Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com
Hoy Toni nos lleva a una vieja librería de la calle Cerro Corá casi Iturbe, que se despide después de más de 63 años de ininterrumpida vigencia siguiendo así el paso de muchos comercios del centro, cuyas arquitecturas van convirtiéndose en espacios desolados.
Son las once en punto de la mañana de un martes en la calle Cerro Corá casi Iturbe, una vieja moderna esquina asuncena en la zona comúnmente llamada el “barrio de los turcos”, en referencia a la gran colectividad sirio-libanesa que habitaba la zona. Un edificio, el de los Zacur, que contiene hasta dentro de unos pocos días a una antigua librería fundada en 1959; una vieja cortina metálica realizada por los hermanos Caló hace sonido con el alto tráfico vehicular en esa ruidosa esquina asuncena.
Un desteñido cartel pintado a la antigua usanza reza “Librería Comuneros”. El interior, un salón de doble altura con un entrepiso en el fondo como tiene la mayoría de aquellos viejos modernos edificios construidos en la década del 50 en esa zona. Las paredes adornadas con antiguos estantes que parecen llegar al cielo en tan alta arquitectura con aires de la “modernidad montevideana” traída por los primeros arquitectos paraguayos recibidos en la capital charrúa.
En el fondo, al lado de una vieja máquina Olivetti y un libro contable, está Óscar, hijo de Ricardo Rolón, fundador de la librería, que se encuentra empaquetando –con un pucho en la mano– libros de las repisas que ya están casi vacías como para emprender un viaje de ida sin retorno después de 63 años de historia, una imagen frecuente de un centro que se está apagando vertiginosamente.
1947
Los inicios de la Librería y Editorial Comuneros guarda relación con el exilio en 1947. Rolón, quien había egresado de la Escuela Nacional de Comercio Nº 1 en 1944, que en aquella época daba habilitación de contador, se instala en Buenos Aires y trabaja en su profesión en una de las librerías más importantes de la capital porteña, donde conoce a toda la intelectualidad paraguaya en el exilio. Luego de muchos años pudo volver al Paraguay en 1959, trayendo consigo gran cantidad de libros. Así, un día cualquiera de aquel año se instala en un zaguán de la calle Palma y en 1963 se muda a un amplio local de la calle Presidente Franco casi 14 de Mayo, donde se realizaban importantes presentaciones de libros. “En ese lugar se encontraban y se abrazaban grandes políticos que en el Congreso, un rato antes, se peleaban”, dice Óscar Rolón en tono sarcástico.
En el local se realizaron innumerables lanzamientos donde iban personajes de todos los ámbitos de la sociedad asuncena, dependiendo de qué título se presente, desde intelectuales hasta importantes militares de la época. Pero como después empezaron a realizarse los actos en centros culturales que comenzaban a surgir en aquellos principios de los años 60 en Asunción, el lugar perdió ese papel.
En 1981 se muda la legendaria librería al local de donde hoy se despide para siempre después de haber presentado más de 50 títulos, cantidad importante para una época en la que era mucho más difícil editar una obra. Los libros viajarán hasta la vieja casona de la familia Rolón sobre la calle Brasil casi Mariscal López tal vez para dormir –parafraseando un viejo dicho griego– “el sueño de los libros”.