Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com - Fotos: Toni Roberto y gentileza
Hoy Toni nos remueve los recuerdos al detenerse por un momento en viejos portones de la Asunción de antes cuando algún vecino nos decía: “pase adelante, está en su casa”.
LA LEGIÓN DE ASUNCENOS SIN PORTÓN ELÉCTRICO
Pertenezco a la legión de asuncenos que aún vive en barrios residenciales y que no tienen portón eléctrico, ni vidrio polarizado en sus autos y que todavía saluda a los vecinos al pasar. Esto me llevó a escribir sobre los portones de Asunción, creo que también surgió ante la partida de “Porota” de Saguier, una de las últimas vecinas del centro de Asunción cuya casa tiene un enorme portón y un patio al frente, cosa rara en el microcentro, en la zona de la iglesia de San Francisco.
Los portones, portoncitos o pórticos nos llevan a recuerdos de amores, desamores, alegrías y tristezas. Aún recuerdo el de de la antigua “Carrería Nacional” de la calle Alberdi, o el de la cochera de la casa de Olga Blinder sobre Tte. Fariña casi EEUU donde se guardaba celosamente un pequeño Toyota 1000 de los años 70, u observar el portoncito del “chalet Vega” en la esquina de Siria y Ayala Velázquez; un himno al tranquilo pasado arquitectónico asunceno o a una cuadra más abajo el de la cocinera María de los Ángeles de Villamayor.
DIEGO MAYEREGGER Y LOS MUROS DE BARRIO HERRERA
“En mi barrio ya no se sabe quiénes viven; muchas familias llegadas del interior en los años 40 se instalaban en pequeños lotes en lo que fuera en aquella época, las afueras de Asunción. Poco a poco fueron mejorando sus casas, pero en los años 90 empezó la especulación inmobiliaria y creció la inseguridad y los antiguos vecinos se fueron yendo, los nuevos habitantes empezaron a levantar altas murallas poseyendo coches con oscuros vidrios polarizados, así se fue perdiendo el clima de barrio y los vecinos se convirtieron en fríos anónimos”, nos cuenta Diego Mayeregger, licenciado en Ciencias Históricas, arquitecto y ex profesor de Historia de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional de Asunción, vecino de barrio Herrera.
MARGARITA DURÁN, “DON CARLOS” Y LAS PRIMERAS REGLAS URBANAS
“En la época de don Carlos Antonio López se emiten las primeras reglas urbanas en Asunción, diciendo que todo aquel vecino que no pudiera arreglar su frente y no tuviese muralla debía vender su vivienda al Estado; con el tiempo muchos volvían a recuperarlas, para ello don Carlos les pedía que manden un dibujo de toda la manzana, las calles de alrededor con sus nombres, quiénes eran sus vecinos, cuántas casas había en esa zona, entre otros datos”, nos relata Margarita Durán Estragó.
Imagino aquellas épocas donde los grandes raudales llevaban todo y los muros acompañados de sus portones cumplían varias funciones. Recuerdo el gran acceso al patio de la casa que fuera de Benjamín Aceval en la calle el Paraguayo Independiente y 15 de Agosto, aquel gran pórtico que miraba al río fue demolido allá por 1982, ante la impotencia del profesor Carlos Pusineri Scala, monseñor Agustín Blujaki y de quien escribe estas líneas, quienes no pudimos hacer nada ante tal barbarie, luego el predio se convertiría, lamentablemente, en un simple estacionamiento, borrando tan importante dato de la historia urbana asuncena.
LAS HERMANAS PAIVA O EL PORTÓN DEL PASADO
Yendo al este de la ciudad a principios de los años 70, llegaron desde el centro a Villa Morra las hermanas educadoras Lourdes “Mami” y Gloria “Nenena” Paiva, cumpliendo el sueño del chalet propio. El mismo se construyó con un sencillo portón de acceso, hoy después de más de 50 años y con muchas décadas encima, las dos siguen sobreviviendo al ruido y la transformación de la vieja villa del Dr. Morra, siendo de las últimas vecinas de lo que fuera alguna vez un barrio; uno “palmotea” y reciben al visitante abriendo el viejo portón con tranca y candado, acto seguido dicen: “pase ,está en su casa”. La tecnología en la arquitectura actual sepultó aquellos rituales que hoy hacen que muchos pertenezcamos a la legión en extinción de vecinos de Asunción sin portón eléctrico que seguimos tratando de vivir de alguna manera la vida de barrio.
Así es la vida, el mundo cambia y las tradiciones se pierden, cuando Sussy Sacco me exhibió una foto suya frente a su casa de la calle Montevideo con sus amigas en el año 1961, me percaté de un detalle, en el fondo se veían los portones abiertos de par en par, eso me llevó a oler los recuerdos de aquellos años, esos viejos accesos que antecedían a pequeños jardines con gladiolos y aromas a azahar, como el de las hermanas Paiva, siempre dispuestas a abrir el viejo portón e invitarnos a viajar al pasado de la Asunción.