Por Jimmi Peralta - Fotos: Néstor Soto - Gentileza: Hugo Montgomery
Como programador habló sobre su experiencia en el SNT en las décadas de los ‘80 y ‘90, comentó sobre su trabajo en el extranjero y compartió su visión respecto al momento que vive a nivel local esta industria.
En 1965 llega al país lo que por entonces era casi una tecnología futurista de las comunicaciones, un artefacto se introduce a las casas como un mueble más, y eso que hoy es una pequeña llama en nuestras manos, la pantalla, se destinaba a cumplir, primero en blanco y negro, su rol cual fogón mágico. Desde entonces la televisión se encargó de contar historias todos los días, algunas reales, otras de ficción, primero para el barrio, después para la familia, siempre siendo la llama que reúne.
La televisión, que fue el cine en el hogar de los que podían, el único cine de los trabajadores, como fenómeno social que se consolidó con alcance nacional más adentrada la década del ‘80, por ese entonces existían dos canales: el 13 y el 9. Esos amos del rating hacían posible que la pantalla paralice al país, éxito tras éxito repetían ese evento tan colectivo, pero tan aislado a la vez que maravilla.
Hugo Montgomery, quien fuera director de programación del SNT entre los ‘80 y ‘90, habló con La Nación/Nación Media sobre cómo vivió y cómo se vivieron aquellos años de gloria de la TV local, fundamentalmente desde los éxitos internacionales y desde su mirada personal.
LOS INICIOS
Hugo empezó a conocer de la televisión a los 13 años. “Resulta que yo tenía un primo que estaba haciendo el trabajo del archivo del Canal 9, que se llamaba Mario Sandoval Fernández; entonces, él necesitaba un chico que chequee los materiales 16 mm y U-matic, de aquel entonces”, narra Montgomery.
“Después vuelvo a los 18 años al canal para hacer el chequeando películas. En ese entonces hacer ese tipo de trabajo era hasta degradante. Porque era estar metido entre las películas, tirado entre películas. Mi madre me decía, ‘por qué no trabajando en un banco’”, recuerda.
Montgomery descubrió el mundo de la TV y el cine con uno de esos elementos que los unían en ese tiempo: la cinta. Su trabajo era verificar la duración real de las películas, generar los cortes para las publicidades y escribir las sinopsis.
Horas y horas de su vida en medio de una sala llena de cintas construirían el primer gran pilar de su formación: valorar el contenido.
EQUIVOCARSE Y APRENDER
“Miguel Ángel Rodríguez estaba como mi jefe, como jefe de programación, y me decía, ‘no sé, yo solamente hago noticiero, hacé vos’, y me tiraron ahí como si nada, entonces yo empecé a armar la parrilla de programación, comencé a equivocarme mucho”, señala.
De sus cuarenta años de trayectoria dentro de la TV, parte de ellos en Paraguay y el resto como agente de distribución de contenidos en el exterior, Hugo dice que realmente trabajó 30 años, y los 10 restantes fueron de errores.
“Recuerdo que la serie ‘Tora! Tora! Tora!’ la empecé por el final, porque estaba en 16 mm y estaba mal numerados. También lo hicimos con ‘Shogun’, empecé esta miniserie famosa pasando primero el final”, recuerda.
SERIES Y NOVELAS
Hugo asumió después la responsabilidad de representar al canal a la hora de adquirir y negociar con las distribuidoras las películas y series que finalmente se emitirían.
“Yo creo que todos los canales procuraban mucho. En aquel entonces, los canales se miraban de traer lo mejor porque tenían que pelear 1 a 1, y eran dos canales nomás. El 9 llegó a su rating más alto entre los ‘90 y los 2000″, comenta.
En 1992 ya tuvo a su cargo la programación de Canal 9, y por entonces dice que ya estaba “afilado”. El conocimiento del público, de los productos, de los horarios fue algo que se forjó en la práctica.
“Yo ya sabía cómo programar, tenían experiencia respecto a qué serie poner a qué hora, qué serie no, y pasarlas a otra hora. En aquel entonces no había cable. Yo ya sabía algo que no se enseñaba porque nadie te enseñaba a ser programador de un canal”, comentó.
Entre la programación que recuerda que marcaba alto en el índice de audiencia en ese tiempo, recuerda a la entrega de los Oscar, las peleas de boxeo de Evander Holyfield y Tyson, el carnaval brasileño, series como “Renegado” con Lorenzo Lamas, “Texas Ranger” con Chuck Norris, “Los Simpsons”, entre otros. “Pusimos a ‘Los Simpson’ en horario central”.
“Y mira, yo lo que recuerdo es que hubo una serie que batió todos los récords, creo que se llamaba ‘La vengadora’ (1983), de una chica a la que le comió el cocodrilo. Su marido la tiró y después ella se repuso, se puso linda otra vez y empezó a vengarse. Esa producción llegó a tener 54 puntos de rating. Cada punto de rating valía 10.000 personas en aquel entonces. Me acuerdo que esta fue la serie que arrasó los domingos 21:00″, comenta.
Según Montgomery, en ese momento el público era exigente con la programación, y hoy lo sigue siendo.
La televisión tuvo y tiene sin dudas un papel preponderante tanto para el consumo adulto, así como para el desarrollo de los niños.
“Cada uno de los canales tenía lo mejor que salía en el mercado internacional, la Warner o Columbia te dividían los paquetes, te daba la mitad de lo bueno a vos, y la otra mitad de lo bueno al otro, entonces siempre fue parejo”, explicó.
HERRAMIENTAS Y “CORAZONADAS”
Sin redes sociales, las encuestas de rating y los focus group eran las herramientas para confirmar si la corazonada de adquirir un material y emitirlo era o no una gran idea.
“Las novelas que siempre funcionaron fueron las novelas de Televisa, por una sencilla razón: tenían bien caracterizados los personajes, el malo era malo, el bueno era bueno, y si vos te perdías 3 meses la novela, te sentabas y a los 10 minutos ya sabías todo lo que pasaba. Eso, que no pasaba, con las novelas de la Red Globo, que, primero tenían un doblaje muy malo, el doblaje venezolano, y segundo, que los personajes eran demasiado personajes y eran muy diferentes. Tal es así que, si bien algunas de las novelas de la Globo penetraron aquí, nunca penetraron como las de Televisa”, comentó.
Entre las producciones nacionales que recuerda como exitosas, Hugo recordó a Bruno Masi con “Hola música”, “Primera clase”, “La venta del siglo”, “La siesta inolvidable”, y “Domingos folklóricos” con Prisciliano Sandoval.
En ese marco, Montgomery comentó que su experiencia con las producciones internacionales siempre lo inspiraron para la realización de productos nacionales, y señaló que los costos fueron y siguen siendo altos para llegar a una producción permanente y de alta calidad dentro del mercado local.
UNA MIRADA AL PRESENTE
De un solo canal hasta principios de los ‘80, hoy la oferta no solo es múltiple y diversa a nivel nacional, sino que el consumo on demand es global. Una decena de canales nacionales, plataformas de streaming y el cable cambiaron completamente el escenario.
“Yo creo que finalmente la televisión local se niveló para abajo. Se tiró la toalla, ya cualquiera puede salir en pantalla. Las estrellas que están son las estrellas que ya fueron antes”, explicó Montgomery, quien actualmente trabaja programando para el canal Educanal, que se emite por cable.
“En Paraguay, todavía hay un 70% de público que sigue consumiendo televisión ‘normalmente’, y ese 30% restante se disputa por el rating con las redes en todo ese tipo de cosas. Por ejemplo, yo te doy un ejemplo. El “Cabezón” Ortega de Radio Paraguay hace 15 años de primero y él no tiene teléfono. Sí, sí hay una diversificación, digamos, pero yo creo que la gente siempre ve en un televisor lo que quiere ver. Cuando vos querés ver bien algo, te sentás y ves una película en tu tele grande, tiene otro sabor”, analiza el potencial que tiene la industria todavía en el país.
Otra crítica que elabora Hugo respecto a los canales nacionales en el presente es la falta de coherencia y cuidado en el contenido, como imágenes de contenido erótico en horarios inadecuados y mezclados con cualquier otro contenido.
“Ahora tenemos el tema de estas novelas turcas que se están pasando al aire, que no, yo creo que no han de vender. Deben estar regalando. Son novelas que tienen un mensaje muy malo, porque los personajes malos salen ganando, es increíble, yo creo que se las deben de regalar, no sé, o la pasan porque han de salir muy barato”, señaló.
“Yo me especialicé en armar parrilla de programación, que es algo muy técnico. ‘Esto era para tal hora, de 6 a 7 va tal cosa’, porque cada programa va tirándole al otro hasta llegar al prime time. Esa es la filosofía, y hay una programación vertical y una programación horizontal. La horizontal, por ejemplo, son las que van de lunes a viernes. Una novela, por decirte, y la vertical una que va, que se yo, una vez, como ‘Lunes de cine’, martes de comedia. Hay razones por cual voy a poner una programación vertical y una horizontal; entonces, yo te aseguro que más de uno de lo que están ahora en la televisión no saben esto, porque no la vivieron, entonces están tocando de oído, y están en la tele”, concluyó.
ANÉCDOTA: EL CASO SWAGGART
“Otro fenómeno que fue grande en audiencia fue el de Jimmy Swaggart. Nosotros pasábamos su programa los domingos, nos regalaban el producto y encima nos dio rating. Cuando él iba a confesar que le engañaba a su esposa, nosotros hicimos una promoción especial del programa y arrasó en el rating. Habrá sido entre el ‘88 y el ‘90. Promocionábamos ‘El pastor Jimmy se confiesa’, y el mundo quería ver a un tipo que hizo mal, diciendo ‘hice algo mal en mi vida’, y eso tuvo un rating, pero Dios nos guarde, repetimos y todo esta edición. Era un rating altísimo y encima era gratis, creo que los pastores nos traían ese material”, narra su anécdota Hugo Montgomery.