la realidad a partir de ella misma, de su luz, con una cámara oscura, para que el instante pueda permanecer, volver a ser presente alguna vez y después evocar. Esa casi magia.
La fotografía, cerca de dos siglos después de su surgimiento, tiene un papel cercano a la centralidad en la cultura de la imagen de hoy. El arte, el humor, la publicidad, la realidad social, el meme, la información, la moda, el papel, la pantalla, el cartel, el cine, el teléfono, el tatuaje, la galería, la postal, Photoshop, la fiesta, la tragedia, la ciencia, todo echa mano diariamente a esta técnica de obtención de imágenes gracias a la acción de la luz; antes gracias a la química, ahora con electrónica.
La cámara es casi omnipresente en la sociedad actual y, como todo lo que está tan cerca de los ojos, termina muchas veces obviado en su relevancia. No sería exagerado decir que, en los eventos más relevantes, personales o sociales, entre realidad y sujeto media, necesariamente, una lente y una pantalla, y muchas veces la cámara es el ojo a través del cual se llega a la realidad.