Por David Velázquez Seiferheld, historiador - Fotos: David V.Seiferheld

Hace unos años, en el 2017 precisamente, el autor de esta nota publicaba en el entonces suplemento Ideas+ Palabras de La Nación, un trabajo muy interesante sobre la influencia e impacto de la Guerra del Chaco en las escuelas y la educación paraguaya. Hoy, cuando se conmemora la firma del Tratado de Paz que terminó con la contienda, el autor vuelve a entregarnos este valioso aporte, enriquecido con datos y documentos muy importantes relacionados al tema.

En el 2017, publicamos por primera vez en este mismo medio un artículo acerca del impacto de la Guerra del Chaco en las escuelas y en la educación (Suplemento Ideas más Palabras, Edición 7997, 29 de mayo del 2017). Entre las fuentes primarias sobre las que se basó aquel texto, se mencionaban principalmente memorias de Instrucción Pública, discursos presidenciales y el registro oficial.

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A diferencia de lo ya sabido: que tanto estudiantes como docentes varones integraron las filas del ejército en combate durante la guerra con Bolivia, y que en instituciones educativas como los colegios Nacional Bernardino Caballero, San José e Internacional de Asunción, entre otros, existe una memoria de quienes partieron al combate, quienes cayeron y quienes regresaron, había muy poco desarrollo acerca de cómo se organizó la vida de las escuelas para enfrentar el conflicto y sus consecuencias sobre la educación.

Al ahondar en la línea de trabajo de historia de la educación, fue surgiendo evidencia primaria aún más llamativa. Así, pudimos acceder, por ejemplo, a un discurso del maestro Cesáreo Bordón, de la Escuela España de San Lorenzo, pronunciado en ocasión de la muerte de Adolfo Rojas Silva, gracias al gestor cultural Silvio Ávalos Sánchez. Cuando realizamos la muestra Mbo’e: Educar en el Paraguay desde la Primera República (Museo del Barro – Centro Cultural Citibank, 2019), el discurso manuscrito del educador sanlorenzano formó parte del acervo presentado en aquella ocasión.

EN VALENZUELA

Ya en el 2020, una visita a la Escuela Graduada 45 “Profesora Adela Torres Sánchez” de Valenzuela permitió el hallazgo de carpetas y cuadernos muy antiguos, desde 1919, que daban cuenta de distintos aspectos de la cotidianeidad escolar: calificaciones, lista de maestros, actas de conferencias pedagógicas, inventarios, y un registro de copias de correspondencias. Cada documento nos remite a temas que exceden su contenido literal central y nos conducen a preguntas sobre la exclusión educativa antes del final del año escolar y sus causas, clausuras de la escuela en tiempos de la revolución de 1922 – 1923 y de la epidemia de gripe del mismo año; el peso de la extraedad, la repitencia, el desarrollo de los programas de estudio; organización de los cultivos de la huerta escolar; conmemoraciones patrióticas, etc.

MBO’E: ESCUELAS Y DOCENTES

Ese mismo año, incluimos parte de la documentación hallada en la muestra virtual denominada Mbo’e: Escuelas y Docentes en tiempos de crisis (www.muestraeducacion.com) en la que relevamos –a propósito de la pandemia de covid19– cuáles fueron los desafíos y respuestas identificados en el pasado de la educación paraguaya en temas como las guerras civiles y la guerra del Chaco, los problemas ambientales, los problemas de salud escolar y de infraestructura y logística.

Una nueva conmemoración de la Paz del Chaco, el 12 de junio, nos invita a compartir nuevos hallazgos provenientes del rico archivo escolar valenzolano. En primer lugar, entendemos que se destaca ampliamente el liderazgo y la capacidad organizativa de la directora de la entonces Escuela 161, profesora Adela Torres Sánchez. No en vano, la escuela lleva su nombre actualmente.

En los hombros de la dirección recayó la responsabilidad de desarrollar un programa de cultivos con centro en la huerta escolar con las llamadas “Brigadas Escolares”; actividades de producción de ropas y abrigos, en turnos opuestos a los horarios de clase; implementar un sistema de apoyo –la Caja Escolar– prevista por la Dirección General de Escuelas, para apoyar económica y logísticamente a familias y a la niñez insolventes y en estado de orfandad por la guerra. Al mismo tiempo, debía garantizar la continuidad de la educación. Las maestras, puesto que el único varón docente debió partir a la guerra, secundaron eficazmente la aplicación de estas medidas.

También deja ver el archivo la participación de la comunidad, a través de otras redes comunitarias de apoyo a los niños huérfanos de la guerra, mediante la provisión de libros, cuadernos, útiles, uniformes, etc., todo con tal de lograr su permanencia en la institución educativa.

CARTAS DE LA DIRECCIÓN

Las cartas de la Dirección de la escuela 161 a la Dirección General de Escuelas contienen detalladamente todo lo que se proveyó desde la escuela, principalmente, abrigos y alimentos. Un informe complementario, obrante en poder de la profesora Benita Salinas, amplía el listado general de aportes de la comunidad valenzolana.

Cuando se sitúa la información proveniente del archivo en el marco más amplio del conjunto de información disponible sobre la guerra, es posible evaluar con mayor detenimiento sus consecuencias sobre la vida escolar. El impacto sobre la matrícula fue notable: desde 1932 hasta 1935 se registra una disminución sostenida de la población escolar no atribuible únicamente al reclutamiento, sino también a la necesidad de que quienes no fueron reclutados, dejaran la escuela para ocuparse de tareas hogareñas. El número de maestros varones se redujo a la mitad durante los años de la guerra. Los heroísmos y dramas cotidianos que afectaron a niños y adolescentes en edad de reclutamiento (muchos de los cuales estaban matriculados en escuelas primarias) y a sus escuelas, se dejan ver, en las ayudas de las comisiones. Un apoyo invaluable para una comprensión más acabada de la vida cotidiana de las escuelas y de los alumnos, son los relatos del capellán José D. Molas, que forman parte del libro Polvareda de Bronce, originalmente publicados en 1934.

LA MEMORIA ESCOLAR

Para concluir, nos remitimos a algunas ideas clave respecto de la importancia de los archivos escolares. Por una parte, el historiador portugués Justino Magalhaes caracteriza su importancia en los siguientes términos: “sede privilegiada de una multiplicidad de acciones humanas, pedagógicas, culturales, sociales, afectivas, producto de un cotidiano siempre reinventado”. Tras lo cual, agrega, que, a pesar de ello, “de la institución educativa no resta a veces sino un residuo documental, irregularmente repartido en el tiempo y poco representativo, a saber, en lo que se refiere a la riqueza del cotidiano escolar”. Por su parte, Diana Gonçalves Vidal destaca que los archivos escolares son lugares de la memoria escolar. Archivos, aún fragmentarios, como el de Valenzuela, son fundamentales para la preservación de la memoria escolar compartida; para el conocimiento del pasado educativo y, en consecuencia, para la compresión del presente de la educación.

Agradecimientos: a la profesora Lorem Beatriz Galeano de Recalde, ex directora de la Escuela Básica 45, “Profesora Adela Torres Sánchez”; al actual director, profesor Elvio René Vázquez y a la vicedirectora, profesora Mirian Celeste Cabrera Pérez, así como a la responsable de la Casa de la Cultura y Museo Histórico “Prof. José Anuncio Salinas”, profesora Benita Salinas y al profesor Virgilio Cantero.

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