Paulo César López, paulo.lopez@nacionmedia.com
A consecuencia de la matanza de estudiantes durante una manifestación realizada frente al Palacio de Gobierno el viernes 23 de octubre de 1931 en reclamo de la defensa del Chaco, el entonces presidente José P. Guggiari fue sometido a un juicio político. Al cumplirse el aniversario número 91, recordamos algunos pormenores de aquellos hechos.
Las pretensiones bolivianas sobre el Chaco Boreal fueron conocidas por el Paraguay en 1852 cuando, con motivo del reconocimiento de la independencia de nuestro país de parte de la Confederación Argentina, se firmó un tratado de límites entre estas dos últimas naciones. El representante boliviano en Buenos Aires protestó argumentando que su país no fue tenido en cuenta en unas negociaciones que, según sus alegaciones, afectaban los derechos de su país a la margen occidental del río Paraguay entre los grados veinte y veintidós de latitud meridional.
Desde entonces se fueron sucediendo escaramuzas y graves incidentes que ya presagiaban que el estallido de la conflagración podía ser postergada, mas no evitada. En el ambiente prebélico del año 1928 se realizaron las elecciones en las que el Partido Liberal postuló a la dupla José P. Guggiari-Emiliano González Navero para la Presidencia de la República, en tanto que el Partido Colorado pugnó en los comicios con la fórmula Eduardo Fleytas-Eduardo López Moreira.
Esta fue la primera vez que la titularidad del Ejecutivo fue dirimida a través del sufragio con la participación de dos candidatos, por lo que Guggiari es considerado el primer presidente electo democráticamente en el Paraguay.
AUGURIOS
Guggiari asumió el cargo el 15 de agosto de 1928 y poco tiempo después ya se presentaron los primeros percances que presagiaban los difíciles obstáculos que debería sortear su administración. En diciembre de ese año, casi estalló la guerra con Bolivia por el episodio del fortín Vanguardia y a nivel interno tuvo que enfrentarse a una creciente contestación de la militancia obrero-sindical, que cuestionaba cada vez más la “eficacia del liberalismo para viabilizar las transformaciones que demandaba el país”, indica el historiador Ricardo Scavone Yegros en un artículo titulado “Guerra internacional y confrontaciones políticas (1920-1954)”.
De esta manera, se fue acentuando la distancia entre la clase dirigente y los trabajadores, entre los cuales aumentó la influencia de socialistas y comunistas, así como entre los estudiantes.
POLARIZACIÓN
Junto con las ideologías de izquierda, también se radicalizaban las de derecha, que se encontraban en pleno apogeo en Europa y que una década más tarde precipitarían la Segunda Guerra Mundial. A más de ello, el crack del 29 generó una crisis y recesión mundiales que disminuyeron la cantidad y el valor de nuestras exportaciones. Para enfrentar este escenario de recesión mundial, Argentina adoptó una política proteccionista, por lo que, dada la fuerte dependencia del intercambio comercial con este país, la economía paraguaya sufrió un aumento del desempleo y el déficit fiscal.
“Los partidos y los grupos políticos intensificaron los ataques contra la administración de Guggiari a través de la prensa y en el Congreso. Además de los reclamos puntuales, se agitó una cuestión que unificó a todos, como fue la defensa del Chaco. La oposición acusó a los gobernantes de no preparar al país ante la amenaza boliviana, de permitir el avance boliviano en el territorio disputado y de actuar con debilidad en las negociaciones diplomáticas. Los excesos determinaron la adopción de medidas represivas. Entre septiembre de 1929 y julio de 1930 se mantuvo el estado de sitio y, bajo su imperio, el Poder Ejecutivo apresó y deportó a sus adversarios más sañudos”, añade Scavone Yegros.
FUERA DE CONTROL
Así, se sucedieron la muerte en 1930 del ministro Eligio Ayala, elemento fundamental en el manejo de las finanzas públicas; huelgas de obreros seguidas de proscripciones y medidas represivas; amotinamiento de conscriptos militares, la toma de Encarnación, rebeliones al interior del propio partido de gobierno hasta que una manifestación estudiantil chocó contra las fuerzas de seguridad que resguardaban el Palacio de López.
“Las cosas se salieron de control en octubre de 1931. El 23 de ese mes, una manifestación estudiantil que reclamaba la defensa del Chaco forzó los cordones de seguridad y avanzó hasta los jardines del Palacio de Gobierno, donde fue reprimida, dejando un saldo de varios muertos y heridos. El hecho conmovió al país y el gobierno sintió su derrumbe, pero las Fuerzas Armadas lo sostuvieron, conjurando la crisis”, refiere Scavone Yegros.
LOS RELATOS
El hecho causó conmoción en el país, tal como lo revelan las publicaciones de los diarios de la época. El diario La Nación, opositora al Gobierno, tituló una publicación del mismo día 23 de esta manera: “Esta mañana la juventud estudiosa fue masacrada por la guardia pretoriana del Palacio de Gobierno. Desde los sucesos de ayer y hasta ahora hay trece muertos y cuarenta heridos”. Luego narra: “Fuego desde los balcones del Palacio de Gobierno: Eran las nueve de la mañana cuando (los manifestantes) fueron sorprendidos por un nutrido tiroteo de fusilería y ametralladora. Desde los balcones del Palacio, donde se habían emplazado tres ametralladoras de antemano, dirigidas, según versiones que pudimos recoger, por el Tte. Jara Román, empezaron a hacer un disparo cerrado sobre la masa estudiantil; niñas de la Escuela Normal con la bandera nacional enfrente, encabezaban la columna, la que al llegar frente a la casa de Gobierno fue recibida con un nutrido fuego de ametralladoras y fusilería”.
En tanto, El Diario, de tendencia progubernamental, en una publicación también del mismo 23 relata los hechos de esta forma: “La columna de manifestantes que a toda costa quería penetrar en el Palacio de Gobierno por la fuerza, era contenida por el cordón policial con singular energía. Los agentes del orden público formaban un dique de contención de la frenética oleada humana, cumpliendo con su deber bajo una lluvia de piedras. Varios policías resultaron heridos y contusos a consecuencia de las pedradas recibidas, y también algunos manifestantes que sufrieron golpes de vara. (…) A pesar de las varias ametralladoras que en los balcones del piso alto de la Casa de Gobierno se habían emplazado, los manifestantes no cejaron en sus propósitos y se valieron de una treta para romper el cordón policial. Un grupo de niñas normalistas encabezaron la columna de manifestantes. Los agentes de policía perdieron por completo el tino, no hallando forma de proceder en esta emergencia, circunstancia que aprovecharon los manifestantes para irrumpir como un alud por los jardines fronteros del Palacio para ir a chocar con el segundo cordón de tropas ya armadas con fusiles. En medio de una batahola infernal, de gritos, pedradas y exclamaciones, la multitud se precipitó hacia adelante. Una descarga cerrada de fusilería y un nutrido fuego de ametralladoras emplazadas en lo alto del Palacio, abrió fuego entre la multitud que después se dispersó”.
Entre los muertos fueron identificados oficialmente al menos ocho manifestantes: Liberato Ruiz, Alfredo González Taboas, Ismael González, Eugenio Gómez, Serafín O. Vidal, Julio César Franco, Raúl Roig Ocampo y Benigno González. En tanto, la cantidad de heridos ascendió a poco más de una veintena.
EL JUICIO
Luego de los sucesos, Guggiari declaró el estado de excepción, se refugió en la Escuela Militar y tras ponerse a disposición del Congreso para que se investigara su responsabilidad en los hechos, el 25 de octubre entregó temporalmente la presidencia a González Navero.
En sus alegatos, la Cámara de Diputados, en la que ya existía mayoría oficialista antes del retiro de la oposición del Congreso, en su sesión del 27 de enero de 1932 emitió su dictamen final en el que sostiene que no se configuran las causales estipuladas en el artículo 50 de la Constitución, a saber, “mal desempeño de su cargo, delito en el ejercicio de sus funciones y crímenes comunes”, por lo que declara escuetamente: “1) Que no hay lugar a formación de causa contra el Excmo. Señor Presidente de la República, Doctor José Patricio Guggiari. 2) Comuníquese al Poder Ejecutivo”.
Así, Guggiari retomó el cargo a fines de enero de 1932 y pudo terminar su mandato en agosto de ese año, ya con la Guerra del Chaco en pleno curso, transfiriendo el poder a un gobernante del mismo signo político, Eusebio Ayala, que sería conocido posteriormente como el “presidente de la victoria”.