Este domingo Toni nos trae a la memoria una incidentada elección de reina del Paraguay en el año 1949 y hace un paralelo con la última elección de la soberana del Paraguay, recordándonos que el pasado es siempre presente y futuro.

“La vida es un círculo que es el pasado y el presente al mismo tiempo”. Al leer las histo­rias de la reina del pueblo 1949, esa frase se hace abso­lutamente actual. Cuando el gran maestro Livio Abramo llega al Paraguay allá por 1958, nos enseñó a ver lo que no se ve. Así empezó una serie de obras que nos mostraba lugares del Paraguay que no eran precisamente un rancho con lapacho, que era a lo que estábamos acostum­brados a ver y admirar. No, nos señalaba con sus obras las tramas del ñandutí, o la distribución de los pueblos del interior; la plaza, la igle­sia y las casas de los veci­nos o las Ruinas Jesuíticas totalmente olvidadas hasta aquella época.

REINA DEL PARAGUAY

De la misma manera, “aprendiendo a ver lo que no se ve”, me sumerjo en un archivo para encontrarme con la publicación del dia­rio La Tribuna de setiembre del año 1949 sobre la elec­ción de la miss Paraguay –que en aquella época se denominaba reina del Para­guay–. A través de ella pode­mos ver el presente, lo que ocurrió en estos días con la elección de miss Paraguay.

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“Chela” Monges, “Maruja” Regojo y Josefina Bordas. Puerto Sajonia. Asunción, 1949.

La respuesta está en la acci­dentada elección de aquel año, donde “Maruja” Regojo Colunga era la favorita del público, pero resultó electa otra dama. Por ello, la seño­rita Regojo fue proclamada por el público “reina del pueblo” en aquel lejano y tumultuoso último año de la década del 40, en el viejo estadio Comuneros. Hoy publicamos fragmentos de aquel antiguo artículo:

“Sentado esto, vamos al grano o sea al último Con­curso de Belleza para coro­nar con título de Reina de Belleza del Paraguay a una señorita para que repre­sente a nuestro país en el Gran Concurso de Belleza a celebrarse en Lima, capi­tal del Perú. Es decir, para que una hija de nuestra tie­rra se presente ahí entre 21 Reinas, representan­tes de otros tantos países de América. Francamente el asunto es grave, porque en ese Concurso debemos estar representados por todo lo que es nuestro, aflo­rando ello en el semblante, formas y maneras de una hija de nuestra patria”.

Sigue diciendo una página del legendario La Tribuna: “Al efecto de discernir el de Belleza del Paraguay, se nombró un jurado, entre cuyos componentes no conocemos a ninguno que sea un artista del lápiz, ni de los pinceles, ni de la fotocetro majestuoso de Reina grafía, ni tampoco de la crí­tica artística, personas que podrían juzgar con conoci­miento de causa, y ante el cual todos, absolutamente todos, inclinarían la cabeza por lo justo y razonable de su determinación”.­

María Elena “Maruja” Regojo Colunga. “Reina del pueblo 1949”. Asunción, 1949.

ALBOROTO EN LA CALLE PALMA

Se tenía en cuenta el voto del público en aquella inci­dentada noche que ter­minó con el abucheo gene­ralizado de la platea. A la mañana siguiente, el albo­roto se trasladó a la calle Palma, coincidiendo con la caída de un presidente y la llegada de Federico Chaves al poder. Parece un calco de los últimos acontecimientos del certamen Miss Paraguay, sobre todo cuando leo en las redes a una señorita que organizó una página para votar por la preferida de la noche que no resultó electa.

El periodista cultural del diario La Tribuna del aquel lejano año sigue diciendo: “Seguramente por esto fue que el público podía votar por la que consideraba, a su juicio, la más hermosa entre las bellas que aspiraban al título y ese público, con el criterio que podía tener el jurado, votó por una niña que luego no resultó electa como Reina; es decir que primó la apreciación de los señores del jurado, sin conocimientos artísticos, a la apreciación de 5.000 per­sonas”.

“Maruja” Regojo, reina del pueblo. Asunción, 1949.

UN AÑO, DOS REINAS

Así, aquel año 1949 teníamos una “reina de belleza del Para­guay” y una “reina del pue­blo”. Tanto es así que el Club Deportivo de Puerto Sajonia

–al cual representaba esta popular reina– realizó un agasajo por ser proclamada “reina del pueblo” y muchos clubes del interior la invita­ban a la coronación de sus reinas. La historia se repite con el paso de las décadas. Ayer las protestas se hacían en la calle Palma y por los medios escritos como lo fue el diario La Tribuna y muchos otros de la época, en tanto que hoy los fans se despachan en las redes sociales tratando de torcer el resultado. La vida es un círculo. A veces una historia revive, recordándonos que el pasado es siempre pre­sente y futuro.

La señorita María Elena Regojo. Asunción, 1948.
Puerto Sajonia. Asunción, 1950.
Carta de un miembro del “club de admiradores” de “Maruja” Regojo. Asunción, 1949.

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