Cuando se celebra la fundación de Asunción, ¿qué es lo que se celebra? Esto es lo que se pregunta el autor de esta nota, que compartimos como punto de partida a la mirada sobre estos invisibles caracterizados en la documentación como negra-negro, india-indio, esclava-esclavo y discriminados por ley, que sin ningún lugar a dudas participaron activamente en la fundación de Asunción y al desarrollo de la provincia, cuyo andar comenzó hace 485 años. El autor nos ofrece una mirada original que nos invita a conocer la versión sin el romanticismo de los relatos habituales sobre la fundación de la capital paraguaya.

  • POR GUILLAUME CANDELA
  • Ilustraciones. Gentileza del autor

Antes de entrar en el tema de nuestro artículo con motivo de la celebración de la fun­dación de Asunción hace 485 años, quisiera que este texto sirviera como materia de reflexión sobre ¿qué es lo que se celebra? Acaso ¿se celebra la instalación de la sociedad colonial en la ribera del río Paraguay? Acaso ¿se festeja la instalación de la Iglesia en las tierras guaraníes? En estos momentos de celebra­ción y festejo de hitos nacio­nales como la fundación de la capital del país es más que importante que la ciudada­nía del Paraguay pueda tener una idea más precisa de lo que podía ser la Asunción de los primeros años.

Por ejemplo, la fundación de Asunción no puede ser vincu­lada con la idea de una socie­dad igualitaria en donde hijas de caciques guaraníes eran introducidas en la sociedad colonial como damas y espo­sas de conquistadores espa­ñoles. Incluso en la docu­mentación temprana no se menciona ningún caso de casamiento realizado por sacerdotes de hijas de caci­ques guaraníes, ni siquiera a Domingo Martínez de Irala, que sin embargo reconoce en su testamento hijos ilegí­timos que tuvo con sus sir­vientas guaraníes. Es decir, la imagen que uno suele tener de los primeros tiempos de esta sociedad de conquista del Paraguay es en gran parte errónea. La sociedad espa­ñola del siglo XVI que se ins­tala en esta provincia del Río de la Plata y Paraguay esta­blece las mismas pautas que existían en España.

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Guillaume Candela, autor de esta nota.

DE DÍA A MISA, DE NOCHE DE JUERGA

Cuando en 1541 el fuerte Nuestra Señora de la Asun­ción se convierte en ciudad y centro de la conquista de la provincia, los colonizadores desean reconstruir la socie­dad española para seguir sin­tiéndose españoles a pesar de la distancia con la penín­sula ibérica y las demás ciu­dades hispanas fundadas en las Américas. Para darles un ejemplo claro, cuando en 1542 Álvar Núñez Cabeza de Vaca entra en la ciudad de Asun­ción, los conquistadores, los mercaderes, artesanos y cam­pesinos que le acompañan decidieron construir una igle­sia más grande, pero también una casa de juego. Es decir, los asuncenos de aquellos años para sentirse españoles y cris­tianos debían asistir durante el día a las misas y también por la noche podían ir a jugar naipes y pagar por tener rela­ciones sexuales con mujeres españolas.

La ciudad de la Asunción en el siglo XVI respetaba las pau­tas españolas del momento adoptando los patrones de una ciudad hispana y europea en tierras americanas. Como otras ciudades recién instala­das en las Américas, la ciudad de Asunción de los primeros tiempos supo atraer personas venidas de todos los horizon­tes. Está documentado que en la ciudad se podía escuchar hablar lenguas como gua­raní, guaycurú, chané, que­chua, náhuatl, castellano, valenciano, vasco, francés, inglés, griego, alemán, ita­liano y quizás otras. Obvia­mente, esta sociedad espa­ñola en Paraguay se adaptó al medioambiente para poder instalarse, construir casas y edificios, producir alimentos. Estos europeos recibían sala­rios en naturaleza por falta de monedas metálicas. Los sacerdotes de la primera igle­sia cobraban sus salarios en pollos, mandioca, maíz y fri­joles. Algunas medidas fue­ron creadas en el momento de la instalación de esta ciudad, tales como el panacu de man­dioca, el kambuchi de miel, etcétera.

Manuscrito de 1543 conservado en el Archivo Nacional del Paraguay.

LOS INVISIBLES

Ahora llegamos al tema de los invisibles para enten­der a la vez esta sociedad colonial como también la sociedad paraguaya actual. La ciudad de Asunción fue construida y fortificada en gran parte por las capas más bajas de la sociedad. Las sir­vientes guaraníes, chaque­ñas, y los esclavos deporta­dos de África y de Europa, mujeres y hombres partici­paron de manera forzada en esta fundación e instalación de la ciudad de Asunción. La sociedad española y occi­dental del siglo XVI promo­vía el trabajo servil. Para un europeo noble y de alto rango social era común constituir su patrimonio económico vía la adquisición de esclavos. Las tierras paraguayas aco­gen en estos primeros años de la colonia esclavos traídos en las expediciones de Pedro de Mendoza y de Álvar Núñez Cabeza de Vaca. A la hora de conmemorar la fundación de Asunción, es tan importante analizar la presencia de estas mujeres y hombres negros, mulatos, moriscos y también indígenas esclavos residentes en la Asunción del siglo XVI como a los conquistadores y nobles vecinos. Estos invisi­bles provenientes de África también son los antepasados de los paraguayos.

Para descubrir este pasado de los africanos y afrodes­cendientes en el Paraguay del siglo XVI, veremos algunos ejemplos de ¿quiénes eran estas personas?, ¿de dónde venían? y ¿qué sabemos de ellos? El Archivo Nacional del Paraguay y el Archivo Gene­ral de las Indias conservan aún hoy algunos trozos de vida de personas que parti­ciparon en la construcción de una sociedad que le infligía la esclavitud, la violencia física y moral, y el confinamiento más extremo en su condición de esclavo. Como es fácil de entender, estas personas no aparecen como protagonistas ni como actores reconocidos por el relato colonial. Excep­cionalmente encontramos en los archivos algunas voces de estas personas que constru­yeron la ciudad de Asunción y el Paraguay que hoy cono­cemos.

“African man portrait”, óleo de Jan Mostraert (Circa 1475-1552-53).

DIEGO BRETÓN, DE “COLOR LORO”

Empecemos con el caso más antiguo y emblemático de la visión del esclavo mulato en esta sociedad colonial para­guaya con un hombre llamado Diego Bretón. Diego aparece en un proceso criminal del año 1543. En este largo pro­ceso, el hombre se presenta como hijo de un noble español poderoso, el doctor Peñaflor, vecino de la ciudad de Valla­dolid en España e hijo de una esclava mulata llamada Fran­cisca. En esta presentación, Diego insiste en su condición de mulato con la mención de su color de piel: “color loro”. Entendemos que Diego Bre­tón fue deportado de Vallado­lid a Asunción por el conquis­tador Ñuflo de Chaves, que acompañaba a Álvar Núñez Cabeza de Vaca en su expe­dición. Desgraciadamente, ni su color ni el hecho de haber nacido en España y conocer los códigos de esta sociedad le brindaron beneficios, todo lo contrario.

Diego Bretón es acusado por el fiscal Sebastián Fuente el Rey de haber fomentado una rebelión con otros esclavos africanos y/o afrodescen­dientes con el propósito de huir al pueblo de los guay­curúes, enemigos ancestrales de los guaraníes, y con ellos destruir la ciudad de Asun­ción. La voz de Diego empieza a aparecer cuando se inicia la tortura: la llamada cues­tión de tormento sufriendo los cordeles y el tormento del agua. La acusación se basa en que Diego era un hom­bre inteligente que conocía las estrategias de defensa de la ciudad, las entradas y sali­das, las guardias y que, por lo tanto, podía ser un hombre muy peligroso.

A pesar de todo el peso que involucra su condición de esclavo en esta sociedad, Diego hace muestra de una valentía sin falla. Durante la tortura, Diego rechaza acep­tar cualquier responsabilidad en el caso aunque el tortura­dor le matara o le dañara fisi­camente. En varios momen­tos, Diego menciona que los malos tratos infligidos a los esclavos negros y mulatos de la ciudad y los trabajos for­zosos eran las causas prin­cipales del intento de esca­par de esta ciudad. En este documento, Diego Bretón aparece como el líder de un movimiento de insurrección y como organizador de la fuga de los esclavos negros y mula­tos de la Asunción.

Principalmente, el fiscal acusa a Bretón de haber diri­gido las acciones con Juan Blanco, esclavo de Cabeza de Vaca. La defensa de su amo Ñuflo de Chaves le salvó la vida y obtuvo como sentencia definitiva la siguiente: “Así fue traído Diego Bretón por las calles públicas publicando su delito por voz de Juan Hor­doñez pregonero y le fueron dado 200 azotes por Diego Mollano verdugo público por las dichas calles”. (Docu­mento del Archivo Nacional del Paraguay - Causa crimi­nal seguida de oficio contra Diego Bretón de color loro, esclavo de Ñuflo de Chaves, por haberse querido pasar a la otra banda donde se halla­ban los indios infieles. Asun­ción, 5 febrero 1543 py-ana-cyj-1439n1). Además de haber sido azotado, Diego fue deste­rrado de la ciudad de Asun­ción por un periodo de un año para trabajar en los barcos que navegaban y controlaban los ríos Paraguay y Paraná.

ANTÓN DE CÁCERES, DE “COLOR MORENA”

El segundo caso proviene de finales del siglo XVI y se vincula perfectamente con Diego Bretón. El protagonista es Antón de Cáceres, de “color morena”, como él mismo se describe. Estando en Asun­ción el 24 de enero de 1598, escribe una carta sumamente conmovedora al gobernador Hernandarias de Saavedra. Como Diego Bretón, Antón de Cáceres es un ser excepcional en el sentido en el que aparece como un hombre que sabe leer y escribir. En esta carta Antón pide al gobernador la licen­cia de educar a los hijos que tuvo con su esposa indígena fallecida, llamada Teresa, con estas palabras:

“Antón de Cáceres de color morena parezco ante Vues­tra Señoria y digo que yo fui casado y viudo con mi muger india llamada Teresa en la cual durante el matrimonio tuve 3 hijos de los cuales me han quedado 2 hijos. Y ahora Juan Biscayno en nombre de su yerno me pide mis hijos lo cual es contra orden del dere­cho y justicia porque habiendo y los he abido los dichos mis hijos en el dicho matrimo­nio en mi muger. Siendo libre como lo era la dicha mi muger los dichos mis hijos quedaron libres sin ninguna sujeción. […] Otrosi digo en la ciudad de Santa Fe hay ordenanza hecha por el general Juan de Garay como fundador y poblador de ella el marido lleva la mujer [...] Porque pido y suplico a Vuestra Señoria mande […] ampararme como hasta aqui lo han hecho las justicias en los dichos mis hijos.

Pues son libres […] son de tierna edad y los crio con el amor natural de padre y pido justicia”. (Documento Archivo Nacional del Para­guay - Demanda de Martín de Insaurralde a nombre de Antonio Tomás, vecino de Santa Fe contra Felipe de Cáceres sobre los hijos de una india yanacona casada con un negro del dicho Cáceres que le pertenecen como libres e hijos de china. Asunción, 7 de enero de 1598 py-ana-cyj-1941n3).

En este pequeño extracto lee­mos las palabras de un padre, que a pesar de su condición de esclavo pretende pedir al gobernador dos cosas primor­diales. Primero, el reconoci­miento por parte de las justi­cias del Cabildo de Asunción de las decisiones del Cabildo de Santa Fe, es decir conser­var la condición de sus hijos como personas libres por haber nacido de una mujer probablemente guaraní. Segundo, la posibilidad de educar y de amar a sus hijos en la ciudad de Asunción. La justicia de Asunción tomó dos años para declarar a los dos “hijos mulatillos” de Antón de Cáceres como seres libres. Desgraciadamente, Antón en 1600 había fallecido y fueron automáticamente entregados a Martín de Insaurralde para ser educados.

CELEBRACIÓN DE LAS VOCES

Si estas historias trágicas no parecen a primera vista res­ponder a la necesidad de cele­brar los 485 años de la funda­ción, por lo tanto estos relatos nos sumergen en una Asun­ción de los primeros tiempos mucho más realista despro­vista de mitos románticos de la llegada de los españoles en Paraguay y de la epopeya de los conquistadores. La sociedad paraguaya, como muchas otras sociedades, tiene como raíces profundas el trabajo servil y forzado, la discriminación, la explotación, la violencia y otras prácticas que conformaban la sociedad colonial. Estos invisi­bles caracterizados en la docu­mentación como negra-negro, india-indio, esclava-esclavo y discriminados por ley sin nin­gún lugar a dudas participaron activamente de la fundación de Asunción y del desarrollo de la provincia.

Es más que probable que la pri­mera piedra del Cabildo hubiese sido colocada por un Diego Bre­tón en lugar de un Domingo Martínez de Irala. Así que en esta ocasión del 485 aniversa­rio de la fundación de Asunción, y a menos de un mes de la pro­mulgación de la Ley de Afro­descendientes 6940/2022, celebramos estas voces y estos antepasados paraguayos toda­vía invisibilizados.

“De español, negro y mulata”. Óleo de José de Alcíbar, México (c. 1730- 1801).

SOBRE EL AUTOR

Guillaume Candela es miembro del CPCH y del CIHSP, profesor-investigador en la Uni­versidad del Leeds del Reino Unido; becario posdoctoral para la curación de datos en len­guas indígenas de América Latina y el Caribe en la Biblioteca John Carter Brown de la Universidad de Brown. Defendió su Ph.D. en la Universidad Sorbonne-Nouvelle Paris III bajo la dirección del Dr. Bernard Lavallé. Su disertación se centra en la conquista espiri­tual del Paraguay entre 1537 y 1585, antes de la llegada de los jesuitas. Su obra analiza las acciones y los escritos del clero. También examina las interacciones entre los misioneros y los nativos.

Su experiencia profesional incluye un puesto de asesoramiento como con­sejero del ministro de Cultura de Paraguay y un puesto docente como profesor asistente en la Universidad François-Rabelais (Tours, Francia). En el 2018 publicó el libro “Entre la pluma y la cruz. El clérigo Martín González y la desconocida historia de su defensa de los indios del Paraguay. Documentos inéditos (1543-1575)”, Asunción, 2018. En el 2019 publicó el capítulo “Influencias del discurso lascasiano en el Paraguay (siglo XVI): el itine­rario de Martín González”. Bartolomé de las Casas, OP: Historia, Filosofía, and Theology in the Age of European Expansion, Brill, 2019.

En el 2018 publicó el artículo “Reflexiones de clérigos y frailes sobre las deportaciones indígenas en la conquista del Paraguay entre 1542 y 1575″. Chungara, 50 (2), 2018. Es coautor, con Bartomeu Melià, de “Lenguas y pue­blos tupí-guaraníes en las fuentes de los siglos XVI y XVII”. Mélanges Casa de Velázquez, 45 (1), Madrid, 2015.

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