POR ESTEBAN AGUIRRE - @PANZOLOMEO

El otro día, en el fallido y frustrado intento de llegar a almorzar con mi abuelo, me acordé de una anécdota de un almuerzo lejano, a veces la nostalgia te regala una lección. Era un día de miércoles cualquiera de un algún año prepandémico cuando mi abuelo percibió que estaba algo abombado y me recomendó que respire. “Encontrá un momento del día en el que puedas cerrar los ojos y encontrate a través de tu respiración”, me dijo. Hay ciertas sugerencias que vienen cargadas de años de sabiduría y arrancan un: “¡Claro, pues!”. Normalmente los abuelos vienen con ese don desarrollado a lo largo de años de prueba y error. “Si no te tomas un momento en el día para encontrarte, ¿cómo esperás que el resto lo haga?”, remató.

Esto de encontrarse me sonó al “me hallo” de nuestra tan folclórica jerga. “Hallarse” es un término muy autóctono, cargado de un profundo contenido semántico. Hay gente que considera algo popular la expresión, por cómo el paraguayo suele variar la frase; “me hallé todo mal” (mi preferida), “no encontró hallo y volvió” (la base histórica de nuestro fútbol” en el exterior), “y se halló por él”, entre muchas otras. Sea dicha la forma en que se diga, hallarse es encontrarse con uno mismo, es el regocijo del encuentro con tu propio ser, a la vez que es un símbolo que nos identifica como paraguayos.

No creer en uno mismo es la base de la baja autoestima del paraguayo, tal vez sea también uno de los motivos por los que estamos perdidos y debemos hallarnos. La poca fe que nos tenemos conduce a considerar que cualquier pantano extranjero es mejor que Paraguay, esto hace que desvaloricemos lo nuestro y adquiramos culturas ajenas (un lindo ejemplo es como ciertos energúmenos del marketing decidieron empezar a promocionar el ron paraguayo en lugar de la caña que nos representa como paraguayos, simplemente porque en otros países “pega esa onda”). Así como existen frases en guaraní que no se pueden traducir sin que pierdan su encanto, no existe una en castellano con la que se pueda expresar la misma intensidad de un contundente “me hallo”.

Los habitantes de esta tierra deberíamos hallarnos más a menudo y expresarlo con la frase que mejor describa esa sensación. Hallarse se trata de destinar un momento del día y perdernos en él. En ese espacio ideal podríamos encontrar la manera de sentir nuestra nacionalidad. Ser paraguayos es todo un arte, es la cultura que desarrollamos y un legado que dejaremos a nuestros hijos.

Asumir el hallo podría lograr que mejoremos como personas. Analizarnos a nosotros mismos puede hacer que corrijamos nuestros errores y mejoremos como sociedad. Los paraguayos cargamos con la herencia de la inutilidad, “gran legado” de la dictadura. Con el advenimiento de la democracia, la libertad se convirtió en libertinaje y es donde empezó esta torre de Babel en la que nos encontramos.

Nuestro autorrespeto marca nuestras elecciones. Cada vez que actuamos en armonía con nuestro auténtico ser y nuestro corazón, nos ganamos el respeto más importante de todos, el nuestro. Ante la duda, en esos momentos que uno se siente aturdido y abrumado, recuerden una cosa y nada más: El hallo es paraguayo.

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