No pocos protagonistas de la radiofonía paraguaya han tenido un desenlace trágico en circunstancias vinculadas al ejercicio de su tarea profesional. El más impactante fue el asesinato del periodista Santiago Leguizamón. En nuestro capítulo de hoy nos referimos a los acontecimientos trágicos más recientes que involucraron a gente de radio.

DESDE SAN IGNACIO

Edgardo Lezcano Paredes fue locu­tor de Radio Nacio­nal del Paraguay, anima­dor, maestro de ceremonia, hombre de tierra adentro, proveniente de una familia muy arraigada en la comu­nidad de San Ignacio, Misio­nes, donde había nacido en el barrio Lourdes de la capital misionera un 18 de julio del año 1966; hubiera cumplido 56 años en días pasados; era hijo de don Hernán Lezcano y doña Ana Dejesús Paredes. Sus estudios primarios los había realizado en las insti­tuciones educacionales de su “valle”: Escuela San Ignacio de Loyola y Colegio Rigoberto Caballero.

Tras instalarse en Asuncion, había egresado de la Escuela Municipal de Locución con las más altas calificaciones, lo que le acreditó para rea­lizar una pasantía en Radio Nacional del Paraguay en los primeros años de la década del noventa. Sin embargo, ya había realizado también tareas como locutor por un breve tiempo en radio Ara­pysandu de San Ignacio y Curupayty FM de Asun­ción. Al poco tiempo apa­rece su nombramiento ofi­cial como locutor de estudio primeramente y luego como maestro de ceremonia de los actos presidenciales con sucesivos presidentes: Juan Carlos Wasmosy, Raúl Cubas Grau y Luis Ángel González Macchi, entre los años 1997 hasta el año 2001, en que se produjera su deceso. Igual­mente, se desempeñó como animador de programas fol­clóricos en Canal 9 TV.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY
Edgardo Lezcano (Izq.) junto con Rubén Rodríguez, coincidiendo como presentadores de algún evento de gran trascendencia en Asunción, a mediados de la década de los 90. Foto de la Flia. Lezcano.

EN LA EXPO AMAMBAY

En junio de 1997 Edgardo ya cumplía con toda solvencia profesional su tarea de pre­sentador y maestro de cere­monias. Me cupo la ocasión de proponer su nombre para las ceremonias oficiales de la Presidencia de la República y efectivamente pasó a desem­peñarse en esa tarea de gran relevancia no solo para la actividad oficial en sí mismo, sino para el profesional, ya que estaba en juego toda la solvencia y el conocimiento para el normal desarrollo de un acto oficial con todo el pro­tocolo establecido por el cere­monial del Estado.

El 6 de octubre se cumplía en Pedro Juan Caballero el acto de inauguración oficial de la Expo Amambay 2001, con la presencia del entonces presidente de la República, Luis Ángel González Mac­chi. Edgardo Lezcano había viajado con la comitiva de periodistas acreditados en el Palacio de Gobierno, pre­viéndose su retorno al culmi­nar la ceremonia oficial.

Poco después de las diez de la mañana culminaba el acto oficial y el jefe de Estado se retiraba del campo de exposi­ciones de la Asociación Rural del Paraguay filial Amambay, ubicado casi a la entrada de la ciudad.

El maestro de ceremonia anunció la finalización del acto y el presidente de la República se retiró y des­cendió por las escaleras en las que se accedía al palco. Detrás de él su comitiva ofi­cial y el locutor Edgardo Lez­cano, quien comenzó a sen­tirse mal y antes de seguir a la comitiva presidencial descendió a los sectores de los sanitarios y procedió a mojarse la cabeza y el ros­tro en uno de los lavamanos. En ese lugar cayó al intentar sujetarse de uno de los pasa­manos. Inmediatamente fue asistido por, entre otros, el entonces ministro de Justicia y Trabajo, Dr. Silvio Ferreira, médico de profesión, y parte de la comitiva presidencial. Se recomienda su urgente traslado a un sanatorio pri­vado aledaño al local, donde ya llegó sin vida. La causa: infarto masivo de miocardio.

El retorno a Asunción fue una escena aún más penosa, según comentaban los cole­gas que horas antes estaban en el mismo vuelo que los transportaba con vida a él y a los periodistas encarga­dos de la cobertura presiden­cial, entre quienes Lezcano gozaba de gran admiración. Era el último vuelo en el que retornaba el cuerpo inerte de Edgardo Lezcano en una camilla en el piso del avión, haciendo que el vuelo –un poco más de una hora– sea casi interminable para los pasajeros, conformados por periodistas, fotógrafos y camarógrafos, cerrándose así una trágica página que costó la vida a un profesio­nal joven de la radiofonía paraguaya.

Edgardo Lezcano, joven locutor y maestro de ceremonias tempranamente desaparecido, luego de alguna ceremonia oficial. Foto de la Flia. Lezcano.

OTROS SUCESOS

El asesinato en manos de la mafia fronteriza del perio­dista y director de radio Mburucuyá de Pedro Juan Caballero, Santiago Legui­zamón, que abordaremos en un próximo capítulo, se suma a otros acontecimien­tos más recientes que enluta­ron el ambiente radial y que ocurrieran casi en su lugar de trabajo, entre ellos el falleci­miento en plena cumbre de su carrera de Carlos Alberto Gómez, a los 37 años, el más importante relator deportivo de las pasadas décadas, quien falleciera el 1 de setiembre de 1987. Así también, el deceso del periodista deportivo Car­los Anastasio Salgueiro, víc­tima de un ataque cardiaco en pleno programa de radio Cardinal, el 29 de agosto del 2001, como nos señalara el periodista Pedrito García.

A estas referencias pode­mos agregar igualmente el trágico accidente de trán­sito en el año 1991 sobre la hoy conocida como avenida Defensores del Chaco o Calle Última, que costara la vida a Silvio Noguera Ayala, uno de los más populares locuto­res que identificaba a radio Comuneros en una época en que se encontraba ya en radio Nanawa, de Luque. Además, la excelente locutora y ani­madora Gloria Sofía (en ese entonces pareja del anima­dor y locutor Carlos Niz), quien pereció en otro per­cance automovilístico ocu­rrido en la noche del 15 de abril de 1985, suceso ocurrido tras culminar su tarea noc­turna habitual en el restau­rant show Yguazú.

Déjanos tus comentarios en Voiz