Viviana Insaurralde - Fotos: gentileza

En esta entrevista con el joven investigador y periodista José Riquelme, quien se encuentra realizando estudios de Filología Hispánica en Montpellier, Francia, hablamos de su trabajo sobre literatura paraguaya, en el cual se decanta no por los autores consagrados y conocidos, sino por una figura mítica de la periferia cultural, Chester Swann, el abuelo del rock paraguayo. También abordamos, entre otros tópicos, cómo ve desde afuera, como apasionado de las letras, nuestra literatura actual, sus fuentes y su lugar al margen del proyecto de modernidad en sentido estricto.

–¿Cómo fue que te decidiste por estudiar a un autor tan de los márgenes como Chester Swann?

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–Yo había empezado a leer a Chester y toda la bibliografía era musical. Por ejemplo, el “Diccionario de la música en el Paraguay”, de Luis Szarán, en los suplementos culturales hablaban de Chester como símbolo de la cultura alternativa. Dije: “Voy a leer lo que él escribió”. Existía ya esa imagen mítica suya. En “Mirame nometokéi” aparece en un cameo. Y es el representante del underground paraguayo. Entonces, todas esas pistas me llevaron para investigar sobre lo que él hizo. Comencé a buscar sus obras y la única publicada en impreso era “Razones de E$tado” y creo que es de 2005 (o 2008) y había postulado al Premio Nacional de Literatura, que ganó Rubén Bareiro Saguier (que es un autor conocido en Francia, ya que hizo su doctorado en la misma universidad en la que estoy yo, por eso a él se lo conoce), pero la obra de Chester quedó preseleccionada.

–¿Cuáles son algunas de sus características como fenómeno editorial “no canónico”?

–La característica principal de Chester es que fue uno de los primeros en publicar sus obras en internet. A finales del 90 alguien ya había publicado ebook Juan de Urraza, pero el que publicó masivamente fue Chester. Él busca algo en sus obras y se nota. Busqué su página Tetraskelion, pero ya no lo encontré, aunque, luego, pude acceder. Era una figura mítica, en Letras uruguayas y Calaméo leí toda su selección de cuentos: “Selección indigesta”. Investigué las obras de Swann “Cuentos para no dormir. Una lectura a partir de la transgresión” y apliqué esa teoría de la transgresión. El segundo año propuse quedarme con Chester porque me di cuenta de que dijo muchas cosas. Ya estudié “Cuentos para no soñar”, “Cuentos para no despertar” y una aproximación a “Cuentos inenarrables para psicóticos procaces” y, entonces, presenté ese proyecto y me aceptaron de hecho.

–¿Cumplía Chester su cometido al picar al lector o la sociedad?

–Hace poco leí una entrevista que le hicieron a él luego de ganar el premio del Club Centenario y en eso le dicen: “Te conocimos como caricaturista, músico, andariego, pero no en la faceta de Chester literario” y Chester dijo: “Yo soy un lobo estepario, me mantengo al margen; no me gustan los cenáculos de la literatura paraguaya”. Entonces, existe un cenáculo bien definido, como una claque. Pensé: “Ahh, interesante, buen escritor, pero antisistema”. Entonces dije: “Ahhh, eso molesta…”, y fue una razón más para leer a Chester.

–¿Tuviste o tenés algunos huecos en esta investigación? Si los hay, ¿cuáles serían?

–Para los dos primeros trabajos no, porque trabajé con preguntas muy específicas, además, considero que investigué y leí mucho de Chester. Fueron trabajos de acercamiento a su narrativa. Primero, hice una transcripción como signo. Es solo para que yo pueda aseverar: “Es un escritor transgresor”.

Para contestarte, las preguntas que dejo en el tintero, generalmente, son para la próxima investigación, y yo dejé abertura, aperturas. Podemos hablar de una desmodernidad en literatura paraguaya y Chester es un precursor de esa desmodernidad en Paraguay: esa es la pregunta que ahora quiero responder.

LA MODERNIDAD TRUNCA

–¿Puedes definirnos la desmodernidad en tu investigación?

–Cuando la modernidad occidental entra en decadencia, en los años 60, 70, aparecen los filósofos posmodernos que van a cuestionar esa modernidad. No nos dan la respuesta que necesitamos y se comienza a cuestionan la verdad absoluta. Dicen que hay otras verdades también, como respuesta al fracaso de la modernidad; entonces, aparecen nuevos pensadores coloniales, los pensadores de la periferia, los de EEUU, que fueron muy influenciados por los franceses. En México, como centro cultural, estuvieron los filósofos que dieron lugar a la “transmodernidad”, que da importancia a las formas de Estado, todo lo que se piensa de América Latina, y en esa reflexión ellos hablan de que, por ejemplo, no existió una modernidad. Néstor García Canclini, un teórico argentino, él se pregunta si puede existir filosofía en América Latina, siendo que no existió una modernización como existió en Europa y sin modernización no podemos hablar de modernidad.

Otros autores hablan de que en América Latina se inventó una colonialidad basada en el poder, en la racialización; está el hombre blanco y el mestizo. Toda esa reflexión está basada en la cultura y se comienza a hablar de nuevas expresiones de la periferia y Ticio Escobar dice, hablando siempre de expresiones visuales, que en Paraguay se vive una doble periferia cultural, por la ubicación geográfica y su historia. Augusto Roa Bastos acuñó esa famosa figura de que somos “una isla rodeada de tierra”. Tiene una historia muy sufrida y cuando parecía que iba a salir adelante, vino una larga dictadura. Ticio habla de una “utopía fracasada” en Paraguay.

–¿Cómo ves la figura de Celso Aurelio Brizuela?, ¿qué te evoca su imagen más allá de lo literario?

–A mí me parece que es mucho más allá de lo que podemos hablar. Yo lo voy conociendo a medida que lo voy leyendo, sus composiciones musicales, poesías, artículos. Creo que hay varias facetas de Chester, pero del que más me hablaron fue la de Chester amigo y del Chester maestro, pero la gente le llama “compañero”, un hombre culto, tenía una biblioteca rica en Luque (que no es en la capital, sino en la periferia) que él abría a todo el mundo. Y esos jóvenes que iban asiduamente a su biblioteca hoy escriben; hoy son intelectuales. Ese Chester me interesa a mí. Necesitamos muchos Chester en Paraguay.

–¿Cuál es la obra de Chester Swann que más captó tu atención y por qué?

–A mí me gustó la “Selección indigesta de histerias breves”, que tiene cuatro libros. En esos cuatro libros el que leí primero fue “De cómo un alma aventurada huyó de paraíso celestial”, que tiene un humor muy fino, muy sarcástico. El otro que me hizo reír, porque Chester tiene un humor particular, es “El hueso”, un relato hiperbólico de un hombre que va a buscar un hueso legendario, perdido en un país que podemos decir por ciertas descripciones que está en Paraguay, pero está en el futuro; hay animales legendarios. Este hueso es para salvar a Mangurujulandia y Asunción se llama “Disfunción” y hay todos esos juegos de palabras. Va construyendo un relato, un ambiente también a medida que avanza la historia que se va deconstruyendo. Y luego te dice que la historia pudo existir como no… Todo como un juego. Con ese cuento pasé un buen momento y también con “Sobrevivientes anónimos”, que es sobre Itaipú.

LA LITERATURA DE LA DESMODERNIDAD

–¿Se puede decir entonces que la modernidad nunca existió en la periferia?

–En términos occidentales, no. Se quiso implementar acá, pero no funcionó, entonces, esa reflexión invita a pensarnos nosotros como individuos de una zona geográfica y cultural precisa a partir de nuestros problemas y peripecias históricas y proponer proyectos para nosotros sin pensar mucho en Occidente. Tenemos que pensar mucho en nuestro origen mestizo.

–¿Considerás que en el extranjero se valora nuestra literatura?, ¿qué interés despierta en los franceses nuestra literatura?

–Podemos hablar de literatura paraguaya si hablamos de Roa Bastos. Ellos (los franceses) dicen literatura paraguaya solo por Roa Bastos. Es el referente, aunque hay nuevos escritores que están siendo traducidos como Renée Ferrer, Susy Delgado. Rubén Bareiro tiene muchos ensayos y obras en francés. Pero más allá de ellos, la literatura paraguaya es inexistente. Conseguir un especialista de literatura paraguaya es difícil de encontrar allá, pero hay un interés en conocer, poco a poco hay un interés. Hay más universitarios que vienen al Paraguay a observar, hay más apertura, pero siempre establecen analogías con literatura argentina. Lo que me da más pena es que esa “apertura” se da en el extranjero y no en nuestro país. En Paraguay nos falta inversión en investigación, educación, acá faltan muchas cosas.

–Como un investigador paraguayo en el extranjero, ¿qué mensaje le dejás a quienes hacen parte del mundo editorial paraguayo, ya sea como creadores o consumidores?

–Hablo más como un apasionado de la lectura, hay que leer mucha literatura. El problema es el acceso a los libros, que cuesta mucha plata. Hay que fomentar más las bibliotecas públicas. Hablando sobre alguien que piensa más allá que leer solamente, hay que interesarse en lo que nuestro país produce, lo que cuenta; lo que nosotros contamos, lo que el escritor cuenta es un resultado de una reflexión sobre una realidad, suya, personal o circundante; entonces, leer lo que Paraguay cuenta, pero al mismo tiempo interesarse en lo que se produce acá cerca, Argentina o Brasil, y lo que se escribe en las grandes metrópolis, porque así vamos a saber ubicarnos nosotros en qué parte estamos, porque en Paraguay se dice que nuestras corrientes son muy tardías y creo que hay que leer fuentes, obras críticas. Si uno quiere ser investigador, debe leer mucha teoría literaria y no hay que quedarse en lo que dicen en la universidad, como con una sola teoría. Hay que leer todas, incluso las marxistas. No dejemos de lado que podemos mezclarlas con otras, pero sin desconectarnos de nuestra realidad. Por último, lean a Chester Swann.

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