En este diálogo con Mario Rubén Álvarez para el programa “Expresso”, emitido por GEN/Nación Media y conducido por Augusto dos Santos, el destacado periodista, maestro y buceador impenitente de la historia de la música y la creación de nuestro país habla de algunos aspectos de la vida y obra de Emiliano R. Fernández. Durante la rica charla, amenizada con magníficas interpretaciones del grupo Generación, Álvarez analiza el lugar que ocupa Emiliano en la memoria de nuestra nación.
Fotos: Nadia Monges
ADS: Ni siquiera te pregunto en pretérito. ¿Quién es Emiliano R. Fernández?
–MRA: Emiliano R. Fernández, a esta altura de la vida de nuestro pueblo, es la memoria del país porque él va cantando lo épico, va cantando al amor, va cantando a la naturaleza, va cantando a las tradiciones, de manera que cuando nosotros escuchamos a Emiliano R. Fernández, escuchamos los latidos de nuestro corazón y los latidos de nuestra patria también. Por eso es que él perdura en el tiempo. Ñahendúramo “Roja Silva rekávo”, “Che pochýma nendive”, “Aháma che china”, que es “Che la reina”, es como que nos levanta el espíritu, es como que estamos en una atmósfera de conexión con nuestra patria, con nuestra historia, y ese es realmente el valor de Emiliano. R Fernández, la memoria de nuestro pueblo en poesía y en canciones.
–Su vida se conecta justamente con el final de la conmovedora Guerra Guasu y termina siendo uno de los relatores y los trovadores más importantes de la siguiente guerra.
–Después de la Guerra Grande, había lopistas y antilopistas, patriotas y antipatriotas, etc., como de algún modo ahora en la política aparece de nuevo cuando hay este tipo de situaciones. De modo que la historia sigue siendo la misma y Emiliano era lopista. Emiliano era lopista porque uno de sus maestros era Juan Emiliano O’Leary. Y él era lopista, de manera que él con sus poemas, con las canciones, contribuyó mucho a la reivindicación en 1936, en el gobierno de Rafael Franco, del mariscal Francisco Solano López. Ha’e heta oguereko purahéi de la Guerra Grande, “Tujami”, “Primero de marzo”, “Marzo ko’ême”, etc.
–Era una persona que no solo miraba y relataba los hechos, sino que militaba...
–Militaba, sí, sí. Y en algún momento dado, en “Mboriahu memby”, por ejemplo, levanta la voz contra las injusticias. Rico ra’y oiko yvyguype, sandía yvyguy, no iba a la guerra. Y mboriahu memby es kokuecero, era el que ponía el cuerpo y ponía la sangre en el Chaco.
–Una de las canciones que quizás mejor refleja su lopismo podría ser “Primero de marzo”.
–Sí, “Primero de marzo”. Don Generoso Larramendia, quien es el autor de la música, me contaba que alguna vez se encontraron en el Boxing Club, que es el Asunción Supercentro, en pleno centro de la capital, y allí le dio la letra de “Primero de marzo”. “Mitã, ejeensajamína hese”, le dijo modestamente, le dio y don Generoso le puso la música, que es la que oímos cantar a través de Generación y otros grupos maestros.
EN LOS QUEBRACHALES
–En algún momento Emiliano se convierte en obrajero.
–Emiliano ningo opa mba’e ojapo. En un momento de su vida fue obrajero para Carlos Casado, incluso para Puerto Pinasco también trabajó en los quebrachales. Ha’e ndajeko iguapo porque cada obrajero, cada hachero tenía un límite diario de metros cúbicos que tenía que echar. Ha Emiliano ohupyty ha ohasapa. Eso constaba en un cuaderno que don Eugenio Hermosa, que era administrador del obraje y las estancias de Casado, me había mostrado. Y él, pónganle que eran 1.000 cm3, y él hacía mucho más que eso, pero decían que cuando al final, ya que él no solamente una vez se fue al obraje, sino se fue varias veces, ha’e omokópy ha ikane’o ha okese, hopehýi, ya tenía edad. En fin, lo mitãntema oikytî chupe y le apuntaban en su cuaderno. De manera que esa era la solidaridad y le decían: “Emiliano, nde orera’arõnte ápe ha upéi rojúove epurahéi ñandéve, péicha le repagáta oréve.
–El salvoconducto de la música.
–La música te abre puertas, te abre generosidades.
–Y eso le hace conocer a Emiliano el corazón profundo del dolor paraguayo.
–El sufrimiento. Ha’éko oguata, ha’éko oho kavaju ári, oho carrétape, oho kachapépe, de un lado a otro. Conocía esa vida dura, esa vida de esfuerzo y, sobre todo, del monte. Ndéko eke va’erã ha upépe ou jaguarete. Tenías que dormir en un sombrado. Y ahí es cómo nace por ejemplo “Pyhare amanguype”.
– Y tuvo que aparecer un Yambay para llevar a la cúspide esa interpretación con las imitaciones
–Ese es el papel del intérprete. Darle vida. Está el papel, el pentagrama. O lo que uno escucha, pero cuando ellos cantan, el énfasis, las pausas, etc., ese es un lenguaje que se recrea sobre otro lenguaje.
EL DESENCANTO
–Probablemente el desencanto sea un motivo de la canción en diversas regiones del mundo, pero el dolor y el canto a la injusticia es un atributo muy especial de estos creadores paraguayos como él, ¿no?
–Sí, porque los hacheros ojepaga’i o ndojepagáivoi, la libreta, etc. Y él va cantando en algunos versos que aparecen. Ha’e ningo pe 1930 rupi ojemosê va’ekue Pinasco-gui. Probablemente fue porque él se sindicalizó. Adhirió a la causa obrera, los trabajadores allí estaban organizados ha ojemosê. Por eso es que en algún momento dado dice “yvateotove aháta dice en “Salud che paraje kue”, que es la contracara de “Adiós che paraje kue”. Entonces, no puede bajarse porque está sancionado porque eso era un feudo. Era un imperio pequeñito dentro de la República.
–Una presencia también permanente, transversal, es el amor y el desencanto amoroso, ¿no?
–Emiliano era un enamoradizo mortal. Cuando yo conversé con Catalina Gadea yo le pregunté: “Ha Emiliano piko nde novio”. Ella ya tenía 90 y pico de años. Y baja los ojos y dice: “Nahániri, ha’éko chemogeta gua’u, pero mba’eve nombyapu’ái. Pero Emiliano cuando te cuenta parece que era su gran compañía.
–¿Quién era ella?
–Catalina Gadea es a quien dedica “Aháma che china”, que es “Che la reina”.
–Quizá con la amada Belencita son las más famosas.
–Fue su tormento, su gran pasión. Emiliano era muy de reprochar a las mujeres. Ha’ekuérante la iñañába, ha’e impoluto.
–Se parecen mucho también el cantar del corrido mexicano y la trova histórica paraguaya, ¿no?
–También en Colombia, en Venezuela. En toda Latinoamérica es así. Se canta lo perdido, pe ndajavy’ái.
–El tango también.
–Pe ohóva ñandehegui ñande rembiaihu, pépe japurahéi. Cuando tenemos el amor presente, ese nendive, eso poco se canta, pe revy’a jave, cuando sos feliz. Y yo digo que porque uno vive nada más esa plenitud y en el otro vive la ausencia ha mba’e la rejapóta, reescrivi peteî música.
EL JOPARA
–Y la belleza del jopara.
–Sí, Emiliano era extraordinario en el sentido de que no se preguntaba mucho si era un guaraní puro o un guaraní mezclado, un jopara con préstamos del español, sino que, inconscientemente yo supongo, él pensaba en la eficacia de la comunicación.
–Era un orfebre.
–A veces peguaraníme erekuaa téra remojeremi mantearã. El español en algunos casos es más directo. Estaba la métrica también, que él tenía muy en cuenta, de manera que esa era su manera de crear y de recrear también muchas veces lo que él veía.
–”Causa ne ñaña”, como muchas de sus canciones, es absolutamente visual y gráfica.
–Así es. Es una película, es visual, auditiva, hay muchas sensaciones en esa canción.
–Luego llega en la historia de Emiliano y en la historia de este país, la miseria de la miseria, que es la guerra, ¿no? Pero antes él se cruza con un personaje que va a ser icónico, que es el teniente Rojas Silva.
–Era su amigo y él va al Chaco y ahí le matan los bolivianos. Y Emiliano escribe “Rojas Silva Rekávo” por un lado, pero también escribe otra letra, que es “Teniente Adolfo Rojas Silva”, dos obras que revelan su amor y admiración. La guerra se veía venir desde la revolución del 22-23. Era inevitable. Y Eligio Ayala y otros allá por el 24 empiezan a cranear la futura guerra. Eran gobiernos liberales y los colorados insistían en la indefensión del Chaco, pero ha’ekuéra ko ndaikatúi omombe’u oho hague Estigarribia oestudia Chile-pe, la construcción de las cañoneras, etc. Cuando va a comenzar la guerra, había aún pocas armas, pero Estigarribia le dice a Eusebio Ayala: “Ani ejepyapy, presidente, umi voli kuéra ñandearmáne tapére”. Y así ocurrió. Fueron tomando armas de los bolivianos.
–Él genera un verdadero himno, que otra vez tiene que ver con el amor y con la guerra, “Che la reina”.
–De amor y de guerra, como diría Isabel Allende. Y así es. Así fue porque en el 28 hubo una gran movilización. Casi comenzó la guerra, pero no teníamos nada. Como decía, bueno, entonces ojepara jey. Pépe Emiliano ojemoviliza, ojepresenta. Emiliano upéramo oguerekóma 34 años. Y allí él escribe “Aháma che china”, que después el pueblo va a rebautizar como “Che la reina”, y le dedica a Catalina Gadea, le dice “Prevención, che Catalina, tereho cheruguatî”. Le dice cuando él vuelve ya otra vez “ndahái katuete amanóvo”. Porque la guerra-pe rehórõ de algún modo tiene que estar en tus previsiones la muerte. Y eso ha de ser terrible.
AUTODIDACTO
–¿Quién era él en términos de solvencia creativa e intelectual? ¿Fue autogestionario de su formación o tuvo algún tipo de escolaridad?
–Él era el doctor de aquella época, quinto grado. Pe época-pe quinto grado rejapóramo nde profesor, doctor, PhD, completo. Ndererekói ni peteî error ortográfico ha nde caligrafía impecable. Emiliano letra peteî letra de contador.
–Te interrumpo porque me interesa hablar de las razones de esa escuela tan eficiente del pasado.
–Y esa es una de las consecuencias de aquella reforma de Ramón Indalecio Cardozo, en donde se ponía énfasis en el contenido y en la práctica. Ndaha’éi ku oúnte he’i ndéve, sino que nde rejapo va’erã. Por ejemplo, concesión mba’e reescrivi vai rejapóta upéi 20 veces concesión, concesión, concesión. Ha la maestra orevisáta y entonces uno para la próxima vez va a escribir perfectamente, es decir, era por repetición, por visualización y memorización también de paso.
–Ramón Indalecio Cardozo, un paraguayo que tendríamos que conocer mejor también.
–Sí, sí, y Emiliano era de esa escuela, pero después él era autodidacto, sus maestros eran Delfín Chamorro, Juan Emiliano O’Leary. Emiliano ko ojapo la verso ha upéi he’i chupe lo mita: “Nde, Emiliano, ndéko ndereipurúi la término la nde poesía-pe, umi ñe’ê hasýva. Y por eso es que, por ejemplo, en “Gratitud” dice “Múrice rosa gala del este son las puntanas”. Múrice es un color rojo que tiende al negro casi de una ostra y múrice rosa un tipo de rosa medio oscuro. Y puntanas son las de Ponta Porá.
–Hay una historia sobre “La página rota”.
–Se dice que alguien le dijo a Emiliano “ndéko guaranípente reescrivi”. Ha bueno, ahechaukáta pe’ême lo mitã. Pépe ojapo “La página rota”, oguereko 16 estrofas ha iporãiterei.
–Y eso habla también de un nivel de intelectualidad que es interesante porque se dice que la ironía es un rasgo de intelectualidad.
–Interpretar eso es otro.
VIVO EN LA MEMORIA
–¿Qué va a pasar de Emiliano R. Fernández en 50 años?
–Va a seguir vivo. Es más, yo creo que va a ser uno de los pocos en seguir vivo en la memoria de nuestro pueblo. Porque el tiempo también va decantando y quedan aquellas obras maestras. Y lo de Emiliano estéticamente es lindo, pero también tiene excelentes músicas porque los que musicalizaron sus obras son grandes, Mauricio Cardozo Ocampo, Félix Pérez Cardozo, Emilio Bobadilla Cáceres. En fin, porque iporãko la letra, pero avei iporã la música y yo creo que en esa conjunción está la supervivencia de estas obras.
–No interpela la memoria de Emiliano la necesidad de nuevos creadores.
–Interpela, alguien me dice: “Mba’ére pio la Emiliánoicha ndaiporivéi”. Y es imposible, porque es una manera de vivir y hoy ya no hay eso. Avavéa ndoikovéi yvýrupi, reiko auto-pe, colectivo-pe, reiko avión-pe. Es otro contexto, es imposible. Además, la multiplicidad de sus obras era realmente extraordinaria. Se cree que escribió hasta 2.000 versos y que unos 800 están musicalizados.
–Tampoco ya hay serenata, por ejemplo, ¿verdad?
–Y después que la música folclórica, la música popular va en franco retroceso como objeto de comercio. Muy pocos son los que sobreviven y los que pueden vivir de su arte, que trabajen solo en la música.
–O sea tampoco ya no se puede reivindicar que despierte su Angelina o la Angelina de cualquiera.
–Pero a la larga yo creo que va quedando porque viste que los europeos por ejemplo ñanderechase con taparrabos y así medio salvajes. Entonces los que viven en las ciudades, que son ya hoy la mayoría, ohechase avei pe estampa, pepintura umi ymaguare. De manera que las obras, las canciones, van haciendo ese retrato que queda como testimonio del pasado.
–A mí me preocupan cosas como por ejemplo el estado del arte del idioma guaraní en 40 años.
–El guaraní, la música, nuestras comidas, porque como decís bien, eso es parte de nuestra identidad, dicen “con el guaraní no ganamos plata”. No, con el guaraní no es para ganar plata como el inglés, como el francés, como otras lenguas, quizás, pero es para ser nosotros mismos. El cancionero es eso, nuestra comida es eso.
–Y la pregunta es ¿querés seguir siendo Paraguay en 50 años? Porque los países son una conjunción de elementos identitarios.
–Y es en la identidad donde resistimos los embates de los que quieren dominarnos por la alienación, no solo por las armas, sino por el consumismo.
–Eso sin dejar de ser absolutamente universales.
–Claro, el español nos conecta a lo universal.
–Emiliano fue único, rompió un molde con su estilo.
–Rompió un molde realmente porque quién era el gran poeta hasta ese momento. En la década del 20 por ahí, él en realidad empieza a escribir en 1914. Por acá veo que “Trigueñita”, que fue su primera obra en Concepción, dicen. Y el gran poeta era Rosicrán, que era Narciso R. Colmán. Y de algún modo ese modelo él toma, pero él amplía, expande mucho más y, sobre todo, temáticamente él aborda los temas de la Guerra Grande y de la Guerra del Chaco. Es un poeta épico a la par de poeta amoroso, incluso poeta religioso, poeta de la naturaleza, el poeta social en eso que te decía.
En fin, era un hombre vasto que de una limitación él saca provecho y va expresando lo que va viviendo a lo largo de su itinerario.