• POR ESTEBAN AGUIRRE -
  • @PANZOLOMEO

Más veces que menos me he preguntado por qué las cosas que más disfruta la gente son las que peor les hace. Esta pregunta reciente­mente se ha visto acentuada por un tratamiento que me tuve que hacer. Me senté en el consultorio de mi doctor y amigo para escuchar mi análisis, a los 2 minutos de haberme acomodado en la silla mi futuro y la posibilidad de disfrutar de un “asadazo” ya estaban siendo separa­dos como niño y madre en el primer día de clases. ¿Como puede ser que una costilla, un poco de sal gruesa y un toque de limón sea nocivo para la salud? “¡Yo encuentro refugio en ese asado Doctor!” decían mis inútiles intentos de nego­ciar algo sobre las brasas. “Cero alcohol” fue el round dos, “¡Pero si el alcohol me da ganas de bailar, doc!, ¿por que me haría mal algo que me da ganas de mover el cuerpo al ritmo de la noche?.

Entre tantas otras cosas que temporalmente no puedo comer, tomar ni hacer me encontré con las ganas de resolver mi propia felicidad, ¿qué es lo que me hace feliz sin tener que generar una dependencia o mejor dicho sin apreciarlo en demasía recién cuando me dicen que no puedo tenerlo?, ¿por que ocurre esa desesperación recién cuando te dicen NO a lo que vos querés?.

A mi parecer es todo una cuestión de libertad. Que­remos ser libres como seres humanos. No queremos el NO como un callejón sin salida en nuestras vidas. Si nos ponemos a analizar la felicidad como concepto de buenas a primeras ya vemos que hay tres vertientes del mismo tema, algunos definen la feli­cidad como Hedonismo, en donde el placer debe ser físico o intelectual evitando cualquier tipo de sufrimiento, otros lo llaman Estoicismo en donde encontramos felicidad al ser autosuficientes y cero dependientes de cosas mate­riales y por ultimo el Eudo­nismo en donde la felicidad se encuentra al autorrealizarse, al encontrar tu alma en paz, “encontrar tu hallo” como diríamos nosotros.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Básicamente la felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada y buena. Tal estado propicia paz inte­rior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es “la cer­teza de no sentirse perdido” diría Bucay, y ahí nomás estaba todo este tiempo, yo que buscaba felicidad en realidad debía haber estado buscando un Norte en donde encontrar mi hallo en este Sur donde me hallo.

La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar. Ahora que ya sé esto, se siente un poco distinto ser una persona que disfruta más del camino que del destino, y a veces distinto es mejor.

“Mozo! Una costilla y chopp por favor!” - Yo ­­

Dejanos tu comentario