Por Rodrigo Cardozo Samaniego, miembro correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia en Concepción
En este artículo nos remontamos a 249 años atrás, a los días de la fundación de la Villa Real de Nuestra Señora de la Concepción de Costa Arriba, cuyo aniversario se recuerda el próximo 25 de mayo. También hacemos un recordatorio de significativo evento que se dio durante los festejos del bicentenario de la ciudad, en el año 1973.
El próximo miércoles 25 de mayo se conmemorará un año más de la fundación de la Villa Real de Nuestra Señora de la Concepción de Costa Arriba, el aniversario número 249 y en la presente damos una breve reseña de los acontecimientos en las costas de esta comarca en mayo de 1973, al mando de don Agustín Fernando de Pinedo.
Desde la fundación de la reducción “Nuestra Señora de Belén”, en 1760, por el padre José Sánchez Labrador, los mbayaes amenazaban constantemente con depredar dicha reducción y estancias aledañas. Ante dichos peligros, el fray Miguel Méndez Yofre solicitó al Cabildo de Asunción, entre 1768 y 1773, que se estableciera una población entre los ríos Ypané y Jejuí, y así contener el avance portugués y de las tribus que los hostilizaban. Esta información sobre el movimiento de los portugueses fue un toque de alerta, que logró acelerar la fundación de la Villa.
El 4 de marzo de 1773, conforme a las “Ordenanzas de Población” de 1572, el Cabildo, previa aprobación del rey Carlos III, acordó conceder los auxilios y reconoció la utilidad de establecer una Villa en la costa arriba. El gobernador Agustín Fernando de Pinedo y el Cabildo tuvieron en esta ocasión su primera disputa: la ubicación de la futura población.
La visión geopolítica del gobernador se extendía mucho más que los mezquinos intereses de los cabildantes, puesto que su intención era fundar la Villa hacia el paraje de Itapucú (cerro Pan de Azúcar – hoy Mato Grosso), donde estaba ubicada una de las reducciones del fray Méndez y así proteger la mayor extensión de tierra en beneficio de la Provincia del Paraguay. Pero esta opinión no fue compartida por el cuerpo capitular que, basándose en dificultades para prestar auxilios desde Asunción, acordó que la nueva fundación no debía de distar muchas leguas de la reducción de Belén. La decisión del Cabildo respondía a los intereses particulares de poderosos estancieros que tenían propiedades en la zona.
El 3 de mayo de 1773, al mando del gobernador, partieron dos grupos camino al Norte. Uno de ellos, compuesto de cuatro barcos, subió por el río Paraguay transportando al gobernador, sus oficiales, los peones e indios de los pueblos reclutados para el efecto; el otro, formado por cien hombres al mando del cabo mayor Antonio de Vera y Aragón, se dirigió por tierra conduciendo el ganado y la caballada, donados por los vecinos de Asunción. El punto de encuentro era la boca del río Ypané. Cuando el gobernador llegó al mismo, fiel a su idea inicial, prosiguió la navegación con la intención de llegar a las cercanías de Coimbra y Albuquerque, pero parte de la oficialidad le recordó lo dispuesto por el Cabildo. Esto lo obligó a retroceder hasta donde debía encontrarse con Vera y Aragón.
El 20 de mayo de 1773, ambos contingentes se encontraron en el lugar preestablecido y procedieron a la elección del asiento de la nueva Villa por votación. El diputado del Cabildo Antonio Caballero y Añasco, el cabo mayor Antonio de Vera y Aragón, el comandante Juan José Gamarra, el capitán Enrique Coene, el capitán Reformado Pedro Castiñanes, el ayudante mayor de Milicias y Plaza Manuel García Barazabal, y el teniente Juan José Lescano, siguieron las instrucciones del Cabildo de “no distar muchas leguas del pueblo de Belén”, pero el gobernador insistió levantar el establecimiento tan al norte como fuese posible.
Vera y Aragón, conocedor de la zona, opinó que el terreno más apropiado para la fundación eran las orillas del río Ypané o en último caso la boca del río Aquidabán, que distaba como a 10 leguas del pueblo de Belén. La mayoría apoyó esta propuesta.
El gobernador, que vio desvanecer sus pretensiones por la mayoría, ordenó la búsqueda de un lugar apropiado para establecer un puerto. El designado para el efecto fue Castiñanes, quien informó “de un hermosísimo puerto, distante de éste lugar como a cuatro leguas”. Luego de las inspecciones del terreno, el Diputado Regidor determinó que “el lugar es adecuado para levantar la población con campos aptos para estancias, suficientes aguadas y abundantes montes de madera”.
El 25 de mayo de 1773, se iniciaron los trabajos de fundación, quedando “medidas” la nueva Villa, que se delineó sobre una extensión de cuatro cuadras cuadradas, marcándose la plaza y las calles de doce varas de ancho. Con ayuda del Cacique Lorenzo y algunos mbayaes, se levantaron el fuerte, los primeros ranchos, el cuartel, la casa del comandante, la herrería y la iglesia; por último, se estableció la estancia de “Jesús María” para proveer de carne a los pobladores y una estanzuela con ranchos para la caballada, llamada “Retiro”. La Villa quedó establecida a ocho leguas de Belén y a 25 km de la boca del Ypané.
El gobernador la denominó Villa Real de Nuestra Señora de la Concepción de Costa Arriba, en honor al rey, y aunque la superioridad le reprobó el nombre de “Villa Real”, los pobladores la conservaron por costumbre hasta los primeros días de la época independiente.
HACE 49 AÑOS
En el presente artículo traemos también al recuerdo un momento histórico que marcó la vida cultural de la Perla del Norte: la presencia de la “Academia Paraguaya de la Historia”.
En el marco por los festejos del “Bicentenario de la fundación de la Villa Real”, que culminaron el 31 de mayo de 1973, el entonces intendente municipal don Agustín Bareiro Yegros había decretado la formación de varias comisiones para preparar durante todo un año las celebraciones en homenaje a la ciudad. En el programa de actividades, que por cierto fueron extensas, muchas no se pudieron cumplir por diversos motivos.
El recordado filántropo Dr. Pedro Ruso Skurich había sido designado como presidente de la “Comisión de Cultura del Bicentenario”, quien organizó de manera impecable, las “Jornadas Históricas” llevadas a cabo en el Club Concepción, con presencia de diez miembros de la Academia Paraguaya de la Historia, quienes por primera y única vez (hasta hoy), aceptaban sesionar en el interior del país y en forma extraordinaria.
A las 8:00 del día sábado 26 de mayo arrancaba la jornada presidida por el Dr. Ruso, con una ofrenda floral en la “Plaza de la Libertad” y a las 9:00, el presidente de la academia Marco Antonio Laconich abría la sesión con el pleno de su directiva, agradeciendo la invitación y proponiendo declarar a Concepción como “La Heroica ciudad norteña”.
Las jornadas de historia se desarrollaron de la siguiente manera:
-Don Roberto Quevedo expuso el tema “La fundación de la Villa Real de la Concepción”.
-Don R. Antonio Ramos y doña Teresita Tessari de Bellasai, sobre “El Dr. Francia y Concepción”.
-Don Marco Antonio Laconich, sobre “La demarcación de la frontera por el río Apa y defensa del avance Lusitano”.
-Don Carlos Pussineri Scala, sobre “Itacorá de Purutue Caí Cué”.
-Doña Idalia Flores de Zarza, sobre “Concepción en la Guerra Grande”.
-Doña Julia Velilla Laconich, sobre “Concepción y la Guerra del Chaco”.
-Don Pedro Alvarenga Caballero, sobre “Génesis concepcionera”.
-Don Juan B. Gill Aguínaga, sobre “Condecoraciones y numismática de la Epopeya”.
-Don Benigno Riquelme García, sobre “Concepción en la independencia”, y
-Don Rafael Eladio Velázquez, sobre “Paraguay a mediados del siglo XVIII”.
Al día siguiente, en la noche del domingo 27 de mayo, en el salón de la municipalidad, se llevaron a cabo los actos de clausura de las “Jornadas Históricas”, en una sesión de honor en homenaje a los distinguidos miembros de la Academia Paraguaya de la Historia.
Las autoridades municipales dieron la bienvenida y agradecieron a los ilustres visitantes en nombre de la ciudadanía por tan brillantes jornadas. Concepción Leyes de Chávez, secretaria de la Academia en aquel entonces, proclamó y se refirió a dos resoluciones que dejaba dicha institución y que decía lo siguiente:
1) Que por lo menos cinco personas que acompañaron al gobernador de Pinedo en su expedición, sean perennizados con placas de sus nombres en otras tantas calles de la ciudad; y,
2) Que “Itacorá de Purutue Caí Cué” sea declarada parque nacional.
Una vez culminado todo, pasaron a una cena de gala ofrecida por la filial Concepción de la “Asociación Rural del Paraguay”, donde se compartieron nobles gestos de confraternidad entre los presentes.
Cabe destacar que, de entre todos los académicos presentes en aquel lejano año de 1973, la única sobreviviente es la Dra. Julia Velilla Laconich, quien hace unos años fuera reconocida por la Honorable Junta Municipal de Concepción, conforme a la Resolución OP N° 145 de fecha 6 de octubre del 2020, por sus valiosísimos aportes a la bibliografía de la historia de la ciudad norteña.
Han pasado 49 años de aquellos días en que la sociedad concepcionera se tiñó de cultura y esperamos con ansias que en el 2023, se puedan repetir conmemorando el “Cincuentenario” de esas “Jornadas Históricas”, en el marco de los festejos por el “Cuarto de Milenio” de la fundación de la “Villa Real de Nuestra Señora de la Concepción de Costa Arriba”.
¡Salud, Perla del Norte!