La fortaleza de Masada en Israel, en pleno desierto de Judea y a metros del mar Muerto, fue incluida en la lista de sitios del legado cultural de la humanidad en reconocimiento a su extraordinario valor universal y hoy es un parque nacional visitado por miles de personas diariamente.
- Por Juan Carlos dos Santos
- juancarlos.dossantos@nacionmedia.com
Masada es el último fuerte de los combatientes por la libertad del pueblo judío frente al Imperio romano y simboliza la destrucción del Segundo Templo de Salomón, pues es mínima la diferencia de tiempo entre uno y otro hecho.
La imponente fortaleza fue construida al estilo romano antiguo en el Oriente y es atribuida Herodes, rey de Judea y conocido como el Constructor. Ubicada en cercanías del mar Muerto, entre Sodoma y Ein Gedi, es parte de un complejo de construcciones en una meseta de 450 metros de altura, rodeada de quebradas, producto de la acumulación de sedimentos del antiguo lago prehistórico.
Una fortificación natural como Masada, lejos de cualquier punto habitado, formaba parte de la ventaja estratégica para aquellos tiempos de invasión romana y fue justamente eso lo que motivó a Herodes a construir en ella lo que bien pudo haber sido el primer “spa” del Medio Oriente.
La cercanía del límite de dos placas tectónicas, la africana y la arábiga, genera en los alrededores fuentes de aguas termales, algo que los ingenieros de Herodes lo aprovecharon al máximo, incluso estando en una de las zonas más áridas del planeta.
CONTROLANDO EL COMERCIO
Pero el lugar no era solo pensado como “palacio de invierno”, tal como lo describe el historiador judío Flavio Josefo, sino que era un lugar estratégico para controlar las caravanas que hacían el recorrido de ida y vuelta a Roma.
Sin embargo, Herodes no fue el primero que decidió establecer una construcción en lo alto de la meseta, pero sí la más imponente y de la que aún perduran sus restos. Existen vestigios y se han encontrado en las excavaciones realizadas en el lugar monedas con la inscripción del rey Alexander Janeo (103 -76 a. C.).
Herodes reinó en Judea entre los años 37 a 4 a. C. y durante ese periodo de tiempo en la meseta se construyeron otros palacios, con todo el lujo de aquellos tiempos, obviamente importados de Roma, ya sean los materiales como el conocimiento para desarrollar las mejoras. Era el “mundo moderno” de aquel entonces. Lugares de placer, piscinas con aguas termales, grandes almacenes para aprovisionamiento, un sistema de cisternas capaz de almacenar la poca agua de lluvia que caía en la zona, no solo en el lugar, y un sistema de defensa compuesto de muros de casamatas que, sumado a la altura y la dificultad de acceso, más la imposibilidad de ocultarse, hacía de la fortaleza de Masada un lugar muy seguro para Herodes, tanto de enemigos externos como internos.
OCULTA POR 1.300 AÑOS
Tras la salida de los romanos, Masada quedó abandonada por cientos de años. En el siglo V de nuestra era fue convertida en monasterio de ermitaños, con el auge de la llegada de monjes al desierto de Judea en la época bizantina.
Con la llegada del islam, en el siglo VII, estas comunidades dejaron de existir y Masada nuevamente cayó en el abandono y el olvido.
En 1838, la meseta llamada Al Saba por los árabes, fue identificada como Masada por los arqueólogos norteamericanos Robinson y Smith, y en 1842 otros dos más, Wolcot y Tipping, subieron al lugar. Estos descubrimientos y la traducción de las historias de Flavio Josefo hicieron de Masada un lugar muy cercano al corazón del pueblo de Israel.
EXCAVACIONES
En los años 1955 y 1956 se hicieron varias excavaciones de estudio en la parte norte de la meseta y del sistema de agua, algo que finalmente derivó en la creación de una delegación arqueológica comandada por la Universidad Hebrea de Jerusalén y las excavaciones continuaron hasta el año 1965, con miles de hallazgos en magnífico estado de conservación, mostrando un panorama singular de la civilización judía en los tiempos de la conquista romana.
A lo largo de las excavaciones se conservaron y se reconstruyeron muchas partes de la fortaleza de Herodes y finalmente Masada fue abierta al público convertida en el Parque Nacional Masada en 1966. El teleférico fue instalado en 1971 y la construcción de la carretera que va de Jerusalén al mar Muerto intensificaron las visitas.
Las excavaciones y las investigaciones sobre la construcción y toda la historia de la milenaria fortaleza continúan hasta hoy y el sistema de asedio creado por los romanos para conquistar Masada a casi 1.000 rebeldes judíos que se atrincheraron en el lugar es el mejor conservado de todos los territorios que el Imperio romano controló en su tiempo.
LA REBELIÓN DE LOS SICARIOS
El historiador judío Flavio Josefo cuenta que el primer levantamiento antiromano concluyó en el año 66 de nuestra era cristiana, con la conquista de Masada por los sicarios, llamados de esa manera por el puñal curvo que utilizaban (sica en latín).
El grupo de rebeldes que se atrincheró en la fortaleza era muy heterogéneo y era comandado por Eleazar ben Yair.
Más rebeldes se unieron al grupo en Masada luego de la destrucción de Jerusalén en el año 70. Los nuevos llegados a la fortaleza aprovecharon el muro de casamata y algunos palacios como vivienda. Mientras tanto construyeron edificios de carácter religioso como sinagogas y baños rituales para de esa manera mantener la vida comunitaria. Todos esos restos materiales fueron hallados durante las excavaciones en el lugar.
EL ÚLTIMO BASTIÓN JUDÍO
La fortaleza de Masada, construida en gran parte por Herodes, fue el último bastión rebelde en Judea. La Décima Legión romana comandada por Flavius Silva llegó hasta los pies de la meseta luego de destruir casi la totalidad de Jerusalén y trató de conquistarla poniéndola bajo sitio.
A lo largo de los años 73 y 74, más de 8.000 soldados romanos fueron desplegados y comenzaron a construir un muro de circunvalación, proponiéndose conquistar la fortaleza por medio de la construcción de una rampa de tierra reforzada por vigas de madera. Los prisioneros judíos que acompañaban a los romanos desde Jerusalén eran los encargados de llevar agua y comida a los soldados desde Ein Gedi.
El marzo del año 74 d. C., luego de varios meses de sitio, los romanos comenzaron a derrumbar el muro que protegía la fortaleza y, a pesar de todos los intentos por desalojarlos, los rebeldes perdieron las esperanzas de lograr vencerlos.
Fue en ese momento que Eleazar ben Yair dirigió dos discursos a las 960 personas que lo acompañaban resistiendo por meses el asedio romano. Él los convenció de que sería mejor morir por sus propias manos que caer bajo la vergüenza y la humillación, quedando como esclavos de los romanos.
SIETE SOBREVIVIENTES
Solo sobrevivieron dos mujeres y cinco niños, quienes la noche anterior a la caída se habían escondido en las cisternas del lugar y fueron quienes contaron lo sucedido al momento del ingreso de los soldados romanos.
Flavio Josefo narra de esta manera los momentos finales del asedio romano en su libro “La guerra de los judíos”: “...y se eligieron por sorteo 10 de entre ellos que debieran degollar a los demás, luego cada uno de ellos se tendió al suelo junto a su esposa e hijos muertos, esperando voluntariamente para ser degollado por quienes cumplían esa terrible misión. Estas personas degollaron a todos sin temblar. Y luego de eso, rifaron entre sí para que el que salga uno degollase a sus nueve compañeros y después de haber matado a todos, se matase él mismo. Y así murieron todos creyendo que no dejaban a nadie bajo el yugo romano.
Al día siguiente, cuando los romanos entraron finalmente a Masada, se encontraron con todos los defensores muertos, y esta vez no se alegraron, más bien admiraron el valor de estos y su decisión de burlarse de la muerte y no echarse atrás por esa gran acción”.
Los investigadores de la historia de Masada se basan en las obras escritas por el historiador judío del primer siglo y que fuera tomado prisionero por los romanos. Desde Roma se dedicó a escribir todo lo ocurrido durante la rebelión y, aunque existan ciertas imprecisiones en su relato, las excavaciones realizadas le dan la razón y confirman la esencia de esta historia.