Por Juan Carlos dos Santos, periodista

Considerado el ícono del progreso y el poder dubaití, la renombrada estructura decora el horizonte del rico emirato a orillas del Golfo Pérsico.

Con 828 metros de altura, el Burj Khalifa, en el centro de la ciudad de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, es hasta ahora el edificio más alto del mundo, reinado que podría perderlo durante el 2022, cuando en Yeda, Arabia Saudita, se inaugure la primera estructura con una altura superior al kilómetro, el Burj al-Mamlaka.

Diseñada por el arquitecto estadounidense Adrian Smith, la construcción de esta ultramoderna estructura duró alrededor de 6 años y dicen que su figura está inspirada en una flor del desierto, la Hymenocallis, también conocida como lirio araña, aunque se necesita demasiada imaginación para encontrar parecido entre la flor y el edificio símbolo de Dubái, cuyo costo de construcción ha sido estimado en 1.500 millones de dólares.

Ubicada en el exclusivo downtown de Dubái, la zona más lujosa del millonario emirato, el Burj Khalifa en sí ya es una atracción incomparable y casi única en el mundo. Para poder subir hasta la zona de los miradores, en el piso 824, se debe comprar con una anticipación de cuatro a cinco días los tickets de acceso y que al mismo tiempo tienen una hora fijada para cada visitante.

Tras varios minutos de espera, sorteando largas filas, se puede ingresar al complejo que sirve de hospedaje a importantes empresas, como hospedaje a multimillonarios y sede de renombrabas compañías hoteleras mundiales.

Mientras los visitantes avanzan hacia los ascensores, por cierto, los más veloces del mundo, se puede ir conociendo paso a paso los detalles de la construcción del edificio, pero una vez ingresado al ascensor, totalmente preparado para que no se sienta la elevada y repentina velocidad (casi 11 metros por segundo), inicia el verdadero recorrido por el interior de esta gigante estructura, símbolo del poder y de la determinación de la familia real.

Ya en el mirador, los visitantes pueden realizar observaciones en 360 grados, pudiendo fotografiar a un lado el desierto, al otro el Golfo Pérsico, y por supuesto las delirantes figuras de los edificios que se encuentran decenas de metros más abajo del mirador del Burj Khalifa, a 500 metros de altura.

Un simulador virtual de salto desde lo más alto del edificio obliga a los más jóvenes a sumergirse en esa aventura y se puede observar cómo les tiemblan las piernas al sentir una experiencia tridimensional que los obliga a lanzarse de lo más alto del edificio.

A los pies del Burj Khalifa está la fuente navegable y su impresionante juego de aguas danzantes, un show atrapante desde todo punto de vista y que al decir de los visitantes, uno podría pasarse toda la noche observando y disfrutando del ritmo de las aguas que parecen cobrar vida entre las luces y el humo escenográfico.

Tras disfrutar de las vistas excepcionales desde lo alto del mirador del Burj Khalifa, descendemos para ver de cerca el show que nos entregan las aguas de la fuente del Dubái Mall, un centro comercial que no contento con alojar a las más renombradas marcas mundiales, también cuenta con un acuario en su interior donde conviven mantarrayas y tiburones con decenas de especies marinas.

Y de golpe la fuente cobra vida, las lanchas que navegan por el lugar llevando a los turistas a disfrutar del show se detienen a una distancia prudente para observar el espectáculo de luces, melodías y chorros de agua, todos perfectamente sincronizados.

Definitivamente los turistas que llegan a Dubái reinciden la mayor cantidad posible de veces visitando este sector, que tiene al edificio más alto del mundo como atractivo principal compitiendo con la espectacularidad del show de la fuente del Dubái Mall y el propio centro comercial del mismo nombre.


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