Los dos son reconocidos escritores, ella poeta de extraordinaria voz y él, entre otros galardones, Premio Cervantes de Literatura. Ambos lucharon contra Somoza y apoyaron a Ortega, siendo Ramírez su vicepresidente, pero hoy, entre otros muchos luchadores por la libertad de Nicaragua, han sido perseguidos y desterrados por el dictador y su esposa Rosario Murillo, que ejercen una dura represión contra cualquier intento de disidencia. Las respuestas de ambos a la declaración del gobierno, que les despojó de su nacionalidad, no dejan lugar a dudas sobre el amor a su patria.
“Nicaragua es lo que soy”, respondió el escritor Sergio Ramírez, apenas conoció la decisión del gobierno de su país, encabezado por su ex compañero de fórmula y de gobierno sandinista, Daniel Ortega. Nicaragua declaró el miércoles “traidores a la patria” a 94 opositores exiliados, entre ellos los escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli, despojándolos de su nacionalidad e inhabilitándolos de por vida a ejercer cargos públicos.
Daniel Ortega, convertido en verdugo de sus ex compañeros de lucha y perseguidor inmisericorde de referentes como el ya fallecido poeta y sacerdote Ernesto Cardenal y estudiantes, políticos, jóvenes y viejos que ven con asombro cómo ha mutado en dictador cruel y sanguinario aquel hombre no tan valiente como otros que se jugaron la vida por él en tiempos duros, pero que, sumado a su esposa, Rosario Murillo, siempre vigilante a su lado, ahora persigue y encarcela, manda a tortura y al exilio a todos, sin miramientos.
Ramírez dice: “Nicaragua es lo que soy y todo lo que tengo, y que nunca voy a dejar de ser, ni dejar de tener, mi memoria y mis recuerdos, mi lengua y mi escritura, mi lucha por su libertad por la que he empeñado mi palabra”, respondió por las redes el escritor y ex vicepresidente de Ortega en su primer mandato (1985-1990), exiliado en España. Y reafirma: “Mientras más Nicaragua me quitan, más Nicaragua tengo”.
PALABRAS DE AMOR
En su casa de Madrid, donde está exiliada desde hace un año, la poeta Gioconda Belli, también comprometida en la lucha sandinista, responde a la ignominia del retiro de su nacionalidad con versos, como debe ser: Belli, opositora a la dictadura de Anastasio Somoza que trabajó con el gobierno sandinista en la década de 1980, reaccionó publicando versos de su poema “Nicaragua” en Twitter.
NICARAGUA
“Arranco de tu pelo a los que te venden te roban y te abusan te cuento cuentos en la esquina de mi almohada te arropo y te tapo los ojos para que no veas los verdugos que llegan a cortarte la cabeza.
Palabras digo puesto que son ellas la argamasa de mi vida y a punta de palabras te imagino una y otra vez renacida genial, despojada de cuanta polilla te corroe día a día los cimientos.
y te amo patria de mis sueños y mis penas y te llevo conmigo para lavarte las manchas en secreto susurrarte esperanzas y prometerte curas y encantos que te salven”.
“HORRORIZADOS”
El PEN Club Internacional, que agrupa a escritores de todo el mundo, mostró su solidaridad con Ramírez, Belli y demás sancionados “que ahora sufren niveles de represión inauditos en América Latina”, dijo su presidente, Burhan Sonmez.
“Estamos horrorizados por las acciones autoritarias emprendidas por el gobierno nicaragüense como parte de sus esfuerzos por mantener una sociedad desprovista de cualquier voz disidente”, agregó.
Además de Belli y Ramírez, entre los sancionados figuran el obispo católico Silvio Báez, el ex comandante de la revolución Luis Carrión, la ex guerrillera Mónica Baltodano, la activista de derechos humanos Vilma Núñez –que aún se encuentra en Nicaragua– y varios periodistas.
La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) condenó la sanción a Núñez y los otros afectados, y señaló que es “un claro ataque contra la sociedad civil y defensores de los derechos humanos”. El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, se dijo “alarmado” por la decisión, según su portavoz, Stéphane Dujarric.
“El derecho a la nacionalidad es un derecho fundamental. No debe haber persecución ni represalias contra los defensores de los derechos humanos o las personas que expresen opiniones críticas”, agregó. “Cabe recordar que la Declaración Universal de Derechos Humanos establece que toda persona tiene derecho a una nacionalidad y que nadie debe ser privado de ella arbitrariamente”, recordó Guterres.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken, criticó que la decisión de Ortega “supone un nuevo retroceso para el pueblo nicaragüense y un paso más hacia la consolidación de un régimen autocrático”, y aseguró que “quienes defienden la democracia en Nicaragua siempre serán sus ciudadanos y sus patriotas”.
La canciller de Chile, Antonia Urrejola, señaló por su lado que “cada día más (Nicaragua) se trata de una dictadura totalitaria, donde se persigue cualquier tipo de disidencia”.
INDIGNACIÓN
La jefa para las Américas de la FIDH, Jimena Reyes, consideró “indignante este nuevo giro que ha dado el régimen de Ortega Murillo”. “Tomará tiempo, pero no quedará impune la actuación de estos policías, funcionarios y jueces que atentan contra el Estado de derecho y la dignidad de los nicaragüenses”, añadió Reyes.
El ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica dijo por su lado que a Ortega “hace rato que se le fue la mano” en respuesta a una pregunta de la prensa sobre la situación en Nicaragua.
La sanción fue tomada seis días después de que el gobierno liberó y expulsó a Estados Unidos a 222 opositores y los despojó de su nacionalidad y derechos políticos en momentos en que enfrenta críticas debido al creciente autoritarismo de su gobierno.
Otro de los sancionados es el periodista Carlos Fernando Chamorro, fundador del diario digital Confidencial, que dirige desde el exilio en Costa Rica e hijo de la ex presidenta Violeta Barrios (1990-1997).
Para él la medida ilustra la “radicalización autoritaria” del gobierno y muestra que “desde hace muchos años Nicaragua dejó de ser una sociedad regida por la ley y la Constitución” para convertirse en un país donde “impera la ley de la venganza y el odio”.
“Pero nunca podrán despojarnos de nuestra nacionalidad (...)”, escribió. A diferencia de su madre y hermanos, el periodista formó parte del gobierno de Ortega en la década de 1980 y dirigió el periódico sandinista Barricada.