El gran poeta pilarense Carlos Miguel Jiménez (1914-1970), autor de más de 100 obras de una belleza sin igual, pasó por la radio como libretista de radio La Capital hacia los años 50. Todo un lujo para la literatura radiofónica.
- POR EDUARDO PALACIOS
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En las pasadas décadas, las emisoras contaban con libretistas muy destacados, muchos de los cuales fueron con el correr de los años grandes escritores, periodistas y compositores. Sindulfo Martínez, Aníbal Romero, Néstor Romero Valdovinos, Mario y Gerardo Halley Mora, Cirilo R. Zayas, Rodolfo Víctor Santacruz (Rovisa), Carmelo Rugggilo, Esteban Falasca, entre otros, fueron quienes con su literatura radiofónica daban vida a los programas realizados en la época.
En nuestro capítulo de hoy rescatamos un hecho anecdótico de su paso por la radio que tuvo como protagonista al gran poeta nacional Carlos Miguel Jiménez, el autor de las más bellas poesías que engalanan el acervo literario nacional y a las que otros no menos importantes compositores paraguayos pusieron música para convertirlas en obras musicales sobresalientes e infaltables en el repertorio de los artistas.
LA ANÉCDOTA
Carlos Miguel Jiménez nació en la ciudad de Pilar el día 5 de julio de 1914. Falleció en Asunción el 29 de agosto de 1970. Su padre fue el inmigrante alemán Carlos Federico Brackebusch y su madre Amalia Elisa Jiménez. Estudió en Asunción y entre sus maestros estuvo el gran intelectual Delfín Chamorro. Después viajó a Buenos Aires, donde escribió sus poesías y amenizaba las fiestas organizadas por los paraguayos residentes allí. Así conoció a José Asunción Flores, Emilio Bobadilla Cáceres, Félix Pérez Cardozo y Agustín Barboza, conforme señala el Dr. David Galeano Oliveira, presidente del Comité Ejecutivo y director general del Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní.
La anécdota fue relatada en un escrito por quien fuera destacado locutor y director de radio, J. Manuel Chamorro Damus, quien falleciera el 28 de febrero del 2000, cuyo texto original estaba en poder de Brunildo Martínez –un coleccionista y recopilador del acervo musical de nuestro país– y publicado en el portal de la revista Fa Re Mi, de Bernardo Garcete Saldívar. Chamorro Damus había nacido en Encarnación el 18 de enero de 1930, iniciándose como practicante en radio Charitas entre los años 1944 y 1945, bajo la dirección del padre Lavorel, franciscano. En los años siguientes pasó a radio Teleco, cuando entonces bajo la dirección de Gerardo Halley Mora. Fue además locutor y director de ZP5 Radio Encarnación. En 1950 estuvo como locutor de Radio Nacional.
En 1951, en sociedad con Casimiro Calderón y Domingo Rocholl, adquirió la emisora ZP 9 radio La Capital, hasta entonces de propiedad de Atilio Bajac, ubicada en esos años en Chile 461 casi Piribebuy. En 1960 sale al aire con ZP20 Difusoras Mariscal López de su propiedad, con un formato innovador para la radiofonía paraguaya de entonces con 24 horas de transmisión continuada, introduciendo además la tarea de los móviles desde distintos lugares de la ciudad. Un año después de su salida al éter, el Gobierno clausura la emisora y Chamorro Damus se asila en la Embajada argentina en Paraguay, viajando luego a Buenos Aires, donde adopta el nombre artístico de Manuel de Asunción, incursionando en la radio y en la organización de espectáculos artísticos retornando a nuestro país después de 1989.
Al referirse al hecho anecdótico, Chamorro Damus señala que “conocí a Carlos Miguel Jiménez allá por el año 1951, transitando por las calles de Asunción. Su estampa de hombre culto, de armoniosas palabras, traducían un eterno verbo de amor por lo bello, por lo hermoso, por lo lindo que tiene la vida. Equilibrado hasta lo infinito, amaba la majestad de la justicia. Justicia para todos por igual, en la misma medida. En el mismo grado para los de arriba y para los de abajo, sin paños tibios ni términos medios. Masticaba las palabras al hablar; era como un permanente subrayado en mayúsculas. Suave y pausado modulaba sus expresiones con calidez. Y su verbo era el amor. El amor por el amor mismo. Amor por la patria que lo vio nacer. Amor a la belleza inmaculada de la mujer paraguaya, su sonrisa, sus ojos cadenciosos y la esbeltez de su morena figura al andar como si fuera mecimientos de juncos”.
En una oportunidad, el ilustre poeta que en los últimos años de su vida se caracterizó por la precariedad y las necesidades para su subsistencia, a más de la pérdida paulatina de su vista, llegó hasta el local de la emisora, sobre la calle Chile, donde fue recibido por Chamorro Damus, señalando este que tras los saludos de rigor le ofreció dinero a modo de colaboración para cubrir esas necesidades, obteniendo una reacción de rechazo por parte del poeta, por lo que tuvo que disculparse.
LIBRETISTA
“Te disculpo, Juan Manuel, no esperaba menos de ti. Y en este caso, si de verdad quieres ayudarme, acepta mi trabajo como glosista de música paraguaya para tu radio”, dijo Carlos el poeta. El relato continúa: “Instantáneamente repuse que sí, que para mí era un verdadero honor contar con su presencia y colaboración, y allí mismo quedó sellado el acuerdo que permitió su incorporación al estadio artístico de nuestra emisora”.
“Así, Carlitos Miguel Jiménez comenzó a trabajar por largo tiempo con nosotros en ZP9 Radio La Capital, luego radio Comuneros. Confieso que nunca jamás en toda mi vida profesional del micrófono leí glosas tan maravillosas como aquellas escritas por Carlos Miguel Jiménez. Eran tan profundas, tan elocuentes, de tanta paraguayidad tricolor, que de solo decirlas elevan el espíritu hasta dimensiones extremadamente superiores”.
Agrega Chamorro que “en sus glosas hablaba Carlitos, de tigres y pumas en la espesura salvaje, hablaba de una patria sin tiranos ni tiranías; de un pueblo feliz con el pan diario de la libertad; hablaba de espigas y mieses rubias en flor, columpiándose en la majestad del verbo campesino; hablaba de la mujer paraguaya, como de la diosa bendita de belleza eterna, con la sabiduría de la ternura de su dulce encanto de miel silvestre”. Entre sus numerosas obras están: “Mi patria soñada”, “Alma vibrante”, “Golondrina fugitiva”, “Muchachita campesina”, “Flor de Pilar”, “Che yvoty mombyry”, “Okarayguami akã sa’yju” y “Punta karapãme Serrato ndive”.