Este domingo Toni hace un paseo urbano por algunas zonas donde se encuentran emblemáticas casas de Jenaro Pindú a partir del recorrido por una gran muestra de la colección de Félix Toranzos que se encuentra en el Archivo Nacional y la presentación de libro “Pindú, el viaje”, de Christian Ceuppens.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
¿Un paseo a una casa? ¿A un castillo? No, hoy les invito a viajar a un cúmulo de recuerdos urbanos.
Corrían los primeros años 70 del siglo pasado y en muchos puntos de la nueva asunción, entre ellas la zona de Villa Morra, el naciente barrio Mariscal Estigarribia y el poético Los Laureles (antiguas tierras de Aurelia Montero de Rivarola), se empezaban a pergeñar unas casas muy blancas con la constante de unos importantes techos con tejas francesas en el frente, con grandes carteles en blanco con un gran sol naranja que decían simplemente Pindú.
UNA ESQUINA DE VILLA MORRA
En aquella época, siendo niño tuve la suerte de asistir al nacimiento de unas de sus casas en la esquina de J.E. Estigarribia (ex Boggiani) y Cruz del Defensor, pude ver desde las primeras ideas que se pensaban en una vieja casa art decó paraguayo con zaguán y puerta cancel, donde vivían mis tíos, los futuros dueños de aquella casa en la residencial Villa Morra de esa época. Sentado en una vieja mesa del corredor interior con patio a lo Paraguay, Pindú llevaba los primeros esbozos de lo que fue luego aquella blanca residencia. Con los años, pude entender que su idea era conocer cómo era la vida de los futuros dueños. Así nace el diseño de la entrada repitiendo el zaguán de aquella vieja casa que había diseñado el constructor Renna en el legendario barrio Gral. Díaz, a principios de los años 30. Hoy esa elegante casa de Villa Morra devino en una ferretería conservando su estructura original que al mirar me lleva a recuerdos de mi niñez y a esa experiencia que encendió en mí una de mis pasiones, la arquitectura.
En esa misma época empezaba a practicar la línea y lo hacía remendando aquellos dibujos de ese genio que cambió la mirada estética de muchos; casi todos los fines de semana se presentaban en los distintos periódicos de la época proyectos, dibujos de sus distintas series como el de las Arcas, la más popular y realizaba copias que luego yo le acercaba a su madre, doña “Ina” Tami, para que el arquitecto me dé su opinión. Confieso que si hoy me lo hicieran a mí me sentiría muy disgustado.
UNA MUESTRA Y UN LIBRO
Todo este racconto personal me vino a la mente por dos motivos. Primero, recorriendo la gran muestra sobre Pindú, colección de Félix Toranzos, que se encuentra en el Archivo Nacional por un largo periodo de tiempo. Naves imposibles, arcas, máquinas del tiempo se entrecruzan en un viaje sin tiempo. Segundo, haciendo un viaje al libro recientemente presentado por Christian Ceuppens, “Pindú, el viaje”, donde hace un análisis de distintos momentos de su obra. Ahí podemos encontrar capítulos como Línea, Tiempo, Ruina y Máquina, y su parentesco entre la obra visual y la arquitectura. Claro ejemplo de ello encontramos en la residencia Zacarías Michelagnoli, demolida, sobre la avenida Sacramento y sus aguafuertes de la serie “Consola”, de 1983, que se encuentran en el capítulo 1, que dice en una parte: “El artista exploró varios campos con la línea. El dibujo le permitió perfilar formas orgánicas y geométricas en el soporte blanco del papel”. Dice más adelante: “Casi toda la arquitectura de Pindú es urbana, un fenómeno formal y especial en la estructura de la ciudad, cuya geometría lineal define la volumetría hecha de recodos, interrupciones abruptas y gestos irresolutos en el espacio-tiempo”.
1970
Jenaro Pindú (1946-1993) había nacido en el seno de una familia tradicional sobre la calle México en el barrio de la Catedral en la zona de la parroquia de San Francisco y realizaría en 1970 –a cuadras de su casa– en los grandes y modernos salones de la antigua galería Miró de la calle Mariscal Estigarribia y México, una muestra individual que marcó el predominio del dibujo en el arte paraguayo en los años 70 con artistas como Mabel Valdovinos, Julio González, Miguel Heyn o Luis A. Boh y constituyó una de las exposiciones más multitudinarias de aquella época, registradas en imágenes fotográficas.
UN RECORRIDO URBANO DOMINICAL
En un pequeño recorrido dominical hace un mes, pude encontrarme con varias casas de Pindú en una misma zona, entre el barrio Mariscal Estigarribia y el poético barrio Los Laureles con varias obras suyas desde la casa Ayala Leoz, pasando por el auténtico Castillo Pindú, la casa Ramírez Jou, que hoy está en manos de la picota, hasta la residencia de Natalio Rubisztein, que se encuentra ubicada en una calle peatonal de Los Laureles, en un verdadero diálogo con la naturaleza en aquel barrio que fuera pensado a principios de los años 70.
Antes de terminar este texto, decidí volver a comprobar el estado de la casa Ramírez Jou, pero, lastimosamente, hoy ya no está, es solo un recuerdo. Decía un pensador: “Cuando un anciano muere, se quema una biblioteca”. En este caso, “cuando una casa se va, se lleva en cada ladrillo, en cada ventana, en cada balcón, un recuerdo de lo que alguna vez fue la memoria urbana de la ciudad de Asunción”.