Miguel Sánchez, AFP - Foto: AFP

Un grupo de científicos chilenos descubrió en la Antártida una veintena de especies desconocidas de bacterias hiperresistentes a los antibióticos, que pueden traspasar su poder de resistencia a otros microorganismos y generar con ello un riesgo para la salud global.

El profesor asistente del departamento de Biología de la Universidad de Chile, Andrés Marcoleta, junto a la investigadora Macarena Varas y su asistente Alexis Gaete realizaron dos expediciones a la península de la Antártida y las Islas Shetland del Sur, entre los años 2017 y 2019.

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Con palas, recipientes estériles y un moderno equipo para medir parámetros ambientales, buscaban determinar qué tan resistentes eran los microrganismos que habitaban allí en relación con bacterias de otros ambientes.

Tras recolectar cientos de bacterias endémicas, descubrieron que unas veinte eran totalmente desconocidas y con características de “hiperresistencia”, explicó a la AFP Marcoleta.

Para determinar su increíble poder de resistencia, los científicos realizaron cultivos de 12 muestras y las expusieron a distintos tipos de antibióticos usados para tratar enfermedades infecciosas y metales que tienen propiedades bactericidas, como el cobre, el arsénico o el cadmio.

“Prácticamente ningún antibiótico causó efecto sobre esas bacterias. Tienen muchas propiedades de resistencia. Quizás esa resistencia sirve en su ambiente natural para resistir otros compuestos tóxicos”, dijo Marcoleta.

“Muchas de ellas (bacterias) son multirresistentes a antibióticos clásicos, o tienen producción de algún metabolito que estamos en proceso de caracterización, que tiene actividad antibiótica sobre algunas bacterias que tienen interés clínico”, agregó la doctora Varas.

Los científicos se preocuparon por este nuevo hallazgo, ya que “cada vez detectamos con mayor frecuencia infecciones por bacterias que son muy resistentes a las sustancias que hoy en día están disponibles para tratar estas infecciones”, sostuvo Marcoleta.

Las infecciones por superbacterias mataron a 1,2 millones de personas en EL 2019, según un estudio publicado en enero en la prestigiosa revista médica británica The Lancet.

En tanto, la Organización Mundial de la Salud declaró una crisis sanitaria mundial ante la resistencia a los antimicrobianos y creó un grupo de trabajo para estudiar tratamientos alternativos.

“Estas capacidades de resistencia de las bacterias antárticas podrían ser adquiridas por bacterias patógenas (que causan enfermedades), situación que implicaría serios problemas sanitarios a nivel global”, indica el estudio sobre este investigación publicado en la revista Science of the Total Environment.

LAS PSEUDOMONAS

Marcoleta detalla que entre las bacterias encontradas que les causaron especial interés están las pseudomonas, que predominan en el suelo de la Península Antártica y son parientes de otras que viven en zonas urbanas, responsables de enfermedades graves como la fibrosis quística.

Pero ¿cómo podrían dañar al ser humano estas bacterias?

“Afortunadamente, todo indica que dichas pseudomonas antárticas no son patógenas, pero sí podrían actuar como una fuente de genes de resistencia y ser transferidas con relativa facilidad a pseudomonas patogénicas”, sostiene el estudio.

En ese caso, advierte, “tendríamos un problema sanitario, porque habría nuevos genes de resistencia que estarían contribuyendo a esta crisis de resistencia a los antimicrobianos”.

Los expertos sostienen que conocer detalles sobre los genes de estas bacterias presentes en la Antártica también ayudarían al diseño de posibles nuevos antibióticos.

BACTERIAS Y CAMBIO CLIMÁTICO

Los científicos comenzaron un nuevo estudio en el que buscan determinar cómo estas bacterias podrían ser transferidas desde la Antártida al resto del mundo. “La península Antártida, donde seguiremos investigando, es una de las zonas más afectadas por el derretimiento del hielo producto del cambio climático”, sostiene Marcoleta.

Cada año y a un ritmo muy rápido, se están descongelando suelos y dejando expuestos los reservorios de genes de resistencia. Los investigadores pretenden determinar cómo esta situación impacta a las bacterias y si su información genética podría ser diseminada por plantas o animales que se encuentren ahí.


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