Aunque el fútbol americano parezca un deporte muy distante para el Paraguay, hubo un compatriota que se destacó en esta disciplina. Se trata de Benny Ricardo, quien habla en exclusiva con Nación Media sobre su carrera en la NFL y sobre cómo conserva su esencia paraguaya. Benito Concepción Ricardo, alias Bussy Benny, nació en Asunción el 4 de enero de 1954. De muy pequeño migró a EEUU, donde estudió en la San Diego State University, en cuyo equipo empezó su carrera como jugador de fútbol americano.

  • Por Luis Ríos
  • FOTOS: Gentileza

Esta noche se juega el Super Bowl LVII. Será el 57º Super Bowl y el 53er. campeonato de la Natio­nal Football League (NFL) de la era moderna, que a su vez dará término a la temporada 2022-23 de esa liga. Los Eagles de Philadelfia se miden ante los Chiefs de Kansas City en el State Farm Stadium en la ciu­dad de Glendale, Arizona. Son dos de los equipos que mejor temporada han hecho este año: los Eagles han logrado el mejor balance del curso en toda la NFL con 14 partidos ganados y tres perdidos, y los Chiefs poseen al que posible­mente será el MVP (jugador más valioso) de la campaña, Patrick Mahomes.

Pero en Paraguay estos datos pueden parecer lejanos, indi­ferentes e incluso inenten­dibles. Más allá de ser “ese deporte que juegan en las pelí­culas”, de ser comúnmente confundido con el rugby o de la curiosidad por el espectá­culo del entretiempo que este año estará a cargo de Rihanna y que despierta curiosidad saber a quién invitará a subir al escenario con ella, desde hace unos años ya existe la Asociación del Fútbol Ameri­cano Paraguay e incluso una academia de este deporte. A pesar de estar aún muy lejos de otros deportes en cuanto a popularidad, ya es una semilla a nivel local.

Pero antes de que el inter­net o los servicios de televi­sión por cable nos acercaran a este deporte y a su promo­cionada final, que cada año es uno de los eventos más vistos a nivel mundial, alcanzando niveles comparables con los del Mundial del Fútbol, que los estadounidenses llaman soccer, hubo un paraguayo que jugó ocho temporadas en la NFL para los Detroit Lions, New Orleans Saints, Minne­sota Vikings y Los San Diego Chargers, entre otros equi­pos. El primer –y hasta donde sabemos único– paraguayo en jugar en la liga más impor­tante de este deporte se llama Benny Ricardo.

Benito Concepción Ricardo nació en Asunción en 1954. Es hijo de María Elvira Ortega de Ricardo y de Ramón Ricardo. Su padre fue becado a los Esta­dos Unidos en 1956 para estu­diar en la Wayne State Uni­versity y para su hijo fue una coincidencia que su primer equipo en la NFL fue Detroit, la ciudad donde estudió su papá.

“Paraguay sigue siendo muy querido para mí. Cuando mi madre y mi padre vivían, ellos pasaban la mitad del año en Paraguay y la otra mitad en California. Luego yo vol­vía cada tanto. Me encanta­ría volver a Paraguay, comer chipitas y beber refrescos de guaraná. Quiero ir al Lido Bar por sus increíbles sándwiches. Tengo buenos recuerdos”, dice Benny desde Miami, a donde viajó para ser el anunciador de una velada pugilística.

Cuando Ramón Ricardo vol­vió a Paraguay, lo hizo con el plan de llevar a toda su fami­lia en busca de una mejor calidad de vida a los Estados Unidos. “Mi papá vino para proveernos de la mejor edu­cación posible. Fue un sueño muy ambicioso porque tenía cuatro hijos y una esposa. Nos trajo a todos. Eso habrá sido alrededor del año 1962. Él trabajó y mi mamá, que era modista y diseñadora de moda, no solamente tuvo éxito trabajando, sino que enseñó en las universidades sobre moda, cómo coser y esa clase de cosas”, recuerda Ricardo.

Primero fijaron residencia en Dana Point, California, y de ahí se mudaron a Costa Mesa en el mismo estado. “Vini­mos acá e inmediatamente nosotros, con mi hermano, que era un gran atleta natu­ral, con un buen físico y gran rapidez de pie, nos metimos en el deporte. Ya que no había fútbol soccer, empezamos jugando baseball. Mi papá siempre estaba encima de mi hermano Ramón porque él, si podía, iba a estar jugando 24 horas al día, los siete días a la semana. Así dejaba un poco el estudio de lado”, agrega.

Por su parte, a Benny siem­pre le fue bien en lo académico. Una de sus anécdotas favori­tas es que la primera medalla que ganó fue gracias a su cono­cimiento de historia ameri­cana. “En el quinto grado me premiaron con la medalla ‘Hijas de Revolución’ por mi conocimiento de la historia americana. Fue un poco iró­nico tener ese premio, pero así resultó”, comenta.

Como siempre fue muy estu­dioso y tenía buena capa­cidad para memorizar, la escuela le fue fácil. “Yo era como el payaso de la clase, el que hacía bromas a todo el mundo. Luego una profe­sora me dijo que, si seguía así, nunca va a resultar en nada, pero hoy en día me pagan por ser un payaso”, cuenta quien también realiza presentacio­nes de comedia de stand up.

LOS LOGROS

Durante su carrera de 11 años en la NFL, Ricardo siempre se destacó como pateador y dice que nunca falló un gol de campo en tiempo suplementa­rio y tuvo el récord de la NFL de 29 goles de campo consecu­tivos sin fallar dentro de las 40 yardas y 5 goles de campo sin fallar en tiempo extra. En los Detroit Lions en ocho parti­dos convirtió 10 de 14 goles de campo y 19 de 21 puntos extras y su gol de campo más largo fue de 44 yardas.

“Cuando yo iba a patear una pelota, mentalmente ya metía esa patada, aunque todavía debía hacer la ejecución. Ese era el modo de pensar que yo tenía. Antes cuando yo jugaba, teníamos cinco personas con las nalgas más grandes que existen en el mundo y te aplastaban el centro. Enton­ces cuando venía la jugada, empujaban por atrás y venían por encima. Yo tenía que tener como un arco listo con mi pelota. Había que sacrificar distancia porque tenía que adquirir elevación rápido”, analiza.

Como su familia vivía en la costa del mar, cada mañana a las cinco de la mañana Benny se levantaba e iba a Newport Beach. “Agarraba una pesa de 50 libras con una piola, un cinto y la arrastraba por la arena de la playa. Corría del muelle de Newport al muelle de Balboa y regresaba. Eran como dos millas, cada día a las cinco de la mañana. Esa fue la forma por la cual yo trabajé y construí mi pierna y hasta ahora me siento bien afortu­nado de que tengo la condición física que tengo”, destaca.

Ricardo conoció a profun­dizad su cuerpo y lo que este necesitaba para ser mejor. “Solía decir: ‘mira, alguien está siguiendo mi mismo sueño y algún día nos vamos a encontrar. Después de eso, cada año que me iba a compe­tir, siempre preguntaba qué estuviste haciendo tal día a las cinco de la mañana y ahí sabía si yo tenía la ventaja de ganar, pues nunca quise dar la ven­taja a otro”, subraya.

Ricardo pateaba en una época en que los pateadores tenían que patear cualquier pelota que pusieran frente a él, mojada, seca, escupida, con­gelada, clavada. Hoy en día, los pateadores tienen pelotas exclusivas dentro de la rota­ción del juego. “Hoy patean mucho más largo y con mucha más consistencia que nosotros gracias a que hace seis años se cambió la regla, ahora el cen­tro tiene que estar libre. Yo ahora podría pasar fácilmente las 65 yardas”, compara.

“Siempre le hago un chiste acerca de eso a todos mis com­pañeros. Digo: ‘Yo soy la per­sona más importante de este equipo’. Número uno porque nombraron al juego después de mí; foot (pie) ball (balón). Y segundo, nunca pueden empe­zar un partido sin mí, pues si yo no hago la patada inicial, no pueden comenzar el partido. Así que ese era el chiste que yo hacía acerca de la importancia de mi posición”, bromea.

SOLO QUERÍA JUGAR FÚTBOL

La decisión de Benny por elegir este deporte como su carrera profesional tuvo dos bases importantes, la primera es un programa de televisión de la época en la que mucha­cho con el que él se identifi­caba podía jugar al fútbol ame­ricano. “Ahí me di cuenta de que se puede. Si ese mucha­cho podía jugar, yo también podía”, se dijo a sí mismo a los 12 años de edad.

La otra es que su hermano mayor ya mostró cualidades y el padre de ambos lo dejó for­marse. “Los compañeros de trabajo le decían a mi papá: ‘Tu hijo es especial como atleta y todas las universidades le van a querer’ y que no se preocupe por el estudio porque con tal de que mi hermano tuviera la oportunidad de correr con esa pelota, muchas puertas se iban a abrir. Entonces, cuando llegó mi turno de jugar, fue más fácil, porque ya tenía la luz verde para hacer lo que que­ría”, subraya.

El pequeño Benny estaba deci­dido a jugar. Agarró el teléfono de su casa y empezó a llamar a todas partes pidiendo asistir a pruebas y entrenamientos. Consiguió sus primeras prue­bas y “como mi hermano ya jugaba, él me decía que cuando uno se pone ese uniforme acol­chado, el casco y el resto del equipamiento, no sentía nada. Te pueden meter ahí, le podés pegar a todo y no ibas a sentir nada”, detalla. Con esa idea, fue a la prueba.

Allí lo pusieron contra el mejor jugador de la plan­tilla, al que debía derribar levantándose desde el suelo. “Inmediatamente me tiré y le di con todo pensando como me dijo mi hermano que no iba a sentir nada. Me min­tió. Ese golpe sentí desde mi pie hasta encima de la cabeza. Pero me gustó. Creo que cada ser humano tiene una curiosi­dad por probar su cuerpo y en el fútbol americano hay un cierto sentido que uno tiene cuando le pegás a alguien sólido y sen­tís ese golpe. Sentís ese cuerpo irse al otro lado y no importa cómo de grande o cómo de fuerte sea, cada uno tiene una parte de su cuerpo que es su debilidad y hay que tener una buena técnica para poder derribarlo. Eso fue lo que yo sentí y me gustó tanto. Estaba jugando otros deportes como el básquet, pero sabía defini­tivamente que el fútbol iba a ser mi deporte”, puntualiza.

Así comenzó en las categorías juveniles. En lo que se conoce como Pop Warner Football o All American Football. Pasó el tiempo y llegó a la escuela secundaria con una técnica pulida, lo que le dio cierta ven­taja sobre sus compañeros. “La parte irónica fue cuando yo empecé a jugar en el high school, mi hermano ya era la estrella. Él estaba en su último año y yo estaba en el primero.

Llegué cuatro días tarde a la primera práctica, pensaba que me iban a echar. Pero cuando vine, inmediatamente causé un impacto y conseguí mi puesto. Para el segundo año, ya ganamos el campeonato de la liga, yo era el capitán y era el apoyador central”, asegura.

LA UNIVERSIDAD Y EL SALTO AL PROFESIONALISMO

Un paso previo muy impor­tante antes del profesiona­lismo es el deporte universi­tario. A Benny le llegaron las becas gracias a su habilidad. Pero en aquel tiempo, en el primer año universitario el novato no podía jugar con el equipo principal. Eso a Benny no le gustó. “Me fui a lo que se llama un junior college, que es un colegio dos años, a jugar a una institución, el Orange Coast College”, puntualiza

Allí el entrenador Dick Tuc­ker, quien es uno de los más exitosos con ese equipo y que también fue el entrenador de su hermano Ramón, llamó al padre de los Ricardo y pidió por el menor para sumarse a su ambicioso equipo. “Era la semana de la prueba para empezar mi carrera uni­versitaria. Yo me fui a la playa. Estando allí, vine ahí corriendo para traer el almuerzo a mi novia en ese tiempo. Sin darme cuenta, me tropecé por un ladrillo. Así que los dos dedos exteriores de mi pie estaban totalmente hinchados. Eso fue un jueves y yo debía empezar el lunes”, rememora.

Al llegar el día de la prueba, estaban alrededor de 10 pateadores y cada uno empe­zaba a mostrar su habilidad. Cuando a Benny le llegó la primera oportunidad, con el dedo vendado, pateó por encima del techo del esta­dio sacando la pelota afuera. “Una vez que todos vieron eso y cómo resaltaban mi pie y mi pegada de esa forma, ya sabían que estaba en otro nivel. Ahí comenzó y ganamos la liga en ese año”, recuerda.

Ganó una gran cantidad de partidos y fue seleccionado para el All American College. Entonces eligió su universi­dad. Jugó fútbol americano universitario en la Univer­sidad Estatal de San Diego. “Elegí a San Diego State por­que me impresionaron los uniformes. Todo negro y el casco rojo porque son los aztecas. Me gustó ese nombre y mi papá era fanático las universi­dades de esa zona”, recuerda.

Ricardo estaba enfocado en llegar a la NFL. Consideraba que el fútbol universitario era solo un paso, pero en San Diego tenían algo. “Ellos jugaba en el estadio de los Chargers. Ya jugaban en un estadio profe­sional en ese tiempo. Además, ellos producían más jugadores que llegaban a la NFL más que cualquier otra universidad”, recalca.

También Don Coryell ya estaba dirigiendo a ese equipo. Conocido por sus innovacio­nes en la ofensiva aérea del fútbol, este era llamado Air Coryell. “Él fue el arquitecto del pase aéreo. Él fue el que creó todas esas rutas, él era disléxico, pero sabía y tenía una imaginación y yo tuve la oportunidad de aprender con él”, agrega.

Con ese entrenador, comandó la ofensiva del equipo. Apren­dió tanto acerca de ángu­los, cómo tirar la pelota en un área del campo antes del movimiento. Para él fue una gran oportunidad. “Después cuando Don se fue a los Car­denales de Saint Louis, vino Claude Gilbert a ser nuestro entrenador en jefe y en el ter­cer año ganamos 11 partidos. En ocho de los 11 partidos lo hicimos con goles de campo que yo metí para decidir el partido”, expone.

Después de esa etapa univer­sitaria, ya se vino el paso a la NFL. “Me di cuenta de que ese nivel, el nivel más alto de la NFL, no iba a ser un mis­terio para mí. Yo sabía cómo de bueno tenía que ser para jugar en esa liga. Entonces fui adquiriendo ese conoci­miento. Preparé mi cuerpo, preparé lo que yo tenía que hacer para competir en ese nivel. Sabía que, por ejem­plo, de 47 yardas yo tenía que meter como mínimo el 80% de los intentos. Toda esa clase de cosas”, recalca.

En su primer año, decidió que se quería quedar en casa. “Decidí jugar en la World Football League, una liga que duró dos años. Yo entré en el segundo año y fue un sueño hecho realidad porque podía vivir en mi casa, me gus­taba ir hacia a hacer surfing y tenía la playa cerca. Mi mamá y mi papá podían verme jugar siempre. Luego quebró la liga porque se quedó en bancarrota. Ahí firmé con Detroit y empecé ahí mi carrera”, afirma.

Cuando llegó a los Leo­nes logró estar en el quinto puesto de la liga en porcen­taje de goles de campo con­vertidos con un 71,43%. En 1978 jugó 16 partidos, convir­tió 20 de 28 goles de campo y 32 de 33 puntos extras y su gol de campo más largo fue de 48 yardas. En 1979 jugó 16 partidos, convirtió 10 de 18 goles de campo (55,6%) y 25 de 26 puntos extras (96,2%) y su gol de campo más largo fue de 46 yardas.

PARAGUAY, SIEMPRE EN SU CORAZÓN

Benny Ricardo se distingue por ser el primer paraguayo en jugar en la NFL. “Mi ins­piración siempre fue el Para­guay. Antes incluso decía: ‘Voy a ayudar a terminar la iglesia de Caacupé’ porque mi mamá era de ahí y hablaba mucho acerca de eso. Nunca quise perder, esa es la cos­tumbre paraguaya. Lo lindo es que tengo una familia bien grande que vive acá, enton­ces cuando hay una reu­nión, es siempre con otros paraguayos. Gracias a eso pude mantener esa forma”, recalca.

Después de retirarse del deporte, se convirtió en periodista. Es el único pre­sentador bilingüe que ha anunciado eventos de la ESPN como presentador principal y comentarista en español e inglés. “Yo siem­pre me consideré muy afor­tunado de tener la oportu­nidad de venir a los Estados Unidos y lograr todo lo que logré. Yo hablo el inglés per­fecto y hablo el español per­fecto. Es lo que me hace un talento tan raro en la televi­sión”, atesora.

En lo único que perdió entre­namiento es en el guaraní. “Ciertas cosas en guaraní se me han olvidado. Siempre me decían: “Eikuáapiko gua­rani” y yo decía: “Aikuaa”. Eso es lo único que puedo decir bien. La última vez que estuve en el Paraguay fue con mi señora y mi hija Ashley. Eso habrá sido en el año 1996, hace 26 años más o menos. Es mucho tiempo y me gustaría regresar. Es uno de mis planes, volver y ahí hablar acerca del fútbol americano”, desea.

En su día a día, puede adap­tarse a cualquiera de los dos idiomas que maneja y no per­der nada. Tener ese conoci­miento y poder traducirlo de una forma óptima para poder explicar y contex­tualizar todo fue su jugada clave en la multinacional de deportes. “Una vez que escu­charon la sustancia de lo que yo estaba hablando, cómo lo explicaba y la memoria que yo tenía, se dieron cuenta de que no era uno más”, admite con orgullo.

“Cuando empecé en ESPN, nunca habían visto una per­sona con esas cualidades. Yo hablaba acerca del ‘puchero de la casa’ cuando me refe­ría a que el árbitro hacía una mala llamada. Muchos de los términos eran muy para­guayos. Pensaban que era mexicano, pero se sorpren­dían cuando descubrían que no. Después me sorprendió que escuchaban mis trans­misiones en el Paraguay”, recuerda con cariño.

Ricardo destaca que en un tiempo, alrededor de 1983, cuando su madre vivía en Paraguay, vino de visita. Ese año fue muy particular para él porque con los Minnesota Vikings lideró la Conferen­cia Nacional (NFC, una de las conferencias que com­ponen la NFL) en anotacio­nes con 108 puntos. “Se había acabado la temporada y volví junto a mi madre como cada año. Justo ese año fui el goleador de la NFC y pude hablar acerca del fútbol ame­ricano en Paraguay. Tuve la oportunidad de conocerle al entonces presidente Stroess­ner y a varias personas que estaban en el poder. Queda­ron fascinados cuando les conté lo que había hecho”, relata.

Una de las cosas que más extraña de nuestro país son las chipitas. “A mí me encanta la chipita. De hecho, mi hijo Andre desde chiquito tam­bién comía. Cuando mi papá venía del Paraguay, lo pri­mero que mi hijo le pregun­taba era: ‘Abuelo, ¿dónde está la chipita?’. Nosotros nunca perdimos nuestras costum­bres paraguayas”, dice.

Benny Ricardo se despide indicando que para llegar a un nivel superlativo en cual­quier cosa que uno se pro­ponga en la vida primero se empieza con la cabeza. Hay que tener una mente increí­ble y fuerte. Hay que estar dispuesto a fracasar, pero también hay que seguir y tra­bajar para levantarse”, cierra.

Fue jugador de la NFL entre 1976 y 1984 en los Buffalo Bills, Detroit Lions, New Orleans Saints, Minnesota Vikings y Los San Diego Chargers.

“Mi inspiración siempre fue el Paraguay. Antes incluso decía: ‘Voy a ayudar a terminar la iglesia de Caacupé’, porque mi mamá era de ahí y hablaba mucho acerca de eso. Nunca quise perder la costumbre paraguaya”.

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