Este domingo Toni Roberto se sumerge en el “raudal de los recuerdos” de William Riquelme desde la ruidosa esquina de Ayolas y Humaitá en el barrio La Encarnación, acompañado por las hermanas Martini.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
- Fotos GENTILEZA
Es la esquina de Humaitá y Ayolas, que en las grandes lluvias recoge todo el caudal de agua de las alturas de la zona, de esa misma manera se desarrolla un diálogo con William Riquelme; recuerdos, experiencias artísticas irreverentes, el pasado mundo publicitario, la moda, todo converge en un “raudal de recuerdos”.
LA CASA CROSA DESPUÉS RIQUELME
Son las 15 en punto de una tarde gris de invierno en el centro de Asunción, llego con las hermanas Martini a la antigua “Casa Crosa” de los años 40 –acompañados de Juan Florenciáñez y Gabriel Galeano, quienes asesoran en comunicación– una imponente casa art déco a lo Paraguay, que desde 1975 pertenece a los Riquelme Chaparro Abente. Al entrar a la izquierda, todo el torrente de la avanzada de la moda de WR que en los años 70 marcó un hito de vanguardia en el vestir de los asuncenos, a la derecha grandes piezas con techos muy altos donde está resumida toda la irreverencia de décadas que marcaron el arte paraguayo, una revolución como diría el.
RECUERDOS DESDE EL VENTANAL
Nos encontramos en el corazón del barrio La Encarnación, una mirada desde el interior hacia la calle Humaitá me lleva a buscar a sus antiguos vecinos, los Da Ré y al lado los Ré, los Ramírez Islas, mi querida profesora María Nidia Romero Sanabria y los recuerdos de los Bosio Ciancio a una cuadra de esa “baja esquina” con eternos torrentes de raudales y recuerdos.
LOS NOVÍSIMOS Y LOS VIAJES EN JET
De repente baja las escaleras del segundo piso de la antigua mansión Marta Chaparro Abente, elegante de riguroso negro y sombrero del mismo tono con una bandeja, invitándonos un sabroso té inglés, William sigue contando historias increíbles, una vida que pasó de viaje en viaje de avión en avión ya en la era de los jets; como su papá el legendario publicista César Riquelme representaba la J. Walter Thompson que manejaba la cuenta de líneas aéreas en Asunción, por ello tuvo la facilidad de viajar; es justamente en aquellas vueltas por el mundo que nace la idea de “Los Novísimos” un movimiento artístico que pretendía romper los viejos esquemas del pensamiento paraguayo; así le convoca a su viejo amigo Ángel Yegros y le conoce en la calle a un joven de la época que llevaba siempre unas cartulinas bajo el brazo y coincidían comiendo empanadas en el negocio de don “Mundi” Quevedo, un día le pregunta su nombre y le dice: “Me llamo Enrique Careaga”, así empieza lo que luego fue una gran amistad con el tercer novísimo, después llegará José A. Pratt Mayans para completar los cuatro legendarios participantes de este movimiento que iniciara en 1964.
PRIMERO MARTEL, DESPUÉS EL CAPRI
“La idea era romper con el pasado, realizar un acto irreverente, como mi papá era muy amigo del Dr. Niella realizamos en Martel nuestra gran muestra, ante el asombro de un arte tan experimental y osado para una Asunción que seguía en el letargo pueblerino, la muestra permaneció por un buen tiempo, hasta que nos pidieron retirar nuestras pertenencias porque ya había pasado un largo tiempo, por ello nos mudamos al local de al lado que era el café Capri donde vendimos nuestros primeros cuadros, uno de ellos había comprado Ernesto Báez y otro el embajador de España, el señor Jiménez Caballero”, nos cuenta WR, con la satisfacción en la mirada como la de un niño que cumplió su sueño.
EL RAUDAL DE “LOS NOVÍSIMOS”
Muchos piensan que “Los Novísimos” tuvo muy poca vida, pero como dice Riquelme se trató de una revolución y como todas dura solo un tiempo, pero deja huellas para siempre, detrás de ellas estamos hoy con las hermanas Ana y Fátima Martini, tratando de recoger vestigios de una época irreverente que dejó para siempre una marca y que seguirá en la memoria colectiva asuncena consciente o inconscientemente. Marta ya volvió al segundo piso, nosotros disfrutamos del rico té que nos invitó, al final William nos despide en la puerta de la ruidosa esquina donde en la próxima lluvia el raudal seguirá corriendo y nosotros trataremos de rescatar más historias a su paso.