La editorial ConTexto publicó una reedición de la novela “La próxima lluvia”, del autor argentino Francisco Romero, dentro de la Colección Mulita, con prólogo del escritor paraguayo Javier Viveros. Reproducimos dicho prólogo en este espacio como avance de lo que será el encuentro con la obra que será hoy domingo 5 de junio a las 17:00 en el stand en conjunto de la Sociedad de Escritores del Paraguay, Escritoras Paraguayas Asociadas y el PEN Club, en el predio de la Feria Internacional del Libro de Asunción.
- Fotos Javier Viveros (*)
Numerosos son los aspectos destacables de esta novela de Francisco “Tete” Romero. Seba, un ser tempranamente fragmentado por el abandono materno, es el eje vertebrador del relato y es también a veces el narrador que anota sus vivencias y reflexiones en un cuaderno verde, las anota siempre con bolígrafo negro. No podía la tinta ser de otro color. Lo oscuro y lo hosco. En el cuaderno, Seba transcribe una carta a su madre moribunda a cuyo encuentro se dirige. Para ese reencuentro regresa a su pueblo, a su Ítaca malherida. “Vengo de Troya, Laura, y de una odisea made in Argentina de trece años, pero no hay ni Penélope, ni Telémaco, ni trono esperando, ni perro Argos que me lama y salga a mi encuentro”, dice. Solo hallará fantasmas y extraños en su Ítaca maldecida y enferma de rabia. Seba encontrará a los lestrigones, a los cíclopes y al fiero Poseidón porque ya desde siempre los llevó incubados dentro de su alma, como bien lo advierte el poema de Cavafis.
El autor hunde su pluma en la psiquis del protagonista, quien compartirá el camino con otros como él, hombres y mujeres de almas agrietadas, seres de papel, de papel roto, quebrados, personajes fracasados que llevan encima “el tajo abierto de la derrota”, envenenados con la bilis de la vita detestabilis. Cada hombre es una historia y las de quienes habitan esta novela están marcadas por la tristeza, la desgracia y la violencia inercial del homo homini lupus. Porque tal como apunta el zurdo Sosa en el capítulo 8 de la segunda parte, “la vida es rara, bien rara y en el fondo nadie conoce a nadie y todos somos extraños y no nos importa un carajo mientras las cosas no nos pasen a nosotros”.
El sitio de Paysandú, la batalla de Acosta Ñu en la Guerra de la Triple Alianza, la guerra civil paraguaya de 1922, el conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia por la posesión del Chaco, la guerra de Malvinas, el primer alzamiento carapintada que exigía impunidad al gobierno de Raúl Alfonsín, el copamiento del cuartel de La Tablada en enero del 89: la novela es un tour de force por parte de la historia de esta porción del continente.
La próxima lluvia es una novela de rutilante y alta polifonía. El rol de sujeto de la enunciación se lo van turnando múltiples narradores intradiegéticos. La descripción es muy visual, cinematográfica. La novela es pura literariedad. Importa lo que se cuenta, pero también cómo se lo cuenta. Nunca exenta de poesía, la prosa del autor alimenta todos los sentidos. Su escritura tiene ritmo, musicalidad, una eufonía que nace de la acertada elección de vocablos, de la construcción de oraciones con manos de arquitecto y de orfebre. Hay un revelamiento paulatino de secretos por parte del narrador; la trama perfectamente tejida consigue entrelazar las historias de muchos personajes como en un ñanduti de calculada belleza.
Las escenas están narradas con originalidad sin mácula y sólida pericia técnica. Denota este trabajo una inocultable vocación de estilo. Francisco Romero es un maestro de la elocutio. Si como muestra basta un botón, va uno de oro, extraído de la trepidante escena de tiroteo donde un personaje recibe un balazo: “Un heraldo de plomo sacude el pecho del Ruso y le deja ardiendo su agujero de fuego”.
Antes de que te sumerjas en estas páginas, lector, conviene que, allí en la puerta, a un costadito, dejes toda esperanza, porque aquí la alegría está hundida en un cono de sombra y el destino de los personajes fue escrito por hados impiadosos. Pero el goce estético que brinda esta literatura madura, de 24 quilates resplandecientes, todo lo compensa, con generosos dividendos, y con creces, como la caricia inminente de la próxima lluvia.
(*) Javier Viveros
ESCRITOR-EDITOR -
Miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española y académico correspondiente de la Real Academia Española- Ex vicepresidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay. Premios : PEN/Edward and Lily Tuck Award for Paraguayan Literature