Paraguay perdió en la última semana a uno de sus periodistas más importantes. La radio fue el lugar de su vida, el trabajo su pasión y las expresiones artísticas, su amor.

Fotos: archivo y gentileza

El silencio fue por mucho tiempo ese momento prohibido para cualquier radialista, era un vociferar transparente al vértigo, una forma de plasmar la ausencia de quien siempre debería de estar. Se apagó la voz de un grande de la radio en Paraguay, Humberto Rubin (1935-2022), pero de él no queda el silencio.

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Así como sembró millones de veces en su campaña de reforestación, y de esas semillas crecieron troncos y se forjaron frutos de las flores, también su trabajo como creador y como divulgador del arte será un legado, tanto para los que escucharon sus poesías, para quienes cantaron sus canciones, así como para los que tuvieron la oportunidad de hacer escuchar su voz a través de su radio: Ñandutí.

En noviembre de 1962 el escritor paraguayo Bernardo Neri Farina conoció a don Humberto y de allí nacería un vínculo de 60 años. Hoy Bernardo lo despide, como quien despide a un familiar, y habla con La Nación sobre ese nexo central de la vida de Humberto Rubin con el arte.

¿Qué proyectos compartieron?

–Cuando fui despedido del diario Hoy, Humberto me llevó para algunos proyectos periodísticos especiales. Recuerdo uno sobre Itaipú. Y además me dictaba los editoriales para Tiempo 14, su semanario, cuyo editor era Alberto Peralta. Después me llamaba generalmente para alguna entrevista o para consultarme sobre algunos temas culturales o literarios, o sobre personalidades de nuestra historia. Luego estuve con él en “El saber” durante seis años.

¿Cómo podrías describir la relación que tuvo Humberto Rubin con el arte en general?

–Humberto era un artista en todo sentido. Era un poeta. Sentía profundamente la poesía y sentía profundamente el arte en general. Era un hombre muy sensible a todas las manifestaciones humanistas. De ahí su apoyo a tantos artistas, la organización de tantos festivales, recitales. Él veía en el arte la expresión más pura de la libertad humana.

¿En qué ramas artísticas conocés que él estuvo como creador o formando parte de proyectos?

–Además de la locución, una de las pasiones de Humberto fue el teatro. Como actor, protagonizó varias obras en el Municipal. Como poeta escribió muy originales letras de canciones, como por ejemplo “En cualquier primavera”, “Una canción que hable de ti”, “Agüita mansa”, “Vos y yo seremos todos”, entre otras.

¿Hay más de su creación por editar?

–Creo que hay varias letras sin musicalizar aún. No sé quién las tendrá.

En algún momento, casi de manera cotidiana, le ponía poesía a sus programas de televisión.

–Humberto fue siempre un pionero, un trasgresor positivo. A su amor al arte unía una gran personalidad, con lo que hacía que su idea se impusiera donde fuera. Así, hasta en los programas políticos podía decir algunas estrofas de un poema que le gustaba o que viniera a cuento en un momento de dicho programa. Incluso sin que la producción lo supiera antes. En los días feriados, cuando el caudal informativo mermaba en la radio, se pasaba la mañana diciendo poemas. Y su público fiel permanecía prendido al receptor para sentir con él todo lo que decía y cómo lo decía. Él no concebía la vida sin poesía.

¿Se puede trazar un hilo conductor que permita unir su vínculo con las artes y su amor por la libertad?

–Para él la libertad era una condición indeleble del ser humano. Todas las manifestaciones de la gente necesitaban libertad para que fueran genuinas y fructíferas. Incluso tuvo su propio auditorio en la radio para que el arte y los artistas hallaran cobijo, y también los políticos que resistían a Stroessner y que no tenían espacio en otros lugares. Arte y libertad van juntos, y en Humberto convivían alegremente.

¿Había un romance entre Humberto y la música paraguaya? ¿Qué de eso viene de la formación de la “radio de antes”?

–Fue siempre un canal de difusión de la música tradicional paraguaya. Como organizador de festivales, los encuentros con Luis Alberto del Paraná, Alberto de Luque y otros grandes. Y fue un escritor de letras genuinamente significativas. En los años 60 creó aquel célebre concurso “Una canción para mi barrio”, que se transmitía desde distintos barrios asuncenos a través de las ondas de Ñandutí. Era un fenómeno de audiencia. Hasta que estuvo en la calle Antequera, Ñandutí fue una emisora musical en la que predominaba la música paraguaya. Luego hubo un cambio hacia la radio informativa durante 24 horas, que fue una creación suya en el Paraguay. Cuando habló de ese sistema lo trataron de loco. Hoy todas las FM hacen lo que Humberto comenzó a hacer. Uno de los últimos sueños suyos para la televisión, y que no pudo cumplir, fue un programa al que él quería llamar “Yo te canto, Paraguay”. Era muy ambicioso y costoso el proyecto, y fue postergándose in aeternum.

–En los espacios sociales o en su vida cotidiana, ¿qué lugar tuvo el arte?

–El arte ocupó siempre un lugar privilegiado en su vida y en su tarea profesional. Era, además, un gran lector. Tenía una biblioteca vigorosa.

Dentro del proyecto de “El saber” ¿cómo se interpreta tal vez ese espacio e importancia que tuvo la participación de números artísticos de los jóvenes?

–El formato original del programa fue una creación de Humberto. Con el tiempo le fuimos agregando algunos matices. Pero para él el espacio dedicado a los talentos artísticos estudiantiles fue prioritario. Y mediante ese espacio aparecieron talentos que quizá de otra manera no iban a poder ser descubiertos. Sobre todo, talentos de lugares alejados de Asunción. Otra demostración más de su amor por el arte y por la juventud que quería mostrar su arte.

Además de la Concert y los programas dedicados al cine, la música y otras disciplinas en la radio, ¿conocés alguna iniciativa más?

–En los años 60 organizó grandes festivales musicales en el viejo estadio Comuneros. Fueron muy recordados los de Paraná y aquel Festival Latinoamericano de la Canción, que fue grandioso. Y ya cité “Una canción para mi barrio”, de donde surgieron varios valores del canto en nuestro país. No podemos olvidar también su compañía de comedias, con la que llevó al escenario obras en distintos géneros.

¿Qué anécdotas respecto a estos temas recuerdas?

–En los 60 organizó un festival internacional en el estadio Comuneros y vino un cantor folclórico argentino muy conocido en la época. Al hombre le robaron el poncho y amenazaba con hacer un escándalo. Entonces, y para aplacar su ira, Humberto decidió darle un pergamino como “la gran figura del festival”. El hombre se calmó un poco. En la última noche recibió el galardón y en su discurso final dijo: “Agradezco esta distinción y dejo constancia de que todo está muy bien, pero mi poncho no aparece”.

Otra anécdota. Lo invitó un día a Luis María Argaña para una entrevista en vivo en la radio. Y al mismo tiempo me llamó para que yo lo acompañara en la entrevista con la posibilidad de que le hiciera alguna pregunta al invitado. Cuando Argaña se sentó en el estudio, Humberto le dijo que yo estaba ahí también como su invitado y que le haría alguna que otra pregunta. Argaña reaccionó iracundo: “De ninguna manera, Humberto. Yo vine para hablar solo contigo y con nadie más”. Humberto y yo nos quedamos helados. Pero permanecí en el estudio en silencio. En un corte, Humberto se fue al baño y quedamos solos Argaña y yo en el estudio. Para tratar de romper el hielo, le hice una pregunta sobre los libros que leía. Y con toda la “argelería” que le caracterizaba, me respondió: “Le recuerdo que yo no vine a hablar con usted”. A1

No faltó nunca la palabra, la entrevista”

José Luis Ardissone.

“La partida de Humberto Rubin nos deja, a la gente de teatro, sin la palabra amiga y estimulante que se necesita en nuestra sociedad para difundir y fortalecer nuestra tarea de llevar arte y crear conciencia de la importancia del arte teatral en la elevación cultural y espiritual de un pueblo”, recuerda José Luis Ardissone, cabeza y fundador de la compañía Arlequín Teatro.

“En estos 40 años de Arlequín, nunca faltó la palabra, la entrevista, el comentario de nuestras puestas en escena. Era, para mí, una alegría cada vez que sonaba el teléfono y una voz decía: ‘Señor, don Humberto quiere hablar con usted sobre su estreno’”, recuerda.

Humberto Rubin tenía un padre vinculado con el arte y en particular con el teatro. El mismo en su juventud fue actor. “En algún momento llegó a abrir una sala teatral, el recordado Teatro Jacinto Herrera, que honró la memoria del talentoso actor compatriota”, expresó Ardissone.

Ñandutí siempre tuvo el micrófono abierto”

Vidalia Sánchez.

“Cuando se cerró la radio, cuando se cerró Radio Ñandutí. Nació la editorial Ñandutí Vive, que publicó muchos materiales. El primer libro se llamaba ‘Ñandutí vive. Participación abstención’, que salió en 1987. El responsable fue Adolfo Rufo Medina”, comenta Vidalia Sánchez, propietaria del Servilibro, una marca más que relevante en el mundo editorial paraguayo.

Entre los libros que recuerda Sánchez se destacan “El Poder Ejecutivo en el Paraguay”, de Luis Lezcano Claude; “Lo histórico y lo antihistórico en el Paraguay”, de Epifanio Méndez; “El Estado autoritario”, de Juan Andrés Cardozo; “Paraguay, itinerario constitucional”, de Conrado Pappalardo, por citar algunos.

“Humberto y Gloria Rubin tuvieron mucho que ver con todas estas publicaciones, y también en la promoción y en la difusión de los libros, en especial los libros paraguayos. Como recordaremos en la época de la dictadura era prohibido mencionar algunos nombres de autores y títulos también. En esa época en la que nadie se quería comprometer difundiendo esos títulos y esos libros, Ñandutí siempre tuvo el micrófono abierto. En mi caso particular, las veces que he recurrido siempre me han dado espacios”.

Un paladín de la libertad”

José Antonio Galeano.

“Soy un convencido de que el arte en general y la música en particular, desde el Nuevo Cancionero popular paraguayo, el movimiento de resistencia cultural más importante a la dictadura de Stroessner, fue verdaderamente fundamental. Los compañeros de la plástica llamaban la atención desde su arte maravilloso, el teatro tenía un papel central en lo que era la denuncia, recuerdo al Teatro Popular de Vanguardia, al Teatro Estudio Libre y obviamente no puedo menos que recordar a mis compañeros músicos, el grupo Juglares, el grupo Vocal Dos, Marcos Brizuela, Óscar Gómez, nosotros mismos, claro, Sembrador, es decir, un conjunto de gente que definitivamente fue importante, no como padres de la democracia y de lo que finalmente llegó en 1989. En cuanto a Humberto, en ese contexto fue el gran difusor de todo lo que hacíamos, tanto que uno de los motivos más serios por los cuales se ordenó el inicio de esta persecución inmisericorde que se llamó ‘las interferencias a Radio Ñandutí, tenía mucho que ver con nuestro canto, tenía mucho que ver con nuestro arte y Humberto no le tuvo miedo a eso, como no le tuvo miedo a nada. En realidad es y fue, como hoy se le reconoce públicamente a nivel interno e internacional, un paladín de la libertad”, señala el cantante, escritor y docente José Antonio Galeano, una de las voces del recordado Grupo Sembrador, una de las banderas insignia de la música de resistencia en tiempos de la dictadura.

“Humberto se emocionaba hasta las lágrimas cuando escuchaba alguna guarania sentida, con contenido, se emocionaba hasta las lágrimas cuando observaba una obra de teatro o participaba en algunas de ellas donde el Paraguay estuviera presente. Eso es así porque fue un patriota, sin duda. Yo creo que Humberto Rubin no solamente es un hito fundamental en la historia cultural del Paraguay y del periodismo paraguayo, sino que es una persona fundamental en la historia misma de nuestro país, por haber propiciado tantas iniciativas”, explicó.

Humberto fue también letrista en composiciones musicales que marcaron su tiempo. Entre ellas se destacan “En cualquier primavera”, “Ocaso y canción”, “Vos y yo seremos todos”.

“Él le ganaba todos los días al sol y terminaba bien tarde su jornada en la noche, sin faltar un solo día. El amor a su Radio Ñandutí es el ejemplo más claro de que verdaderamente Humberto vive en nuestros corazones y en el corazón de la comunidad paraguaya, que le agradece lo tanto que ha dado a nuestro país”, señala Galeano.

Fue una especie de atracción natural”

Carlos Pettengill, de Vocal Dos, habla sobre el vínculo que mantenía el ambiente cultural con Humberto Rubin en el contexto de la resistencia a la dictadura de Stroessner.

Carlos Pettengill junto con su hermano Jorge marcaron época con el proyecto Vocal Dos.

“Desde un principio él acompañó el movimiento del Nuevo Cancionero y los primeros problemas que nos aparecieron coinciden con los problemas que empezó a tener Radio Ñandutí. Entonces surge una especie de contacto natural con el Nuevo Cancionero y en general la gente de la cultura, sean escritores, como el caso de Roa Bastos, el caso de Elvio Romero y con nosotros que estábamos con la música. Fue una especie de atracción natural porque estábamos en ese menester de reivindicar nuestra cultura”, comenta el Ing. Carlos Pettengill, quien junto con su hermano Jorge marcaron época con su proyecto Vocal Dos, perteneciente al Nuevo Cancionero.

El movimiento de resistencia de los 80 tuvo a Humberto como pieza clave de difusión, pero también la confraternidad daba oportunidad para el surgimiento del ambiente artístico necesario para la creación.

“En los tiempos en los que estaba cerrada la radio, los sábados hacíamos un encuentro sí o sí. Él hacía un asadito, un vori vori, de modo que los sábados era sagrado para nosotros juntarnos. Recuerdo que una tarde fue Roa Bastos. En esos encuentros hacíamos escuchar los nuevos temas que estaban componiendo los compañeros. Él apoyó muchísimo la organización de los festivales Mandu’arã, que fue el lugar de consolidación de todas estas creaciones que aparecieron en ese entonces, a partir del 70 para arriba, sea ‘Soy de la Chacarita’, ‘Vida’, ‘Despertar’ y todas esas canciones que en ese patio de Humberto y Gloria se escucharon por primera vez”, comenta.

Pettengill señala que creaciones de Humberto como “En cualquier primavera” son indelebles para la memoria de esa generación.

“Él respetó mucho, alabó mucho nuestro trabajo como Vocal Dos, del rescate que hemos hecho de las obras emblemáticas del Paraguay en nuestro primer disco, léase las obras de José Asunción Flores o las obras contemporáneas de ese momento, como las de Carlos Noguera, Juan Manuel Marcos, Maneco Galeano y otros”, explica.

Entre las anécdotas que registra Pettengill como más significativas está la del lanzamiento del disco “Vida”, en 1985, que debía presentarse en la radio. “Salió (del gobierno) una orden de prohibición del acto de lanzamiento ante la fonoplatea –voy a utilizar un poco este término que utilizaban ellos–. En ese momento ya estaba lleno el teatro de la radio donde íbamos a hacer ese lanzamiento y él salió y dijo: ‘Esto se va a hacer sí o sí’, y se hizo. Ese fue un acontecimiento importante desde el punto de vista cultural porque ese disco marcó una época para lo que es Vocal Dos y para lo que es el canto en libertad”, relató.

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