Jimmi Peralta - Fotos: gentileza
La película “La afinación del diablo”, que mezcla realidad y ficción, rescata el trabajo único del guitarrista paraguayo Efrén Echeverría. Estrenada en el 2018, fue premiada hace dos semanas en el Festival de Cine Goya de Corrientes, Argentina. Sobre ello, hablamos con su director, Juanca Lucas, de la leyenda y el cine en la actualidad.
La ficción y el documental se funden en una pieza para formar un continuo narrativo de literalidad y metáfora en “La afinación del diablo” (2018), una producción realizada por Juanca Lucas, que a cuatro años de su estreno logró semanas atrás el reconocimiento en el marco del Festival de Cine Goya, en Corrientes, Argentina.
LA LEYENDA DE EFRÉN
El trabajo de Juanca rescata el trabajo y el talento del guitarrista paraguayo Efrén Echeverría (1932-2018), en particular su afinación transportada, y lleva al plano de la ficción “la leyenda” que acompaña tanto al tipo de afinación, así como al talento mismo.
El genio –eso pensado en él parte desde la magia, la divinidad, esa capacidad sobresaliente que no encuentra explicación más que en musas o providencias– es puesto fuera de los límites del documental, dentro de la misma metáfora como pieza característica de su personaje mítico, “Pelocho”.
Kamba’i, como se conocía a don Efrén, está presente como eje en parte del filme, que tiene al guaraní y a las leyendas rurales en el primer plano de la historia.
Juan Carlos Lucas, formado como comunicador primero y después madurado en el ámbito del cine y el audiovisual, habló con Nación Media sobre “La afinación del diablo”, sus últimos trabajos y sobre la industria de cine local.
EL DON DE EMPATIZAR
–¿Cómo surgió en vos la inquietud por el cine o el audiovisual? ¿Qué camino de formación tuviste que transitar para llegar a una producción finalmente?
–Siento que la gente que admira el talento de su semejante tiene un don.
El don de empatizar. Y eso me pasa a mí. Tengo ese don de admirar la creatividad de colegas, es decir, a mí me estimula muchísimo ver algo ingenioso. Me motiva a crecer. En ese sentido, empecé estudiando periodismo, porque quería estar cerca de la radio, de la música. Hablamos años atrás cuando la radio era “la radio”. Tuve grandes profesores en el IPAC, así como extranjeros que vinieron al país a dar talleres. La ventaja del IPAC era que tenía la carrera de periodismo, pero también la carrera de cine e ingeniería en sonido. Entonces, uno como estudiante de periodismo se involucraba con compañeros y compañeras con diferentes conocimientos. Todos aprendíamos de todo. Comencé a leer y a involucrarme más con esto de manera autónoma. Posteriormente, escribí proyectos de tv y cine, que me dieron la oportunidad de estudiar afuera por periodos cortos: en el EICTV de Cuba, en la escuela de diseño Chavón de República Dominicana, en Atlantidoc de Uruguay, en Bolivialab de Bolivia y tantos otros como en Argentina. También mencionar la especialización en montaje cinematográfico brindada por los talleres de la RECAM, en alianza del Mercosur con la Unión Europea, en el IPAC. Todo esto fue formándome.
–¿Cuál es el cine que consumís y cuál es el que soñás hacer?
–Hace un tiempo leí a un director chileno diciendo que en la facultad de cine le enseñaban hacer un cine contemplativo, autoral, reflexivo, cuando en realidad él quería hacer el único que conocía cuando era niño y eran esas películas de la televisión. Ese cine de acción, de comedia, de peleas entre ninjas. Y me siento igual, porque en mi familia veíamos los domingos de tarde películas sobre western o bien de film noir, que le decíamos “películas de detectives”. O en el cine fue furor ver “Karate kid” o “Rocky” de Avildse, “Tiburón” de Spielberg, “Batman” de Tim Burton. O sea, directores que por ahí no te enseñan en una escuela de cine, porque te muestran el cine ruso de Vertov, Tarkovski, el cine europeo de la nueva ola francesa, a los cineastas asiáticos o el nuevo cine latinoamericano. Y ahí es donde se tiene uno que plantear a dónde ir: algo “comercial”, como si fuera fácil y rentable; o algo festivalero, o sea, para festivales de cine. Yo opto por hacer un cine que me deje ser yo mismo, es decir, ese cine creativo que me gusta admirar y que a mi familia también le guste ver. Es decir, no haría un cine para cineastas.
EL TEKOHA
–¿Cuál es tu relación con “lo paraguayo”, la cultura tradicional que de alguna forma buscás también presentar en tus trabajos?
–Si bien nací en Argentina, hace muchos años vivo aquí en Paraguay. Soy hijo de itaugüeños. Y lo que hago tiene que ver con este lugar donde me siento identificado como ser o, como se dice en guaraní, el “tekoha”, el lugar del ser. Una hermosa palabra que me enseñó la colega Malu Vázquez. En ese sentido, mi lugar es Paraguay, especialmente Itauguá. Al haberme criado en una cultura argentino-paraguayo, puedo apreciar cosas o valores que por ahí en Argentina no se tienen. Por decir, la calidez y solidaridad de la gente, la capacidad de manejar dos idiomas que posibilita tener dos conceptualizaciones. En este sentido, hablemos de la relación de la palabra en guaraní con su alrededor, por mencionar, lo onomatopéyico. También nuestros músicos, los mitos, las casas coloniales en los pueblos, etc. Todo esto tiene una identidad única, no lo digo por sonar a un patriota, sino por el ingenio. Y si tengo la posibilidad de poder representarlo en alguna película, con gusto lo hago como “La afinación del diablo”.
–¿Cuál fue el reconocimiento que recibieron por “La afinación” en las últimas semanas?
–La película ganó mejor largometraje en el Festival de Cine Goya, Corrientes, Argentina. Si bien pasó 4 años de su estreno, este festival admitía obras de años anteriores. El jurado, al igual que la gente del noreste argentino, tiene mucha sincronía con nuestra idiosincrasia e historia, porque la Guerra Grande nos dividió en límites geográficos, pero no pudieron cortar la sangre que nos une. Por eso me sentí realizado cuando leí el dictamen del jurado, dijo: “Por la sorprendente construcción del relato entre el mito y la realidad, entre la ficción y el documental, donde el payé atraviesa nuestras historias regionales transformada en un modo de hacer música”.
¿CUÁNTAS GUITARRAS HAY AHÍ?
–¿Podrías recordarnos un poco cómo se dio la idea y la realización de “La afinación del diablo”?
–La idea arranca años atrás, a partir de un libro de Susy Delgado, una entrevista donde ordena la historia y la técnica del maestro con un lenguaje accesible y coloquial. Esto me lleva con amigos guitarristas que me contactan con Efrén Echeverria y allí entablamos varias conversaciones con él. Siempre una gran disposición tenía el maestro. Para mí significaba mucho, porque comencé a valorar su talento gracias a mi tío Vicente Arce, que en las reuniones familiares de los domingos ponía a todo volumen en la casa de mi abuela Eva, en Guayaibyty, Itauguá. Mi tío era fanático de la música paraguaya y me hacía escuchar el CD de Efrén: “¿Cuántas guitarras hay ahí?”, me preguntaba y yo, en mi ignorancia, le decía que dos. “No, es una sola guitarra. Es Kamba’i, un gran guitarrista popular”. Esta experiencia le conté a Efrén. Él se rió y me comentó que le pasó lo mismo al escuchar al dúo Vargas Zaldívar en la radio. Imaginemos: año 1940, no había Youtube, ni Shazam, ni televisión en la zona de Lima, San Pedro. Cuenta Kamba’i que escuchaba a este dúo y él, creyendo que era uno el que tocaba, intentaba imitar el sonido de dos guitarras con una sola. Hasta que un día los vio en un concierto en Asunción. Yo me imaginé la cara del maestro tomándose la frente. Bueno, esa era la magia del maestro.
–¿Cómo definirías la última década para el cine nacional?
–Lo defino como ecléctico o diverso, con hermosas propuestas, originales, que enfatizan reflejar la forma de hablar del paraguayo y su idiosincrasia. Valoro muchísimo las propuestas que quieren contar aspectos de la historia o los sectores vulnerables del Paraguay, pero aplaudo cuando estas propuestas quieren conectar con su gente local más que agradar a festivales. Intuyo que las propuestas venideras serán cada vez más profesionales. Por eso espero mucha más madurez y solidaridad de los colegas con trayectoria, y más transgresión y universalidad con las nuevas generaciones.
–¿Cómo ves el momento de la escena local en el contexto?
–Esto lo hablamos con colegas y es inevitable comparar la escena local del cine con las prácticas que se dan en la vida política porque de alguna manera es un reflejo. Esto es aquí y en cualquier parte del mundo que el cine sea un espejo de las políticas de Estado con la sociedad. En Hollywood tienen el gran apoyo del gobierno para exportar sus películas como tanques. En Argentina, las políticas centralizadas en Buenos Aires no dan posibilidades de producciones en zonas del norte argentino, que aún con esto en contra están exportando al mundo su cine de Misiones, por ejemplo. Por lo mismo es que aquí observamos las prácticas del padrinazgo que nos tienen acostumbrados los políticos con el tráfico de influencias. En este contexto es común ver a un director o directora, productor o productora que tenga un cuñado o un pariente o amigo dentro de los poderes de decisión. Por suerte también se premia a talentos, pero esto por su gran mérito que supieron germinar aquí y en el mundo.
–¿Qué falta para que toda la industria despegue?
–Si hablamos de industria, necesitamos un plan financiero que genere una economía autosustentable con la misma producción y esto nos posibilite generar mayores oportunidades de trabajo para todos.
–¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
–Empezando, estamos trabando por Kurundú, una colectividad de profesionales tanto de cine y también hay gente de televisión, hay gente de diseño gráfico y también gente de prensa que nos dedicamos al tema de la consultoría de la comunicación. También producimos proyectos propios, culturales, todo en la búsqueda de lo que decimos, las transformaciones sociales. Por lo menos percibiendo la línea de los derechos humanos del de los derechos de los niños, del derecho a la educación. También decidimos armar un proyecto que se llama el Cuartel de Tito, reivindicando esa cuestión de un lugar de resistencia. Así, venimos trabajando en proyectos que tienen que ver con organizar y plantear cosas, muchas de ellas más por fuera de Asunción.
“POLKITA DE LA MUERTE”
El pasado 12 de octubre se estrenó el videoclip del tema “¨Polkita de la muerte”, de la banda de rock nacional Mr. Hyde, dirigido y montado por Juanca Lucas.
“Empezamos a trabajar hace un tiempo atrás la idea de un videoclip que con poco hagamos mucho. Donde podemos tener un guion que cuente una historia, no solamente que sea un videoclip de músicos tocando, sino también que a su vez nos pueda contar una historia. Bueno, así fue que se fue formando poco a poco este proyecto y fue creciendo”, comentó el cineasta.
“El proyecto uno lo mira y ve un video que dura 3 minutos a 4. El proyecto tuvo sus meses de trabajo”, agregó.